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y sin fraude ni engaño se les hayan de dar para el pasage naves en los puertos que ellos mismos nombraren concertaron otrosí que á Boabdil restituyesen su hijo y los demás rehenes que el tiempo pasado dió al rey, pues entregada la ciudad, y cumplido todo

en que asentaron los reales, hizo edificar una villa fuerte, que hasta hoy se llama de Santa Fe. La presteza con que la obra se hizo, fue grande, y todo se acabó muy en breve. Dentro de las murallas tenian sus tiendas y alojamientos repartidos por su órden, sus cuarteles con sus calles y plazas á cierta distan-lo al del asiento, no era necesaria otra prenda ni secia con una traza admirable.

guridad; en cumplimiento los trajeron del castillo de Moclin en que los tenian, para se los entregar. Hobo la iglesia de Pamplona á los doce de setiembre César Borgia por muerte de don Alonso Carrillo su prelado.

CAPITULO XVII.

De un alboroto que se levantó en la ciudad. CONCERTÓSE la entrega de Granada con las capitu

En el mismo tiempo diversas bandas de gente que se enviaban á robar, muchas veces escaramuzaban con los moros que salian contra ellos de la ciudad. En una refriega pasaron tan adelante que ganaron á los moros la artillería, prendieron á muchos, y forzaron á los demás á meterse en la ciudad. El denuedo de los cristianos fue tal que se arriscaron á llegar á la muralla de mas cerca que antes solian, y apoderarse de dos torres que servian á los contrarios de atalayas y de baluartes por tener en ellas puesta gente de guar-laciones que aeabamos de contar; lo cual todo puso nicion. El alegría que por estos sucesos recibieron los del rey, se hobiera de destemplar por un accidente no pensado. Fue así que á diez de julio de noche en la tienda del rey se emprendió fuego, que puso á todos en gran turbacion por el miedo que tenian de mayor mal. Los alojamientos por la mayor parte eran de enramadas, que por estar secas corrian peligro de quemarse la reina acaso se descuidó en dejar una candela sin apagar; así la tienda del rey como las que le caian cerca, comenzaron de tal manera á abrasarse que no se podia remediar. El rey sospechó no fuese algun engaño y ardid de los enemigos que se querian aprovechar de aquella ocasion: en los ánimos sospechosos aun lo imposible parece fácil. Salió en público desnudo embrazada una rodela y su espada.

Para prevenir que los moros con tan buena ocasion no acometiesen los reales, el marqués de Cádiz se adelantó con parte de la caballería, y estuvo toda la noche alerta en un puesto por do los moros habian forzosamente de pasar. La turbacion y ruido fue mayor que el peligro y que el daño: así el dia siguiente volvieron á las talas; los dias adelante asimismo diversas compañías fueron á los montes á robar. No dejaban de reposar á los enemigos, ni le quedaba cosa segura, si bien en todas partes se defendian valientemente irritados con la desesperacion, que es muy fuerte arma.

La cuita de los moros por todo esto era grande, tanto que cansados con tantos males, y visto que nunca aflojaban, se inclinaron á tratar de partido. Bulcacin Mulch gobernador y alcaide de la ciudad salió á los reales á tratar de los conciertos y capitular. Señaló el rey para platicar sobre ello á Gonzalo Fernandez de Córdova que despues fue gran capitan, y á Hernando de Zafra su secretario. Ventilado el negocio algunos dias, finalmente fueron de acuerdo, y pusieron por escrito estas capitulaciones, que se juraron por ambas partes á veinte y cinco de noviembre: dentro de sesenta dias los moros entreguen los dos castillos, las torres y puertas de la ciudad: hagan homenaje al rey don Fernando, y juren de estar å su obediencia y guardalle toda lealtad: á todos los cristianos cautivos pongan en libertad sin algun rescate entretanto que estas condiciones se cumplen, den en rehenes dentro de doce dias quinientos hijos de los ciudadanos moros mas principales: quédense con sus heredades, armas y caballos, entreguen solamente la artillería: tengan sus mezquitas, y libertad de ejercitar las ceremonias de su ley: sean gobernados conforme á sus leyes, y para esto se les señalarán de su misma nacion personas, con cuya asistencia y por cuyo consejo los gobernadores puestos de parte del rey harán justicia á los moros: los tributos de presente por espacio de tres años se quiten en gran parte, y para adelante no se impongan mayores de lo que acostumbraban de pagar á sus reyes: los que quisieren pasar á Africa, puedan vender sus bienes,

