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donde el recurso tuvo que substanciarse, y por esto ha sido necesario entablar nueva gestión. Espero de la bondad de V. E. tendrá a bien completar esa obra, admitiendo los billetes, y dejándome libre de un peso muy grave para mi jenio, que no es para deber.

El Sor. Ministro de Gobierno me ha contestado no haber dado curso a mi renuncia de la legación, por habérseme relevado de antemano. Por otro conducto he recibido un Conciliador en que se publican las respectivas notas sobre el particular, y en una de ellas se hacen elojios capaces de avergonzar al más impávido; pero no se me hace la debida justicia, cuando se habla de mis opiniones sobre trastornos. En vez de decir que es presumible no los quiera, porque he presenciado revoluciones, debió decir que es indudable las aborrezco, porque sé cuanto desacreditan al país, cuanto lo atrasan, y porque he sido víctima de ellos. En lo demás yo quedaré muy contento, si V. E. se persuade que no soy hombre que se alimenta del desorden, y que suspirando desde mi retiro por la prosperidad de mi patria, desearé constantemente y como eclesiástico pediré a Dios, la paz interna, sin la cual la sociedad no es más que un remedo del infierno.

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Que Dios de a V. E. salud y toda felicidad como desea su atento obsecuente serv. y capn. que B. L. M. de V. E.

Excelentísimo Sor.

(3)

Arequipa, Junio 20 de 1832.

Excelentísimo Sor. Presidente Gran Mariscal
D. Agustín Gamarra.

Señor de mis profundos respetos - La favorda. de 5 del corriente que ha tenido U. la bondad de dirigirme por el presente correo, me llena de satisfacción, al paso qe. aumenta mis cuidados por su salud. Le consideraba libre de padecimientos, según las noticias qe. había oído, referentes al 20 de mayo; y por lo que me dice ahora, veo que todavía seguía su causa. Deseo vivamente que a la feha. haya sacudido sus males, y que se restablesca del todo, para poder contraerse a la cosa pública, a medida de su zelo e interés por la prosperidad general.

He dicho antes llenarme de satisfacción su última correspondencia, que respira bondad y favor acia mi. Me ordena U. en ella, omita el tratamiento, lo qe. verifico, no solo por obedecerle, sino por acreditarle confianza de mi parte. Me dice qe. cesen las aprensiones y que marchemos de concierto al comun objeto de nros. desvelos, la salud de la Patria. (Por lo que a mi toca, puedo asegurarle que lejos de abrigar recelos, estoi persuadido de qe. su prudencia y sagacidad sabrá descubrir la verdad al través de cualesquier nubecillas qe. en lo succesivo puedan acaso levantarse contra mí). Deseava concurrir con servicios

positivos al servicio de nro. país, y no verme en estado de solo hacer votos estériles por su felicidad. Agoviado con males físicos y sufriendo en mi suelo natal padecimientos continuos qe. no me dejan levantar cabeza, no puede quedarme sino el corazón pa. desear el bienestar de mis compatriotas, su feliz progreso en la difícil obra que han emprendido de constituirse, y marchar a la civilisación.

La elección qe. acaba U. de hacer del Sor. Pando pa. el Ministerio de Gobierno sera aplaudida por cuantos amen de veras a su país. Dotado de luces, probidad, experiencia en los negocios, ninguno en mi juicio más apto para el desempeño de ese destino. Francamente diré a U., qe. si hubiese querido preguntarme antes del nombramiento, quien me parecía más a propósito, sin titubear le hubiera contestado

qe.

el Sor. Pando era el ciudadano a cuyo favor se reunía la opinión, y qe. uno de los aciertos de su Gobierno sería el volverle a poner al frente de ese Departamento.

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Señor General Antonio Gutiérrez de La Fuente.

Mi señor y amigo He recibido su favda. fha. 10 del corriente, con la satisfacción de saber qe. se halla V. libre de sus padecimientos físicos, y disfrutando buena salud.

La amistad con qe. V. me honra, creo que me da algún drho. pa. hablarle francamte. sobre su traslación a ese país. Puedo y debo asegurarle qe. en lo general no ha sido bien vista aquí, ni en Lima, y qe. las personas qe. se interesan en su bienestar habrían deseado, que supuesta la necesidad de salir de Chile, cuyo clima era adverso a su salud, eligiera V. pa. su residencia Quito u otro lugar cualquiera de los muy saludables del Ecuador, donde a la vez qe. hubiese conseguido restablecerse, habría tenido el placer de reunirse a su amable esposa y tiernos hijos. Bolivia jamás puede ofrecer a V. esta ventaja, este consuelo tan importante en el infortunio, a menos que a costa de enormes gastos, y de molestias acaso inezplicables a su familia, pensara V. trasladarla a Chuquisaca.

