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ma sus argumentos y discursos á lo rústico, deduce sus consecuencias, y llora ciertamente tanta desventura: yo debo llorarla mas que todos como propio Pastor, aunque sin méritos. No pudiendo pues sufrir mi corazon tanta profanidad, y temiendo con fundamento han de repetirse semejantes escenas, suplico á V. S. con todo encarecimiento se sirva tomar las disposiciones que le dicte su prudente sabiduría para que no se repitan; y ojalá viese yo, y mirára el pueblo un dia venturoso en medio de tantos trabajos, en que la autoridad superior mandase se respetasen los Templos santos, habiendo en los pueblos otros locales que puedan suplir por aquellos, como los hay en éste. He bebido, como V. S. sabe, las sanas doctrinas de una Religion pura, que respeto con alta veneracion: mi corazon, demasiado sensible, se resiste á tales cosas; y queriendo retirarme antes á un frio sepulcro que presenciarlas tan frecuentemente, me atrevo á suplicar á V. S., que si atendidas circunstancias no fuese asequible mi anterior peticion, se sirva tenerme presente para la primera Regencia vacante en la mas recóndita parroquia, donde no vea profanidades en el lugar santo, y pueda dedicarme con esmerado celo al cumplimiento de mi ministerio; ó si se me permite, me restituiré á mi Iglesia parroquial y patrimonial, á que tengo un derecho por sus ordenaciones vigentes, aunque en ella no logre mas alimento que un pedazo de pan de lágrimas. Dios guarde á V.S. muchos años, &c. M. I. S. Gobernador eclesiástico, sede vacante de, &c.

CARTA-CONSULTA

al señor Gobernador Eclesiástico de N., hecha en el año de 1836.

Muy Ilustre señor: Yo soy un pobre Cura de estas

sierras, y aunque de poco saber, de buena intencion, obediente siempre á mis Prelados y al Gobierno, sin me:erme jamás en dibujos de si mandan bienó mandan mal, pues he creido que á mí solo me tocaba obedecer; pero de unos dias á esta parte, un Capellan viejo que hay en este pueblo, que estudió en la universidad, y está graduado, y valga la verdad, por otra parte es de una conducta egemplar, muy asistente á la Iglesia, y muy limosnero y caritativo con los pobres, pacífico ademas, y enemigo de peleas, sin tratar mas que con sus libros, ha despertado en mí tantos escrúpulos sobre algunas cosas que se oyen y se ven, que no puedo menos de consultarlas con V. S., para que me saque de tanto laberinto, que no sé donde estoy desde que le oí. ¿Y á quién meહૈ jor he de dirigirme sino á quien ha sido creido por el supremo Gobierno único á propósito para desempeñar el cuidado de esta vasta diócesis, y por su manifestada voluntad ha sido despues de haber desechado, segun se dice, á otros muchos, constituido su Gobernador? Yo en todas mis dudas siempre he acostumbrado consultar á mis Prelados para no errar, y siéndolo V. S. por voluntad del Gobierno de S. M., espero se servirá hacer un ratico de lugar entre sus muchas ocupaciones para calmar estas mis inquietudes. Lo peor de todo, y lo que yo

mas siento es, que lo primero sobre que versa la incertidumbre en que me ha puesto este hombre, es (Dios se lo perdone, que yo vivia antes tranquilo, y ahora no puedo sosegar), ¡mal pecado! sobre el Gobierno mismo de V. S. y su legitimidad: vea V. S. si no hay motivo para estar con zozobra y procurar salir cuanto antes de un pantano, que si él tiene razon no sé cómo le hemos de vencer: vínose uno de estos dias á casa á visitarme.... ¡nunca él hubiera venido! y acercándose á la mesa con la confianza que da la familiaridad de compañeros, viendo en ella unos papeles, tomó uno creyendo que seria algun periódico, y leyéndole con toda atencion, segun se manifestaba en su semblante: ¿de dónde, me dijo como sorprendido, le ha venido á V. este papel? ¿Cuál?... Es un despacho de la secretaría del señor Gobernador eclesiástico de la ciudad. Ya lo veo; ¿pero y V. no ha notado nada en él?

y

Toméle al punto, y leyéndole de arriba abajo: no veo, dije, que haya nada que notar. El está impreso, tiene sus firmas, y hasta su sello; no sé qué mas se pueda desear. Pues tiene á mi entender, me replicó, tanto que heñir, que hay en él bastante leva. dura para corromper toda la masa del cristianismo de la Religion, no digo de la ciudad y el obispado, sino del reino todo, si, como hoy suele suceder, se llega á imitar en otras partes este modo de gobernar. ¿Se ha hecho V. cargo bien del encabezamiento, y del rótulo ó lema que lleva el sello al rededor? Yo lo veo, y casi no puedo acabar de persuadirme que sea asi. Que el despacho sea original, no lo dude V., pues se me ha entregado en mis propias manos, y conozco las firmas tambien como la de V. Tanto peor, me contestó entonces dando un suspiro que me hizo entrar mas en cuidado; y asi, hombre, le dije: acabe V., y diga qué diantres hay, pues en punto de Religion ya sabe V. que de mí no hay que dudar.