en cuentos de desbaratarse cierta ocasion que avino, ni muy ligera ni muy grande. El vulgo, y mas de los moros, es de muy poca fe y lealtad, mudable, amigo de alborotos, enemigo de la paz y del sosiego, finalmente poco basta para alteralle. Un cierto moro, cuyo nombre no se refiere, como si estuviera frenético y fuera de sí, con palabras alborotadas no cesaba de persuadir al pueblo que tomase las armas. Decia que debajo de capa de amistad y de mirar por ellos les tramaban traicion, engaño y asechanzas que Boabdil y los principales de la ciudad solo tenian nombre de moros, que de corazon favorecian á los contrarios. «Yugo de perpétua esclavonía es el que ponen sobre »vos y sobre vuestros cuellos: mirad bien lo que haceis, >>catad que os engañan y se burlan de vos. Que si es >>cosa pesada sufrir las miserias, cuitas y peligros »presentes, mayor mengua será por no sufrir un po>>co de tiempo los trabajos trocar los menores y breves »males con los que han de durar para siempre y sen >>mas pesados. ¿Mas qué seguridad dan que nos guar»darán lo que prometen y la palabra? No trato de los »bienes que con la misma vanidad dicen no los deja»rán, como si los nuevos ciudadanos se hobiesen de »sustentar de otras heredades. ¿Por ventura ignorais »cuánta sed tienen de vuestra sangre? ¿dejarán de >>vengar los padres y parientes que en gran parte han perdido en el discurso destas guerras? No quiero >>tratar de lo pasado: un año ha que nos tienen cer»cados, y si nos han aquejado, ellos no han sufrido »menores daños. Muchas veces han quedado tendidos »en el campo, y no menos han estado ellos cercados »dentro de sus estancias que nos en la ciudad, y aun »para defenderse han tenido necesidad de edificar un

su

nuevo pueblo. Serian insensibles y de piedra si en»tregada la ciudad no hiciesen las exequias de sus >>muertos con derramar vuestra sangre, de que están »muy sedientos á manera de fieras muy bravas. La »verdad es que no somos hombres, y si lo somos, »framos un poco, que Dios nos ayudará, y nuestro profeta Mahoma. Las profecías antiguas y las estre »ilas nos favorecen, pero si mostramos esfuerzo ; que >>contra los cobardes las piedras se levantan. Si decís »que hay falta de mantenimiento, con repartille por »tasa, y hacer cala y cata de lo que los particulares »tienen escondido, nos podemos entretener muchos »dias; y acabadas todas las vituallas, qué inconven»niente hay que nos sustentemos de los cuerpos y >>carne de la gente flaca que no son á propósito para »pelear? Direis seria cosa nueva, grande y espanta»ble maldad. Respondo que si no tuviesemos ejemplo »de los antiguos, que se valieron desto en semejante »peligro, yo juzgaria seria muy bueno dar principio y abrir camino para que nuestros descendientes en otro tal aprieto nos imitasen. Mi resolucion es que »si no podemos evitar ni escusar la muerte, >>mos siquiera los tormentos y afrentas que nos ame»nazan. Yo á lo menos no veré tomar, saquear y po»ner á fuego y á sangre mi patria, ser arrebatadas

escuse

>>las madres, las doncellas, los niños para ser esclaDvos y para otras deshonestidades ; que si os contenta Desto mismo, sed hombres, tomad las armas, desba>>ratad este mal concierto. No debeis usar de recato, »ní dilacion, donde el detenerse es mas perjudicial »que el resolverse y arrojarse.»

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siguiente le entregaria el Alhambra y el reino como á vencedor de su mano misma; que no dejase venir como se lo suplicaba.

CAPITULO XVIII.
Que Granada se ganó.

reino te entregamos, confiados usarás con nosotros »de clemencia y de templanza.» Dichas estas palabras, le puso en las manos las llaves del castillo. El rey las dió á la reina y la reina al príncipe su hijo: del las tomó don Iñigo de Mendoza conde de Tendilla, que tenia el rey señalado para la tenencia de aquel castillo y por capitan general en aquel reino, y á don Pedro de Granada por alguacil mayor de la ciudad, y á don Alonso su hijo por general de la armada de la mar.

