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ra obsesión delirante de ser Presidente efectivo del Perú. De aquella pasión nacerá uno de los más hondos dramas que ha de padecer nuestra historia, en el cual Santa Cruz, va a ser el protagonista, el gestor implacable y el Perú constante víctima de esa terca, obstinada y pertinaz ambición.

Mendiburu la reseña en sus múltiples fases y al representarlas; conocemos la personalidad de Santa Cruz. Valiente, astuto, tenaz, organizador, implacable en sus deseos hasta la crueldad, más dotado también de eminentes condiciones de estadista y de gobernante. Se ha di cho y con razón sobrada, que fue para el Perú desgracia positiva, el que Luna Pizarro lo odiase, frustrando aquel gobierno, que de haber nacido con credenciales legítimamente peruanas, hubiera gozado de su talento de organizador y del imperio de su fortaleza; en cambio al imponernos a La Mar, militar honrado más político débil e ineficaz en extremo, nos arrancó la mejor posibilidad que tuvimos para regir al país entre los hombres de esa generación.

El esbozo de Mendiburu, posee el valor del testigo que recogió la verdad y captó la vivencia, más carece de la perspectiva y más aún de la documentación más tarde reunida. Pese a esta debilidad, es útil y en muchos sectores valedera. La personalidad magnífica de Santa Cruz, ha tenido la suerte de hallar un biógrafo moderno: Alfonso Crespo, quien lo afinca en el marco histórico que le corresponde. Lc ve en su integra dimensión y su grandeza humana tanto la acentúa, que su libro "Santa Cruz el Cóndor Indio" lleva el teñido constante de lo heroico y un sostenido aliento de prosa épica.

Miguel de San Román y Meza

Entre nuestros caudillos militares el que llegó a ser Gran Mariscal del Perú: Miguel de San Román, no ha tenido la virtud de inspirar alguna biografía in extenso. Aparece ciertamente, en las limitadas galerías de Presidentes de la República o del Congreso. En una de éllas en forma somera, se aprecia lo que podríamos llamar su foja de servicios.

Nació en un pueblo de Puno, el 17 de mayo de 1802 del matrimonio de Miguel de San Román con María de Meza. A los diecinueve años de edad, sentó plaza en el ejército patriota a las órdenes del General Miller. Vino a Lima en 1821 con las fuerzas del General Pardo de Zela. Concurrió a la expedición de Ica, estuvo en el contraste de Macacona y en la expedición a Intermedios. Es ya Capitán en la victoria de Ayacucho, Sargento Mayor en la intervención a Bolivia de 1828 y cae prisionero en la poco feliz batalla del Portete de Tarqui. En Piura, aprisionó al General La Mar cumpliendo órdenes de Gamarra. En 1833 es ya General. Sublevado en 1834, batió a Nieto en Cangallo y

luego de producirse el Abrazo de Maquinhuayo hubo de refugiarse en Bolivia.

Es de los que más convulsionaron al país durante el desgraciado período de la Anarquía, al lado y contra Vivanco y con Torrico en Agua Santa. Fugado de ese campo, emigró a Chile. De vuelta al Perú en 1844, hállase con Castilla en la victoria del Carmen-Alto. Perteneció en diversas ocasiones al Parlamento y figura como su Presidente en algunas legislaturas. Conspiró en contra de Echenique y está con los que lo derrotaron en la importante batalla de La Palma de enero de 1855. En el segundo gobierno de Castilla labora como su Ministro de Guerra, Presidente del Consejo y General en Jefe en el sur, cuando se produce la revolución de Vivanco, a quien derrota en la toma de Arequipa de 1858. Finalizando su agitada vida, en elecciones populares es nominado Presidente de la República, cargo que desempeñó, desde el 24 de octubre de 1862 hasta su muerte ocurrida en el balneario de Chorrillos, el 3 de abril del año siguiente.

El perfil moral de San Román, la historiografia moderna, apenas si lo dibuja, lo juzga más bien con benevolencia, más conocida la abundante exposición que de su vida hace Mendiburu, se tendrá que rectificar juicios. De lo que allí aparece se desprende: un hombre sinuoso y bastante falso; en los campos de batalla, militar huidiso, son célebres sus fugas y también sus admirables retiradas. No tuvo sentido recto de la Patria, pues en ocasiones pactó contra ella. Cruel no siempre, pero si en ocasiones. Agitador inveterado, con habil sentido de organizar tropas y adiestrarlas, para así pesar en la balanza y presentándose armado, lograr influjo en las escenas revolucionarias que promovía en su provecho, sin sentido ni responsabilidad histórica.

