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Revista Histórica

Organo del Instituto Histórico del Perú

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JAUJA, CAPITAL MITICA

1534

Por RAUL PORRAS BARRENECHEA

"Pizarro, el Fundador")
(Capítulo del libro inédito

REGRESO A JAUJA

Pizarro permaneció en el Cuzco apenas unos días después de fundada la ciudad española. Hizo el reparto de los indios entre los vecinos y dictó las Ordenanzas ya citadas para el buen trato de éstos. (1) (26 de Marzo de 1534) Enseguida partió para Jauja en los últimos días de Marzo. (2) En el Cuzco dejó como teniente de Gobernador a Beltrán de Castro al frente de cuarenta vecinos. (3)

Graves preocupaciones agitaban el ánimo del Gobernador. Es uno de los instantes más vacilantes y comprometidos de su fortuna. ¿Cuál no lo era? Por todas partes vé surgir acechanzas y peligros. El Cuzco queda a sus espaldas defendido sólo por 40 hombres. El pequeño ejército de Jauja tiene al frente a las tropas de Quisquis. Nada sabe de lo que pasa en San Miguel y en Quito. Alvarado puede haberse apoderado del Norte del Perú o repartido sus provincias entre Benalcázar y Almagro. Hernando Pizarro está aún en España batallando porque se le reconozca a su hermano la posesión del Cuzco. Y los pretendientes de gobernaciones, con los comisionados de Almagro a la cabeza, tratando de mermar la gobernación de Pizarro por el norte y por el sur, con la complicidad complaciente y maquiavélica del Consejo de Indias. ¡Duros e intrincados problemas que su inteligencia no sería capaz de abarcar íntegramente pero que estaba decidido a resolver con el único y definitivo recurso de su coraje!

Por de pronto debía marchar a Jauja, fundar allí la capital de su (1)-Por una encomienda otorgada a Tomás Vásquez, vecino del Cuzco, el 26 de Marzo de 1534 se desprende que el reparto general debió realizarse en esa fecha. (Rev. Arch. Nac. Perú, tomo IV, pág. 1) Sancho 183.

(2) La relación del Cabildo de Jauja al Rrey confirma esta fecha. Dice que llegaron al Cuzco en 15 de Noviembre de 1533 y que "el Gobernador e españoles estuvieron en aquella ciudad cuatro meses".

(3)-Herrera y Prescott dicen que dejó a Juan Pizarro. Prescott dice que eran 90 vecinos. En la información de Mancio Serra de Leguísamo, dice el interrogatorio y confirman los testigos que aquel fué "uno de quarenta soldados escogidos que quedaron en la cibdad del Cuzco para guarda e defensa della en compañía de Beltrán de Castro". Lucas Martínez Vegaso, dice en esa información: "hasta aquel tiempo no avian entrado en la dicha ciudad del Cuzco otros españoles sino los que la ganaron antes salido muchos a pie y a caballo y quedaron solamente los dichos quarenta. fs. 33.

gobernación ya escogida, batir a las tropas de Quisquis y, enseguida, descender hasta Quito para tomar posesión de él, si Almagro le hubiera retenido o quitárselo a quien se lo hubiese arrebatado. (4).

El trayecto de Pizarro de Jauja al Cuzco no fué fácil. Quisquis había dejado la tierra removida. Todos los puentes estaban quemados. El día de pascuas llegaron al río de Vilcas. (Sancho, 183). Allí se supo que las tropas de Quisquis rechazadas de Jauja se habían retirado a una "Pucara" situada a 10 o 30 leguas en el camino de Caxamalca. (Sancho, 183). Se anunciaba que un hijo de Atahualpa venía con grandes ejércitos a combatir a los viracochas. Pizarro pidió a Manco Inca que diera órdenes al Cuzco para que se enviaran inmediatamente 2.000 indios de guerra. Los chasquis partieron inmediatamente llevando las órdenes del Inca y del Gobernador. Pizarro siguió su marcha. El 25 de Abril de 1534 llegaba a Xauxa. (5).

Riquelme y los Oficiales Reales le esperaban con buenas noticias; Soto con 40 españoles (Rel. Cabildo de Jauja y Sancho) y 4.000 indios habían alejado a las tropas de Quisquis obligándolas a abandonar sus: posiciones fortificadas. No se tenían nuevas ni de San Miguel ni de Panamá. Se ignoraba la suerte que corrían Alvarado, Benalcázar y Al

magro.

