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no les quedara á los romanos esperanza de poderse salvar. Era menester usar de presteza; avisó pues Marcio á los soldados en pocas palabras de lo que pretendia hacer; con tanto, mandóles que fuesen á reposar, y á la cuarta vela los sacó animados y alegres, porque de la cabeza de Marcio, cuando les razonaba, vieron resplandecer un llama; cosa que ellos tomaron á buen agüero. Estaba el campo de Asdrúbal distante de los reales de Magon solas seis millas, que hacen como legua y media, y en medio un valle de mucha arboleda, donde Marcio puso tres compañías de respeto para todo lo que sucediese, con algunos caballos. Marchaban los demás soldados sin ruido y á la sorda; por esto y por estar los contrarios descuidados, sin velas, sin cuerpo de guardia, entran en los reales de Asdrúbal sin alguna resistencia. La matanza que hicieron fué grande en los que estaban desarmados, descuidados y durmiendo; pocos se salvaron por los piés, muchos mas pretendieron acogerse á los otros reales que cerca estaban, pero dieron en la celada donde fueron todos muertos; en fin, el menosprecio del enemigo fué causa, como suele, de su perdicion. Entrados los reales de Asdrúbal, con el mismo valor y ánimo se dieron priesa para desbaratar á Magon, que no sabia nada del daño de los suyos ni de la matanza. El sol era ya salido cuando llegaron á las estancias de Magon; arremetieron denodados, y con la misma felicidad en un punto de tiempo, antes que los enemigos se pudiesen apercebir á la defensa, los entraron.Peleóse fuertemente dentro de los reparos hasta tanto que, vistos en los paveses y en las espadas de los romanos las señales de la matanza pasada, los de Magon se desanimaron, y perdida la esperanza de la victoria, se pusieron en huida. Degollaron en los dos rebates treinta y siete mil enemigos, prendieron casi dos mil; el botin y despojo fué muy grande. Los capitanes cartagineses escaparon á uña de caballo,que fué lo que solamente faltó para que esta victoria se igualase con la pérdida y daño pasado. La nueva de este suceso tan alegre llegó á Roma por principio del año que se contaba de su fundacion 543, con cartas de Marcio, donde, porque sin órden del Senado se llamaba teniente de pretor ó gobernador, muchos se ofendieron; pero respondieron en lo que pedia en sus cartas del trigo y vestidos que el Senado tendria cuidado, sin dalle título en las cartas ni llamalle teniente de gobernador. Con lo cual y con nombrar á Claudio Neron para que acabada la guerra de Capua, en que estaba ocupado, pasase en España con once mil peones y mil y cien caballos de socorro, de callada reprehendieron lo que Marcio y los soldados hicieran en dalle y aceptar aquel nombre; que vicio es propio de nuestra naturaleza ser benignos en el temor, y despues de la victoria olvidarse. Aníbal, sin duda por aquel suceso y por la resolucion que tomaron los romanos, comenzó á perder la esperanza de salir con su intento; pues veia que tenian tan grande ánimo, que se determinaban de enviar ayuda en España, sin embargo que llegó el enemigo tan poderoso á las puertas de su ciudad. Porque Aníbal, despues que tomó á Taranto, acudió para hacer alzar el cerco que los romanos tenian sobre Capua. Y echado de allí, pasó tan adelante, que asentó sus reales á tres millas de Roma, que fué una gran resolucion. Hízose Neron á la vela en Puzol, surgió con su armada junto á Tarragona. De allí

con sus gentes y las de Marcio y de Fonteio sin tardanza movió la vuelta del Andalucía en busca de Asdrúbal, que en los pueblos Ausetanos tenia sus alojamientos á las Piedras Negras, nombre de un bosque que habia entre Illiturgo y Mentisa (entiéndese que Mentisa es Montizon ó Cazorla). Púsose Neron en las estrechuras por donde el enemigo forzosamente habia de pasar. Acudió Asdrúbal á sus mañas, y con mostrar que queria concierto, gastó tanto tiempo en asentar las condiciones, que venida la noche, sus soldados pudieron escapar por la fragura de aquellos montes; con que el general romano, aunque tarde, conoció su engaño y la astucia cartaginesa, y deseaba la batalla, cuyo trance los cartagineses, hechos mas recatados, huian con todo cuidado.

y

CAPITULO XX.

