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Picardia. Apenas repuesto, lo vemos de nuevo en las filas; en el ataque de los bastiones de Chatelet en 1595 y en otras muchas jornadas entre otras, en la heroica de Doullenes y en el asedio de Cambray.

Como premio a su largo historial de batallas y a sus virtudes militares, Felipe III en 1599 le confirió el cargo de gobernador de Chile. Contaba en aquel entonces con cuarenta años de edad y veinticuatro de excelentes servicios en obstinadas y difíciles acciones.

Dejo de lado la crónica rica en hechos de su gobierno de Chile; aprestos de campañas contra los Araucanos, trabajos administrativos, líneas fortificadas de fronteras, toma y destrucción de Villarica y otros muchos sucesos distinguidos, por no ser pertinentes a nuestro tema. Mas, sí lo es el que sigue, fundamental de su vida privada, me refiero a su matrimonio. Durante su primer gobierno de 1601 a 1603 se casó con Doña Inés de Córdoba Aguilera nacida en Valdivia e hija del matrimonio del Capitán Pedro Fernández de Córdoba -que pasó al Perú hacia 1565 con Inés Aguilera Villavicencio. Era mujer de atractivo singular y gran belleza. Realiza la boda sin permiso de S. M., menospreciando así las células de 1575 y 1582, que la prohibía (9) sin antes recabar licencia expresa del Rey, la que debía anteladamente concederse a los funcionarios que ejercían mando dentro de los términos de su jurisdicción. Quería el precepto real evitar un mayor contacto entre los gobernados y los dirigentes peninsulares el que se establecía por vínculos familiares. La intención era desligarlos de los intereses o provechos, a veces en íntima conexión con los miembros de la sociedad entre los que tenían que vivir y actuar.

Alonso de Ribera, soldado de carácter impetuoso y arrebatado, no pudo detenerse mucho en obedecer aquellas disposiciones pues había concebido por su novia inclinación ardiente. Antes de llegar el pase metropolitano, la boda tuvo lugar en Concepción el 10 de marzo de 1603. La bendijo nada menos que Fray Reginaldo de Lizárraga, recién venido como Obispo de la Imperial. Mas no le trajo el sacramento ventura material, a poco de él, Ribera era destituído del gobierno y trasladado a Tucumán.

Años después en 1612, para emprender la guerra defensiva, el Rey resolvió entregar el gobierno de Chile a su antiguo conductor, el bravo militar Alonso de Ribera. Lo ejerció hasta su muerte ocurrida el 6 de marzo de 1617. Su acción fué fecunda en útiles directivas en este su segundo mandato y los historiadores están de acuerdo en exaltar su figura. Fue experto capitán de rara energía y con dotes de gran gobernante; su fallecimiento produjo sentimiento general en el reino y pese a las impetuosidades de su carácter se le reconocían grandes calidades

(9). Recopilación de Leyes de Indias.-Libro V. Título II. Ley LXIV.

administrativas y talento militar a toda prueba. Bien lo abona, el plan de conquista que propuso seguir, mediante el avance gradual y progresivo de la línea de fronteras.

Ribera, no obstante de haber cumplido y actuado su vida íntegra en servicio del Rey, ya en sus ejemplares acciones de soldado en Europa, como en estas de no menor importancia en América, moría pobre, dejando a la familia casi en la miseria. Su viuda Inés de Córdoba Aguilera, escribía al Rey en 11 de abril de 1617 pidiéndole socorros. Los necesitaba para ella y sus tres hijos: Jorge Lorenzo, Mariana y Benévola. En nombre de ellos solicitaba mercedes, pero ante todo recordaba los merecimientos de su marido.

A mas de las estrecheces económicas, a poco se vió envuelta en molestias y dificultades por el juicio de residencia, que el visitador llegado de Lima le tomaba a su esposo, por los actos administrativos durante los años en que actuó de gobernador de Chile. El Juez encargado de esta residencia, fué como ya lo hemos dicho, el Doctor Juan de Canseco y Quiñónes, Alcalde del Crimen de la Real Audiencia del Virreinato peruano. En un principio redactó severo expediente con diversos cargos, los que luego se disiparon en las apelaciones y recursos posteriores.

La viuda de Ribera, sobrevivió en mucho a su esposo. Fallece en 1661, se trasladó a Santiago y mas tarde se hizo monja del Monasterio de las Agustinas de esa ciudad, lo mismo que su segunda hija. La mayor, Mariana, se casó como ya hemos informado, con el que vino como Juez de su padre y con él pasó al Perú.

El 10 de marzo de 1620 se expedía real cédula en Madrid por la que se ordenaba traslado al Alcalde del Crimen Canseco a la Audiencia de Méjico en funciones de categoría idéntica a la que ejercía en Lima, fué a reemplazar a Francisco Manso de Contreras, quien antes había sido gobernador de Venezuela y Oidor de Quito, de Santo Domingo y de Panamá.

