Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Uno de los más reputados jurisconsultos y abogados franceses, M. Clunet, Presidente del Instituto de Derecho inter nacional en la reunión de Madrid, responde á la cuestión siguiente: ¿Cuáles son los remedios jurídicos a que las Sociedades extranjeras de seguros sobre la vida establecidas en Italia, pueden recurrir contra las amenazas de la monopolización de esta rama del seguro con provecho del Estado italiano, resul tado de una expropiación sin indemnización previa?

Contesta el Sr. Clunet en 19 conclusiones, ampliamente razonadas, proponiendo que los Estados extranjeros, en el caso en que Italia negase toda satisfacción pedida por la vía diplomática, deberían invitar á Italia á llevar la diferencia ante el Tribunal permanente de arbitraje de La Haya. 19. Conciliation international: La Conciliation Allemande. Congrès de Heidelberg (5-7 Octobre 1912) Introduction et compte rendu, par M. Th. Ryssen. Bulletin trimestriel núm. 1. Librairie Delagrave, 1913.- Armements et Aviation. Compte rendu de la Conférence de l'Union interparlamentaire tenue à Genève en 1912. Préface de M. D'Estournelles de Constant, Bulletin trimestrielle núm. 4. Même librairie, 1912.- Le Palais de la Paix. Le Congrès de Nuremberg. Introduction par M. D'Estournelles de Constant. Anexes. Le patriotisme pacifique. Le repprochement franco allemand n'est pas un rève. Le discours de M. D'Estournelles de Constant à l'Ecole alsacienne Gravure: Le palais de la Paix à La Haye. Bulletin trimestrielle, núm. 4. Même librairie, 1913 - La plus grande Nationalité. Etude de droit et de Morale. Discours prononcé devant l'Asociation Americain du Barreau de Montréal, le premier Decembre, 1913, par le Visconte Haldane de Cloan, Lord Chancelier de Grande Bretagne. Traduit de l'anglais et accompagné d'une préface par Th. Russen. La mission du Président O. W. Elliot en Extreme Orient par J. Dumas. Bulletin trimestrielle. Même librairie, 1914. 4 folletos de 70, 90, 103 y 59 páginas.

Continúa su notable campaña de propaganda pacífica la Conciliación internacional bajo el impulso del ilustre Senador francés, recompensado con el premio Nobel de la paz, M. D'Estournelles de Constant.

Estos Boletines tienen la misma importancia que los anteriores, y, por lo tanto, merecen ser leídos con detención. MANUEL TORRES CAMPOS.

(Concluirá.)

LA EVOLUCION DEL CONCEPTO DE LA PROPIEDAD

Y EL PROBLEMA DE LOS FOROS (1)

SEÑORES: Cuando tuve la honra de leer ante vosotros en el año de 1911 el discurso de apertura de los Tribunales me preocupó el sentido de la justicia que por nuestras funciones debíamos aplicar como Poder regulador del Derecho dentro del que se mueve, agita y desarrolla la sociedad en cuantas manifestaciones puede ostentar el espíritu en todos los órdenes de la vida, así como el sentido con que deben ser examinadas nuestras Instituciones jurídicas en armónía con el de la jus ticia, refiriéndome entonces concretamente à la institución familiar, origen, fundamento y base imprescindible de todas las demás, respecto de la que procuré hacer notar cómo fué desarrollándose y creciendo la personalidad de la mujer en la familia; al lado de la de ésta la del hijo, y en relación con ellas la del padre y la del ciudadano para llegar á un estado de igualdad ante la Ley, que no siempre resulta práctico y fructuoso por la influencia de otra suerte de desigualdades que por la naturaleza ó por vicio de organización social subsisten con más o menos intensidad.

Aquel tema ha hecho surgir en mi mente el del presente discurso, y ahora como entonces, ó más que entonces, he de comenzar encomendándome à vuestra benevolencia, que bien la necesito para que me juzguéis en mi pequeñez y nɔ con re

(1) Discurso leído por el Excmo. Sr. D. José de Aldecoa y Vi. llasante, Presidente del Tribunal Supremo, en la solemne apertu ra de los Tribunales, celebrada el 15 de Septiembre de 1914.

TOMO 125

12

lación á los varones insignes que con muchos más títulos que yo han hecho brillar este día con los resplandores de su privilegiada inteligencia, vertiendo ideas cuyas huellas no fuera difícil hallar en diferentes reformas sociales à quien á esta clase de trabajo cuidadosamente se dedicara, pues no sería justo atribuir al presente acto tal como se realiza, otro alcance que el de una solemnidad decorada con un discurso más ó me nos atractivo por su forma, sin eficacia alguna trascendental y jurídica.

