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puede ofender á la Religion y á la moral pública." ¡Se lanzan á perpetuo destierro á los Obispos y eclesiásticos insignes, porque se sospechó si eran ó no eran adictos á la Constitucion, y se dejan estar en España á estrangeros hereges que tratan de eliminar la Religion, que es de ley constitucional! ¿Pero y culparemos esclusivamente nosotros al poder temporal y á sus funcionarios? No. Culpariamos mas bien á los jueces eclesiásticos, á cuyo conocimiento pertenecen y competen estos asuntos, como que se dirigen nada menos que á destruir la Religion. Tanto empeño en ser nombrados Gobernadores, aunque sea contra las leyes de la Iglesia; y ¿en qué gobiernan? ¿y cómo desempeñan su encargo? Que nos digan si han prohibido, recogido y quemado las Bíblias de la diabólica Sociedad: que nos prueben á nosotros y al público que han quemado hasta los estantes de la Negociacion en que se venden los libros inmorales é impios, y hasta los Diarios en que se anuncian: que nos aseguren de la causa que han formado y penas que han aplicado, impartiendo el auxilio del brazo secular, contra los autores, tenedores y espendedores de tales producciones. No lo harán, porque no han llenado su deber; pero deben hacerlo.

Sin embargo, por parte del Ilmo. anciano y achacoso Obispo de Avila, esperamos se habrán tomado medidas oportunas. Este escrito habrá de verse probablemente por su sábio y discreto Provisor, y por este mismo conducto le rogamos en nombre de la Religion no huya el cuerpo, sino que uniendo su hombro al nuestro haga de su parte por que no se contagie su obispado con la peste anglo-bíblicoluterana. De su celo nos atrevemos á esperar y creer mandará recojer los ejemplares espendidos, puesto que se sabe cuantos y cuales son, y los hará quemar en público. Tambien deberá formar causa á su

espendedor. Atrévase con valor y dignidad; hagan lo mismo las autoridades de Madrid y de todo el reino; ganará mucho la causa de Dios y la de la patria, como logremos el ser abandonados de los anglo-bíblicos; seremos felices, sí, españoles.

REAL ORDEN.

El señor Ministro de Estado, con fecha 21 de julio último, me dijo de Real orden lo siguiente:

En vista de lo informado por los RR. Arzobispo electo de Toledo y Obispo de Córdoba acerca de la traduccion del Evangelio hecha en lengua gitana y vascuence, que V. E. me traslada en su oficio del 18 del actual, ha tenido á bien mandar S. M. la Reina Gobernadora, que lo mismo que se ha verificado con las traducciones en castellano de la Biblia y Nuevo Testamento sin las notas aclaratorias correspondientes, se lleve á efecto con las citadas traducciones del Evangelio en gitano y vascuence; reducido á que los ejemplares que se hallen puestos en venta, y los que ya se han detenido en la gefatura pólitica de esta provincia, se precinten y sellen, y se haga saber á Mr. Borrow. Este, si quiere recobrarlos para estraerlos del reino deberá obligarse legalmente á verificarlo asi, indicando la aduana por donde lo hiciese, para que se prevenga al administrador de ella á fin de que comunique oportunamente el aviso de haberlos visto estraer, subsistiendo entre tanto la obligacion de Mr. Borrow. Pero si éste se niega á llevar á efecto dicha estraccion, subsistirán los ejemplares depositados en la respectiva gefatura política, ó en persona de la confianza del Gefe político hasta que Borrow haga la obligacion de que se trata.

Y de la misma Real orden lo traslado V. S. para su inteligencia y efectos correspondientes; en el concepto de que S. M. la Reina Gobernadora, aunque TOM. II.

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siempre solícita de que se conserven en toda su pureza las doctrinas religiosas, se ha servido permitir que las bibliotecas públcas puedan adquirir y conservar en la parte reservada dos egemplares de cada una de las traducciones del Evangelio al vascuence y al gitano ó romaní, para que no se pierdan enteramente estas publicaciones, que no carecen de mérito como trabajos filológicos. Dios guarde á V. S. muchos años. Madrid 2 de agosto de 1838.Someruelos. Sr. Gefe político de.....

SORPRESA SENSIBLE.

