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doctrina y deseos de algunos, manifestados en otras ocasiones fuera del congreso, me señala el rumbo que debe seguir mi impugnacion. Lo que yo aseguro, sí, al señor diputado, es que sin la instalacion del congreso, y sin su permanencia hasta el dia, esas plazas perdidas de que habla el preámbulo que nos ha traido no hubieran sido defendidas con tanta gloria. Esas derrotas de ejércitos tan exageradas hubieran servido de pretesto para capitular con el enemigo; esa desnudez del soldado, tan artificiosamente ponderada, no estaria en parte cubierta con el lisonjero prospecto de una reforma que está próxima á verificarse bajo los auspicios de una constitucion libre; en una palabra, sin esas mismas córtes, que tan poco han correspondido á lo que esperaban de ellas los autores del preámbulo, el pabellon enemigo tremolaria hoy sobre los muros de Cádiz.

>>>Sin entrar en un exámen histórico de los sucesos ocurridos en tiempo de la primera regencia, de un gobierno, digo, absoluto y sin más freno que la buena voluntad de sus individuos, con un prelado tan respetable al frente, que como ya se ha dicho en otra ocasion, casi se le atribuian milagros sin córtes que entorpeciesen ó espiasen sus providencias; sin libertad de imprenta que censurase su conducta; sin insurreccion de América que distrajese su atencion y disminuyese la fuerza necesaria en la Península; con ingresos cuantiosos que llegaron de ultramar en diferentes ocasiones, sin haber acometido la árdua empresa de contener el desarreglo y dilapidacion de los caudales públicos y otros abusos de la administracion; sin entrar, repito, en este exámen, debe tener entendido el señor diputado, que el progreso inevitable de las desgracias que hemos sufrido, solo pudo contrabalancear la reunion de un cuerpo soberano, cuya fuerza moral y cuyo influjo son muy superiores á lo que puede concebir el genio mezquino y limitado de los que se dejen alucinar por los lugares comunes de que tanto abunda el preámbulo.

>>Así es visto tambien que no está el defecto en la falta de poder absoluto por que tanto suspira el preámbulo. Sus autores se desentienden que á lo que acabo de indicar se une un hecho esencialísimo. La primera regencia tuvo además á su favor por administradora á una corporacion respetable por la opulencia personal de sus individuos, por la riqueza del pueblo que los habia nombrado, por el in

menso crédito de que podia disponer. Hablo de la junta de Cádiz, que habiendo hecho de tesorero mayor del primer consejo de regencia, pudo sacarle de todos los apuros, ninguno de los cuales es comparable al menor de los que afligen en el dia al congreso nacional. Túvose buen cuidado de deshacer el convenio que existia entre el gobierno y la junta de Cádiz, precisamente en el momento de instalarse las córtes.

>>Privadas estas de aquel recurso, exhausto el erario de fondos, careciendo de ingresos de las provincias, acabadas las remesas de América, y perdida hasta la esperanza de ulteriores socorros con el progreso de la insurreccion, el congreso se vió envuelto en un caos de dificultades y de urgencias. Fomentada, como se sabe, la rivalidad y desunion entre los cuerpos y personas á que recurrian las córtes en solicitud de préstamos y anticipaciones por la misma mano oculta de que se vale el enemigo para lograr su fin, fué imposible proporcionar medios para socorrer las necesidades públicas.

>>La urgencia se aumentaba, como se aumenta cada dia. Los recursos se disminuian: fué inevitable acudir á las reformas, á evitar gastos poco necesarios. Este paso, por más útil que aparezca, es siempre el más odioso, el que más descontentos produce, el que aumenta los enemigos del gobierno que le intenta: y el señor diputado que ha traido las proposiciones, testigo como yo del conflicto y amargura del congreso al decretar estas reformas, y á que ha contribuido con su voto, no ve que es instrumento de los que no le quieren bien, pues le precipitan hasta el punto de que acuse al congreso, porque es justo y severo á costa de su ternura paternal.

