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queda más que una sombra vana é insensible. En la segunda Nekyia todo cambia. Sin duda la pradera de los asphodeles, á donde Hermes conduce la bandada de pretendientes como un enjambre de murciélagos, no es precisamente un lugar alegre; pero las sombras que allí viven, como Agamemnon, han con. servado al menos la conciencia y el recuerdo de su vida pasada (1). Al lado de esta idea, de que la vida en los infiernos no es más que la sombra de una existencia, encontramos otra, según la cual, un poder vengador reina en el mundo subterráneo, castigando el crimen en los infiernos, especialmente el perjurio (2). El concepto de una justicia que pena se desenvuelve en un pasaje añadido á la Nekyia, y que está visiblemente inspirado por un espíritu distinto. Este pasaje nos muestra un juicio de muertos en el imperio de Hades, entrañando un cierto sentido retributivo. Conviene distinguir tres grupos: Minos y Orion continuan en los infiernos sus ocupaciones terrestres; Tityos, Tántalo y Sisypho son castigados por sus grandes crímenes -aquí hay algo que quiere asemejarse á la descripción de un infierno-; Heracles, no habita en el imperio de los muertos, sino que lleva una vida feliz entre los dioses; sólo su imagen representa en el Infierno al héroe que forzó la morada inviolable (3). Este último caso es de un extraño y notable sentido retributivo.

La religión romana ofreció muy variados períodos en su progresivo desenvolvimiento (4). Durante el Imperio (especialmente en los dos primeros siglos), las ideas de la inmortalidad y de la retribución en la otra vida, eran muy contrapues

(1) Odisea, IV, 563-569; XI; XXVI, 1-204. (2) Iliada, III, 279; IX, 571; XIX, 260.

Odisea, XI, 566-631. Von Wilamowitz-Mallendorf ha sostenido en su obra Homerische Untersuchunguen, 1884, que este pasaje es una interpolación órphica.

(4) No es este lugar para seguir las diversas etapas de su desarrollo; véase sobre la Religión de Roma, E. Preller. Römische Mythologie, 3a edición, 1881-1888, publicada por H. Jordán. E. Aust, Die Religion der Römer, 1889. G. Wissowa: Religion und Kultus der Römer, 1902.

tas. Mientras que los platónicos afirmaban enérgicamente el carácter imperecedero del alma, otros pensadores, como el médico Galeno, Quintiliano y Tácito, dejaban en la duda su inmaterialidad y su persistencia después de la muerte. Plinio el Viejo lo niega todo de una manera rotunda. En general, la masa creía vivamente en la supervivencia, y muchas de las representaciones mitológicas que figuran en los sarcofagos, simbolizan el destino del hombre en la vida futura. Sin embargo, algunas inscripciones funerarias expresan una concepción materialista: se leen fórmulas como securitati, somno æterno; se encuentran también burlas y obscenidades; la afirmación de que la existencia acaba con la muerte, que no hay recompensa ni castigos en una vida futura; con-ejes como el -de gozar del vino y del amor, porque después de la muerte no hay nada más. Posteriormente, en la filosofía de Plutarco (1), la retribución se ejerce por los demonios. La teoría de los demonios fué su <hallazgo», como él mismo dice. Son seres intermediarios entre los dioses y los hombres, participando á la vez de las dos naturalezas; los hay buenos y los hay malos. Son los servidores de los dioses, penando á los malos y distribuyendo las bendiciones para los buenos.

La religión de los diferentes pueblos Eslavos (2), como todas las religiones mitológicas, descansa también sobre la doctrina de las almas y de los espíritus. Las almas, algún tiempo después de la muerte, quedan aún en las proximidades del cuerpo, y después toman el camino del mundo de los muertos, que es necesario buscar ó debajo de la tierra, ó en una isla situada al Este la habitación del Sol-, ó en el cielo, Raï (ser claro, ser blanco). Pero la idea de la retribución permanece desconocida para los eslavos: la existencia,

(1) De defectu oraculorum; De Iside et Osiride; De dæmonio Socratis.

(2) Ver sobre la religión de los Eslavos: L. Léger, La mythologie slave, 1901. Sobre Rusia consúltese: A. Rambaud: La Russie épique, 1876,

después de la muerte, debía ser simplemente la continuación de la vida terrestre

En la religión de los germanos (1), la creencia en una cierta retribución para después de la muerte no faltaba de un modo absoluto. Nos lo prueba la admisión de los héroes en el Walhalla (ỏ Valhöll) de Wodan (2) (ó Odhinn; en alemán Wuotan); pues si bien es cierto que prosiguen alli sus ocupaciones habituales, su admisión es la recompensa de su bravura. Hay también indicios de un lugar destinado al castigo. Loki, el dios del fuego, en los antiguos mitos, muy estrechamente unido á las divinidades principales, va descendiendo cada vez más y termina en un ser maligno. Poco á poco Zoki llega á ser el diablo.

