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neficiaba en Cervia tierra del papa y las imposicio- | favor de las galeras de venecianos hacer que el cones que de nuevo hacia cobrar de las mercadurias que por el Pó se llevaban á Venecia.

Desto tuvo el Francés tanto sentimiento, que mandó embargar y secrestar todas las rentas de los cardenales franceses y de los curiales de su scñorío; y les mandó salir de Roma, y que viniesen á residir en sus iglesias. Iban en aumento estos disgustos por cuanto el papa por una parte intentó con

mun de Génova, en que tenia mano por ser natural de Saona, se levantase contra el gobierno de Francia. Envió con las galeras á Octaviano de Campofregoso y otros foragidos de aquel estado, y á Marco Antonio Colona dió órden que de Luca, donde asistia, se acercase á Génova con gente de á pié y de á caballo. No se hizo efecto por no estar las cosas sazonadas.

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Por otra parte alcanzó de venecianos que pusiesen en libertad al marqués de Mantua, de cuya persona pretendia servirse en la guerra contra Francia, á tal que para seguridad le entregase á su hijo. Dió se libertad al marqués á los catorce de julio. Asimismo acometió las tierras del duque de Ferrara, y pretendia apoderarse de la misma ciudad, y como las demás restituilla á la iglesia por ser aquel estado feudo suyo, sin tener respeto al rey de Francia en caya proteccion estaba, y el mismo duque ocupado en su servicio. Nombró por general de la Iglesia para esta guerra al duque de Urbino: tuvieron las gentes del pápa tomadas todas las tie ras del ducado de Ferrara que estan en la Romaña de la otra parte del Pó: acudió un capitan francés llamado Chatillon con trescientas lanzas á los veinte y nueve del mes de julio. La gente del papa alzado el cerco que tenian sobre Lugo, con la nueva del socorro, se retiró á Imola. Recobró el de Ferrara lo perdido; pero la gente del papa en breve lo tornó luego á ganar, y aun el cardenal de Pavía por trato que tuvo con algunos ciudadanos de Módena, se apoderó de aquella ciudad por el papa. Corria el mismo peligro Regio. Metió dentro el duque gente, y monsieur de Chamonte envió para su defensa do cientas lanzas. El duque de Urbino que se hallaba á la sazon en Boloňa, pretendia fortificar aquella

ciudad, ca se temia acudiria sobre ella el can.po francés.

Asimismo el papa por medio del obispo sedunense que era suizo de nacion, para mas obligalle le dió intencion del capelo, levantó hasta en número de doce mil de aquella gente, los ocho mil á su sueldo y el resto al de la señoría de Venecia: todo con intento de hacer la guerra en el ducado de Milan, y poner en aquel estado á Maximiliano Esforcia, que andaba despojado en la corte del emperador. Todos pensamientos si bien mas altos que sus fuerzas, muy conformes á su natural, de suyo muy desasosegado y brioso, como lo mostró en toda la vida pasada, porque en el pontificado del papa Sixto su tio nunca entendió sino en sembrar discordias, Y en el del papa Inocencio se dijo fue la causa que los barones del reino tomasen las armas contra su rey; y en tiempo de Alejandro fue el principal cau dillo para traer los franceses en Italia: de suerte que nunca supo vivir en paz, y siempre procuró contienda.

Los intentos del papa forzaron al gran maestre de Francia á retirarse con su campo la via de Milan para guardar aquel estado, y acudir si fuese necesario á lo de Génova. Verdad es que publicaba retirarse de aquella guerra á causa que el emperador estaba ausente, y que sin él no se podia hacer efecto de mo

mento, tanto mas que los venecianos se reforzaban cada día con gente que les acudia de la Romaña y de otras partes. Todavía quedó Juan Jacobo Tribulcio con buen golpe de gente de armas, porque sin ella lo demás del ejército imperial apenas pudieran ser señores del campo. Llegó á tanto grado esta mengua que los alemanes acordaron de sacar de Vicencia su artillería y municiones, y pasallas á Verona, por ser aquella ciudad y castillo muy flacos, y no tener ellos fuerzas bastantes para tenerse.