Cómo Publio Scipion tomó á Cartagena.

En este medio en Roma se trataba de acrecentar el ejército de España y de enviarle un nuevo general. Juntóse el pueblo para la eleccion, como era de costumbre. Los padres se hallaban en gran cuidado por no salir alguno á dar su nombre y á pretender aquel cargo, á causa de ser el peligro tan grande. Pero al fin, Publio Cornelio Scipion, hijo de Lucio Scipion, mozo de veinte y cuatro años, salio á la demanda, y por voto de todos fué nombrado para ser procónsul de España, porque Neron no era mas que teniente de pretor, y solo hasta tanto que se proveyese otro para el gobierno. Tenia grande valor y mayor que su edad pedia, lo cual mostró bastantemente cuando los mancebos de Roma trataban despues de la rota de Cannas de desamparar á Italia; porque con la espada desnuda amenazó en la junta de dar la muerte al que no desistiese de aquel propósito, con que del todo se trocaron y mudaron parecer. Era tenido por hombre recto, crédito que él conservó diligentemente con la devocion que mostraba aficion al culto de los dioses. Ca despues que tomó la toga, que era vestidura de varon, acudia muy de ordinario al templo de Júpiter, que estaba en el Capitolio, y en él hacia sus rogativas y ofrecia sus sacrificios todas las veces que queria comenzar algun negocio público ó particular. Diéronle de socorro diez mil infantes y mil caballos. Sillano fué nombrado para suceder á Neron con nombre de propretor. Nombró Scipion por sus legados ó tenientes á su hermano Lucio Scipion y á Caio Lelio, aquel de cuyos consejos se entendió procedian todas las hazañas que Scipion acabó en toda su vidą; y vulgarmente se decia que Lelio componia la comedia que Scipion representaba. Con estas ayudas y con estas gentes, en una armada que se juntó en Ostia, se hizo á la vela. Llegado á España al fin del año, dió gracias á los soldados por lo hecho con palabras muy corteses; en particular á Marcio hizo mucha honra, como la razon lo pedia, y le tuvo siempre á su lado en su compañía. En el mismo año Marco Marcello entró en Roma con una fiesta que llamaban ovacion, honra que le concedieron porque ganó la ciudad de Siracusa. Llevaba delante de sí á Merico, español, con una corona de oro, en premio de que le entregó la ciudad y la guarnicion. A sus soldados dieron los campos de Murgancio, en Sicilia, que era, como dicen nuestros escritores, poblacion antigua de españoles. El año siguiente, que se

ban de la ciudad de Roma 544, Scipion al princi= la primavera sacó sus huestes y las de sus aliaon resolucion de pasar el rio Ebro y apoderarse -tagena, ciudad la mas fuerte de todas las enepuesta en frente de Africa, con un muy buen », donde los cartagineses tenian los rehenes de a, el bagaje de los soldados, las vituallas, muni

