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la horrible sierpe de la filosofia irreligiosa, obró en ellos su efecto aquella mortífera ponzoña. El peninsular Macanaz, y el americano Olavide, fueron de los contagiados. Hubo tambien otros que de intento no queremos nombrar. Olavide y Macanaz comenzaron á desterrar las santas Imágenes de las casas, pretestando no ser decente estuviesen en donde se tratan muchas veces cosas obscenas. Para reprimir estas, mandó el Concilio de Nicea se tuviesen á la vista en todas partes; pero la impiedad, cuando no puede atacar cara á cara á las pias instituciones, lo hace insidiosa, disfrazándose con el bello ropage del celo religioso. Cuando domina la irreligion, es audaz, terrible, fiera; pero cuando está humillada es vil, aduladora, lagctera é hipócrita. Citamos á Macanaz y á Olavide para que los filósofos del dia que han seguido en sus estravíos á estos hombres doctos y de viso en la república hispana, los imiten en sus mas sólidos conocimientos y retractaciones voluntarias. Se retractaron porque fueron sábios, y abrigaban en su corazon el gérmen de la piedad. El Evangelio en Triunfo de Olavide, y las Máximas para bien gobernar una monarquía católica, que escribió en Paris Macanaz, y dedicó al señor D. Cárlos III, no dejan escusa á la pertinacia de los novadores. Despreciando estos con el descaro é impiedad mas infernal las decisiones y censuras de los Concilios romanos, Niceno y Tridentino, profanan las santas Imágenes, las destruyen, las quitan de los Templos, casas y calles, y blasfeman de ellas. No solo en la Corte y ciudades populosas, sino en los pueblos, y hasta en las mas pequeñas aldeas se ven las imágenes como muebles inútiles y superfluos. A aquellas efigies de los Santos, que colocadas en las calles alumbraba la piedad de dia y de noche, ya no existen, y el estandarte del Redentor ha venido á tierra con los Templos derribados. La Cruz santa que resplande

ce sobre la corona de los Reyes como en protestacion de que todo está bajo las plantas del Rey inmortal de los siglos, se colocaba sobre todos los edificios, grandes y pequeños, desde mucho antes que los mahometanos comenzasen á poner sobre los suyos su media luna, como hasta hoy lo hacen. Esta costumbre santa comenzó, y se prosigue aboliendo. Ya no se vé Cruz en los nuevos edificios, pero ni aun en el suntuoso Colegio de san Cárlos, ni en el Casino de la Reina. Ocupa su lugar un grupo dorado con muchas puntas. Presumimos que el grupo en su totalidad simboliza nuestro siglo, y los rayos que lo circundan la muchedumbre de luces que se dice lo esclarecen. O lo que es lo mismo, que es nuestro siglo, cual estrella refulgente.

El corazon se compunge, la mano se pone inerme, la pluma se retrae de escribir los horrendos atentados que de palabra y de obra han cometido en toda la Península los Iconomacos de nuestros dias. No diremos que han imitado á los del siglo VIII, sino que los han escedido en maldad. ¿Cómo no has venido, ó muerte, y nos has arrebatado? Te habriamos recibido con serena frente antes que viésemos herir con sables y bayonetas, poner por blanco de los tiros del fusil las divinas imágenes de Jesus y de Maria, de Pedro y Pablo, de Diego y Roque, y otras sin fin: cortarles las cabezas, mutilarlas los brazos, tirarlas por los suelos y pisarlas, juntamente con las sagradas aras en que descansó muchas veces el Verbo Eterno, viniendo, en fuerza de su palabra, de los cielos á la tierra á visitar al hombre ingrato, y á obligarle con sus finezas á que procure ir con su Magestad á la gloria. Poco podemos añadir á lo que un celoso Prelado espuso a la Reina Gobernadora en la representacion que insertamos con mucho gusto en nuestro núm. 13.o, sobre grabados obscenos y pinturas escandalosas.

Semejantes los autores de estas al rico y anciano lascibo, que con tanto gracejo se describe en Teresa la Filósofa, parece que han apurado su ingenio para deleitarse en las concupiscencias agenas, á que inducen con sus inhonestos retratos. Al tiempo que escitan la ira, y llenan de rubor á todo cristiano de medianos principios religiosos y políticos, pervierten á la juventud y seducen á los incautos. Tales cuadros se ven en las calles, y son el principal adorno de los salones y gabinetes. Imitando España á la Francia viciada, se ocupa en representar en los cuadros lo mas pudendo de los hombres y mugeres; en formar caricaturas ridículas, y en litografiar á los mas insignes criminales, á quienes sus delitos enormes llevaron á los afrentosos patíbulos; á la prostituta desenvuelta, al farsante, á la saltatriz, al torero, al asesino, al ladron. Los regicidas Fieschi, Pepin y Morey; el maragato salteador de caminos,

