Imágenes de páginas
PDF
EPUB

declaraciones de la sagrada Congregacion de ritos sobre este punto, la que hizo en 13 de agosto de 1695, dice asi: "No es lícito á los párrocos cuando llevan el Santísimo Sacramento á los enfermos, sea de dia ó de noche, usar ni aun del solideo (parvo pileolo), ni aun bajo el pretesto de estar enfermos, sin que obtengan para ello especial licencia de la santa Sede." Cuando dominaron los moros en España se llevaba el Viático á los católicos enteramente oculto, sin campanilla, sin acólito revestido, y hasta sin linterna encendida, como se hizo en Alemania en tiempo de los Sacramentarios; en Francia, en los pueblos que dominaron los calvinistas; en Inglaterra hasta hoy que gobiernan en aquella desgraciada nacion los luteranos y cuarenta sectas mas; en Palestina, oprimida del mahometismo, y en la China, en donde no está recibida en público la Religion católica, asi tambien lo tiene acordado la Iglesia para evitar irreverencias al Divino Señor Sacramentado. Por beneficio de Dios, la Religion del Estado en España es la católica, apostólica romana, con esclusion de toda otra, decia la Constitucion del año de 812 (no lo dice la de 837), y no hemos oido decir que siquiera se aproximen los moros á las bahias de Cadiz, Tarifa y Gibraltar, por donde los introdujo el traidor Conde D. Julian, ni menos á las costas de los mares de Manzanares y Antivola, (El Padre Isla dice, que algun tiempo los madrileños İlamaron mar al pobre rio Manzanares, y hasta hoy se dice mar de Antivola á un pequeño charco que hay entre Aranjuez y Ocaña). Esta práctica no debe prevalecer: siempre diremos que es una corruptela, y no la haremos el honor de decir que es costumbre anticuada, legítimamente introducida; y aun cuando lo fuese, jamás la costumbre prevalece contra la ley espresa. La ley es la siguiente, que es el cánon 13 de la sesion 7 del Concilio sagrado de Trento: Si

quis dixerit, receptos, et approbatos Ecclesie catholicæ ritus, in solemni Sacramentorum administratione adhiveri consuetos, aut contemni, aut sine peccato à Ministris pro libito omitti, aut in novos alios per quemcumque Ecclesiarum Pastorem mutari posse, anathema sit. Nos persuadimos que los Prelados que permiten lo dicho, y los Sacerdotes que lo hacen es por evitar irreverencias al Sacramento por los impios. Mientras tanto que veamos esto, no podremos menos de decir, que los Prelados de la Iglesia y los Párrocos manifiestan espresamente en ello dos cosas: primera, que hay muchos hereges en Madrid; y segunda, que ni la autoridad eclesiástica, ni el gobierno civil tienen fuerzas bastantes para reprimir la audacia de los impios.

Gravísimos desacatos á la Magestad eterna son los que acabamos de referir; pero son mayores los que nos quedan que recordar. En todos tiempos ha habido hombres desalinados que han ultrajado, mas que temerarios, la sacratísima persona de nuestro Señor Jesucristo; pero por desgracia tan imponde→ rables crímenes se han multiplicado cuando se ha tratado de regenerarnos. Muchos fieles murieron llorando los crímenes y atropellos hechos al Señor de los Señores por los franceses y españoles renegados hasta el año de 814, los que se repitieron en 820 al 23; y hay almas justas, que aun no habiendo enjugado sus lágrimas por los horrendos crímenes de entonces, han principiado de nuevo su llanto desde 833. No miran á lo político, solo atienden, como todos debiamos hacerlo, á Dios y á su alma. Mas la impiedad, que la codicia ha inducido á esos seres, indignos del nombre de racionales, á romper los Sagrarios, y profanar lo mas sagrado que hay en el cielo. Madrid, Cadiz, y entre otros incontables pueblos, Alcalá de Henares.... Alcalá, en tí se ejecutó el crímen mas horrendo de lesa magestad divina

que verán los nacidos y por nacer. San Gerónimo dice, que los ultrages que sufrió el Señor la noche de su prision fueron tantos y de tal magnitud, que ni los ángeles ni los justos los han conocido hasta hoy; pues que en el dia último de los tiempos los revelará su Magestad para mayor gloria de los escogidos y confusion de los réprobos. Enormísimas fueron las injurias que sufrió el Señor aquella noche, pero á nuestro juicio no llegaron los sayones á hacer una que cometieron contra Dios los impios de Henares. En otras partes han tirado las sagradas formas, en otras se las han comido, no doble, sino muchas veces sacrílegos en un solo acto; mas aquí... no, no diremos lo que acaeció. Nos parece que con solo referirlo agraviamos de nuevo al Señor, y que mereciamos se abriese la tierra y nos sepultase vivos en el abismo. Tenemos bien presente que en otros dos pueblos se hizo por impios en 822 lo mismo que en Alcalá. No recordamos cuales fueron para poder nombrarlos con la certeza que se debe. Con ocasion de lo sucedido en Alcalá, un católico, lamentando tan horrible crímen, compuso unos ver sos, cuya primera estrofa recordamos decià asi: Noche terrible, llena de horror,

Nunca te apartes de la memoria

De los que tienen fe y Religion.