y almacen. Acometia esta empresa con tanto - deseo, que si salia con ella, pensaba echar á los gos de toda España. No era su pretension sin funto, por tener aquella ciudad pequeña guarnicion, capitanes cartagineses estar con sus gentes muy es á saber, Magon cerca de Cádiz, Asdrúbal, hijo sgon, á la boca de Guadiana; el otro Asdrúbal se Da en la Carpetania, que hoy es el reino de Toledo. el cargo de la armada romana á Lelio, con órden pequeñas jornadas fuese en seguimiento del ejérle tierra, en que entre romános y españoles se haalistados veinte y cinco mil infantes y dos mil y entos caballos. Llegó Scipion por tierra á Cartaen siete dias, y luego el dia siguiente determinó mbatir la ciudad á un mismo tiempo por mar y por El que tenia la ciudad por los cartagineses, llaMagon, no se descuidaba en armar los ciudadanos, ir los soldados por todas partes, poner á punto los cos y ingenios, sin olvidarse de cosa alguna que diese desear en un diestro capitan. Está aquella d asentada en un ribazo sobre el puerto con una que tiene por frente, y le hace seguro de todos los os: Rodéala el mar por tres partes, y la que mira tentrion y hacia la tierra tiene la entrada empidemás que á la sazon la tenian fortificada de una muralla. Los soldados de Scipion pretendieron llí escalar la ciudad; pero los españoles que esen aquel cuartel, con grande esfuerzo no solo les dieron la entrada, sino con una salida que hicie›s forzaron á retirarse mas que de paso. Cargaron s compañías qué Scipion enviaba de refresco, con as españoles fueron forzados á meterse en la ciuEl alboroto y espanto de los de dentro por esla era tan grande, que en muchas partes dejaron la lla sin defensa. Con esta buena ocasion, los solpor mar y por tierra se arrimaron, como les era ado, con sus escalas al muro. Advertidos de este o los cercados, acuden á la defensa con gran de>; y con lanzar sobre los enemigos piedras y todo o de armas ofensivas, los forzaron á arredrarse sin efecto. Por la parte de poniente estaba pegado I muro un estero; avisaron los pescadores que lo bajaba el mar, le podia pasar un hombre á pié. neral romano manda que los soldados, si bien aun ibian descansado' del todo ni estaban alentados pelea pasada, acometan por dos partes la muralla, que, estando los de la ciudad ocupados en defender 1 parte, escalen la ciudad por la otra, que á causa ner aquel estero estaba por allí mas flaca y sin la. Como lo mandó, así se hizo, y sucedió punente como lo tenia trazado. Entrada por aquella la ciudad, apoderáronse los soldados de la puerta ercana, y por ella dieron entrada á lá demás genor donde en un momento fué la ciudad puesta en de los romanos, y quedaron señores de todo; je tambien Magon entregó la fortaleza, por no tener

esperanza ni órden de poderse en ella tener. El despojo fué muy rico, los ingenios de guerra muchos, las banderas que tomaron setenta y cuatro, naves gruesas que se hallaban en el puerto cargadas de vituallas y municiones, sesenta y tres, los presos hasta diez mil, fuera de los esclavos, de los cuales pusieron en libertad á los ciudadanos de Cartagena; y para que el beneficio fuese mas colmado, les volvieron todos sus bienes á propósito y con intento todo de ganar las voluntades de los naturales. Los rehenes otrosí, parte entregaron á los embajadores de sus ciudades; los demás fueron entretenidos muy honradamente, y entre estos la mujer de Mandonio y los hijos de su hermano Indibil. Asimismo una doncella muy hermosa, como quier que fuese entregada á Scipion y presentada por los soldados, apenas la quiso ver y hablar, por quitar la ocasión y sospecha. y por tener entendido que ninguna cosa podia acarrear. á su edad mayor peligro que los deleites deshonestos;. antes la mandó guardar y restituir á un principal de los celtiberos, llamado Luceyo, con quien estaba desposada. No paró en esto, sino que le dió para aumento del dote el oro que los padres de aquella moza ofrecian para su rescate. Con esta benignidad y liberalidad de tal manera quedó prendado aquel mancebo, que dentro de pocos dias vino á servir, á los romanos con mil y cuatrocientos caballos, y en ello continuó con mucho esfuerzo y lealtad. A los soldados que entraron la ciudad se dieron premios conforme al valor que cada uno mostrara. Y porque entre dos dellos, es á saber Sexto. Digicio y Quinto Tiberilio, habia diferencia sobre quién dellos merecia la coronà mural, que se daba al que primero subia en muro, por estar todo el ejército dividido sobre el caso en dos partes, sentenció que se debia á entrambos; y así, dió á cada uno la suya, de que todos quedaron muy pagados. A Lelio en particular dió una corona de oro y treinta bueyes para que los sacrificase. Con esto y para que llevase la nueva de que. Cartagena era tomada, le envió luego á Roma en una galera de cinco remeros por banco, en que iba otrosí Magon y quince senadores de Cartago, la de Africa. Rehicieron despues y repararon los muros de aquella ciudad por las partes que quedaban maltratados. Todo lo cual concluido, y puesta allí una buena guarnicion de soldados, Scipion, con mayor fama y reputacion que antes tenia, dió la vuelta á Tarragona al fin de aquel año para tener Cortes á los naturales y ciudades de su devocion. Lelio, llegado que fué á Roma, luego que le dieron audiencia en el Senado, con un grande y elegante razonamiento que hizo, declaró cuán grandes fuerzas se les juntaran con la toma de aquella ciudad. Demás desto, examinados los cautivos, se supo ser verdad lo que M. Valerio Mesala desde Sicilia por sus cartas avisaba, es á saber, que Masinisa tenia en Africa levantados cinco mil caballos númidas, y que hacia juntas de otras gentes africanas, con pensamiento de volver á la guerra de España; junto con esto que Asdrúbal Barquino estaba otra vez señalado para pasar en Italia con aquellas gentes de Africa y grandes socorros de España; nueva que en el pueblo causó grande espanto, y puso á todo el Senado en grande cuidado, en especial que por aquellos dias en los Samnites, parte de lo que hoy llaman Abruzo, cerca de la ciudad Herdonea, Aníbal les dió una grande rota, ca el