Ejerciendo el Virreinato de Nueva España el Marqués de Cerralvo, elevan a Canseco como oidor de Méjico con fecha 14 de marzo de 1624. La plaza que vino a ocupar era la vacante que dejaba Alonso Bravo de Saravia (10) quien fué despachado como oídor de Lima; mas este magisterio, Saravia no lo pudo cumplir, pues murió en el camino antes de alcanzar la Ciudad de los Reyes. Sabemos por último, que Canseco culminó su carrera de funcionario, con la alta distinción de Presidente de

(10).-En 1602, época del Marqués de Salinas, es nombrado Alcalde de Corte en Lima. En 1620, lo designan como Oidor de México, sustituyendo a Juan Quesada de Figueroa, que había fallecido. Cuando venía de retorno a Lima en calidad de Oidor, no pudo ocupar la plaza porque falleció en el camino.

la Audiencia de Guadalajara, en cuyo ministerio le llegó la muerte ha

cia 1640 (11).

Barrós-Arana (12) recoge de la documentación del Archivo de Indias, tan rica en denuncias, una contra Canseco, por cargos que le imputaron durante su estadía en Chile la que finalizó en diciembre de 1620. Lo hace con cierta malevolencia, pues lo tacha de haber cobrado su salario que ascendía a dieciseis mil patacones incluyendo él y los oficiales que lo ayudaban. Se duele de que este dinero saliese de las Cajas de Chile lugar tan pobre. Luego señala, el que un empleado suyo, el alguacil Espinaredo, comerciase con los soldados con escándalo y murmuración de los del lugar. Relata, que había traído fardos de ropa en cabeza de otros para negociarlos y que así mismo pretendió llevar a su regreso al Perú un barco cargado de madera, disimulando su tráfico con nombres de extraños, uno de los cuales era su mayordomo y el otro su propio hermano, el domínico Fray Cristóbal de Canseco.

También copia párrafos de la carta escrita al Rey por el Gobernador de Chile, Luis Fernández de Córdoba y Arce, en 1627. En ella se habla de la necesidad de visitadores, pero no como lo fué Canseco, de quien alude no vino a Chile sino a casarse con la hija de Alonso de Ribera, a quien particularmente tuvo la intención de cortejar. La injusticia de este aserto es flagrante, queda totalmente borrada con los innúmeros expedientes de pesquisas que formuló Canseco en su estadía en nuestra vecina del sur. Probablemente con ellos, hirió a muchos intereses y los resquemores que dejó, fueron vengados por la tan usual chismografía de cartas y memoriales que elevaban desde América al Consejo de Indias, los envidiosos y dolidos. En cuanto a la opinión de Fernández de Córdoba y Arce, esta debió de estar muy influída por los enemigos que en Santiago, el Juez Canseco tuvo que granjearse. No se explica en otra forma, ya que un historiador contemporáneo, el Padre Rosales, retrata a este gobernador como hombre cortés, afable, discreto, dadivoso y clemente. (13).

En el presente estudio del Oídor Canseco, me he ocupado del notable Capitán y Gobernador de Chile Don Alonso de Ribera y Zambrano, como suegro de aquel. En la obra recientemente aparecida de Loh

(11).-La Audiencia de Guadalajara fundada en 1548 tuvo diecinueve presidentes. Juan de Canseco fue el número trece. Sucedió al antes oidor de Lima, Alonso Pérez de Salazar. Su nombramiento está fechado el 11 de enero de 1636.

(12).-Diego Barrós Arana. Historia General de Chile.-Tomo IV.

(13).-Estudio biográfico de sumo interés sobre la figura de Luis Fernández de Córdoba y Arce, lo realiza José Toribio Medina en su "Diccionario Biográfico de Chile". En el Perú su pariente, el Virrey Conde de Guadalcazar, lo proveyó por su teniente en la Capitanía General de Mar y Tierra. Se casó en el Cuzco con Juana Vásquez de Arce Cepeda y Tordoya, hija de Juan Julio Ojeda y nieta de Lcndo. Cepeda, Oidor de la Plata.

mann Villena (14) encuentro una coincidencia de apellidos de gran interés. En las informaciones de Gil de Cabrera y Dávalos, figura como su abuelo materno, el Maestre de Campo Antonio de Ribera y Zambrano, nacido en Lima, bautizado en la Catedral el 30 de junio de 1566, su regidor perpetuo y con testamento en ella, ante Domingo Muñoz con fecha 29 de noviembre de 1623.

Lohmann consigna, que Antonio de Ribera y Zambrano, fué hijo legítimo del célebre primer Alcalde de Lima Nicolás de Ribera, el Viejo y de su mujer Elvira Dávalos de Sollier. De este dato se podría desprender, que Antonio pudo ser hermano del Gobernador de Chile Don Alonso, si hubiese regido en aquella época la nominación de los vástagos, según nuestra costumbre moderna. Pero en el siglo que nos ocupa, era frecuente bautizar a los hijos con apellidos de antepasados, según los recuerdos o las conveniencias familiares de orden económico y nobiliario.

