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del proceso desde el principio hasta el estado del fallo. El desafuero pues declarado por S. M. á estas causas no quitó su vigor á aquella ley, que cabalmente se estableció para los crímenes en que los eclesiásticos no deben gozar el fuero que les compete, y para estos casos se prescribió en ella el órden de proceder, disponiendo que ambas jurisdicciones intervengan en toda la actuacion, sin que los tribunales puedan minorar estos derechos concedidos en honor de Dios y de sus ministros, á no ser por los medios que señale el Rey, y hasta ahora no se han determinado.

ટં Mas que sucedió con estos eclesiásticos presos? Menospreciáronse respecto de ellos, contra la voluntad de S. M., las prerogativas de la santa Iglesia y de sus ministros. No consta asenso del juez eclesiástico al auto de prision, ni intervencion en la exaccion ni en la evacuacion de los informes dados contra ellos, ni en las declaraciones y ratificaciones de los demas testigos. ¿Ignorarian esta real órden los jueces? ignorarian que la atropellaban en estos pasos dados contra lo prevenido en ella? Si llegó á tal punto su ignorancia, eran indignos de la confianza del Rey. Mas si á sabiendas violaron este fuero del clero secular y regular de España, ¿que dirémos?.... ¿Y qne disculpa tendrá la indolencia del vicario eclesiástico de Madrid don Francisco Ramiro Arcayo, que no reclamó á favor de los presos este derecho legítimo que á sù vista se estaba atropellando? ¿Mas que podrian esperar los diputados sacerdotes presos del que sufria las calumnias y la sangre que se estaba vertiendo contra ellos por otros sacerdotes en papeles impresos, y hasta en la cátedra misma del Espíritu Santo? ¿Ignoraba el vicario eclesiástico los sermones sanguinarios que estaban predicando en Madrid el presbítero don Bartolome Ayusto ex-trinitario calzado y organista; el capuchino frai Justo de Madrid; los hermanos Reinantes, religiosos de san Francisco, y otros, que parecia haber olvidado el espíritu de su ministerio, y hasta el carácter de su profesion? ¿Ignoraba el sermon predicado en la Concepcion gerónima por el P. don Lope Merino, y anunciado por carteles incendiarios? El contexto de él puede colegirse por lo que dijo el octavo testigo de este proceso don Antonio Alvarez Lachica: "que oyó de Toreno que habia venido á esta corte á repartir di

mero para sublevar al pueblo..... Lo cuál tambien, segun ha oido, confirmó el P. Merino en un sermon en el convento de la Concepcion gerónima, expresando que se estaba formando una conspiracion contra el Rey, la patria y religion. ¿Ignoraba el escándalo que causó en el piadoso pueblo el P. don Gregorio Rodriguez y Carrillo, monje de san Basilio, en varios sermones predicados en la parroquia de san Gines á fines de diciembre de 181+, con las calumnias ridículas que levantó á los diputados perseguidos, á presencia del santísimo Sacramento? ¿Ignoraba que el vice- rector de los hospitales don José Llera Galindo (y aspirante al rectorado que no se le dió) predicando al consejo real en la cuaresma de 1815, pidió al gobierno que dejase podrir los presos en las cárceles; y que este sermon llenó de horror al pueblo y á algunos de los mismos consejeros? ¿ No se sabe que uno de estos sermones espantosos del ex-fraile Ayuso, predicado en la iglesia de san Basilio, fue denunciado sin fruto al dicho vicario eclesiástico por don Lope Merino, presbítero del oratorio del Salvador? ¿Que tal seria aquel sermon cuando escandalizó á este predicador incendiario? ¿Por que principios se toleraba que los mensajeros del Rey pacífico, que debieran ser por su estado conciliadores de los ánimos, y como está escrito, nepacificantes in domibus suis," convirtiesen sus lenguas en cuchillos de division inspirando venganza, armando españoles fieles contra españoles fieles, y promoviendo la guerra doméstica con capa de zelo por el Rey y por la religion? ¿Y cuándo? en los momentos en que acababa de librarnos el cielo de los horrores de la guerra exterior que habia desolado la Península. De individuos del clero español ¿quién hubiera sospechado jamas una degradacion tan horrible? Por estas señas ¿quién conoceria ser estos á quienes dijo san Pablo: Induite henignitatem? Y aun cuando abrigasen sus pechos algun resentimiento personal, no debieran dar algun ejemplo al pueblo, cumpliendo el otro mandato: donantes vobismetipsis, si quis adversus aliquem habet querelam? No hay lágrimas con que llorar el olvido de estas máximas, y mas en sacerdotes, y mas en el egercicio mismo de su santísimo ministerio. ¿Qué será haber sufrido este incendio meses y meses los que á la primera centella debieran haberle cortado? 3