pretor Gneio Fulvio con doce tribunos fueron muertos, y un grueso ejército destrozado. Unos dicen que los muertos llegaron á trece mil, otros que fueron siete mil.

CAPITULO XXI.

Cómo Asdrúbal Barquino fué vencido por Scipion.

Con la toma de Cartagena el estado de las cosas se mudó en España. Muchos se inclinaron al partido de los romanos, que tal es la costumbre de la gente seguir al que mas puede. Entre los demás Edesco, hombre de muy alto lugar entre los españoles, se pasó á los romanos por haberle restituido mujer y hijos, que estaban entre los relienes ya dichos. Mandonio y Indibil, príncipes de los celtiberos, alcanzaron perdon de la falta pasada, y con tanto fueron recebidos en gracia. Tenia Asdrúbal Barquino sus alojamientos cerca de Betulon, ciudad, segun se entiende, puesta en lo que hoy es Andalucía, donde están Ubeda y Baeza. Scipion, luego que el tiempo dió lugar para ello, año de la fundacion de Roma 545, movió de Tarragona en su busca, y en su compañía Lelio, que era ya vuelto de Roma. Asdrúbal, avisado del intento de Scipion y desconfiado, así del esfuerzo de los suyos como de la voluntad de los españoles que tenia consigo, de noche pasó sus alojamientos á un ribazo, cuyas raíces y halda por la mayor parte bañaba y rodeaba un rio, que se cree era Guadalquivir. Tenia en la cumbre dos llanos: en el mas bajo puso á los númidas ó alárabes y á los africanos y á los mallorquines; en el mas alto se alojó el mismo general con la fuerza del ejército. Ni la aspereza de aquel sitio ni el peligro de la subida espantó á Scipion para que no pretendiese venir á las manos con el enemigo, que atemorizado confiaba mas en la fortaleza del lugar que en sus gentes. La dificultad de la subida fué grande. Ninguna cosa tiraban los enemigos que cayese en vano. Pero luego que con grande trabajo subieron al llano y llegaron á las espadas, los enemigos volvieron las espaldas para recogerse en la parte mas alta de aquel ribazo. Era mas fragosa aquella subida, y así, fué necesario ir ladeando el monte repartidas las gentes en dos partes, Scipion á la mano izquierda, y Lilio á la derecha. Subido que hobieron, acometieron por ambos lados á los enemigos, los cuales en un punto se pusieron en huida, porque ni podian bien revolver sus haces, ni tuvieron tiempo para poner los elefantes por frente. Murieron como ocho mil hombres, fueron presos diez mil infantes y dos mil hombres de á caballo, y entre estos un mozo de poca edad, llamado Masiva, sobrino de Masinisa, hijo de una su hermana, que poco antes era vuelto de Africa. Dióle Scipion un caballo, vistióle ricamente y envióle graciosamente á su tio. Asdrúbal, enviado delante el dinero y los elefantes con parte de sus gentes, no paró hasta llegar cerca de los Pirineos, donde acudieron tambien Asdrúbal, hijo de Gisgon, y Magon. Allí, tomado consejo, acordaron que Asdrúbal, hijo de Gisgon, fuese á la Lusitania, y que Masinisa con tres mil caballos corriese las tierras de la España citerior, con órden empero que el uno y el otro en todas maneras excusasen el trance de la batalla. Magon fué enviado á Mallorca á recoger honderos de aquellas islas. Finalmente, pareció cosa forzosa que Asdrúbal el Barquino pasase en Italia, así por obedecer al Senado que lo mandaba, como para

