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Moros le reciben por la seña ganar.

Dánle grandes colpes, mas no l' pueden falsar.
Dixo el Campeador: «Valelde, por caridad.»
Embrazan los escudos delant los corazones.
Abaxan las lanzas apuestas de los pendones.
Enclinaron las caras de suso de los arzones.
Íbanlos ferir de fuertes corazones.

Á grandes voces llama el que en buen hora nació:
«Feridlos, cavalleros, por amor de caridad:
Yo so Rui Díaz el Campeador de Bivar.
Todos fieren en el haz do está Pero Bermúez:
Trescientas lanzas son; todas tienen pendones:
Sennos moros mataron, todos de sennos colpes:
Á la tornada que facen otros tantos son.
Veríedes tantas lanzas premer é alzar:
É tanta adarga aforadar é pasar :

É tanta loriga falsa desmanchar:

Tantos pendones blancos salir vermejos en sangre:
Tantos buenos cavallos sin sus dueños andar.

Los moros llaman Mafómat, los cristianos Sanctiague.
Caíen tantos en un poco de logar.

Moros muertos mil é trescientos hi ha. . . .

Tantos moros yacen muertos, pocos vivos ha dexados;
Ca en alcanz sin dubda les fueron dando.

Ya s' tornan los del que en buen ora násco.
Andaba Mío Cid sobre so buen cavallo,
La cofia froncida: ¡ Dios, cómo es barbado!
Almofar á cuestas; la espada en la mano. ̧
Vió los sos cómo s' vaan allegando.
« Grado á Dios, aquel que está en alto,
Quando tal batalla avemos arrancado.

ANÓNIMO.

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Y

SIGLO XIII

Prado deleitoso.

(Milagros de Nuestra Señora).

o maestro Gonzalvo de Berceo nomnado
Yendo en romería caecí en un prado,

Verde é bien sencido, de flores bien poblado:
Logar cobdiciaduero para omne cansado.

Daban olor sobeio las flores bien olientes, Refrescaban en omne las caras é las mientes, Manaban cada canto fuentes claras corrientes, En verano bien frías, en ivierno calientes.

Avíe hy grant abondo de buenas arboledas, Milgranos é figueras, peros e mazanedas, É muchas otras fructas de diversas monedas, Mas non avíe ningunas podridas nin acedas.

La verdura del prado, la olor de las flores, Las sombras de los árbores de temprados sabores Refrescáronme todo é perdí los sudores: Podríe vevir el omne con aquellos olores.

Nunqua trobé en sieglo logar tan deleitoso, Nin sombra tan temprada, nin olor tan sabroso, Descargué mi ropiella por yacer más vicioso: Poséme á la sombra de un árbor fermoso.

Yaciendo á la sombra perdí todos cuidados, Odí sonos de aves dulces é modulados :

Nunqua udieron omnes órganos más temprados,
Nin que formar pudiesen sones más acordados...

El prado que vos digo avíe otra bondat:
Por calor nin por frío non perdíe su beltat;
Siempre estaba verde en su entegredat,
Non perdía la verdura por nulla tempestat.

Manamano que fuí en tierra acostado,
De todo el lacerio fuí luego folgado:
Oblidé toda cuita, el lacerio pasado:
Qui allí se morasse seríe bien venturado!

Los omnes é las aves quantas acaecíen
Levaban de las flores quantas levar queríen
Mas mengua en el prado ninguna non facíen:
Por una que levaban, tres ó quatro nacíen.

GONZALO DE Berceo.

Luciana.

(Libro de Apolonio.)

El Rey Architra stres por la corte más pagar, Á su fija Luciana mandóla hi venir.

La duenya vino luego, non lo quiso tardar,
Ca quiso á su padre obediente estar.

Entró por el palacio la infante bien adobada, Besó al Rey manos commo bien ensenyada, Saluó a los ricos omnes é á toda su mesnada, Fué la corte desta cosa alegre é pagada.

Fincó entre los otros oío al pelegrino,
Quiso saber quién era ó de quál parte venido.
Fija, dijo el Rey, omne es de camino,
Oy tan bien el juego ninguno non avino.

Sirvióme en el juego onde so su pagado,
Pero non lo conosco, éle yo muy gran grado,
Segunt mi connyoscencia del mar es escapado,
Grant danyo a priso, onde está desmayado.

Fija, si vos queredes buscarme grant placer, Que vos yo siempre aya mucho que gradecer, Sabet de su fazienda quanto pudierdes saber, Contra éll que sepamos cómo nos captener.

Aguisóse la duenya de toda voluntat,
Fué contra Apolonio con grant simplicitat,
Fué luego diziendo palabras de amiztat,
Como cosa ensennyada que amava bondat.

ANÓNIMO.

Apolonio halla á su hija.

(Libro de Apolonio.)

Vió bien Apolonio que andava carrera, Entendió bien sen es falla que la su fija era, Salló fuera del lecho luego de la primera, Diziendo: ¡Valme, Dios, que eres vertut vera!

Prísola en sus braços con muy grant alegría, Diziendo: ¡Ay, mi fija, que yo por vos muría! Agora he perdido la cuita que avía,

Fija, no amanesció pora mí tan buen día.

Nunqua este día no lo cuydé veyer,

Nunqua en los míos braços yo vos cuydé tener, Que por vos tristicia, agora he placer,

Siempre avré por ello á Dios que gradecer.

Començó a llamar: Venit los míos vasallos, Sano es Apolonio, ferit palmas é cantos, Echat las coberteras, corret vuestros cavallos, Alçat tablados muchos, penssat de quebrantar-los.

Penssat cómo fagades fiesta grant é complida, Cobrada he la fija que havía perdida,

Buena fué la tempestá, de Dios fué permetida,
Por onde nos oviemos á fer esta venida.

ANÓNIMO.

Darío se pone en marcha.

(Libro de Alexandre.)

Ya quería en todesto apuntar el alvor, Queríe tornar el cielo en vermeja color; Mandó mover las huestes el bon emperador,

Ca non podíe de sy partir el mal sabor.

Las trompas é los cuernos allí fueron tannidos, Fueron los atambores de cada parte feridos: Tanto eran grandes é fieros los roydos, Semejaban las tierras é los cielos movidos.

Ordenaron su fazienda por yr más acordados, Que se les aveníes fuessen aparejados: Mandó que de tal guisa fuessen todos armados Cuemo se de la fazienda fuessen certificados.

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