Predicaba estas cosas con ojos encendidos, con rostro espantable y á gritos por las calles y plazas: ESTA carta llegó á los reales el dia de año nuevo, con que amotinó veinte mil hombres, que tomaron la cual como el rey don Fernando leyese, bien se las armas y andaban como locos y rabíosos: no se puede entender cuanto fue el contento que robió. sabia la causa del daño, ni lo que pretendian, que Ordenó que para el dia siguiente (que es el que en hacia mas dificultoso el remedio. Boabdil, llamado el Granada se hace la fiesta de la toma de aquella ciurey Chiquito, por no tener ya autoridad ninguna, y dad) todas las cosas se pusiesen en órden. Él mismo, temer en tan gran revuelta no le perdiesen el respe- dejado el luto que traia por la muerte de su yerno don to, se estuvo dentro del Alhambra. La muchedumbre Alonso príncipe de Portugal, vestido de sus vestiduy canalla tiene las acometidas primeras muy bravas, ras reales y paños ricos se encaminó para el castillo mas luego se sosiega, mayormente que estaba sin y la ciudad con sus gentes en ordenanza, y armados cabeza y sin fuerzas, y sus intentos por ende desba- como para pelear, muy lucida compañía, y para ver. riados así el dia siguiente algun tanto sosegada Seguíanse poco despues la reina y sus hijos: los granaquella tempestad pasó al Albaycin, do tenia la gente des arreados de brocados y sedas de gran valor. Con aficionada. Juntó los que pudo y hablóles desta ma- esta pompa y repuesto al tiempo que llegaba el rey nera. «Por vuestro respeto, no por el mio (como cerca del alcázar, Boabdil el rey Chiquito le salió al walgunos con poca vergüenza han sospechado) he encuentro acompañado de cincuenta de á caballo. Dió »>venido á amonestaros lo que vos está bien, de que muestra de quererse apear para besar la mano real »es bastante prueba que con tener en mi poder el del vencedor: no se lo consintió el rey. Entonces »castillo de Alhambra, no quise llamar al enemigo y puestos los ojos en tierra, y con rostro poco alegre: »entregaros en sus manos, magüer que me lo tenía-»Tuyos (dice) somos rey invencible: esta ciudad y »des bien merecido. Ni aun antes de ahora en tanto »que con vuestras fuerzas os defendíades, ó esperá»bades socorro de otra parte, ni en tanto que en la >>ciudad duró la provision, os persuadí que tratáse»des de paz. Bien confieso haber en muchas cosas Derrado, en fiarme del enemigo y en alzarme con el >>reino contra mi padre, pecados que los tengo bien »pagados. Perdida toda la esperanza, hizo asiento »con el enemigo, si no aventajado, á lo menos con»forme á tiempo y necesario. No puedo entender qué | »alegan estos hombres locos y sandíos para desbara>tar la paz que está muy bien asentada. Si de alguna »parte hay remedio, yo seré el primero á quebrantar »lo concertado; pero si todo nos falta, las fuerzas, las ayudas, la provision y casi el mismo juicio, á »qué propósito con locura, ó ajena si os descontenta, »ó vuestra si venís en este dislate, quereis despeñaDros en vuestra perdicion? De dos inconvenientes, >>cuando ambos no se pueden escusar, que se abrace »el menor aconsejan los sabios, cuales yo me per»suadiria sois los que presentes estais, si el alboroto »pasado no me hiciera trocar parecer. Todo lo que »teneis, es del vencedor: la necesidad aprieta; lo »que dejan, debeis de pensar es gracia, y os lo ha»llais. No trato si los enemigos guardarán la palabra, »yo confieso que muchas veces la han quebrantado: Del hacer confianza es causa que los hombres guar>>den fidelidad, especial que para seguridad podemos »pedir nos den en rehenes castillos ó personas prin»cipales ; que con el deseo que el enemigo tiene de >>concluir la guerra, no reparará en nada.»>