que los soldados españoles que se inclinaban á Scipion, con llevallos tan léjos sosegasen. Esto los cartagineses. Scipion, por causa que el estío estaba muy adelante, por los bosques de Castulon, parte de Sierramorena, dió la vuelta á Tarragona, donde por todo el año siguiente, que fué de Roma 546, por tener quebrantadas las fuerzas cartaginesas, se entretuvo ocupado en el gobierno sin acometer cosa alguna que sea digna de memoria, sino que de Italia vinieron nuevas que cerca de Taranto en cierta batalla el cónsul Marcelo fué muerto por Aníbal, y el otro cónsul Crispino salió mal herido, de que murió tambien adelante. Desde Cartago en el lugar de Asdrúbal Barquino vino Hannon, enviado para que le sucediese en el gobierno de España. Él de camino trajo consigo á Magon, que se habia detenido en Mallorca, y con él llego á España, año de la fundacion de Roma 547. Acudió luego á hacer gente en los Celtiberos. Scipion envió contra él á Sillano con buen golpe de gente. Vino con los contrarios á batalla, y desbarató primero á Magon, despues prendió á Haunon, que desde sus reales vino en socorro de su compañero. Con la nueva desta victoria, Scipion se determinó de ir en busca de Asdrúbal, hijo de Gisgon, que estaba con su gente alojado cerca de Cádiz. Pero él, avisado por tan grandes pérdidas, antes que Scipion llegase, repartió sus gentes por aquellas ciudades y guarniciones, por no tener confianza en las armas ni en las fuerzas. Supo Scipion esta determinacion; así, dejó aquel viaje y se volvió atrás, solo envió á Lucio, su hermano, para que se apoderase de Oninge, ciudad de los Melesos. Plinio pone á Oninge en la Bética húcia donde hoy está Jaen. No fué esta empresa sin provecho; antes en breve fué la ciudad entrada por fuerza y puesta á saco. Todos los cartagineses y trecientos ciudadanos que fueron en cerrar las puertas á los romanos quedaron dados por esclavos; á los demás se dió libertad con todo lo que antes tenian. Acercábase el invierno; así, los soldados fueron enviados á invernar, y el mismo Lucio por mandado de su hermano se partió para Roma, y en su compañía Hannon con los demás cautivos nobles; donde llegado, dió cuenta de todo lo que se habia hecho. Por el misino tiempo vinieron de Italia avisos que Asdrúbal Barquino, despues que en la pasada de la Gallia y de los Alpes halló mas facilidad que pensaba, como pretendiese juntarse con Aníbal, su hermano, fué en la Marca de Ancona á la pasada del rio Metauro en una batalla muy herida roto y desbaratado por los cónsules Claudio Neron y Marco Livio Salinator: victoria muy famosa y que se igualó con la pérdida de Cannas, así por la muerte del general cartaginés como por el número de los enemigos que perecieron, que llegaron á cincuenta y seis mil hombres, y fué causa al pueblo romano de una alegría extraordinaria, por considerar que en el trance de aquella batalla se echó el resto y se aventuró todo el imperio romano.

CAPITULO XXII.

Cómo echaron los cartagineses de España

El año siguiente, que se contó 548 de la fundacion de Roma, el otro Asdrúbal, con toda la diligencia posible, formó un grueso ejército, compuesto de las gentes 'que antes tenía y de nuevas compañías que de españoles