Por este tiempo la duquesa de Terranova se detenia todavía en Génova, y como el papa continuaba en hacer instancia que su marido el Gran Capitan fuese á serville, los franceses se recelaron de su estada allí. Por esto proveyó su marido que á la hora se partiese para España, donde los de Fuente-Rabía y los de Hondaya, pueblo de la Guiena, tenian contienda sobre á cual de las partes pertenecia el rio Vidasoa, con que parten término España y Francia.

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don Fernando, y en su compañía el cardenal arzobispo y los del consejo real. Llevó consigo al duque de Medina Sidonia, y don Pedro Giron, ca les tenia dado perdon, dado que se retuvo las fortalezas de Sanlucar, Niebla y Huelva. Iban otrosí en su compañía el condestable, el marqués de Priego y el conde de Ureña. Llegó á Zaragoza, y dende pasó á Monzon. Concurrió mucha gente por ser las primeras córtes generales que tenía despues que reinaba, como antes fuesen particulares de cada uno de aquellos tres estados pertenecientes á la corona de Aragon. Ocupábase el rey en esto, y no se descuidaba en acudir á la conquista de Africa y á la guerra de Italia; mas particularmente hacia grande instancia con el rey de Francia para que se reformase aquella condicion que capitularon; tocante á la sucesion en el

TOMO II.

reino de Nápoles caso que la reina doña Germana no tuviese hijos. No daba el Francés oidos ni lugar á esta demanda, con la esperanza que siempre tuvo de recobrar aquel estado por el camino que pudiese, en especial que á esta sazon falleció el cardenal de Ruan que estuvo siempre muy apoderado de la voluntad de aquel rey, y no terciaba mal en las cosas que tocaban al bien comun y se enderezaban á la paz.

Tenia este negocio puesto en mucho cuidado al rey Católico por lo que importaba: acordó de valerse del papa, y ayudarse de la enemistad que tenia con el rey de Francia para alcanzar la investidura de aquel reino. Al papa al principio se le hizo de mal concedella: despues como se vió embarazado en negocios tan graves, por valerse de la ayuda de España acordó de dar la investidura de la manera y tan am