Con este razonamiento los ánimos alterados del pueblo se sosegaron : muchas veces así los remedios de semejantes alteraciones, como las causas son fáciles. Qué se haya hecho del moro que amotinó el pueblo, no se dice: puédese entender que huyó. Consta que el rey Chiquito avisado por el peligro pasado, y por miedo que entretanto que los dias que tenian concertados para entregar la ciudad, se pasasen, podrian de nuevo resultar revoluciones y novedades, sin dilacion envió una carta al rey don Fernando con un presente de dos caballos castizos, una cimitarra y algunos jaeces: avisábale de lo que pasara en la ciudad, del alboroto del pueblo, que convenia usar de presteza para atajar novedades; viniese aina, pues pequeña tardanza muchos veces suele ser causa de grandes alteraciones: finalmente que muy en buena hora, pues así era la voluntad de Dios, el dia

Entró pues con buen golpe de gente de á caballo en el castillo: seguíale un buen acompañamiento de señores y de eclesiásticos; entre los que mas se señalaban, eran los prelados de Toledo y de Sevilla, el maestre de Santiago, el duque de Cádiz, fray Hernando de Talavera, de obispo de Avila electo por arzobispo de aquella ciudad, el cual hecha oracion como es de costumbre en accion de gracias, juntamente puso el guion que llevaba delante de sí el cardenal de Toledo como primado, en lo mas alto de la torre principal y del homenaje, á los lados dos estandartes, el real y el de Santiago siguióse un grande alarido, y voces de alegria, que daban los soldados y la gente principal. El rey puestos los hinojos con grande humildad dió gracias a Dios por quedar en España desarraigado el imperio y nombre de aquella gente malvada, y levantada la bandera de la Cruz en aquella ciudad, en que por tanto tiempo prevaleció la impiedad con muy hondas raices y fuerza suplicábale que con su gracia llevase adelante aquella merced, y fuese durable y perpétua.

Acabada la oracion, acudieron los grandes y señores á dalle el parabien del nuevo reino, é hincada la rodilla, por su órden le besaron la mano: lo mismo hicieron con la reina y con el príncipe su hijo. Acabado este auto, despues de yantar se volvieron con el mismo órden á los reales por junto á la puerta mas cercana de la ciudad. Dieron al rey Chiquito el valle de Purchena, que poco antes se ganó en el reino de Murcia de los moros, y señaláronle rentas con que pasase, si bien no mucho despues se pasó á Africa; que los que se vieron reyes, no tienen fuerzas ni paciencia bastante para llevar vida de particular. Quinientos cautivos cristianos, segun que tenian concertado, fueron sin rescate puestos en libertad: estos en procesion luego el otro dia despues de misa se presentaron con toda humildad al rey. Daban gracias à los soldados por aquel bien que les vino por su me

dio alababan lo mucho que hicieron por el bien de España, por ganar prez y honra, y por el servicio de Dios; llamábanlos reparadores, padres y vengadores de la patria.

No pareció entrar en la ciudad antes de estar para mayor seguridad apoderados de las puertas, torres, baluartes y castillos; lo cual todo hecho, el cuarto dia adelante por el mismo órden que la primera vez, entraron en la ciudad. En los templos que para ello tenian aderezados; cantaron himnos en accion de gracias capitanes y soldados á portia engrandecian Ja magestad de Dios por las victorias que les dió unas sobre otras, y los triunfos que ganaron de los enemigos de cristianos. Los reyes don Fernando y doña Isabel con los arreos de sus personas, que eran muy ricos, y por estar en lo mejor de su edad, y dejar concluida aquella guerra, y ganado aquel nuevo reino, representaban mayor magestad que antes. Señalábanse entre todos, y entre sí eran iguales: mirábanlos como si fueran mas que hombres, y como dados del cielo para la salud de España.

no aprender letras en su pequeña edad; gustaba empero de leer historias y hablar con hombres letrados. El mismo dia que nació el rey don Fernando, segun que algunos lo refieren, en Nápoles cierto fraile carmelita tenido por hombre de santa vida dijo al rey don Alonso su tio: «Hoy en el reino de Aragon ha »nacido un infante de tu linaje: el ciclo le promete >>nuevos imperios, grandes riquezas y ventura : será »muy devoto, aficionado á lo bueno, y defensor es»celente de la cristiandad.>>