El viage a esta ciudad no es desde luego un motivo pa. qe. se pueda reconvenirle legalmte.; mas una persona investida con los títulos de Gral y Vice-Pr. debía considerar la cosa bajo su aspecto político, para no dejar campo a las siniestras interpretacs. de los enemigos, y enmudecer tal vez a sus amigos. De mi parte me persuado qe. el Pr. de Bolivia no abrigue en su corazón los proyectos qe. aparecen de las cartas publicadas en el último período del Gobno. de V. Le hago también la justicia de creer qe. desee eficazmente la paz de su estado y del

nro.; pero sin agravio alguno suyo, será preciso convenga V. en qe. debe correr algún tiempo para que en el Perú se disipen enteramente los recelos qe. han debido ocasionar los sucesos de la última época. Los hombres de luces y verdaderos amantes de su patria, no pueden prescindir de tantas lecciones qe. ministra la historia del mundo; y así estarán siempre cuidadosos por la suerte de su país. Además las circunstancias de hacerse una guerra tan cruda a los tratados de comercio, cuyas bases fueron personalmte. tratados por el Presidte. con nro. ministro, debía V. suponer qe. derramarían el disgusto en los ánimos peruanos; y cuando el actual ministro de esa repúbl. ha trabajado tan decididamte. pr. derrocarlos queriendo retrogadar a las alarmas pasadas, no era ciertamte. la mejor coyuntura pa. buscar asilo en ese suelo. Estas consideracs. se escaparon sin duda de su penetración; lo que no es estraño, cuando el espíritu se hallaba probablemte. todo ocupado con la idea de reparar una salud tan quebrantada según me dice. El deseo de conservación física es de suyo muy poderoso; mas siento no hubiera quien indicase a V. en aqos. momentos qe. el Ecuador brinda con climas tan buenos o mejores qe. el de Chuquisaca.

Me prometo, mi amigo y Sor. qe. V. recibirá estas ligeras observaciones como de una persona qe. se interesa por su país y por V., Y qe. no quisiera qe. en su situación presente diese V. pasos qe. en manera alguna abran la puerta de malas glosas, o diesen lugar a recordar lo qe. escribió el s. d. P. de Pradt con referencia a esta especie de sucesos. Sabe V. mi modo de pensar y qe. soy...

F. J. de Luna Pizarro.

(5)

Sor. D. D. Pedro Antonio de la Torre.

Areq. Sete. 5 de 1832

Amado sobrino. He recibido tu carta datada en Chuquisaca el 16 del po. po. La deseaba con ansia, porqe. la de Cochabamba en qe. avisabas el dolor al pecho qe. te había acometido me tenía cuidadoso. Felismente ha desaparecido esa molestia, y gozas salud.

A la fha. debe el Congreso de esa República haber despachado el negocio de los tratados de comercio, qe. tanto interesa al bienestar de ambos pueblos. Yo no sé cómo opinarán en Lima; pero mi dictamen particular es qe. aunqe. se eliminen los artics. 3 y 18, si el resto se aprueba, nos conformemos, a trueque de cortar desavenencias, y riesgos de tornar a la situación pasada. La paz es la primera necesidad de nuestros estados, y ella debe ser el objeto principal de las transaccio

nes.

CARTAS Y UN INFORME SOBRE EL TRIBUNAL

MAYOR DE CUENTAS DEL VIRREY

MARQUES DE MONTESCLAROS

Siguiendo el propósito de que la Revista Histórica ofrezca aporte documental, publicamos tres cartas del Virrey Marques de Montesclaros, muy valiosas para esclarecer los orígenes del Tribunal Mayor de Cuentas, establecido en Lima meses antes de su gobierno y adernas, el informe que emite sin fecha el mismo Virrey, sobre las reformas que juzgaba introducir como indispensables en el primer reglamento, para que fuese hacedora la marcha de la en aquel entonces, novel institución, que debía actuar sobre un territorio dilatadísimo y con enlaces o inexistentes o muy difíciles.