CHACU INCAICO

En esta actitud de espera Manco ofreció para distraer a los españoles un gran festival incaico en honor de Pizarro. Los cuzqueños rebosaban de júbilo por la derrota de los quiteños. La solidaridad entre los indios cuzqueños y la viracochas es perfecta. Ninguna crueldad ni. abuso ha turbado las relaciones entre ambos. El plan de Pizarro de conquista pacífica se lleva a cabo hasta entonces sin violaciones. Después de 5 meses de convivencia, Manco no tiene queja de Pizarro. El Inca, según Sancho "cada vez quería más a los españoles". (6) Es el momento de máxima cordialidad. En honor de su magnífico aliadoManco organiza un espectáculo soberbio, uno de los cuadros más lle

(4)—"todavia me partiré yo el gobernador y uno de nos los oficiales con alguna gente para Quito, a proveer en esto que tanto va". (Rel. Pizarro a Cabildo, Panamá T. S.. III, 46). (5)—"en llegando a esta ciudad que fue a veynte e cinco días del mes de Abril de mill e quinientos treynta e quatro años". (Doc. inédito). En el mismo documento se dice que Pizarro ordenó dar un pregón el 20 de Abril. Luego llegó ese día. En su relación de 1534, Pizarro dic: "yo el gobernador llegue a esta ciudad ha cinco semanas". Rel. Pizarro, 1534, pág. 46 (fecha 25 de Mayo de 1534). El cálculo es exacto: llegó hacía el 20 de Abril.

nos de colorido original y de primitiva gracia de las costumbres incaicas: un "chaco o cacería imperial de vicuñas y guanacos". (7)

Chaco o chacu quiere decir "atajar" según Garcilaso. (8) Es en realidad un gran cerco humano o "rodeo", como aún se llama en la sierra peruana, del ganado disperso en una gran extensión de terreno que comprende generalmente montes, breñas, ríos, quebradas, llanos. Veinte o treinta mil indios forman una gran cadena humana que rodea una zona próvida en animales de caza. Avanzan cogidos de las manos, entonando cantares y lanzando gritos aturdidores. Van con palos, porras y "ayllos" arreando hacia el centro del cerco a todos los animales que encuentran. Las vicuñas huyen espantadas del tropel humano, los huanacos asustadizos, pretenden escurrirse entre los indios, escupiendo al rostro y saltando, pero son ahuyentados a palos. A veces una vizcacha o un oscollo se escabullen veloces por un claro imprevisto, o aparece un puma amenazador que es muerto a golpes, pedradas o mazazos. La cacería continúa estrepitosa. A medida que el cerco se va estrechando crece el ruido bárbaro de la multitud. El bullicio es tan grande y ensordecedor que las aves caen aturdidas al suelo. El ganado, también atemorizado, se va reuniendo al centro del cerco. Este, que al comienzo era sólo de una hilera de indios, se va reforzando en tres o cuatro filas para resistir las posibles embestidas del ganado. Cuando el cerco estaba hecho, generalmente en un llano, en que el Inca y sus acompañantes esperaban, para presenciar el final de la cacería— entraban al centro de aquel un grupo de indios que cogían las vicuñas de lana más fina, libertaban algunas para que se reprodujeran y no desapareciera la especie y mataban al resto para tener carne y lana. A más de las vicuñas y huanacos caían prisioneros en estos chacos venados, vizcachas, raposas, oscollos, zorras y osos pequeños. Estos eran muertos inmediatamente. En alguna ocasión, el Inca y sus orejones se entretenían matando ellos mismos con sus "ayllos" los pumas o animales salvajes, entre las aclamaciones de la multitud. (9)

(7)-El presunto Estete, (56): "Después de haber pasado algunos días y vuelto el dicho gobernador a la dicha ciudad de Jauja a poblarla, el Inga que volvió con él, le convidó a una fiesta de montería de venados y corzos que por ser cosa tan señalada y que yo la vi quiero decir aqui que no la he oido yo jamas que otra semejante se haya visto". (56).- El padre Cobo recogió más tarde la misma noticia del Chaco de Manco en honor de Pizarro: "Vuelto del Cuzco para el valle de Jauja el Marqués don Francisco Pizarro cuando andaba pacificamente este reino, se hizo un solemne chaco en su presencia por mandado de Manco Inca en que se mataron once mil y tantas cabezas de ganado montés, vicuñas, venados, zorras y algunas aves que con las voces que los indios daban, las aturdían y mataban. Halláronse en este chaco diez mil indios y cercaron muchas leguas de tierra". Cobo IV, 226. (8)-Comentarios Reales, II, 147.

(9)—Cleza, Señorío de los Incas, Cap. XVI, págs. 56-58.— Zárate, Cap. VIII, pág. 468.— P. Pizarro, 82.- Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, IV, 125.- Garcilaso, I Lib. Cap. VI.- Herrera Dec. V. Lib. IV, Cap. X, pág. 100 habla también de "chacos" acuáticos en el Lago Titicaca, con balsas que rodeaban a los patos hasta darles caza.

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