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No es posible dudar que este seria muy afecto á V. M., y considerado tal; de lo contrario, ya él hubiera atravesado el Arga, ó lo que es mas probable, en los dias memorables de los generales Valdés, Quesada y Rodil, habria sufrido el destierro que tan gratuitamente se impuso y estamos sufriendo muchos Sacerdotes; y si el Beneficiado Vergara entonces era afecto á V. M., segun debia serlo, lo seria su hermana y su familia, que vivian tranquilos en Tafalla: ¿lo serán hoy? Buenos y fieles súbditos deben ser siempre, mas la conveniencia se cifra no solo en que la Reina nuestra Señora sea respetada y obedecida, sino en que sea amada; y este amor se logra por medio de actos de justicia, de gracia y de beneficencia; los contrarios á estos esponen á la criatura á una fuerte prueba que no es dado á todos superar.

¿Y los compañeros y paisanos del D. Florencio, qué dirán mirándose en este espejo? No hay que es-. trañar, Señora, que tantos Sacerdotes hayan abandonado sus Iglesias y se hayan refugiado en Francia; antes de ahora sucedió, porque huian de los compromisos, de las violencias, de las prisiones, de las multas y aun de la muerte con que estaba amenazado el que, ó no llevaba una comunicacion, ó se la quitaban en el camino: mas de aqui en adelante, huirá el resto por no sufrir cincuenta ó mas palos: sensible es sufrir la muerte apareciendo reo, no siéndolo en realidad; pero el aguantar los palos es tanto lo que deprime, que parece preferible aquella: por todo lo referido.

El Obispo de Pamplona suplica á V. M. se sirva tomar las providencias mas necesarias y eficaces para que no se obligue á los Sacerdotes de la diócesis á llevar plicgos, ni á que fuercen á sus interesados á llevarlos, por ser opuesto este acto á la lenidad que les es característica; que jamás se les impon

ga la ignominiosa pena de los palos, y que no pueda castigárseles sin formacion de causa, en que á lo menos asista el Ordinario ó un delegado suvo: estas, Señora, serán gracias porque las pronunciará V. M., pero realmente son justicias, y con ambos respetos las reclama y espera quien todos los dias pide á Dios guarde la católica Real Persona de V. M. muchos años. Madrid 4 de junio de 1838. Señora= S. O. D. P.

A cada cláusula que leiamos del referido comunicado, se agolpaba a nuestra imaginacion un aluvion de ideas que nos horrorizaban y no podiamos combinar. Ese señor Eclesiástico, deciamos, no ha sido carlista, porque ya le habrian puesto en un patíbulo: no ha dado sospechas de serlo, pues aun sin ellas á muchos se les ha preso, sumariado, y aun sin esta formalidad se les ha desterrado, y él por lo menos habria sufrido otro tanto, cuando no se le hubiese enviado á Ceuta ó á Melilla, á Málaga ó á Algeciras: ha manifestado ser adicto al actual gobierno, porque de lo contrario ni estaria libre, ni serviria el beneficio que disfruta en virtud del decreto que previene no obtengan curato, beneficio ni empleo alguno los que no acrediten ser afectos al gobierno de Isabel II. Para que se le privase del beneficio que obtiene y sirve, no le habria valido solo manifestarse no ser hombre de partido, porque á Canónigos y Curas párrocos, por mostrarse asi, se les ha privado de sus destinos, y se les ha desterrado sin formacion de causa, como al señor Vicario eclesiástico de Madrid D. Francisco Ramiro, y á otros mil. Que tampoco ha pensado ser faccioso lo prueba el que se habria ido con los defensores de D. Carlos, que han estado en su pueblo; hace cuatro años que los tiene por vecinos, y ahora, yendo á llevar el parte que le mandó el Gobernador, tenia para ello la mejor ocasion, porque el pasaporte y el parte le TOм. I.