on. Con todas estas gentes, que llegaban á cinnil infantes y cuatro mil y quinientos caballos, us reales en la Bética ó Andalucía, cerca de la e Silpia. Persuadíase que Scipion no se le poalar en número de gente; mas á la verdad, no os muchos, sino los valientes. Y el general rovisado de lo que pasaba, tomó de un señor de ía, llamado Colca, que era de su parcialidad, peones y quinientos caballos. Temia juntar maero de españoles por lo que sucediera á su pasu tio, aviso para que de tal manera estribase ocorros extraños, que se asegurase mas de sus fuerzas; con este socorro y con las legiones ropartió en busca del enemigo. Trabaron por aldias escaramuzas; despues los unos y los otros ron sus haces para dar la batalla, pero sin efecto , por no haber quien la comenzase. Estaba entre buestes un valle, aunque fácil de pasar, mas arte esperaba que los contrarios se adelantasen e, con intento de pelear con mas ventaja; mas uier que ni los unos ni los otros se atreviesen, a de sol se retiraron á sus reales, primero los neses, despues los romanos. Con este órden y e pasaron algunos dias hasta tanto que Scipion turó un dia muy de mañana de acometer, como , las estancias de los enemigos. Asdrúbal, alteon aquel rebate tan fuera de lo que pensaba, echó e la caballería para que hiriesen en los caballos rios, que fueron los primeros á acometer los , y él salió con las demás gentes á la batalla. ballos se trabaron de tal suerte, que por largo la pelea fué muy dudosa. Scipion recogió los en el cuerpo de la batalla, y extendió y adelantó cuernos, donde puso las legiones romanas. Con intes que los escuadrones de en medio se juntasen, olver las espaldas á los dos cuernos contrarios, tar compuestos de mallorquines y de soldados › de España, gente de poco valor y destreza, y en porque salieron á la pelea en ayunas, lo cual nanos, que venian bien comidos de propósito, enieron hasta muy tarde. Con tanto quedó el campo s romanos; y dado que siguieron el alcance, no on luego entrar los reales contrarios, á causa de uvia que de repente sobrevino, adonde los vense retiraron primero en ordenanza, y despues do cuanto mas podian. Asdrúbal, atemorizado de pasó y poco confiado de sus aliados, por sospeJe, lo que algunos hicieron, todos no se le pasalos romanos, la noche siguiente movió á sordas 1 campo con intento de volver atrás á las mayores das que pudiese. Scipion luego á la mañana, avide lo que pasaba, que los enemigos huian, 5 la caballería para que picasen en los postreros, este medio detuviesen al enemigo hasta tanto que, das las legiones, todo lo pusieron en confusion y Grande fué la matanza deste día, pues de un caman grande apenas escaparon y se salvaron siete mil bres con su general, que se subieron en un sera muy agro, sitio por su naturaleza muy fuerte, le, partidos Asdrúbal secretamente á Cádiz, y ion con parte de su gente á Tarragona, Sillano los cercados. Quedó allí entre los demás cartaginefasinisa, el cual, viendo las cosas de Cartago pues

des

tas en extremo peligro y caidas casi del todo, acordó de moverse al movimiento de la fortuna y bailar al son que ella le hacia. Habló secretamente con Sillano, y con él trató de pasarse á los romanos, sin que, á lo que parece, sucediese en aquel cerco alguna otra cosa de mayor importancia. Hízose esta guerra al principio del verano, con que se acabó en España el señorío de los cartagineses y pasó al poder y jurisdiccion de los romanos, que fué el año décimocuarto despues que Aníbal sujetó á los saguntinos, y el quinto despues que á Scipion se encargó el gobierno y la guerra de España.

CAPITULO XXIII.

