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nos, seguimos nuestro paseo maquinal, pero ya mas animadas nuestras primeras ideas. ¿Es posible, murmurábamos, que á tal estado hayamos venido? que la nacion se esté tranquila, y que aun se apelliden bienes estas tristísimas catástrofes! ¿No se avergüenzan de titularse patriotas los autores de revolucion tan desastrosa? ¡Cuántas lágrimas hacen derramar por las mejillas de la mayoría del pueblo ya enternecidas, ya oradadas, ya sulcadas! Sus ojos oscurecidos, cataracterizados á fuerza de tanto llorar,

no lanzan ya sino ayes tristes y desconsolados, porque son en vano y sin fruto.

¿Hasta cuándo, 6 Dios benigno y clemente, apar tarás tu vista de nosotros? nos olvidarás para siempre? hasta cuándo se exaltará contra nosotros el enemigo? míranos, óyenos, é ilumina nuestros ojos para que no duerman el sueño de la muerte, conozcamos la verdad, y no se jacte el enemigo de haber prevalecido contra nosotros. ¡Horroroso y triste es el cuadro que por do quiera presenta nuestra pobre y desventurada patria! Pero su mísera suerte no lo seria tanto, si el clero no hubiese sido el blanco principal de las miras destructoras y disolventes; remediáranse los abusos donde realmente existieran, y lo arreglado y bien establecido hubiera adquirido mejor solidez, esplendor y firmeza: destruirlo todo, aniquilarlo, envolviendo en las ruina lo bueno y lo malo, ha sido el golpe mas atroz del desacuerdo. Cualquiera, sin ser un lince, ve, y pudo percibir desde luego el final desenlace del problema sobre la Religion y clero de España, envuelto en los diversos planes y proyectos de su arreglo. No se aspira, á la verdad, á la protección y bienestar de aquel á quien se empieza por acortarle sus rentas y negarle ó impedirle el uso de sus derechos. Cuando en la vecina Francia, y en el último decenio del siglo pasado, se establecieron reformas

y arreglos como los nuestros, se dió principio halagando y prometiendo mucho al clero en los exordios y preliminares de las órdenes; mas en sus artículos se minoraban escandalosamente las asignaciones, que despues ni aun asi se pagaban; y sus privilegios y derechos legítimos venian á refundirse á una servil obediencia, al poder temporal: fueron adelantando los sucesos, y tambien las restricciones (mas bien insultos hostiles) al clero y persecucion declarada; al fin se proscribió, y salió del reino cristianísimo desterrada la Religion cristiana, á pesar de las ofertas y proyectos de sus mejoras.

Los españoles saben esto; casi todos lo vimos ú oimos su referencia; y temen, no sin fundado motivo, que sean entre nosotros efecto necesario y consecuencia natural de halagüeñas promesas, la ruina total y entero abandono de la Religion católica en el reino católico, El decreto de esclaustracion de Regulares les señala, por ejemplo, sus correspondientes pensiones, aunque no largas; indica los fondos y arbitrios de que se han de cubrir, segurísimos y abundantes, si se les dejase existir y llegar á tal destino; pero ni uno ni otro; dígalo la esperiencia. Los fondos de espolios, anualidades, vacantes, &c. &c. de dónde se forman sino de las rentas y bienes del clero? Estas se le quitaron; luego no hay ni fondos, ni pensiones para los Regulares; luego se les prometió saciar su sed con las aguas abundantes y cristalinas de una fuente que se abria con una mano, y con la otra se dirigian aquellas á un pozo sin suelo, de donde no podrian ascender ni correr para nadie.

Esto lo ha visto tambien el pueblo español: ya no se le puede electrizar ni seducir con promesas; saben que todo es falso, que nada se cumple, y que á puro efecto solo va reduciéndose ó se ha reducido la ruina del clero: refluye por secuela precisa

en el pueblo mismo y en todas sus clases, que antes disfrutaban en mas ó en menos de los teneres de aquel, y ahora ya participan de su miseria. Guerra en provecho de pocos, y destruccion de todos: promesas engañadoras para adormecer y destruir sin obstáculo; ofrecer mejoras para dar desgracias, miseria y ruinas al clero y á la patria. No cree ya la nacion en palabras altisonantes y frases pomposas; lo ve, lo ha visto y no se le engaña: los arreglos del clero todos son para destruirlo y perder la nacion. Ojalá nos engañásemos en nuestros asertos, pero al presente es imposible; todo el mundo lo vé: ojalá nos engañásemos para el porvenir; motivos hay que nos alimentan á creerlo, y de nuestro engaño todos reportarán la ventaja, en su caso, y nosotros quedaremos contentos con decir: pronosticamos males, y vinieron bienes, sea el nombre de Dios ben→ dito.