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servian de salvo conducto para ir á incorporarse con ellos sin riesgo alguno. Todavia hay mas que prueba su inocencia, y es que ese mismo Gobernador le conoció por adicto al gobierno de la Reina, porque de lo contrario no le habria ocupado en su servicio, poniendo en sus manos una comision reservada, lo que no hace ni el mas estúpido y necio con el que se cree enemigo. Por esto no se pone la Iglesia en manos de Lutero. Persuade la razon, segun lo dicho, que el no haber ido á llevar el parte pudo ser por una de estas cuatro cosas: ó porque se puso ό estaba enfermo, ó porque creyó que su hermana, mas andadora y apta que él para correo, podia prestar mas pronto y mejor servicio al gobierno, ó por no caer en poder de los facciosos; y creyendo el Gobernador (capaz de pensar y hacer todo mal, segun lo muestran sus hechos) que voluntariamente se habia ido con ellos y entregádoles el parte, pues que al fin era eclesiástico, y á casi todos se tienen por poco ó nada adictos á las nuevas instituciones, atropellase á su familia y la diese de palos, como á los infelices vecinos del pueblo que no tienen que darle; ó por último, persuadido de que valiendo en el dia las reglas del derecho, podia usar de aquella que dice: Qui per allium facit per se ipsum facere videtur, y asi envió el parte con su misma carne y sangre, con su hermana, que era lo mismo que si él propio lo llevara. No encontrando criminal, ni aun sospechoso al señor Beneficiado bajo ningun concepto, debe confesarse que por lo menos se hallaba en el pleno goce de los derechos de cualesquiera otro ciudadano honrado. Decimos que por lo menos, considerando lo que se debe á su dignidad escelsa, que es digna de la mas alta atencion, aunque hoy en España se vé tan abatida. El patriarca san Francisco decia, segun se lee en san Buenaventura: Si encontrase á un tiempo á un Sacerdote y á un An

gel, me postraria primero á reverenciar á aquel, y besar la tierra que pisa, que á éste. El mismo Santo dejó dicho á sus hijos en su testamento: Quiero y mando que los señores Sacerdotes sean acatados, y sobre todo venerados, porque en ellos veo al Hijo de Dios, y son mis señores, Nada hay entre los hombres mas grande que su dignidad y caracter, y bajo la proteccion de la ley, que ofrece, promete y afirma la seguridad individual, por la cual las personas debian estar sin temer ningun acto de despotismo, atropello ni vilipendio. Esta ley es semejante á aquellos árboles que se engalanan con verdes hojas y vistosas flores, y que no producen ningun fruto. Se nos venia á la imaginacion si acaso el Gobernador seria un gran herege luterano de los que vinieron de Inglaterra con el coronel Lacy Evans; pero repeliamos esta idea, recordando que desde el año 391 de la era cristiana es ley de España, dada por Teodosio, descendiente del Emperador Trajano, segun unos, ó hijo del Rey de España Valentiniano, segun D. Alfonso el Sábio, para que en los ejércitos solo tengan mando los católicos; cuya ley amplió Flavio Recaredo, hermano de san Hermenegildo, el año de 582, por la cual se manda que ninguno que no sea cristiano milite bajo las banderas Reales (hoy nacionales), la cual ley se halla en las Ordenanzas, y está vigente hasta el dia en la teórica, pero no en la práctica. Confusos con tantas ideas, considerando el vil atentado de que hablamos, y oyendo lamentar á los buenos su ferocidad y sus consecuencias, guardábamos un profundo silencio. Nuestros miembros convulsos, y atenuado nuestro espíritu, una paralisis de horror embargó nuestras almas.

VISION INTELECTUAL, REAL Y EFECTIVA.

Privados del ejercicio de las potencias y sentidos, fuimos trasladados en espíritu á Ujué, en donde vimos á un hombre de la porcion electa de Jesucristo, del pueblo Santo, Real y Sacerdotal, cuyo caracter le eleva sobre todos los Príncipes de la tierra, sobre los Angeles mismos, y sobre todas las obras de las manos del Señor, que una mañana entró en el Santuario con mas esplendor y autoridad que Aaron, Samuel y Zacarias. Subió al Sancta Sanctorum con pasos mas graves, medidos y magestuosos que Abrahan al acercarse á los tres misteriosos Angeles que le visitaron; que Moisés al llegar á la encendida zarza, y que Onias al entrar al lugar de los Timiamas. Oró un breve rato ante las aras con las rodillas en tierra y la cabeza inclinada: se adornó luego con un celestial ropaje, que no pueden usar los Emperadores y Reyes mas grandes del universo: era en todo semejante al Hijo de Dios humanado: subió al altar de los sacrificios: el Señor desde entonces no quitaba de él sus ojos, y miles de miles de espíritus soberanos le rodeaban y veian con envidia santa y respetuoso asombro. Despues de algunas preces misteriosas leyó en un lado del altar un libro de la antigua Alianza; pasó al otro lado del mismo altar, y recorrió otro libro del nuevo Testamento. Sus labios guardan la sabiduría. Ofreció luego at Señor un poco de pan y vino, una hostia inmaculada, un cáliz de salud, y el Eterno, con semblante placentero, se levantó de su trono á recibir aquella ofrenda. Le oimos decir que aquello le era mas acep

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