De otras cosas que Scipion hizo en España. Concluida en gran parte la guerra larga y dudosa de España, Scipion comenzó á revolver en su pensamiento de apoderarse de Africa y de la misma ciudad de Cartago. Para poner en esto la mano, concertóse primero con Masinisa; recibióle en su gracia, y con tanto le envió á Africa á negociar sus naturales y apartallos de la amistad de Cartago. Por otra parte, trató de concertarse de nuevo con Sifaz, rey de los masesulos, y hacelle amigo del pueblo romano. Para concluir esto, despachó á Lelio por su embajador, y le hizo pasar en Africa. Respondió el bárbaro á esta demanda que él no vendria en ningun concierto si el mismo general romano no se hallaba presente. Scipion, avisado desta respuesta, pasó en Africa, y llegó á Siga, que era el asiento y residencia de aquellos reyes, y hoy se entiende que es Aresgol, por causa que Plinio testifica que Siga estaba en frente de Málaga. Acudió á la misma ciudad y en la misina sazon Asdrúbal para prevenir aquel Rey y desbaratar aquellas práticas; gran gloria de aquel bárbaro, que dos poderosísimos pueblos y dos excelentísimos capitanes pretendiesen á un tiempo granjear á cualquier precio su amistad; tanto mas, que los dos cenaron á una mesa, y lo que es mayor maravilla, reposaron en un mismo lecho á propósito cada cual de condescender con la voluntad del Rey, que así lo quiso, y por este camino granjearle. Quiso él interponerse para que se asentasen paces entre aquellas ciudades; Scipion so excusó con que sin comision del Senado romano no se podia tratar aquel punto, y mucho menos tomar resolucion en negocio tan grave. Y sin embargo, concluido á lo que era venido, que era atraer aquel Rey á la amistad romana, dió la vuelta Scipion á España, donde Illiturgo y Castulon en breve vinieron á su poder, ciudades que, mas por miedo de lo que merecian por su deslealtad que de voluntad, se mantenian en la amistad de los cartagineses. Illiturgo fué destruida; á Castulon perdonó, que era menor su culpa, y por entregarse de su voluntad, amansó la saña de los vencedores. Despues desto, dió á Marcio órden de sujetar otras algunas ciudades, y él determinó de celebrar en Cartagena las exequias de su padre y de su tio. Plinio dice que la hoguera donde fueron quemados los huesos de los Scipiones estaba en Ilorci (quién dice que hoy Ilorci es Lorquin, quién que Lorca), de la cual hoguera dice buye el rio Tader, que es el rio de Segura. Lo cierto, que en aquellas exequias hobo juegos de diversas maneras, y en particular de gladiatores ó esgremidores, que de su voluntad se ofrecieron á la pelea. Entre los demás hicie

neros con que pagar los soldados. Masinisa era vuelto de Africa á Cádiz con buen golpe de caballos númidas en socorro de los suyos, que aun no se declaraba por los romanos ni se entendia su voluntad. Scipion, enviado que hobo delante á Marcio con parte de su gente, se determinó ir él mismo en persona, cuya venida y llegada luego que Masinisa la supo, con voz de correr los campos comarcanos pasó á tierra firme, donde procuró tener habla secreta con Scipion. Resultó destas vistas que puso con él aquella amistad que conservó toda la vida, y aun fué de gran momento para derribar el po- · der de Cartago; á él acarreó gran gloria y no menores riquezas. Magon, perdida la esperanza de las cosas de España, , por órden del Senado se partió para Cartago en sus naves, en que embarcó todo el oro y la plata, asi del público como de particulares. De camino acometió á los mallorquines porque se pasaran á los romanos. Apoderóse sin dificultad de Menorca, dende envió á Cartago dos mil honderos; y él, por estar el otoño adelante, se quedó allí á invernar; y por no estar ocioso, fundó en aquella isla una ciudad de su nombre, como sospechan algunos; otros dicen que fué mas antigua, como queda apuntado en otro lugar, que no es maravilla vamos á tiento en cosas tan antiguas. Lo que se averigua es que Cádiz se entregó á Scipion, y que por este tiempo cerca de Sevilla fundó á Hálica, municipio romano, en un lugar que antes se llamaba Sancios, patria que fué de tres emperadores, Trajano, Adriano y' del gran Teodosio. Con esto el quinto año despues que vino á España, dió la vuelta á Roma en una armada de diez naves. Juntóse el Senado fuera de la ciudad en el templo de la diosa Belona; allí, relató por menudo todo lo que en España quedaba hecho con grande alegría de los padres y del pueblo, que, consideraban, como era la verdad, el gran riesgo de que escaparon y cuánto su partido quedaba adelantado y mejorado con tener sujeta á España; y sin embargo, no se le dió el triunfo, porque hasta entonces ningun procónsul, por grandes cosas que hiciese, le habia alcanzado.