Con el mas penetrante dolor hemos oido

y visto algo de la pobrísima y desesperada miseria en que se hallan aun constituidas las Esposas de Jesucristo. Hasta con sorpresa, por ser inesperadas tales cosas, y mas por tener ó creer que teniamos no pocos datos para figurarnos lo contrario. ¿Quién no tendria. concebidas las mas halagüeñas esperanzas del alivio de estas infelices despues de pasados nueve meses, en los cuales casi diariamente se estuvo abogando por ellas en los dos cuerpos colegisladores de la nacion? Disueltos estos, ¿quién pensaria, ni aun remotamente, el que nada se habia concluido á su favor? Nosotros ningun decreto habiamos visto; pero como no lo vemos todo, suponiamos no habrian sido estériles ni las representaciones de las comunidades, ni las escitaciones del señor Conde de las Navas, ni los enérgicos luminosos discursos de los Excmos. Obispo de Córdoba, Duque de Rivas, y

Marqués de Miraflores, tan apoyados y aplaudidos: por la mayoría del Senado y Cortes, por el Gobierno y por LA OPINION PUBLICA.

Por la opinion pública, cierto; una nacion magnánima, generosa y eminentemente cristiana, que ha sabido dar á manos llenas y con el mayor placer cuanto han necesitado, y mucho mas, los individuos de corporaciones religiosas. Pero en todo nos. hemos engañado. Ni se les han devuelto sus bienes, ni se les ha dejado en administracion lo que quedaba, pues se sigue vendiendo, y los comisionados de Amortizacion corriendo con ello, y exigiendo á estas huérfanas tortolillas arrendamientos por las habitaciones de sus propias casas, ni se les pagan las pen

siones.

¡Sorpresa sensible de veras! No debieron por cierto convertirse en frias declamaciones las fundamentadísimas instancias de los representantes de la nacion, que son el órgano de sus mas puros y leales sentimientos! Entrese al convento de Mercenarias descalzas de esta Corte, vulgo la Concepcion de Góngora, y óigase á aquellas virtuosas ancianas, achacosas, pero fuertes en la virtud y conformidad; alli se verá los departamentos estrechos y mezquinos, porque se les hace pagar, como si fuesen de casa estraña; y esto cuando no comen los mas dias, y si lo hacen es una vez, debido á la caridad de los cristianos; éntrese en otros, y se verá lo mismo; éntrese en todos los de la nacion, que asi se verá: ży esto lo quiere la nacion? No señor!

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La docena de especuladores inmorales que dijo el señor Duque de Rivas en la sesion del Senado de 1.° de marzo, á quienes ha servido para enriquecerse el despojo y robo que se ha hecho á las religiosas, estos son la nacion. Se ha tratado y querido, y aun se trata y quiere por estos medios ilegales, violentos y hasta soeces obligarlas á abandonar el cláus

tro, para salir con la prueba de la imputacion que se hace á la Iglesia católica de tenerlas en él contra su voluntad; pero Dios sabe mas que los hombres; sabe dar fortaleza á las vírgenes, para que sean mártires de la constancia y fidelidad á sus votos; sabe hacer demostracion de la falacia y calumnias de los impios, y sabe dejarlos desairados y llenos de vergüenza en sus proyectos.

Sí, perecerán, y pereciendo estan las religiosas. Diez y nueve ó veinte meses hace que no cobran; y si reciben una paga, es cuando ya deben el valor de muchas; sufren insultos, depredaciones, incomodidades y toda clase de males: ¿qué dicen? todo lo podemos en Jesucristo, que nos conforta, es lo que se repiten mútuamente con san Pablo para su consuelo: Omnia possum in eo, qui me confortat.

Mirarlas, sí, demaceradas, escualidas, agonizantes, exánimes, pero risueñas, alegres, con la candidez y hermosura de la virtud que brilla en sus rostros; ni una queja, ni un ay, ni un suspiro, ni una esclamacion se las oye. Almas inocentes, benditas, angélicas, sufrid: Dios, vuestro Esposo Jesucristo coronará tantos trabajos y padeceres.

Y vosotros especuladores, consultad á vuestro corazon desasosegado é inquieto; os falta el reposo y la calma, porque os falta la virtud; de nada os sirven los teneres y bienes de esas hijas de la Religion; ¡no sois felices, no!

Españoles todos, justos y sábios gobernantes, ¿no ha de llegar dia de proteger la inocencia y reparar algo, siquiera algo de los desastres causados? Haced el bien que podeis y está en vuestro arbitrio; obsequiareis á la justicia, y Dios os lo premiará.

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