Candelas, ladron de profesion, á quienes desechó la sociedad humana, no son por cierto dignos de vivir en la memoria de los hombres. Aplaudiriamos que se retratasen, pero asi como á Roberto Damiens, regicida del Rey de Francia en 1757; al Duque de Aveiro, al Conde de Autoquia, á los Marqueses y Marquesa de Tavora, regicidas del Rey de Portugal en 1759, sufriendo los terribles tormentos con que se les quitó la vida. Esto causaria terror, y serviria de escarmiento. El decantado buen gusto del dia hace se pongan entre cristales y marcos dorados á los facinerosos y las pinturas mas soeces, Si en algunas galerías se ven las imágenes de Santos, mas se mantienen por su mérito artístico, que por la celestial persona que representan. Si uno de los que se dicen filósofos, despreocupados é ilustradosdel siglo las llega á ver, arqueando las cejas, frunciendo los labios, apuntando con el bejuco ó bastoncillo, y con risa sardónica pregunta: ¿Qué, aun TOM. I. 15

mantiene V. esto aquí? El dueño, como avergonzado, no responde como debia, es mi patrono, es mi abogado delante de Dios; sino que dice: oh! esta es una gran pintura; es pincel del Españolet, y aquella otra es de Rafael. Todos los inteligentes las celebran. Repare V. en aquel árbol, en esos pájaros que vuelan, en ese perro que está echado, en esa oveja que pace. ¿Y el Santo? Eso no se mienta, en eso que reparen los que aman y temen á Dios. Asi lo hacen; pero reparan tambien, cuya reflexion arranca lágrimas de sus ojos, que Jesucristo tiene dicho, que el que le desconoce y no le confiesa delante de los hombres, tambien su Magestad no lo verá como discípulo é hijo suyo en la presencia del inflexible Juez eterno su Padre; y que dice san Pedro: "Avergonzaos de ser ladrones, fornicarios, altivos, SOberbios, vanos, presuntuosos, amigos del cohecho, usurarios, ébrios, perezosos, vengativos, asesinos, revoltosos, idólatras, egoistas, amantes de vosotros mismos; pero no de ser cristianos." Tan santo nombre santifica y honra, y debemos gloriarnos de serlo.

Esos mismos que aman y temen á Dios, respetan tambien y lamentan ese fatal invento de la impiedad enmascarada con el nombre de Aleluyas. Bajo de este nombre se estampan las santas imágenes de la Trinidad Beatísima, de Jesucristo, de su Santísima Madre, y de todos los Cortesanos del cielo. Con esto solo la irreligion se propaga, y triunfa de diversos modos. Pastores de Israel, atendite, pues se profanan. Mas prueba. En la noche del 26 al 27 de enero del corriente año, en el lugar de Torres de Berrellen, partido y arzobispado de Zaragoza, horadaron la pared de la sacristía de la Iglesia parroquial, y robaron del Sagrario el Copon, dejando sobre los manteles del altar las sagradas Formas, y tambien el Viril de la custodia que se hallaba en el mismo Sagrario con la sagrada Forma mayor

que quedó en él de la Minerva del domingo anterior, no sabiéndose hasta ahora el paradero de dicha Forma: robaron un cáliz, la copa de otro, la caja de llevar el Viático, y la Cruz parroquial, todo de plata. De este hecho se formó causa en el Tribunal de Zaragoza; no se sabe el estado que tenga: el señor Duque de Villa-hermosa, Señor de dicho pueblo, mandó celebrar una fiesta solemne de Sacramento, en desagravio de tal atentado: se buscó lo necesario para dicha fiesta del pueblo vecino Sobradiel; no se ha hecho otra demostracion plegaria ni satisfactoria por parte del pueblo ni de autoridad alguna.

En la villa de Alagon, provincia y arzobispado de Zaragoza, en un espacio ó plaza contiguo á la Iglesia parroquial, que ocupaba el cementerio, deshecho (sin intervencion ni conocimiento del Cura párroco y capítulo eclesiástico) por el Ayuntamiento el año de 1836, donde se han profanado, pisado y comido por animales inmundos los huesos de los difuntos, quedó en el centro de dicha plaza una Cruz de piedra como de unos dos estados de alta; y en la noche del 1. al 2 de abril anterior, domingo de Pasion, en ruido de voces descompasadas y blasfemias tiraron á tierra toda la parte superior que formaba dicha Cruz ó cuerpo principal de ella: ha quedado y existe sin duda para memoria de tan criminal hecho el pie de la misma Cruz: á estas fechas, ni se ha repuesto la Cruz sobre su pie, ni se sabe haya habido reclamacion alguna, ni practicado diligencia para averiguar y castigar á los autores de tal hecho, ni reclamacion por parte de persona, corporacion ni autoridad para reparar aquel daño, causado en desprecio de la Religion, y con sentimiento y desagrado de la mayor parte de aquella feligresía y pueblos comarcanos.

Otra prueba. Como el ateismo que caracteri

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