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dellos, y por todo el camino les hicieron grandes daños; que de treinta mil combatientes que eran, casi no llegaban á seis mil cuando entraron en Burdeos. Ofrecíase buena ocasion de hacer alguna cosa notable, y echar á los ingleses de toda Francia; parecia que ya la fortuna y buena dicha de la guerra los desamparaba y favorecia á los franceses. Luis, duque de Anjou, escribió al rey don Enrique que juntasen sus fuerzas y cercasen á Bayona, ciudad de los antiguos tarbellos. Decia que esto importaba mucho para ganar reputacion, si diesen á entender que eran poderosos, no solamente para defenderse de sus enemigos, sino tambien para irles á hacer guerra dentro de su casa. Con esto animado el rey don Enrique, pasó á Bayona, y la cercó en los postreros del mes de junio; mas como sobreviniesen muchas aguas, que impedian las labores que se hacian para combatir la ciudad, y faltasen bastimentos, que por ser muy estéril la provincia de Vizcaya de que se proveian, bastecia mal el ejército, cansados todos con estas descomodidades, levantaron el cerco y se volvieron á Castilla. Asimismo el duque de Anjou no pudo venir, como tenia prometido, por estar ocupado en el cerco de Montalvan. Sirvió muy bien en esta jornada al rey don Enrique Beltran de Guevara, señor de la villa de Oñate y de la casa de Guevara; y á la venida de Bayona en remuneracion de sus servicios le hizo merced del valle de Leñiz con su acostumbrada largueza en hacer dádivas, cosa que puso en necesidad á los reyes sus decendientes de reformallas. En el mes de agosto el infante de Mallorca entró por el condado de Ruisellon con un grande y poderoso ejército, con el cual las fuerzas de los aragoneses no se pudieran igualar, si se hubiera de hacer jornada y dar la batalla. Prevaleció en este aprieto la buena dicha de Aragon, que en esta entrada no hizo el Infante cosa notable mas de desbaratar algunas banderas de enemigos con muy poco provecho suyo y llevar alguna presa de hombres y de ganados. Los que en esta entrada del Infante padecieron mayores daños fueron los del condado de Urgel. Por otra parte, el señor de Bearne y Jofre Recco, breton, que tenian muchos pueblos y vasallos en Castilla, sea por órden del rey don Enrique, ó de su propio motivo, hicieron entrada en los campos de Borgia y molestaron con guerra toda su tierra, combatiendo algunas villas, destruyendo y abrasando las aldeas, labranzas, rozas y heredades de aquella comarca. En estos dias el rey de Aragon envió á Inglaterra á Francés de Perellos, vizconde de Roda, á pedir ayuda al duque de Alencastre y á convidalle se confederase con él; y como este embajador con recio temporal corriese fortuna y aportase á la costa de Granada, fué preso por mandado del rey Moro, y encarcelados los mercaderes catalanes en venganza de que Pedro Bernal, capitan de unas galeras de Aragon, pocos dias tomara una nave del rey de Granada, que enviaba á Túnez con ciertos recados suyos. Pretendia el Moro otrosí en prender estos aragoneses hacer placer al rey de Castilla, cuyos enemigos eran. Con tantos desastres y malos sucesos, ¿qué podian hacer los de Aragon? ¿De quién valerse? ¿Qué ayudas podian buscar? El rey don Enrique pretendia sanar al rey de Aragon, y no destruir al que con su ayuda fué parte para que él llegase á la cumbre de