De ello se colige, que tal igualdad está lejos de implicar que ambos procediesen del mismo matrimonio. A mayor abundamiento y que deshace la anterior hipótesis, sabemos por la información del hermano de la mujer de Canseco, Jorge de Ribera y Córdoba, que fueron los padres del Capitán General y Gobernador de Chile y Caballero Calatravo: Jorge de Ribera Zambrano y su mujer Ana de Montesinos ambos con solar en Ubeda. Lo que si parece cierto, es que este personaje y el primer Alcalde de Lima, procedían del mismo tronco español, por el lado de Perafan de Ribera.

Antes de finalizar, deseo dejar constancia que este nuevo hijo legítimo de Nicolás de Ribera, el Viejo, no lo consigna Riva-Agüero, en la notable biografía que a él le dedicó. (15). Antonio de Ribera y Zambrano, estuvo casado con Petronila Dávalos y Zúñiga, nacida en Lima, bautizada en la Catedral el 19 de noviembre de 1603. (16).

(14).-Guillermo Lohmann Villena.-Los Americanos en las Ordenes Militares. 2. Tomos. Madrid 1947. Tomo II. pág. 13.

(15).-José de la Riva-Agüero. "El Primer Alcalde de Lima, Nicolás de Ribera el Viejo y su Posteridad". Librería e Imprenta Gil. Lima. 1935.

(16)-Antonio de Ribera y Zambrano,nació en Lima y fué bautizado en la Catedral el 30 de junio de 1566. Testó el 29 de noviembre de 1623 ante Domingo Muñoz y fué hijo legitimo de Nicolás de Ribera el Viejo y de su mujer Elvira Dávalos de Solier, nacida en Santo Domingo. Estuvo casada con Petronila Dávalos y Zúñiga, limeña y bautizada en la Catedral el 19 de setiembre de 1603. Casó en segundas nupcias con el Contador de la Real Hacienda Bartolomé Astete de Ulloa. Era nieta del Oidor y Presidente de la Real Audiencia Diego Núñez de Avendaño.

Lima, 12 de Abril de 1949.

Manuel Moreyra Paz-Soldán.

Cuatro cartas del Marqéus de
Montesclaros referentes a
a la
Mina de Huacavelica

La correspondencia que ha dejado el Virrey Marqués de Montesclaros (1607-15) enviada al Rey y que guarda el Archivo de Indias de Sevilla es enorme: Desgraciadamente aun no ha sido pubicado tan importante material histórico. La obra valiosísima que emprendió Don Roberto Levilier, bajo el título de "Gobernantes del Perú" y que en su gran mayoría recoge las cartas de los virreyes peruanos se ha detenido en 1600 y por lo tanto, inserta sólo parte de la dirigida por Don Luis de Velazco. A partir de este virreinato, los estudiosos de nuestro pasado colonial, para indagar su oscura historia tienen que acudir ya personalmente o por medio de copias a las fuentes de Sevila. Es indispensable que nuestro gobierno continúe para los siglos XVII y XVIII, la colección que iniciare Levillier. El servicio que haría a nuestra cultura tal empeño, no hay como calificarlo, pondría de relieve mil de hechos o que se ignoran o que han sido tergiversados.

Entre los papeles que de orden histórico poseo, tengo muchos duplicados de las cartas que remitió el Marqués de Montesclaros al Rey dando cuenta de su acción gubernamental. De ellas he escogido cuatro, consagradas de preferencia al asiento Minero de Huancavelica. Las he obsequiado a la Revista Histórica y salen en el presente número. Van a ser transcritas fielmente. Las antecedo con un ligero resumen de los sucesos básicos que ellas dilucidan.

La primera, fechada en el Callao el 11 de abril de 1608 nos entera de estos puntos. Que la Armada que se anuncia iba a salir el 15 de abril de ese año, conduciría, 1'254,755 ducados sin contar los de Quito y que de particulares iba poco. Que las minas de Huancavelica se encontraban en difícil situación, porque aunque se continuaban las obras del socavón y lumbreras, dentro de las minas sucedían con frecuencia grandes, desgracias y derrumbamientos por desprendimientos que las cegaban e impedían la saca del metal. Que últimamente recibió daño considerable por desprendimientos de desmontes tan gruesos, que cerraron las bocas de la Mina Nueva y la de San Jacinto. Y que para iimpiarlas era menester muchos meses. En este desprendimiento murieron dos españoles.

Por los tropiezos reseñados en Huancavelica, manifiesta, que ha de faltar azogue para la minería de amalgamación, por lo que suplica el

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