Y que será haber predicado esta division y esta sangre, ` no solo al pueblo pacífico, sino al mismo Soberano, esto es al primer interesado en la intima concordia del reino? A pesar de que fué publica esta miseria, para creerla el mundo necesitará la opinion que tiene de la veracidad española. Conviene detenernos en esto lo que baste para mostrar la concordia de aquellos oradores con las manos que urdieron este proceso. Uno de los que menos se señalaron en esta empresa fué el P. José de Salvador, carmelita descalzo, predicador del Rey, en su sermon predicado á S. M. en 27 de Noviembre de 1814. Mas por las muestras de este sersermon podrá rastrearse el furor de otros que en aquella época continuaban predicándose. Pintó en él los años que duraron las Córtes, como tiempo en que "la religion y la monarquía eran el juguete de los mas poderosos, en que el ser justo era el mayor delito, y el obedecer á la Iglesia la última disposicion para ser espatriado y declarado indigno del nombre español.” (pag. 9. 10.) Supuso á los españoles tan desamorados del Rey, que necesitaron que "los militares agraviados se olvidasen del abatimiento en que yacian, y electrizasen la nacion á su favor." (pag. 10.) A este tenor fraguó varias invectivas contra la lealtad y piedad de las Córtes. ¿ Mas sobre qué apoyos fundaban sus mentiras, este orador moderado y los otros furiosós? En la Atalaya de la Mancha y en el Procurador general, y en la escuela de sus prosélitos, y en el aspecto de justicia que se dió al procedimiento ilegal contra los calumniados.

Y ¿cómo no habia de distinguirse en este furor el corifeo D. Blas Ostolaza, tan señalado por las imposturas é inconsecuencias de su informe secreto? En un sermon predicado en la iglesia de carmelitas calzados en 21 de diciembre de 1814, dijo entre otras cosas: "Tomando de los franceses hasta los nombres, habian introducido el de las ideas liberales, para disimular su espíritu de republicanismo: llamaban nacional, á todo lo que antes se denominaba real: bautizaban á todos por fuerza con el nombre de ciudadanos, aunque no tuviesen arraigo ni oficio conocido: llamaban para todos los empleos á todos, menos á los que los merecian y á los que temian á Dios: y lisongeando á la muchedumbre incauta llamándola por una monstruosa contradiccion so➡

berana de sí misma. Invocaban su nombre para cohonestar su usurpacion, siendo ellos los unicos soberanos intrusos de un pueblo al que tiranizaban con enormes contribuciones."

Y despues de otras miserias, hijas de tal espíritu, añadió: "Quanto dinero no derramaron! Quantas promesas para hacerse partido! monos imitadores de nuestros enemigos, todas sus providencias estaban formadas sobre las bases de la regeneracion napoleónica. Rivales ocultos, pero furiosos del Rey mas amado de los pueblos, todo su conato se dirige á entibiar el amor que se le tiene, á olvidar su nombre, y sembrar la discordia para abrir la puerta al invasor: enemigos tanto del altar como del trono, todas sus miras se encaminan á acabar con entrambos."