mas

alteza en que al presente se veia; con este fin envió otra vez á Barcelona por embajadores á Juan Ramirez de Arellano y al obispo de Salamanca para que hiciesen paz con él. En 3 de noviembre deste año en el castillo de Evreux en Normandía murió doña Juana, reina de Navarra, por cuyas lágrimas muchas veces su hermano el rey de Francia perdonó grandes ofensas que su marido le tenia hechas. Al presente en esta ida que hizo á Francia, como quier que hallase cerradas las orejas del hermano, recibió tan grande pena, que della le sobrevino una dolencia que la acabó. Su cuerpo sepultaron en el monasterio de San Dionisio entre los reyes sus antepasados; hiciéroule las obsequias con real pompa y aparato Su marido dió nuevas ocasiones para que con mucha razon el pueblo le aborreciese, porque persiguió con muertes, destierros y confiscaciones de bienes á los parientes y allegados de aquellos que en las revueltas y calamidades de aquel tiempo siguieran el partido de sus enemigos. Si estos castigos él los hiciera en las personas de los que le ofendieron, pudiérale excusar el dolor de la ofensa y el deseo de la venganza, mas pagaban los inocentes por los culpados. Sobre los trabajos que hemos referido que padecia el reino de Aragon con las guerras le vino otro muy mayor de una gran hambre que en este año padeció toda aquella provincia, algun tanto se remedió con trigo que se trujo de Africa. Fuéles por otra parte provechosa esta hambre, porque compelidos della se fueron del reino sus enemigos. En Castilla asimismo, do pasaron los franceses á buscar mantenimientos, luego en principio del año de 1375 murió de enfermedad su capitan el infante de Mallorca don Jaime, rey de Nápoles; enterraron su cuerpo en la ciudad de Soria en el monasterio de San Francisco. Acompañó en esta guerra al Infante su hermana doña Isabel, que estaba casada con el marqués de Monferrat, animada de la esperanza que tenia de vengar las injurias que el Rey, su padre, recibió del rey de Aragon. Esta señora, muerto su hermano, 'se hizo cabeza, y debajo de su conducta se volvió el ejército de los franceses á sus casas. En aquella tierra renunció ella y cedió los derechos paternos que tenia contra la casa de Aragon, en Luis, duque de Anjou, hermano del rey de Francia, de que se recrecieron nuevos pleitos y debates, en sazon que las paces entre los reyes de Castilla y de Aragon se concluyeron por intervencion y diligencia de la reina de Castilla doña Juana, que para este efecto fué á la villa de Almazan. Por parte del rey de Aragon se hallaron allí el arzobispo de Zaragoza y Ramon Alaman de Cervellon. En 12 dias del mes de abril se concluyeron y firmaron las paces con estas condiciones que la infanta doña Leonor, que antes estaba otorgada al infante don Juan, le fuese entregada para que se celebrase el matrimonio; en dote le señalaron docientos mil florines, que al rey don Enrique dió prestados el rey de Aragon en los principios de las guerras civiles; que Molina se restituyese al de Castilla, que á ciertos plazos contaria al de Aragon ciento y ochenta mil florines por los gastos de la guerra. La nueva desta concordia, que se entendia seria por muchos tiempos, sc festejó en ambos reinos con parabienes por la paz y grandes banquetes que se hicieron, juegos, fiestas y alegrías por la esperanza que tenian que despues de

tantas tempestades y guerras se seguiria en toda España la quietud y sosiego por tanto tiempo deseado, y la luz clara se les mostraria despues de una escuridad tan larga y tan espesas tinieblas.

CAPITULO XIX.

Algunos casamientos de príncipes.