Bien lo sé, pero esa sencillez de V. y de tantos otros, de que abusan los que no lo son, es lo que me hace estremecer; hoy mas que nunca, amigo, es necesario unir á la sencillez de la paloma la prudencia de la serpiente, si no queremos dejarnos engañar. ¿Quién creeria esto, ni lo hubiera creido jamás de hombres que tienen principios de Religion, y deben estar enterados de las decisiones de la Iglesia en el particular? Lea V., lea V.

Dr. D. M. de la R., Canónigo de la santa Iglesia metropolitana de N., Gobernador eclesiástico de su arzobispado.... ¿A nombre de quién? no se dice: ży por quién? alto silencio.... pues amigo mio, sin mision, ninguno, sin incurrir en las censuras eclesiásticas, se puede entrometer á gobernar una diócesis: ¿quién se la ha dado á ese señor? ¿quién lo envia? ¿ de quién ha recibido ó le ha comunicado la jurisdiccion? El señor Arzobispo era el único que la ejercia; depuesto no lo está; que haya muerto no sabemos; sabemos, sí, que eran otros los Gobernadores que tenia autorizados; de todos modos su nombre no suena aqui para nada, de manera que se pueda ni aun sospechar que venga la autoridad de él; ¿ pues de dónde, ó por qué canal viene hoy, que sepamos, á este señor la jurisdiccion? Disimulo, con peligro de escándalo en causa tan trascendental, no cabe; seria un mal igual si no mayor: pues qué hemos de decir? El que osa apropiarse ó atribuir á sí una jurisdiccion que es de otro, es un invasor; el que sin recibirla de la Iglesia, que es la única que la puede dar, y la tiene dada á otro, se atreve á ejercerla en una diócesis, levanta altar contra altar, es un cismático, un intruso, un ladron, que no entra por la puerta, como decia el Salvador: he ahí lo que yo he estrañado al leer ese documento, y todo hombre sensato y católico siempre estrañará.

Pero, hombre, es regular que el Cabildo lo ha

brá ordenado asi.—¿El Cabildo?... los Cabildos no entran en el uso de la jurisdiccion, sino en la Sede vacante; y pues el arzobispado no lo está, mal puede comunicar un poder y autoridad que ni él mismo. tiene para sí, pues nadie da lo que no tiene. ¿De dónde, pues, vuelvo á preguntar, le puede venir?= El supremo Gobierno civil. Calle V. por Dios; ¿sabe V. lo que va á decir? Eso empeoraria su causa, pues seria caer en la supremacía de Enrique VIII de Inglaterra, atribuyendo á la potestad civil la jurisdiccion espiritual, y dar de hoz y coz en las heregías tantas veces condenadas en los Wiclefistas y Waldenses, en Marsilio de Padua, Juan de Janduna, Marco Antonio de Dóminis y los asambleistas de Francia. La jurisdiccion eclesiástica es un poder espiritual, y la autoridad de los Príncipes, por estensa que sea, no pasa nunca de lo temporal: estos son principios que ningun católico, á no dejar de serlo, puede desconocer....

Confuso le oia sin saber qué responder, cuando mirando casualmente el sello: amigo mio, aqui está, le dije, la solucion. Lea V.: Gobierno eclesiástico del arzobispado: Silla impedida. El señor arzobispo está impedido de su jurisdiccion; la diócesis no se ha de quedar sin gobernar; alguno por fuerza la ha de ejercer; con que vea V. como todo queda en su lugar.... Y ahora que me acuerdo, cuando un Obispo cae en manos de moros, infieles ó cismáticos, que es uno de los casos de Sede impedida, sabe V. que el Cabildo entra en la jurisdiccion: con que.....¡Bravo, Feliciter, esclamó! aunque valga la verdad, tomar comparacion de los moros, paganos ó cismáticos, que no conocen ó no temen á Dios, ni. respetan á la Iglesia, ni escrupulizan en perseguir á sus ministros, aprisionándolos ó desterrándolos, no es muy decoroso á los que han hecho que el señor Arzobispo no esté en su Silla hoy; fuera de qué, en

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