Falsificador de triunfos como el de Mecapaca que le valió el ascenso a Gran Mariscal. En la guerra con Bolivia, su comportamiento en Ingavi es vergonzoso. Fue emboscado perenne, en las luchas alternativas de la época en espera de los acontecimientos y sin lealtad decidida. Otras muchas escenas de proterva intención, refleja este duro recorrido en los hitos principales de la vida de San Román y por tanto de utilidad expurgadora, para modelar nuestra historia en consonancia con la intimidad de los sucesos, muchos desconocidos, que si pueden ser atenuados por nuevas fuentes, que modifiquen tan desfavorable panorama, mientras no aparezcan, lo cierto es que, lo relatado por Mendiburu -historiador veraz y justiciero, posiblemente apasionado- manchará a su figura, de quien solamente se ha afirmado en su provecho aspectos negativos, como no ser: ni violento, ni atolondrado ni liviano.

José Bernardo de Tagle y Portocarrero e Isasaga

Nació el IV Marqués de Torre-Tagle, en Lima, el 21 de marzo de 1779, bajo el gobierno del Marqués de Guirior. Su vida durante el Virreinato, la da Mendiburu en su Diccionario Colonial, con bastante proligidad y se interna no poco en los sucesos de la iniciación de la República que luego amplía en la reseña inédita que ahora se publica. El Marqués, dejó una auto-biografia titulada "Narración que hace José Bernardo Tagle de sus servicios a la causa de América" y que aparece inserta en el Boletín del Museo Bolivariano dirigido por Jorge Guillermo Leguía. Es muy útil por las noticias que acarrea sobre los acontecimientos que antecedieron a la llegada al Perú de San Martín y de Bolívar.

Su acción, desde que Tagle proclamó la Independencia en Trujillo, el 29 de diciembre de 1820, la narra con amplitud Mendiburu. A partir de enero de 1822, es Supremo Delegado por voluntad de San Martín y cuando se ausentó rumbo al Ecuador a entrevistarse con Bolívar. En febrero del siguiente año, debió asumir de nuevo el mando por designio del Congreso Constituyente, primacia que le arrebata Riva-Agüero tras de producirse el Motin de Balconcillo. Volverá al gobierno, por encargo del Cnl. Sucre, en su carácter de Jefe del Ejército Unido Libertador y lo mantuvo, hasta que se inaugura el régimen bolivariano, con Mariano Necochea como Jefe Político y Militar, en febrero de 1824.

Producida por las fuerzas españolas la ocupación de Lima, y estando Tagle en abierta lucha con el Libertador, hasta llegarlo a amenazar de muerte, se sintió en tales circunstancias obligado a refugiarse en el Callao y tras la victoria de Ayacucho, establecido el sitio al Real Felipe, no le fue dable salir de ese recinto y en él falleció, el 26 de setiembre de 1825. Su odio a Bolivar fue de tal naturaleza, que olvidando su limpia trayectoria. por resentimientos y desengaños, cayó -dice Mendiburu "en abismos que acabaron su carrera y su existencia". Su proceder último, que la historia ha calificado generalmente mal, Nemesio Vargas, defiende y explica.

Casó Tagle en primeras nupcias con Juana Rosa García de La Plata, hija del Oidor: Manuel García de La Plata, de las Audiencias. de Chuquisaca y de Lima y Regente de la de Buenos Aires. Descendía por linea materna de la Casa de Mc Donald e Inverghisserar y del Rey Roberto II de Escocia. Muerta en temprana edad se unió por segunda vez con: Mariana Micaela Echevarría de Santiago y Ulloa. Poco antes que su marido y refugiada así mismo en el Real Felipe, allí trágicamente fallece.

Juan Crisóstomo Torrico Gonzáles

Bastante turbia sale la figura de Torrico, en la presente serie. Era oriundo de Lima y nacido el 21 de enero de 1808 del matrimonio del español Juan Capristano Torrico y de la huaracina Manuela Gonzáles. Estudió en el Seminario de Santo Toribio; es cadete militar en 1819 y entra en las filas de los patriotas, en la Legión Peruana que tuvo por jefe a Guillermo Miller. Asistió a los campos de Ayacucho aunque no a los de Zepita y de Junín, pese a que él lo afirmaba. En 1825 acompañó a Sucre al Alto Perú cuando se dirigía a buscar a Olañeta. En 1827, tiene ya la clase de capitán y pasó a Colombia en el batallón Callao. No asiste a la batalla del Portete de Tarqui por hallarse en la retaguardia.

