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CARTERA

CUBANA.

DIRECTOR

VICENTE ANTONIO DE CASTRO.

TOMO 4.

PRIMER CUADERNO.

Snero 1840.

HABANA,

IMPRENTA DE TERAN,

Estramuros calle del Aguila.

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Anfroduccion

A cada paso oímos décantar la precocidad é incons--tancia habaneras. Aquellos mismos que nos elevan hasta las nubes, son los que con mas empeño hablan del último defec-to que atribuyen al clima, enemigo de trabajos constantes que en él traen pronto la fatiga. A nuestro entender el aplauso y la reprobacion no estriban en fundamentos sólidos, y en vez de buscar en el clima propiedades que no son tan ciertas como creyó Montesquieu, hay mas bien un efecto de la educacion y de la ignorancia, que del temparamento. De la educacion, en cuanto desde que nacimos vivimos en roce con una parte constitutiva de nuestra sociedad, cuyas costumbres libres, fal- ta de luces y sobra de desenvoltura en el hablar, nos ense--ñan cosas que en otros países se ocultan de la infancia tanto por los padres como por los últimos de los que la tratan. Y así no hay niño de nueve años que en nuestro país ignore lo que no aprende en otro ni á los quince. Estos instintos maliciosos, desarrollados casi al nacer, dan mas actividad á las pasiones, menos fijeza al juicio á quien mas tarde gobier

nan, acarreando una debilidad en la constitucion, hija con frecuencia de excesos prematuros. Los indios de esta parte del globo no sobresalieron en nada: vivían una vida vegetal, y mas memorias nos quedan de su timidez, su ineptitud y holgazanería, que de las buenas dotes que debieran tener. ¡Tan escasas eran! La precocidad de potencias intelectuales, trae de suyo la actividad y el valor: ¿cómo pues atribuir al clima nuestra facilidad de comprender y prontitud en deducir, cuando los indígenas bajo este cielo abrazador eran poco menos que cretinos? Y si volvemos la vista á los que habitaban mas templadas regiones, y que tan adelantados fueron en artes y ciencias, ó si en una misma zona vemos al débil cubano, al horrible caribe y al inteligente peruano, ¿qué se hará el trampantojo del clima? Bella fué la opinion para el siglo XVII, indigna sin embargo de la nona décima centuria.

Así queda suficientemente establecido que mas puede la educacion que el temparamento en la precocidad de nuestras facultades: nos falta demostrar que la ignorancia nos culpa sin fundamento de una veleidad imaginaria. Contrayéndonos solo á la literatura, pues nos sobran hombres infatigables en el comercio, agricultura, milicia, abogacía y medicina que prueban somos tan constantes como los individuos de cual-. quiera otra nacion; haremos palpable que si nuestras empresas literarias no se llevan á la madurez, si la poesía no tiene grandes maestros, ni las novelas cuentan con Walterios; no consiste en que nos falten sujetos que pudieran al cabo riva lizar con ellos, sino en que se los desconoce y olvida.

Pocos jóvenes habrá en Francia y en Inglaterra, esas dos naciones que dan la ley al mundo sabio, que se hayan estrenado de una manera tan brillante como los autores del Espeton de oro, la Pascua en San Marcos y Antonelli. Pero allá, en cuanto se ven los destellos del ingenio, hay cien mil hombres que los leen y diez mil que los pagan, y aquí encuentran quinientos que se bajan hasta perder su tiempo eu su lectura, ciento á lo sumo que los pagan con placer y otros ciento por compromiso. No sacan ni el costo de imprenta. -¿Porqué no se suscribe V. á esta obra? pregunta á un rico un literato.

Porqué lo estoy.

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