Entre tantas virtudes casi era forzoso, conforme á la fragilidad de los hombres, tuviese algunas faltas. El avaricia de que le tachan, se puede escusar con la falta que tenia de dineros y estar enajenadas las rentas reales. Al rigor y severidad en castigar de que asimismo le cargan, dieron ocasion los tiempos y las costumbres tan estragadas. Los escritores estraños le achacan de hombre astuto, y que a veces faltaba en la palabra, si le venia mas á cuento. No quiero tratar si esto fue verdad, si invencion en odio de nuestra nacion: solo advierto que la malicia de los hombres acostumbra á las virtudes verdaderas poner nombre de los vicios que le son semejables, como tambien al contrario engañan y son alabados los vicios que se semejan á las virtudes; además que se acomodaba al tiempo, al lenguaje, al trato y mañas que entonces se usaban. Emparentó con los mayores principes de todo el orbe cristiano, con los reyes de Portugal y Ingalaterra, y duques de Austria. Tenia deudo con otros muchos, ca era tio de madama

terna, primo hermano de don Fernando rey de Nápoles, tio mayor de doña Catalina reina de Navarra, hermano asimismo de su abuela. En esto cargan sobre todo lo al al rey don Fernando, que sin tener respeto al parentesco, solo por la demasiada codicia de ensanchar sus estados, los años adelante echó á esta señora y á su marido del reino que heredaron de sus antepasados y los forzó á retirarse á Francia; otros le escusan con color de religion, y con la volantad del sumo pontifice que así lo mandó de que todavía resultaron grandes y largas alteraciones. Enrique Labrit hijo destos señores pretendió recobrar el reino de sus padres con mayor porfia que ventura: tuvo en madama Margarita hermana que era del rey Francisco de Francia, una hija y heredera de sus estados llamada Juana que casó con Antonio Borbon duque de Vandoma, madre de aquel Enrique que casó con madama Margarita hermana de tres reyes de Francia, Francisco el Segundo, Carlos y Enrique; y por ser el pariente mas cercano por línea de varon, y por faltar todos sus cuñados sin sucesion quedó por sucesor de aquella corona, sin embargo que abrazó desde su tierna edad las nuevas herejías desamparada la religion verdadera de sus antepasados, y que los señores y pueblos de Francia pretendian no podia poseer aquella corona persona manchada con opiniones semejantes, y que en su lugar se debia nombrar otro sucesor: pleito que ya el papa le ha determinado.