Fué este año dichoso, no solamente para España, sino tambien para todo el mundo y toda la cristiandad, á causa que Gregorio XI, pontifice máximo, honra de los papas, dejado Aviñon, donde estuvo la Silla Apostólica por espacio de setenta años, la restituyó al sagrado asiento y casa de sus antecesores, y se fué á residir lo que le restaba de vida á la santa ciudad de Roma; varon verdaderamente grande y digno de loa inmortal. Las grandes revoluciones de Italia no sufrian la ausencia de los papas. La vírgen santísima Catarina de Sena, de quien hay doce cartas escritas á Gregorio, fué la que principalmente le movió á tomar este saludable consejo contra lo que sentian algunos cardenales. Decíale con un celo santo y elocueucia del cielo que en cosa tan claramente conveniente, y que á él solo tocaba, no tomase acuerdo con nadie, sino que usase de su propio arbitrio y parecer. Beltran Claquin, por haber ganado grandes honras en Francia y acrecentado su estado con el condado de Longavilla, vendió en esta sazon al rey don Enrique la ciudad de Soria y las villas de Atienza y Almazan y los demás pueblos que le diera en Castilla por precio de docientas y sesenta mil doblas, que para aquel tiempo fué una suma asaz grande. La mayor parte le pagó en veinte y seis prisioneros nobilísimos de los que prendió la armada de Castilla en la batalla de la Rochela; por el dinero restante le dió en rehenes á un hijo de don Juan Ramirez de Arellano, llamado como su padre, por estar el tesoro del Rey tan gastado, que no se pudo contar de presente. Para celebrar las bodas de los infantes de Castilla y de Navarra se escogió la ciudad de Soria por estar en los confines de ambos reinos; y por hallarse en lugar tan acomodado para ello quiso el rey don Enrique hacer juntamente las bodas de ambos hijos, como lo tenia concertado. A la infanta dona Leonor trujeron de Aragon á Soria Lope de Luna, arzobispo de Zaragoza, y el embajador Cervellon con gran acompañamiento de señores y caballeros de aquel reino. Vino otrosí á esta ciudad á celebrar su matrimonio el infante don Cárlos, hijo del rey de Navarra. Hízose el casamiento de dona Leonor, hija de don Enrique, en 27 dias del mes de mayo. Túvose respeto en dar el primer lugar al infante de Navarra por ser huésped. En 19 dias del mes de junio se veló el de Castilla don Juan con su esposa doňa Leonor. Todo estaba lleno de juegos, fiestas y regocijos, no solo en Soria, sino en todo lo demás de España, por la esperanza que los hombres tenian concebida de una larga paz y estable felicidad. En estos dias vinieron nuevas que don Fernando de Castro, hermano de dona Juana de Castro, el que dijimos que el año pasado se fué á Portugal, murió en Inglaterra. Tenia esperanzas de volver á Castilla y ser restituido por las armas en su patria. Súpose otrosí que Fernando de Tovar, capitan entre los de aquel tiempo de la fama, con la armada de M-1.