Los pueblos salvajes conservan actualmente muy curiosas tradiciones sobre la retribución después de la muerte (3). Las noticias más recientes que hasta nosotros han llegado, se retieren á los salvajes de Australia y América. Creen, en general, que en la región del más allá todas las almas tendrán la misma suerte. Sin embargo, puede ocurrir que se les aplique un trato diferente según la manera como se condujeron en la tierra. Lae almas de aquellos que durante la vida se distinguie· ron como cazadores, guerreros, etc., no se confundirán con las demás, serán conducidas à un lugar especial; á veces al cielo. El cielo de los salvajes australianos lo describe Dawson como cuna magnífica comarca, abundante en canguros y caza de todas clases y donde se lleva unò alegre vida. Las almas se encuentran allí y se reconocen». Para los que se condujeron mal habrá en cambio un castigo. Strehlow afirma que según

(1) Para Alemania véase Chantepie de la Saussaye: The Religion of the Teutons, 1902.--Para Escandinavia, véase Meyboom: De Godsdienst der oude Noormannen, Harlem, 1868. Pineau: Les Vieux chants populaires seandinaves, 1897 y 1901.

(2) El Rey de los dioses, el Señor de la tierra y dios del espíritu.

(8) Emilio Durkheim: Les formes élémentaires de la vie Religieuse. Le système Totémique en Australie, París, Alcan, 1912, páginas 343 y sigs., especialmente 350-351.

un mito, las almas de los malos son devoradas por los espíritus terribles y aniquiladores (1).

La idea de una retribución, bien durante la vida terrestre, bien más allá de la muerte, aparece con admirable claridad en la mayor parte de las religiones; en otras de modo obscuro y embrionario; pero el principio de premios y castigos existe siempre.

§3.- Los filósofos.

Con más o menos precisión, los filósofos antiguos y modernos, han formulado los principios del premio y el castigo, como elementos integrantes de la Justicia retributiva. En algunos late la idea de un modo viril, claro y preciso. Entre ellos hay como un mutuo acuerdo, como una concordia de ideas en pro de este modo bilateral de administrar justicia.

Casi toda la parte IV, libro III del estudio Sobre la Naturaleza de los Dioses de Cicerón, reviste, en cuanto à nuestro su. jeto, una importancia excepcional Se trata de probar, contra los Estoicos, que la Providencia de los dioses no vela jamás sobre los hombres». Examina la frase de Telamon, si hubiera una providencia divina los bienes irían á los buenos y los males á los malos», y cita varios casos para probar que no siempre la recompensa sigue à las buenas obras. Muchos sabios, buenos y justos, han sido desgraciados, infelices y hasta asesinados; en cambio Denys, por ejemplo, impío, deecreído y hasta ladrón, es siempre mimado por la suerte. Y por fin, exclama, en un párrafo en que queda circunscrito su ideal de la justicia retributiva (premiando y castigando): «Como no He creerá que personas sensatas gobiernen una familia, un estado,

(1) Ver Marillier: La survivance de l'âme et l'idée de justice chez les peuples noncivilisés. Rapport de l'Ecole des Hautes Etudes, 1893.

sin recompensas para las buenas acciones y sin castigos para las malas: así no es creible que haya una Providencia divina, si las gentes honradas y los malvados no se consideraran dife. rentementes (1).

Entre nosotros la idea de la justicia retributiva en esta doble actuación, tiene un remoto é insigne defensor. Nuestros antiguos filósofos abarcaron con su penetrante mirada todos los problemas del saber. Domingo Soto veía ya que el premio y el castigo son dos astros divinos que gobiernan el universo» (2). San Isidoro tampoco olvidó los dos supuestos aspectos de la retribución (3).

Maquiavelo (4), Montesquieu (5) y Pecquet (6), discuten las recompensas, que pueden dar los Príncipes, desde el punto de vista político.

Beccaria, el revolucionario de las leyes penales, no cerró los ojos ante la idea del premio Con clarividencia admirable comprendióque un medio de evitar los delitos es recompensar la virtud» (7). Tuvo sin duda la intención de escribir una obra sobre los Premios, acaso un verdadero Tratado de Derecho premial. Lo deducimos de las frases escritas por un célebre profesor, al hacer la crítica del libro De los delitos y de las penas: <Diré, pues, solamente, cuánto debe desearse que se resuelva á escribir de los Premios y del verdadero mérito; del modo de juzgarlo; delos modos políticos de hacerlo nacer, y del método infalible de reconocerlo con desprecio de las tramas y del favor (8). Beccaria se ocupó, especialmente, de las recompensas

1

(1) Cicerón: Entretiens sur la Nature des Dieux. (Traducción francesa de Olivet.) 4.a edición, París, Barbou, 1766, tomo II, páginas 229 y sigs., especialmente 235.)

(2) De iustitia et jure, Salamanca, 1556, I, quaest. 2 a. 2. (3) San Isidoro: Etymol., capítulo XIX. (Véase Hinojosa: Influencia, páginas 38 y 153.

(4) Ob. cit., cap. XIX, págs. 159-160.

(5) Ob. cit., tomo I, lib. V, cap. XVIII, págs. 244 245. (6) Ob. cit., § V, págs. 75-76.

Beccaria: Ob. cit., ed. italiana cit., § XLI, págs. 130-131; en la trad. esp. cit., § XLIV, pág. 135.

(8) Juicio de un célebre profesor sobre el libro de los delitos y

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