A la verdad ellos fueron los que pusieron en su punto la justicia, antes de su tiempo estragada y caida. Publicaron leyes muy buenas para el gobierno de los pueblos y para sentenciar los pleitos. Volvieron por la religion y por la fe, fundaron la paz pública, sosegadas las discordias y alborotos asi de dentro como de fuera. Ensancharon su señorio no solamente en España, sino tambien en el mismo tiempo se estendieron hasta lo postrero del mundo. Lo que es mucho de alabar, repartieron los premios y dignida-Ana duquesa de Bretaña, hermano de su abuela mades, que los hay muy grandes y ricos en España, no conforme á la nobleza de los antepasados, ni por favor de cualquier que fuese, sino conforme á los méritos que cada uno tenia; con que despertaron los ingenios de sus vasallos para darse á la virtud y á las letras. De todo esto cuanto provecho haya resultado, no hay para que decillo; la cosa por sí misma y los efectos lo decíaran. Si va á decir verdad, en qué parte del mundo se hallarán sacerdotes y obispos ni mas eruditos, ni mas santos? ¿dónde jueces de mayor prudencia y rectitud? Es así que antes destos tiempos pocos se pueden contar de los españoles señalados en ciencia de aquí adelante ¿quién podrá declarar cuán grande haya sido el número de los que en España se han aventajado en toda suerte de letras y erudicion? Eran el uno y el otro de mediana estatura, de miembros bien proporcionados, sus rostros de buen parecer, la magestad en el andar y en todos los movimientos igual, el aspecto agradable y grave, el color blanco, aunque tiraba algun tanto á moreno. En particular el rey tenia el color tostado por los trabajos de la guerra, el cabello castaño y largo, la barba afeitada á fuer del tiempo, las cejas anchas, la cabeza calva, la boca pequeña, los labios colorados, menudos los dientes y ralos, las espaldas anchas, el cuello derecho, la voz aguda, la habla presta, el ingenio claro, el juicio grave y acertado, la condicion suave, y cortés y clemente con los que iban á negociar. Fue diestro para las cosas de la guerra, para el gobierno sin par tan amigo de los negocios que parecia con Nos llegados al puerto y puesto fin á este trabajo, el trabajo descansaba. El cuerpo no con deleites re- calaremos las velas, y haremos fin á esta escritura en galado, sino con el vestido honesto y comida templada este lugar. Concluyo con decir que con la entrada de acostumbrado y á propósito para sufrir los trabajos. los reyes en Granada, y quedar apoderados de aqueHacia mal á un caballo con mucha destreza: cuando lla ciudad, los moros por voluntad de Dios dichosamas mozo se deleitaba en jugar á los dados y naipes: mente y para siempre se sujetaron en aquella parte la edad mas adelante solia ejercitarse en cetrería, y de España al señorío de los cristianos, que fue el año deleitábase mucho en los vuelos de las garzas. La de nuestra salvacion de 1492 á seis de enero, reina era de buen rostro, los cabellos rubios, los viernes; conforme á la cuenta de los árabes el año ojos zarcos, no usaba de algunos afeites, la grave-ochocientos y noventa y siete de la Egira, á ocho del dad, mesura y modestia de su rostro singular. Fue muy dada á la devocion, y aficionada á las letras; tenia amor á su marido, pero mezclado con zelos y sospechas. Alcanzó alguna noticia de la lengua latina, ayuda de que careció el rey don Fernando por

dia

mes que ellos llaman Rahib Haraba. El cual dia como quier que para todos los cristianos por costumbre antigua es muy alegre y solemne por ser fiesta de los reyes y de la Epifanía, así bien por esta nueva victoria no menos fue saludable, dichoso y alegre para

toda España, que para los moros aciago; pues con | inmenso piélago y hondura que con dificultad podrán desarraigar en él y derribar la impiedad, la mengua | apear aun los grandes ingenios. Por lo cual estaba pasada de nuestra nacion y sus daños se repararon, resuelto, como se dijo en la prefacion latina desta y no pequeña parte de España se allegó á lo demás obra, de hacer punto en la guerra de Granada y no del pueblo cristiano, y recibió el gobierno y leyes pasar adelante, pues es justo que cada uno se mida que le fueron dadas: alegría grande de que partici. con el trabajo que emprende, y haga balanzo de sua paron asimismo las demás naciones de la cristiandad. fuerzas, fuera de otras dificultades que se ofrecian y En particular se escribieron en esta sazon cartas en el mismo lugar se apuntaron. Pero deste parecer al pontifice Inocencio y á los reyes, y despacharon me hicieron apartar algun tanto personas doctas y embajadores que les diesen aquellas nuevas tan ale- graves, las cuales pretendian que esta obra sin lo de gres, y avisasen que la guerra de los moros quedaba adelante quedaba imperfecta y falta de lo que natuacabada, muertos y sujetados los enemigos de Cristo, ralmente mas se desea saber, que son las cosas mopuesto el yugo á Granada, ciudad antiguamente edi- dernas, sin hacer mucho caso de las antiguas: además ficada y soberbia con los despojos de cristianos. Por que las cosas que sucedieron poco adelante por ser conclusion, que toda España con esta victoria que tan gloriosas y grandes, y la puerta que se abrió para daba por Cristo Nuestro Señor, cuya cra antes. Las la grandeza y imperio de que hoy goza España, daciudades y provincias así las comarcanas como las rian á esta obra el mas noble remate que se pudiese que caian lejos, festejaban esta nueva con regocijos, desear; lustre de muy grande importancia, que á fuegos y invenciones. Así hombres como mujeres de imitacion de los que escriben y representan comecualquiera edad y ó calidad que fuesen, acudian en dias, el acto postrero se aventaje á los demás, para procesiones á los templos, y postrados delante los que el lector con aquel postrer y dejo quede con maaltares daban gracias a Dios por merced tan saña-yor gusto y agrado, y toda la obra mas hermosa. Razones eran estas de mucho peso. ¿Qué era justo que yo hiciese? ó qué partido debia seguir y qué traza? Resolvíme en condescender algun tanto, y para acudir á todo continuar esta historia algunos pocos años adelante, en que acontecieron las cosas mas grandes y dignas de memoria que jamás los españoles acometieron y acabaron; ni aun sé yo que alguna otra nacion en el mundo en tan breve espacio pasase tan adelante, ni ensanchase tanto los términos de su imperio.

lada.