Castilla hizo grandes daños en la costa de Inglaterra, destruyendo, robando, quemando y asolando muchos pueblos y campos, rozas y labranzas de aquella isla. De Soria, concluidas las fiestas, se pasó el rey don Enrique á Búrgos; príncipe esclarecido en las demás naciones, y en su reino bienquisto. Tenia intento por el favor que halló en Francia de acudirla con todas sus fuerzas contra los ingleses y pagalles el bien que della recibió, á la sazon que don Alonso, su hijo, conde de Jijon, con ligereza juvenil, mudado de voluntad acerca del casamiento con doña Isabel, hija del rey de Portugal, por no efectuarle se fué á Francia y á la Rochela por mar, mas el Rey, su padre, le hizo venir desde á pocos dias. En los postreros dias deste año falleció don Gomez Manrique, arzobispo de Toledo. Juntáronse en su cabildo los canónigos de aquella iglesia para elegir sucesor; no se concordaron, antes, divididos los votos, los unos eligieron á don Pedro Fernandez Cabeza de Vaca, dean de la misma iglesia; los otros nombraron á don Juan García Maurique, sobrino del difunto, que era hijo de su hermano el adelantado Garci Fernandez Manrique, y de arcediano de Talavera le pasaran primero á ser obispo de Orense, y despues de Sigüenza; favorecia á este el Rey con grandes veras, porque era afin y allegado de don Juan Ramirez de Arellano. El Arzobispo difunto avisó á su muerte que no eligiesen en su lugar al dicho su sobrino, porque era inquieto, sino al dean. Acudieron al papa Gregorio para que determinase estas d.ferencias; él, no teniendo por cauónica ninguna de las dos elecciones, dió el arzobispado á don Pedro Tenorio, y de la iglesia de Coimbra, cuyo obispo era, le pasó á la de Toledo, varon de muchas prendas, letras y erudicion. En Italia y Francia anduvo peregrinando y desterrado; estudió en Tolosa y Aviñon y Perosa; en el estudio de Boloña tuvo por maestro á Baldo, famoso jurista, y él mismo leyó derechos en Roma. Fué hombre de grande prudencia por el uso y experiencia que tenia de muchos negocios, de grande pecho y valor, aventajado entre los hombres mas señalados de aquel tiempo. Fué arcediano de Toro en la iglesia de Zamora; su padre, Juan Tenorio, comendador de Estepa y trece de la órden de Santiago; su madre, doña Juana, está enterrada en la colegial de Talavera; sus hermanos Juan Tenorio y Melendo Rodriguez anduvieron con él desterrados en tiempo del rey don Pedro. Su hermana doña María Tenorio casó con Fernan Gomez de Silva, cuyo hijo Alonso Tenorio fué adelantado por su tio de Cazorla. Murieron por estos dias algunos varones principales de Navarra, en particular don Rodrigo Urriz, señor rico y de grande autoridad, fué por mandado de su Rey preso y degollado en la ciudad de Pamplona en los últimos dias de marzo del año de 1376. Causáronle la muerte unos tratos mal encubiertos que traia con el rey de Castilla. Era fama se queria pasar á él, y entregalle los castillos de Tudela y Caparroso; yo sospecho que sin razon y falsamente se creyó esto, porque no es verisímil quisiese turbar aquel caballero tan presto la paz que se acababa de asentar. Don Bernardo Folcaut, obispo de Pamplona, murió en 7 de julio en Italia en la ciudad de Anagnia, donde vivia desterrado de su iglesia; la libertad, gravedad y autoridad deste Prelado le hicieron odioso á su Rey, ó por haberse mal gobernado, como arriba 34

queda apuntado. Fué elegido en su lugar don Martin Calva, doctísimo en ambos derechos pontificio y cesáreo, y tenido por tan eminente, que muchos le igualaban á Baldo, tan famoso letrado y excelente en aquella facultad. Don Fadrique, rey de Sicilia, falleció en Mecina á 27 dias del mes de julio; dejó por heredera del reino y de los ducados de Atenas y de Neopatria á su

hija doña María, de que resultaron nuevas esperanzas, y á muchos príncipes se les dió materia de diferencias y debates sobre la pretension del casamiento desta Infanta y codicia del reino de Sicilia. Amenazaban otrosí nuevas pretensiones y revoluciones, en particular á los aragoneses se les presentó buena ocasion de dilatar y

ensanchar sus estados.

FIN DEL TOMO PRIMERO DE LAS OBRAS DEL PADRE JUAN DE MARIANA,

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Cómo Metello y Pompeyo vimeron á España.
Cómo Sertorio fue vencido y muerto.

Como Pompeyo apaciguo a España.
Como Cayo Julio Cesar vino en España.

- Del principio de la guerra civil en España.
Cap. xvii. -Como los pompeyanos fueron en España ven-
cidos.

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Cap. xx. Como en España se hizo la guerra contra los
hijos de Pompeyo.

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Cómo echaron los cartagineses de España.
Cap. xxi. De otras cosas que Scipion hizo en España.
Cap. XXIV.- - Cómo Scipion venció á Cartago en Africa.
Cap. xxv. Cómo M. Porcio Caton, siendo consul, vino
á España.. . .

Cap. xxvi. De diferentes pretores que vinieron á España.
LIBRO III.-CAPÍTULO PRIMERO.- Del principio de la guerra
de Numancia. . . .

Cap. n. Como Publio Cornelio Scipion vino por legado
ó lugarteniente á España..

Cap. . De la guerra de Viriato.

Cap. IV. De lo que Cecilio Metello hizo n España.

Cap. v. Como Viriato fué muerto.

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