>>> Las provincias de acá y allá del mar no envian á Cádiz un solo maravedí para atender á los gastos de la guerra. En Cádiz no cae alguna lluvia de oro. Lo que producen sus ingresos no bastan ni con mucho para cubrir las atenciones de este importantísimo recinto. La penuria no hay para qué disimularla. El preámbulo acusa de falta de providencias al congreso. En las provincias, en América, en Europa, es preciso que se sepa que atendidos los recursos de que podemos disponer, es prodigioso cuanto se hace; y que el preámbulo es una impostura dirigida á sorprender á los que ignoran ó no pueden conocer nuestra amarga pero gloriosa situacion. Es necesario que

conozcan que nuestra resistencia es por todas sus circunstancias estraordinaria: que cuanto se hace en España parece milagroso. Es preciso que conozcan que es debido á causas de órden muy superior á las miserables ideas del preámbulo. El amor á la libertad, el deseo de la independencia, el ódio implacable de los pueblos á la dominacion estranjera, la alteza de los sentimientos de gloria y pundonor de nuestros verdaderos militares; hé aquí el suplemento al déficit de tesorería, que en vano se intentaria reemplazar con un príncipe estranjero á la cabeza del gobierno, revestido del poder absoluto, que, segun por todos los poros del preámbulo traspira, se intenta arran. car á la incauta sencillez de los diputados.

>>Pero no anticipemos las ideas. Conviene no perder nunca de vista el poder por que suspira el preámbulo en el gobierno. Lo que quiere es un poder absoluto sin freno alguno que le contenga, cuando quiera vender á la nacion ó atropellar sus derechos. Dejemos la apología del congreso; háganla sus decretos y la série de sus resoluciones. Ni los autores del preámbulo ni yo podemos ser jueces imparciales. La nacion y la posteridad juzgarán á las córtes, cuando hayan cesado las pasiones de la envidia y del ódio, y las miras particulares de los que prefieren la ruina de la patria á que se salve por medio de instituciones que detesta su corazon.

>>Preciso es que entremos en el exámen de los principales puntos del preámbulo. La libertad de imprenta, dice, ha producido muchos males, ningun beneficio. Ha injuriado á personas respetables en todas las clases. No hay para qué reproducir lo que tantas veces se ha espuesto en la materia. El abuso es hijo de la impunidad, y esta está promovida con el objeto de hacer odioso el establecimiento de la ley. ¿Quién ha abusado de ella? ¿Los que la promovieron y sostuvieron? Seguramente no. Tal vez no han usado de ella en ningun sentido. Pero los que la desacreditan y aborrecen no están en este caso. Recuerde el congreso, aunque sea solamente los escritos dirigidos á destruir abiertamente la institucion de córtes. Compare la trascendencia de sus escritos con las indiscretas declamaciones del autor del Robespierre, que olvidado quizá por los que le persiguieron, yace medio podrido en una cárcel, sin que se sepa todavía el éxito de su causa, cuando autores de otra clase de libelos gozan de toda libertad y proteccion.

>>Pero, y el daño ocasionado por la libertad de imprenta, ¿dónde está demostrado en el preámbulo? ¿Bastan pequeños inconvenientes, inseparables de todos los establecimientos humanos, para desacreditar una medida que tiene por objeto la felicidad de una nacion, tomada en la latitud á que no alcanza la cortedad de génios limitados? La libertad de imprenta es ciertamente incompatible con la impostura; rasga el velo y quita la máscara que encubre al hipócrita, al malvado y al inepto: destruye las reputaciones usurpadas. En este sentido podrá ser un mal para el que vive á costa del misterio ó del engaño; pero no para la nacion, que tiene el mayor interés en examinar la conducta pública de los que la gobiernan. La vida doméstica hasta ahora ha sido respetada; las virtudes privadas apreciadas; y el preámbulo mismo da á conocer que no es de esto de lo que se quejan sus autores. Hágase cumplir la ley, y el abuso si existe cesará.