Estaba Roma alegre por las paces que tres dias antes se asentaran entre el pontifice y los reyes de Nápoles, cuando llegó de España primer dia de febrero Juan de Estrada embajador del rey don Fernando, y con la nueva de aquella victoria colmó y aumentó la alegría pasada. Para muestra de contento y para reconocer aquella merced por de quien era, el papa, cardenales y pueblo romano ordenaron y hicieron una solemne procesion á la iglesia de Santiago de los españoles. Allí se celebraron los oficios, y en un sermón á propósito del tiempo alabó el predicador y engrandeció como era justo á los reyes y toda la nacion de España, sus proezas, su valor y sus victorias notables.

LIBRO VIGESIMOSESTO.

CAPITULO I.

Pero antes que pongamos la mano á cosas tan grandes, es bien que el lector se acuerde de lo que arriba queda apuntado, es á saber que Francisco duque de Bretaña casó con Margarita hija de doña Leonor reina que fue de Navarra, y por el mismo caso sobrina del rey don Fernando. Deste matrimonio quedaron dos hijas, sus nombres de la mayor Ana y de la menor Isabel, y ningun hijo varon. Por esta causa muchos príncipes pretendian casar con estas doncellas, mayormente con la mayor. Entre los demás Carlos Octavo rey de Francia se aventajaba por tener mas fuerzas y caer mas cerca de Bretaña, fuera de otras alianzas y correspondencia que con aquel estado tenia como moviente de su corona, sin embargo que de años antes se concertara con Margarita

jo de Margarita hermana de Carlos padre del de Orliens, determinó tomar las armas contra el duque, y por medio de aquel torcedor traelle á lo que deseaba.

Que los judíos fueron echados de España. CONCLUIDA la guerra de Granada con tanta honra y provecho de toda España, y echado por tierra el senorío de los moros á cabo de tantos años que en ella duraba; los reyes don Fernando y doña Isabel volvie-hija del rey de romanos, y que el mismo Maximiliano ron su pensamiento á nuevas empresas mayores y por estar viudo de María su primera mujer pretendia mas gloriosas que las pasadas. Valerosos príncipes y para sí este casamiento, y aun le tuvo concertado. grandes, pues ni de dia ni de noche sabian reposar, Al Francés ni faltaban mañas ni fuerzas, y con ocani pensaban sino como pasarian adelante, y por el sion que algunos señores de su reino, en particular camino que habian tomado, llevarian al cabo sus in- Luis duque de Orliens su cuñado, casado con Juana tentos muy santos, que todos se enderezaban á la su hermana menor, por ciertos disgustos se recogió gloria de Dios y al ensalzamiento de la Religion Cris-á Bretaña por ser aquel duque su primo hermano hiLiana; y no era razon que con la paz tan deseada de España su valor y grandeza de ánimo reposasen, ni que sus nobles soldados, que por causa de las guerras pasadas tenian muchos y muy señalados, con los deleites y el ocio, fruto muy ordinario de la abundancia y prosperidad, se marchitase; antes que pues en sus tierras no quedaba en qué mostrar su esfuerzo, los empleasen lejos dellas, y los enviasen á conquistar gentes y reinos estraños, como sucedió al presente; camino y traza por donde el nombre y vafor de España conocido de pocos, y apretado dentro de los angostos términos de España, en breve pasó tan adelante que con gran gloria suya se derramo no solo por Italia y por Francia y Berbería, sino llegó hasta los últimos fines de la tierra; de manera que de Levante á Poniente no quedó parte alguna do no hayan puesto los trofeos y blasones de sus victorias y esfuerzo.