ron campo dos primos hermanos, llamado el uno Corbis y el otro Orsua, por cierta diferencia que tenian sobre el señorío de la ciudad llamada Iba. Valerio Máximo dice que eran hermanos; concuerdan que Orsua, el menor de los dos, pagó con la vida su obstinacion, con tanto menor compasion, que, confiado en sus fuerzas, nunca se dejó persuadir que su negocio se determinase por tela de juicio, y no por las armas. En este medio muchas ciudades se entregaban á Marcio; solo Astapa, porque muchas veces con correrías maltratara los aliados de los romanos, perdida la esperanza de perdon, sufrió por largo tiempo con grande obstinacion el cerco. Muchos murieron de aquella ciudad en diversos encuentros, muchos en una batalla que se dió, sin que por estos daños aflojasen en su propósito. Antes, conocida su perdicion y resueltos de morir antes que rendirse, acordaron de degollar mujeres y niños y quemar sus preseas y ropa públicamente en la plaza. Esto hecho, con sus espadas se quitaron las vidas, obstinación, digamos, ó constancia no menor que la de los saguntinos, pero escurecida y casi puesta en olvido, á causa de no ser aquella ciudad tan principal y famosa como Sagunto; tanto importa la nobleza del que hace alguna gran hazaña. Las ruinas desta ciudad se ven á la ribera del rio Jenil, no léjos de Ecija y de Antequera; de Astapa se cree haberse fundado Estepa, pueblo conforme en el apellido, y distante de aquellas ruinas dos leguas solamente. Concluidas estas cosas, Lelio y Marcio fueron enviados á Cádiz con esperanza de apoderarse, por inteligencia y trato de ciertos forajidos de aquella isla y echar de ella á las cartagineses. Engañóles su pensamiento, ca sus trazas y inteligencias fueron descubiertas, con que Magon, á cuyo cargo estaba la isla, las desbarató fácilmente. Además que Scipion adoleció de una enfermedad muy grave y muy fuera de sazon, cuya fama, como acontece, con el decir de las gentes se aumentó de suerte, que muchos tomaban ocasion de pensar en novedades, en particular Mandonio y Indibil al descubierto mudaron partido. Dolíanse que les habia engañado su esperanza, ca echados los cartagineses, se prometian el señorío y reino de España, que tal es la comun condicion ó falta de los hombres de creer fácilmente lo que desean. Demás desto, ocho mil romanos que alojaban por las comarcas que baña el rio Júcar con sus aguas, pidieron fuera de tiempo sus pagas, y porque no les acudieron, se amotinaron. Era grande la alteracion de las cosas; en la cual ocasion, confiado Magon que se podria mejorar el partido de Cartago, por cartas que escribió á aquel Senado, pedia le enviasen muchas gentes de socorro; pero todos aquellos intentos y práticas salieron vanas con la mejoría de Scipion; con que todo aquel alboroto y motin se apagó en breve, y se quitó la ocasion de mayores alteraciones. Los soldados amotinados, con intencion que les dieron de que alcanzarian perdon y les darian sus pagas, vinieron á Cartagena, donde todos fueron por Scipion ásperamente reprehendidos, y castigadas solamente las cabezas del molin como causas principales de aquella alteracion. Mandonio y Indibil en los llergetes, do andaban alborotados, en una batalla, que duró dos dias, quedaron vencidos y despojados de sus reales; y sin embargo de lo cometido, con rendirse á la voluntad del vencedor, alcanzaron perdon y paz; solo fueron castigados en di

CAPITULO XXIV. .

Cómo Scipion venció á Cartago en Africa.

en

En la primera eleccion que despues desto se hizo en Roma, salieron por cónsules el mismo publio Cornelio Scipion y P. Licinio Craso, que era pontífice máximo. Dióse el cuidado de Sicilia á Scipion con voluntad de su compañero, y junto con esto, á su instancia, le concedieron que, si juzgase ser así conveniente, pudiese pasar con sus huestes en Africa; sin embargo que Q. Fabio Máximo hizo gran resistencia, y con un largo razonamiento pretendió probar ser aquella empresa temeraria. Corria el año de la ciudad de Roma 549, el cual Magon, partido de Menorca, donde invernó, destruyó en la Liguria la noble ciudad de Génova. Por otra parte, Lelio desde Sicilia, por mandado de Scipion, pasó á Africa para correr los campos de Cartago, po-. nellos á fuego y á sangre, matar y robar todo lo que hallase. En España Mandonio y Indibil volvieron á sus mañas; y con intento, de recobrar la libertad, ó fuese por ambicion de hacerse reyes, se levantaron. Hízose la guerra al principio, no solo en los llergeles, donde ellos teniau el principado, sino tambien en los Auseta

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