>>Cuando el preámbulo se contrae á injurias dichas al gobierno, lo hace con tal ambigüedad, que no sé si alude á los debates de las córtes, ó á los impresos que puedan circular en el público. En este último caso el congreso no es responsable. Ha señalado con la ley el camino que debe seguirse para perseguir á los calumniadores. Lo que yo puedo decir es, que aun en ese punto ignoro que haya abuso. Los regentes han sido tratados con la consideracion que merecen sus virtudes. Los demás agentes del gobierno podrán haber esperimentado más o menos censura en sus operaciones. Esto no es de mi incumbencia. Si se alude en el preámbulo á nuestras discusiones, yo satisfaré á este cargo, al mismo tiempo que conteste al que se nos hace sobre trabas puestas al gobierno; pero antes deshagamos otro, cuya naturaleza irrita al más pacífico.

>>Los diputados intentan perpetuarse para disfrutar unos sueldos que la nacion no puede pagar. La diputacion en Cortes es de suyo temporal, y en vano se presume escitar recelos de que quiera convertirse en plazas de magistratura ni otros empleos vitalicios, que con tanto patriotismo conservan ó buscan los que sugirieron las ideas del preámbulo. La nacion no se dejará sorprender en un lazo tan grosero. Sus diputados no han perdido su confianza. La constitucion, el decreto de señoríos, la abolicion de la ordenanza de montes, y tantos otros decretos de esta naturaleza, la convencerán que es una ca

lumnia contra sus procuradores la idea de perpetuidad promovida por los enemigos del bien público. La duracion de su encargo se habrá de determinar por la urgencia de las circunstancias. Concluida y consolidada la obra, los diputados dejarán con gusto sus asientos. Renunciarán unos destinos que solo tienen amargura y odiosidad, no provision de empleos, ni pingües dietas, como se sienta en el preámbulo. Este cargo no sé si deshonra más á quien le hace, que al congreso contra quien se dirige. Me lleno de rubor, porque creo indecoroso contestar á él. La lista de tesorería tal vez desharia mejor la calumnia. En ella se veria que, observadas todas las circunstancias, el que presenta este cargo no ha echado de ver que le han comprometido hasta el punto de faltar á la decencia.

>>Como se pide que este escrito se inserte en las actas, y como la publicidad con que se ha leido hará que sea llevado, no por las cien bocas de la fama, sino por mil y mil conductos á todos los puntos en que se intenta produzca su efecto, es preciso que se sepa al mismo tiempo que, además de no ser cierto el cargo, se descubre en él todo el espíritu de sus autores. Se clama en el escrito altamente contra el gasto que hace la nacion en las dietas de sus diputados.

»Vea ahora el congreso que el ardiente celo y el espíritu de parsimonia del preámbulo concluye con pedir que el modesto y económico consejo de regencia se convierta en el ostentoso y pródigo gobierno de una córte estranjera. ¡Qué contradiccion! ¡Qué hipocresía tan chocante! No quiero distraer al congreso con reflexiones que para todos son obvias.

>>Vamos á otro cargo. Que las córtes no han dado facultades al consejo de regencia. Para hacer el mal es verdad; para hacer el bien no es cierto. Si las providencias del gobierno no han de poder ser examinadas por las córtes; si discutir libremente cada uno con la calma ó vehemencia propia de su temperamento es entorpecer las facultades del gobierno, digase que no debe haber córtes, que el gobierno no deber ser responsable, que debe ser absoluto, que debe obrar segun su capricho. Pero si no ha de ser así; si la regencia se ha de dirigir, como yo creo, por el camino de la ley, debe entenderse que el congreso no es culpable de que el gobierno no sostenga sus proyectos y sus providencias por el medio legal y conveniente que se

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