El Breton en este aprieto acudió á Ingalaterra y Alemania para que le valiesen, y en particular hizo recurso á España: para esto Alano de Labrit padre del rey de Navarra con intencion que se le dió de aquel casamiento tan pretendido, los años pasados se vió en Valencia con el rey don Fernando, y dél alcanzó enviase en su compañia una buena armada que se juntó en San Sebastian, y por su capitan á Miguel Juan Gralla su maestresala. Hobo diversos encuentros que no son de nuestro propósito: finalmente junto á San Albin se vino á batalla, en que los bretones quedaron vencidos, y presos el general de la armada española y el duque de Orliens, y Juan Chalon príncipe de Oranges que asistia al duque de Grande balumba de cosas se nos pone delante, y Bretaña por ser su sobrino hijo de Catharina su hermayor peso que tan pequeñas fuerzas puedan llevar | mana. Dióse esta batalla, que fue en aquel tiempo

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muy famosa, por el mes de agosto del año que se contaba de 14881

וי

lo tenian concertado aum antes del asiento que se tomó con Francia. Pero el conde de Dunois y el canciDespues se tomó asiento con el Francés, que soltó ller de Bretaña le eran de todo punto contrarios, y los presos aunque no en un mismo tiempo ni por la mas al príncipe de Oranges, que como deudo tan misma ocasion; y el Breton se obligó de no casar sus cercano se apoderó de la duquesa y su hermana. hijas sin su consentimiento: condicion que él cum- Acudieron por socorros el mariscal á Ingalaterra, y plió porque sin disponer dellas falleció luego el año el de Oranges al rey de romanos y á España. Viniesiguiente. Dejó por tutor de sus hijas, y gobernador ron gentes de todas partes, y en particular de Espade aquel estado al mariscal de Bretaña, persona afi-ña por mar envió el rey don Fernando mil hombres cionada al casamiento de monsieur de Labrit, como de armas y ginetes de socorro debajo la conducta y

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1

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Patio de los Leones en la Alhambra.

gobierno de don Pedro Gomez Sarmiento conde dele faltó mucho tiempo, á lo postrero de su vida; y Salinas, que desembarcó con su gente en Bretaña al principio del año 1490.

Este socorro fue de poco efecto, por sospechas que nacieron entre los naturales y los españoles, demás que la duquesa se inclinaba á casar con el rey de romanos, y aun se trató y concertó el casamiento. Por esto el mismo Labrit, perdida la esperanza de casar con aquella señora, ó de que un hijo suyo (que tambien lo pretendia) casase con la hermana menor que falleció por este mismo tiempo, y con promesa que le hicieron de nombralle por condestable de Francia, resuelto de mudar partido entregó á Nantes cabeza de aquel ducado, plaza que tenia en su poder, al Francés. El rey don Fernando otrosi hizo salir su gente de Bretaña por lo poco que allí hacian, y con esperanza que se le dió de restituille do de Ruysellon y Cerdania, conforme a lo que el rey Luis Onceno de Francia dejó dispuesto en su testamento movido de sut conciencia y a persuasion de fray Francisco de Paula fundador de los mínimos, al enat hiciera venir desde la postrero de Italia, de do era natural, con esperanza que por su medio recobraria la salud que

persuadido de sus razones antes de su muerte enviara al obispo de Lombes y al conde de Dunois para que hiciesen la entrega de Perpiñan; mas como el rey fa lleciese á la sazon, los que gobernaban el reino, les mandaron dar la vuelta sin efectuar el órden que llevaban.

Con la salida de los españoles el Francés tuvo comodidad de apoderarse de la mayor parte de aquel estado, y Ana, madama de Borbon, su hermana mayor, que todo lo gobernaba á su voluntad, tuvo órden y se dió tan buena maña, que el rey su hermano, dejada Margarita su esposa con color de su poca edad, finalmente casó con la duquesa de Bretaña. Con este matrimonio las fuerzas y poder de Francia se adelantaron, y sosegadas las alteraciones de aquel reino, los franceses tuvieron comodidad de acometer lo de Italia. and cuda that

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En España los reyes don Fernando y doña Isabel luego que se vieron desembarazados de la guerra de los moros, acordaron de echar de todo su reino a les dios. Con esta resolucion en Granada, do estaban, por el mes de marzo del año 1492 hicieron pregonar

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