Mandando un regimiento en el departamento de Ayacucho en 1832, formósele causa por las tropelias, abusos e insubordinaciones que cometió contra el Prefecto, juicio que el Presidente Gamarra mandó cortar, por la protección que le brindaba mas con escarmiento de la moral. Se le halló comprometido en muchas conspiraciones de la época. Siendo edecán de Salaverry y olvidando toda lealtad, tramó en favor de Gamarra y descubierto por aquel, emprendió triste fuga al Callao y se embarcó por ese puerto. Diósele de baja por deserción con documento oficial deshonroso. Permaneció alejado del país durante los gobiernos de Salaverry y de Santa Cruz.

De nuevo pisa tierra peruana agregado a la expedición de Bulnes. En la batalla de Yungay pelea al frente de una columna de la vanguardia y Gamarra en premio lo elevó primero a Coronel y poco después a General. Investido con este grado, pasa a los departamentos sureños con el título de "Jefe Superior del Sur". En esta expedición lo acompañaron hombres de la peor conducta. Durante sus marchas cometió o dejó cometer, faltas que mancharon el triunfo de la Restauración. Confiscó bienes en Pasco, con secuelas de hurtos y escándalos. En Huancavelica disolvió a las célebres minas de mercurio, con grave atentado a la propiedad. Intervino en el poder judicial y asuntos eclesiásticos en un afán de mando y de predominio. Impuso contribuciones forzosas. Desterró a comarcanos notables; quitó empleos e inflingió a los ajusticiados hasta grillos y otras muchas tropelías. En el Cuzco hizo dar azotes al Director de la Casa de Moneda, porque le negara entregarle cincuenta mil pesos. Y silencia manifiesta Mendiburu otros abusos y delitos por no dilatar su exposición. La mala fama fué tal, que los representantes al Congreso de Huancayo, exigieron al Presidente Gamarra, modificase esa situación y su Ministro Ramón Castilla, protestaba por las irregularidades de Torrico, silenciadas y de las que nunca daba cuenta al gobierno. Tales procederes, nada livianos, traen a la memo

ria, verdaderos retoños deshonestos de la picarezca, en nuestro caudillaje militar.

En el período de la Anarquía que generó el desastre de Ingavi, lo vemos alzado contra Menéndez en agosto de 1842 y al chocar con las tropas de Vidal, éste lo venció en Agua Santa el 17 de octubre, tras de cuyo fracaso huiría al extranjero, no de inmediato, sino a consecuencia de los otros desastres que padeció en los departamentos del sur. Exilado estuvo hasta 1844. Castilla durante su primer gobierno, se defendió de los trastornos y discordias que le promovía con astuta saña, descubriéndole una conspiración que abortara y que debió de estallar en febrero de 1849.

Alcanzó tremendo predominio bajo el gobierno de Echenique, fue su ministro general e históricamente es harto conocido que su mala sombra y manejos contribuyeron no poco a la terrible revolución que sacudió al país en los años 53 y 54, que finalizó en el infortunio de La Palma del 5 de enero de 1855. Aunque ya no estaba en el gobierno, la ola persecutoria que siguió a esa derrota, lo hostigó con empeño y refugiado en ia Legación Americana su Encargado de Negocios Mr. Clay, le obtuvo pasaporte y salió al extranjero

Mendiburu finaliza esta biografía en 1857. Se muestra implacable en denunciar la trayectoria oscura de este político, que bien se ve lleva en su pasivo carga poco favorable. El tupido relato que glosamos, más tiene de acusación de fiscal que de serena historia. Los años últimos de Torrico no aparecen, los vivió casi siempre en Europa y fallecería en París el 27 de marzo de 1875. Domingo Vivero, en su Galería de Presidentes, rememora haber sido Torrico hombre de hermosa figura, maneras finas y atrayentes, elegante en el vestir, de fácil palabra y ameno trato.

Manuel Ignacio Vivanco e Iturralde

Los apuntes sobre Vivanco debieron escribirse después de 1873 ya que consigna su muerte. El relato de su juventud, está hecho con animación y viveza a tono con ese período de su vida aventurera y gallarda. Nació en Lima en 1806. Estudió latinidad en el Colegio de El Príncipe. A los quince años ingresa de guardiamarina en la corbeta "La Limeña" a órdenes de Blanco Encalada. No resistiendo las fatigas del mar, luego de una incursión a los puertos Intermedios, pide su traslado a tierra y Torre-Tagle lo nombra, sub-teniente en el batallón Cazadores cuyo jefe era el Coronel Herrera.

En 1823 está al lado de los militares que desconocen a la Junta Gobernadora y se pronuncia en el motín de Balconcillo a favor de RivaAgüero. De inmediato pasa a Arica, penetró con Santa Cruz a La Paz

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