Recordemos, que el Tribunal Mayor de Cuentas, se implanta en América segun el modelo y con los fueros y privilegios de la Contaduría Mayor de Castilla. Nace a mérito de la Real Cédula que expide Felipe III en Burgos el 24 de agosto de 1605, para los reinos de Nueva Granada, Méjico y el Perú. Estas leyes, se encuentran insertas en el titulo primero y segundo, del libro VIII de la Recopilación de Indias.

La organización inicial, se ajustó a las Ordenanzas de 1605 y a las posteriores que se dictan en San Lorenzo en agosto 17 de 1609. Las primeras, segun información que trae Solorzano y Pereyra en su "Folítica Indiana", se debieron a las Juntas que a este fin concertaron los Contadores de Castillo Luis de Alarcón y Juan de Gamboa con el Dr. Bernardo de Olmedilla, que era del Consejo Real de Indias. Ambas estuvieron lejos de ser las únicas; el Tribunal sufrió durante el Virreinato muchísimos cambios y transformaciones, siendo la postrera durante el gobierno de Teodoro de Croix y de conformidad con la Real Orden de 6 noviembre de 1786.

La función revisora de las rentas y sus cobranzas a cargo de los Oficiales Reales, la ejercía en España la Contaduría del Consejo de Indias; pero por el continuo crecimiento de las Cajas y la dificultad de las distancias, se vió e impuso la necesidad de un contacto inmediato, al traves de las Visitas, que efectuaban comisionados que se despachaban en zonas y determinados distritos. Ejemplo de uno de estos Contadores de Cuentas, con delegación ambulante, lo tenemos en el Perú, con el caso de Pero Rodriguez de Portocarrero, famoso por haber ocasionado muchos disgustos al primer Marques de Cañele.

Palpando los inconvenientes de las intermitencias de los Visitado

res peninsulares y lo muy pesado que ellas resultaban; a fines del siglo XVI, se estableció de nuevo la revisión preliminar de las Cajas, por emisarios locales que despachaban los Virreyes, los Gobernadores de provincias y los Corregidores en sus respectivos circuitos. Mas, no dando resultado el sistema por la facilidad que se prestaba al soborno y por faltos e irregularidades en la contabilidad, la Met.ópoli, decide establecer Tribunales permanentes en Indias, reforma radical y que, como hemos visto cristaliza en 1665.

El Tribunal Mayor de Cuentas con sede en Lima, abré sus puertas solemnemente el 14 de febrero de 1607, gobernando, po fallecimiento del Conde de Monterrey, la Audiencia que presidía Juan Fernandez de Boan, algunos meses antes de arribar el nuevo Virrey, Juan de Mendoza y Luna. En la carta que este dirige al Rey desde el Callao, el 4 de abril de 1609, de cuenta y hace apreciaciones sobre los primeros funcionarios que tuvo.

Fueron sus tres primeros Contadores Mayores: Alonso Martinez de Pastrana, Francisco López de Caravantes y Domingo de Garro Caballero y en calidad de Oficiales Ordenadores se nomiraron a: Juan de Cortanavia y Juan de Moreno. Formó esta Tribunal, la cuarta sala de la Audiencia y vino a sustituir y asumir funciones que ella ejerció intes, cucindo uzgaba en primera vista las cuentas administrativas del erario canalizadas al travez de las Cajas, las que debían alcanzar definitivo ajuste y ultimación completa en la Metrópoli.

Martinez de Pastrana, el Contador decano del Tribunal durante muchísimos añcs, fue personaje de gran figuración tanto por sus propios méritos, como por el lucido matrimonio que hizo con la limeña Doña Ines de Ribera y Bravo de Lagunas. No lo fue menos su compañero López de Caravantes, quien nos ha legado escritos de valía aun inéditos en parte, como es el legajo que conservan la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, titulado "Noticia General de las Provincias del Perú, Tierra-firme y Chile." El salonic anual que gozaban los Contadcres era de dos mil trescientos ducados.

En el prolijo informe de Montesclaros, figuran datos y consideraciones de incuestionable utilidad, para el historial de esta institución, la que aun no ha tenido la suerte de ser ni ligeramente esbozadu. Se compone de insinuaciones y remedios. Se pronuncia en el sentido de uumentar el número de los empleados, de remunerarlos mejor y hace ver, que el trabajo se torna imposible sino se subsana o limita su area de acción. Era verdaderamente inatendible, la directa jurisdicción que se encargó a Lima, por las enormes distancias, los viajes que suponían la centralización en la capital y los excesivos trotes que implicaban los caminos, con tardanzas de meses parc recorrerlos, amen de los gastos, las posibles pérdidas de aocumentos y los dispendios que

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