COMUNICADO.

600C

Señor Editor de la Voz de la Religion: no sé por qué se ha tomado V. una empresa tan árdua en tiempos tan desgraciados y lastimosos: es imposible salga bien con su empeño, porque á un pequeño desliz Iloverán denuncias, le acarrearán disgustos, y cuando menos le castigarán bien la bolsa. Si quiere escribir en favor de lo que todavia no se ha tocado por el Legislador, no es necesario: como son pun-tos todos bien sabidos, escusado es que los recalque con su empresa; ni es necesario que para esto solo haya tomado semejante trabajo. Y si quiere escribir en favor de lo ya anulado ó reformado, pierde V. el tiempo, y se pierde á sí mismo; porque á ley establecida no hay mas remedio que callar, sufrir y padecer: ¿se atreverá á defender que el Diezmo es de derecho Divino? "Ya no nos encontramos en la intolerancia, que no permitia hablar del Diezmo, ni en otra que tampoco permitia hablar en su favor; estamos en tiempo de libertad y calma": asi se ha espresado un Diputado en Cortes: y se atreverá V. á negarle su aserto, asegurando que en tiempo de la que S. S. llama primera intolerancia, habia mas tolerancia que en el tercero, que llama de libertad y calma? ¿se atreverá á probarle que en aquella intolerancia, lo mas que sucedia era que no se publicaba lo que no convenia publicarse, y que ahora en el tiempo de libertad y calma, el que publica lo que no se quiere que convenga es procesado, multado, encerrado y desterrado? Se atreverá á impugnar con el calor debido y celo cristiano, las varias disposiciones que lo merecen? No; estoy ya oyendo á V.:

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pues si no se encuentra con el celo de Elías, resígnese; es peor hacer una defensa fria, que no ha cer ninguna; de este acto puede inferirse obediencia y sumision, y de aquel puede deducir el impio, que carece la Religion de buenas armas para una victoria completa.

Supongo por un momento que V. se halla con fuerzas intelectuales y morales para sufrir las consecuencias que pudiera atraerle este tiempo de libertad y calma (dada y no concedida), ¿es bastante esto? Debe estar preparado para lo futuro, no sea que el agua apresada rompa el dique, y en la inundacion quede V. anegado; nadie puede afirmar que no volverá el tiempo de esa segunda intolerancia; y ¡entonces! entonces!... ¿no hemos visto á esa intoÏerancia luchar con esa libertad y calma, y vencerse mútuamente? ¿y no están aun luchando? ¿pues qué dificultad hay de que venza el que ahora está vencido? y ¡entonces....! No señor: para no escribir como se debe, es mejor no escribir: no puede V. escribir todo lo útil, todo lo necesario para ablandar, y convencer, y atraer, y convertir al impio ó incrédulo? pues no escribir. El cristiano católico, apostólico, romano, no necesita que V. se esponga, nilo haV.se lla útil: para él le es muy bastante el precepto de su Párroco, de su Consultor, ó cuando mas mas de un Prelado de su confianza; de un R. Obispo, del cual tenga formado buen concepto, y no le sea sospechasa su doctrina; tanto ha progresado la ilustracion, que hasta de este ó aquel Prelado se duda ó puede dudarse, puesto que cada hombre tiene su opinion. ¡Opinion fatal! que tantos arroyos de sangre ha hecho correr. En la Iglesia no es lícito tener opinion en lo resuelto ya: o creer y obrar segun lo cree y ó manda la Iglesia, ó no ser de la Iglesia. Unidad en las creencias, unidad en las acciones es lo que apetece la Iglesia santa de Jesucristo; separarse TOм. I.

II

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