De en medio de esta nube preñada de las mas atroces calumnias, disparó Ostolaza sobre su cabeza el rayo siguiente; "Exagero algo? Presérveme el Señor de desviarme un solo punto de la exactitud, y pégueseme la lengua al paladar, sino hablo penetrado de la verdad de lo que digo.i

Solo le faltaba á Ostolaza dar el último paso de esta carrera, que era pregonarse él mismo por uno de aquellos, quorum os maledictione et amaritudine plenum est. ¡Ostolaza mostrándose "penetrado de ser verdad este cúmulo de imposturas contra los autores de la Constitucion, que son los que él y sus prosélitos llaman ahora soberanos intrusos!" ¡Ostolaza que aseguró en las Córtes no haber español que no amase esta Constitucion! Ostolaza, que habia dicho de sí mismo: «Acaso el que yo no haya dado la sancion á uno ú otro artículo, prueba que yo no ame la Constitucion? «¿Acaso un artículo es la Constitucion? Ostolaza, que profirió en otra sesion las siguientes palabras: «Los artículos sancionados por V. M. en la sábia Constitucion; que plantea para la nacion, han de ser el antemural del despotismo! "¡Será posible que este Ostalaza que tanto zelo mostró porque nuestra «monarquía moderada, no viniese á parar en absoluta; " que ponderó este como un mal, y dijo que siempre lo habia temido la nacion; no ya desde la madriguera de los dragones, sino en la cátedra del Espíritu Santo, llame «entibiadores del amor del Rey » á los que no han sido sino cooperadores suyos en

asegurar las leyes que hacen «moderada la monarquía! ¿Será creible que este diputado predicador se hubiese despojado de su amor propio, hasta el estremo de maldecirse á sí mismo, diciendo ante el Señor Sacramentado, que «se le pegase la lengua al paladar," sino son verdades todas estas mentiras con que se trató á sí mismo de solemne embustero? Mas ¿quién estraña inconsecuencia en Ostolaza, al ver como se demostrará luego, que los señores Mosquera, Alcalá Galiano y Sendoquis, que en otro tiempo fueron admiradores y panegiristas de la Conssitucion y de sus ideas liberales y beneficas," de improviso y como por arte mágica, como suele decirse, se hayan transformado en martillos de ella para serlo de algunos de sus autores, y de otros que cuando mucho, copiaron los elogios con que la habian ellos ensalzado? Pero eso de « pegarse la lengua al paladar" ni aun por chanza habia osado nadie ni á indicarlo siquiera. Este era rasgo peculiar de Ostolaza.

Tal era el espíritu, tal el lenguage de estos nuevos evangelistas, anunciar mentiras por verdades, calumniar descaradamente á sus prógimos, armar la incauta multitud contra la inocencia indefensa; y para venderse como celadores del trono y del altar, echar sobre sí la execracion del cielo con tanta ceguedad como dijeron los acusadores de Cristo: Sanguis ejus super nos, et saper filios nostros. Y estas calumnias y las otras de que Ostolaza atestó su sermon, y las notas que le ilustran, se imprimieron con las licencias de el señor don Nicolas Maria de Sierra, que sien. do ministro de Gracia y Justicia, en 24 de enero de 1811, se lamentó del despotismo y arbitrariedad ministerial», con que Caballero suprimió de la Novísima Recopilacion varias leyes favorables al pueblo, sepultando en el olvido los restos de sus derechos imprescriptibles?» ¿Lo creerá esto la posteridad?

No faltaban empero ángeles de paz que al mismo tiempo exhortaban á la conciliacion de los animos, y al Rey mismo le mostraban los verdaderos medios de conseguirla. El P. Jose del Salvador en otro sermon predicado á S. M. en 24 de febrero de 1815. se mostró ya deseoso de la concordia del reino, diciendo: «El que hizo habitar al leon y al cordero en una choza, hará.... que coman en una me

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