El suceso de Brihuega que referimos en nuestro número 15, nos ha hecho lamentar de nuevo los de Bustarviejo, Ulibarri, la Bastida, Ollabarre, Subijana y otros muchísimos. Estos últimos, cometidos por el cuerpo titulado de Chapelgorris, los castigó el general Espartero en el campo que media entre Sarachi y Gomecha. El cuerpo franco de voluntarios de Guipuzcoa, dice el mismo General en su comunicacion de 15 de diciembre de 835, se habia entregado á todo género de desórdenes, y despues del gran saqueo que hizo en todo el pueblo de la Bas

tida, maltrató cruelmente á varios Curas párrocos y sus familias, robó los vasos sagrados, y puso fuego despues del robo á la Iglesia de Ollabarre. Cierto señor Diputado, en medio del Congreso, graduó de atentado horroroso el justo proceder del general Espartero; y el Eco del Comercio de 27 del citado mes y año, pidió que se le formase consejo de guerra, y se le aplicase el rigor de las leyes militares. Seguramente se olvidó el Eco de lo que estas mismas leyes ordenan respecto á los que atentan contra los Ministros de Jesucristo, contra los Templos y cosas sagradas, contra los incendiarios, y sobre todo contra Dios. ¿Qué dirian el señor Diputado y el Eco, si algunas personas armadas, disfrazadas y enmascaradas, como fueron los Chapelgorris, atentaran contra el sagrado del palacio de la Reina, lo robaran, ultrajaran de obra algun señor Ministro que fuera de su partido, hirieran gravemente á S. M., y pusieran despues fuego al palacio mismo? No habria oidos para escuchar sus declamaciones por venganza de crímenes que nosotros graduamos de horrorosísimos, y de lesa magestad en grado superlativo. Me⚫ recerian ciertamente morir, si fuese dable, muchas veces: y lastimándonos compasivos de los delincuentes, nos alegraríamos justos del castigo de tales delitos. Hemos dicho bajo qué aspecto veriamos estos atentados; pero no podemos esplicar por su mayor tamaño el concepto que formamos de aquellos. No son en realidad comparables los objetos y personas: no es lo mismo ultrajar á la primera y mas elevada del imperio que á la mas ínfima de la plebe. No pueden ponerse en parangon con todo el palacio del Monarca y la Iglesia; los menages de aquel con los adornos consagrados de esta; un Ministro de un Rey terreno, con los Sacerdotes, favoritos del Rey de Reyes; ni por último, la Reina, mera criatura, con Jesucristo, criador de todo, á quien es debida toda TOM. I.

[ocr errors]

gloria, alabanza, honor y divinidad. Millares de hombres estan muriendo por sostener la preocupacion de opiniones, como ha dicho con sobrada razon el Castellano, quedando los unos tendidos en el campo de batalla, siendo otros degollados, fusilados estos, puestos aquellos en afrentosos patíbulos, y abrasados en las llamas hombres, mugeres y niños; ¿y no merecieron morir diez hombres que ultrajaron, vilipendiaron y depusieron del Sagrario, que es su sólio, al Rey de vivos y muertos? Contra el juicio del señor Conde, Diputado, y del Eco del Comercio, decimos que es laudable y justo en esta parte el celo y conducta del Conde de Luchana. Si se hubiese castigado desde un principio con el rigor de las leyes á los incendiarios y sacrílegos de todas especies, no se habrian cometido tantos y tan imponderables crímenes como sabemos y escandalizan al mundo. Nosotros hemos visto sacar de muchas casas en Madrid custodias, copones, cálices y patenas, vinageras, platillos, incensarios, plata de ciriales y ornamentos, y hemos visto reunido todo esto que robaron en las Iglesias y conventos los asesinos ladrones del 17 de julio de 834, y no sabemos se haya quitado la vida por delitos tan enormes mas que á un infeliz muchacho, á quien se le halló una friolera robada.

No recordemos la suma arbitrariedad con que en la Corte, y mas fuera de ella, se ha atropellado de todos modos á los Ministros del Santuario; y sin que precedan las formalidades que la ley prescribe, se les ha metido en las cárceles públicas, y sin formacion de causa se les ha estrañado de sus hogares. La Junta Real Eclesiástica hizo sobre esto una enérgica esposicion á S. M. la Reina Gobernadora; y aunque en vista de ella se suspendieron los destierros de los esclaustrados, de allí á poco se continuó haciendo lo mismo que antes. Despreciando las palabras del

« AnteriorContinuar »