Ahora bien; al hablar, señores, de la personalidad del hombre, ¿cómo es posible desligarla de la idea y concepto de propiedad en su acepción más genérica? Sería preciso cerrar los ojos á la luz de la razón y hasta prescindir de nuestros sentidos para que los hechos sociales que à nuestra vista se reali. zan, no nos afectasen si por alguien se pretendiera que el problema estaba resuelto en su totalidad con el enaltecimiento de aquella personalidad y el reconocimiento de los derechos esenciales de la misma, que más o menos explicitamente reconocen las Constituciones modernas influídas por el princi. pio que sirvió de base á la declaración de los derechos del hombre de la Revolución francesa. Es tal exaltación base imprescindible para el desarrollo de todas las consecuencias que del principio se derivan, pues mientras hubiese parias ó ilotas, esclavos, siervos de la gleba ó clases de ciudadanos separadas entre sí por distinciones de derechos políticos y civiles, sería vano empeño y aun contradictorio tratar del derecho de propiedad con el sentido y espíritu de amplia justicia que anima el concepto de la personalidad humana, siendo por ello la nota más saliente de todas las revoluciones sociales la legítima aspiración de ir ganando los atributos que la caracterizan hasta conquistarla en su integridad.

Claro es que apenas podrá señalarse revolución alguna de esta clase en que no aparezcan confundidas aspiraciones di

[ocr errors]

versas con la más saliente entre todas, porque dada la complejidad de las necesidades de la vida y el mismo desequili brio y turbación moral que con estos hechos se producen no es factible las más veces simplificar el lema de la bandera izada, porque bajo su enseñanza pelean multitud de intereses, sin que por ello deje de resaltar la que más principalmente enardeció los corazones y puso en manos de los lastimados las armas con que intentaron reivindicar sus derechos, así como en las guerras entre razas y nacionalidades, unas veces haya predominado el deseo de conquista y de formación de Imperios; en otras, más adelantados los tiempos, el anhelo de hacer prevalecer algún principio religioso ó político, ó el de mantener cierto equilibrio entre las potencias directivas de la civilización existente, ó el más positivo de lograr ventajas económicas de varias clases; siendo hoy notorio que destaca y sobresale la nota socialista combinada en ocasiones con la política al aspirar no tan sólo al mejoramiento de clases sino àá algo más rayano en lo utópico, que pugnan con leyes naturales que nos rigen y contra la que es vana quimera luchar, aun cuando así lo haya pretendido más de un visionario ó filósofo desde los tiempos mismos de Platón, al intentar reformas 80ciales sobre la base de un colectivismo ó comunismo que pug: na con el esencial carácter de la propiedad eminentemente individual, como lo es el de la personalidad.

Dentro de este carácter, que es obligado mantener en su esencia, cabe, sí, la evolución para que en su origen, distribución y disfrute llegue à ser la propiedad el complemento de la personalidad de los individuos asociados en las diversas nacionalidades, porque la personalidad sin el debido complemento de la propiedad es tan insuficiente como ineficaz para poner al individuo en condiciones de igual convivencia y basta de lucha por la vida, que á todos no es necesario sostener para la realización de nuestro destino en el mundo y para dignifi, car al hombre, así como sin la-previa igualdad de derechos ci viles y políticos la mejora material reconocida al esclavo, al

siervo de la gleba, al vasallo ó al proletario, más significaría el sello y la sanción de la desigualdad ante la Ley; y la misma caridad en estas condiciones realizada no puede hacer brillar la más saliente nota que la distingue, si al ejercerla no se reconoce al semejante y al hermano, no obstante las diferencias físicas, morales é intelectuales que la Naturaleza establece entre los hombres, en gran parte atenuadas y atendidas dentro de una sociedad bien organizada.

Reconocida en nuestra Constitución, matriz y fundamento de todo el Derecho positivo que nos rige, esta igualdad y esta personalidad a todos,' absolutamente á todos los españoles, desde fines del siglo pasado, y especialmente en los años que van corridos del presente, son las cuestiones llamadas por antonomasia sociales, es decir, las que se relacionan con la mejora del bienestar material del obrero, por el Derecho, las que más preocupan, las que más interesan el corazón y agitan la mente con carácter tan apremiante, que no es dable á los Gobiernos perderlas de vista ni por un momento para ir preparando las soluciones adecuadas, partiendo para ello del estado de derecho constituído à fin de que la evolución se vaya realizando lo más suavemente posible, evitando así la posibilidad de movimientos violentos que sobrevienen, bien cuando sistemáticamente ó por negligencia se desatienden necesidades sentidas, bien cuando los obstáculos son de tal naturaleza ó los intereses contrarios se hallan tan arraigados, que solamente es dable hacerlos desaparecer por el medio de algún esfuerzo brusco, cual operación quirúrgica ejecutada en el cuerpo social. Conquistados aquellos derechos esenciales à la personalidad humana, hay que entrar en un campo, no extraño. pero sf distinto de aquél dentro del que se agitaron las cuestiones que dieron especial carácter à las dos revoluciones más nota bles de los tiempos modernos-, la inglesa y la francesa-, terreno que suele rebasar los límites de las respectivas naciona

« AnteriorContinuar »