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pliamente como se pudiera pintar. Habia el papa Ale- conquista de Africa. Solicitaba el rey Católico su jandro concedido rey de Francia la investidura de ida; mas entretúvose por causa de estar Bugía infila parte de aquel reino, como queda dicho, con el cionada de peste. Hízose á la vela con siete mil homtítulo de rey de Nápoles y de Jerusalén. Era dificul- bres va que los calores del verano iban adelante. toso despojalle de aquel derecho, mayormente sin Aportó á Bugía: para guarda de aquella ciudad dejó oille. Acordó declarar que el Francés perdió la inves- parte de su armada con tres mil hombres. Diego de tidura por no acudir, como no acudió en tantos Vera al tanto, dejado órden en las cosas de la Bugía, años, con el reconocimiento que debia, y mas por siguió la armada, y juntos llegaron al puerto de Trique enajenó aquel feudo cuando se concertó con el pol con diez y seis velas en coyuntura que el conde rey Católico, sin consentimiento del pontífice señor Pedro Navarro tenia embarcada su gente que eran directo de aquel estado. Con esto se le concedió la mas de ocho mil hombres, con resolucion de ir sobre investidura de todo aquel reino para sí y para sus los Gelves, que es la mayor y mas importante isla sucesores y señalóse que pagase cada un año la que hay en la costa de Africa, mas occidental que fiesta de San Pedro y San Pablo ocho mil onzas de Tripol en distancia como de cien leguas. Es muy llaoro, y cada trienio un palafren blanco. Demás desto na y arenosa, cubierta de bosques de palmas y de por una vez debia dar cincuenta mil ducados, y lo olivos, tan allegada á tierra firme que por una parte mismo contasen sus sucesores cada y cuando que se se pasa de una á otra por una puente. Boja mas de les diese la investidura; que eran todas las mismas diez y seis millas: tiene falta de agua, no hay en ella condiciones que se impusieron al rey Carlos el Pri- pueblos, sino caserías, y á la marina un castillo esmero cuando se le dió la investidura. Esto se conce-tancias del señor. Solia ser del rey de Tunez, mas dió por el papa y colegio de cardenales por principio entonces tenia su propio jeque á quien obedecian. del mes de julio. Poco despues á siete del mes de Partieron de Tripol con toda brevedad: llegaron á agosto el papa hizo relajacion del censo y de los cin-los Gelves miércoles veinte y ocho de agosto dia de cuenta mil ducados, y se contentó con que cada un San Agustin. Desembarcó la gente sin hallar impeaño le presentasen un palafren blanco decentemente dimento ni contraste entre la isla y tierra firme, en adornado, y le sirviesen con trecientas lanzas cada un lugar que llaman la Puente Quebrada. Ordenaron y cuando que se hiciese guerra en el estado de la de toda la gente siete escuadrones. Quiso don GarIglesia; que era una de las condiciones de la inves- cía, sin embargo que era general, ir delante de todos tidura, de que no quiso el papa alzar mano por ser- con los caballeros que llevaba en su compañía: quien virse dellas para la empresa de Ferrara. Despues en dice con voluntad y acuerdo del conde Pedro Navartiempo del papa Leon Décimo se impuso un censo de ro, quien afirma que á pesar suyo. El jeque tenia siete mil ducados cada un año por la licencia que dió hasta ciento y cincuenta de á caballo y dos mil de á al emperador don Carlos para que juntamente con el pié, gente mal armada, y tan medrosa que ofrecieron imperio pudiese tener aquel reino contra lo que te- partidos muy aventajados por no venir á las manos. nian de tiempo antiguo capitulado con las casas de Anjou y de Aragon.

Era pasado medio dia cuando nuestros escuadrones comenzaron á marchar. El calor fue tan escesiMostró gran sentimiento el rey de Francia por esta vo, y el polvo de los arenales tan grande, que todo concesion, y sobre ello su embajador el obispo de parecia echar de sí llamas. Apenas caminaron dos leRius hizo grande negociacion, y formó grandes que-guas cuando algunos de pura sed se caian muertos, y jas acerca del rey Católico á tiempo que las córtes de todos la padecian estrema. Llegó el primer escuadron Monzon se continuaban. En ellas á los trece de á unos palmares, donde por entender que junto á agosto se acordó que sirviesen para la guerra de unas casas caidas habia ciertos pozos, la gente toda Africa con quinientos mil escudos, que fue un ser- se desordenó por beber: aquí descubrieron los movicio muy grande, considerado el tiempo y la libertad ros, que advertidos del aprieto de nuestra gente se de aquellas provincias; pero era muy encendido el fueron para ellos. Apeóse don García y algunos otros deseo de todos que aquella conquista se prosiguiese, que iban á caballo. Decíanle algunos que se retirase. que se aumento con las nuevas que entonces llega- «Adelante (dijo él) caballeros: & somos llegados aquí ron de la toma de Tripol. Demás desto por si otras »para volver las espaldas? si la suerte fuere contraocupaciones forzasen al rey de ausentarse antes de >>ria, á lo menos no nos hará olvidar de nuestra noconcluir las córtes, habilitaron á la reina doña Ger- »bleza, ni faltar á lo que es razon.»> Esto dijo: tomó mana para presidir en ellas, y aun si fuese necesa-á un infanzon aragonés una pica que llevaba, y arrio, convocallas de nuevo, á tal que fuese proveida por teniente general de aquellos reinos y principado. Decretóse otrosi que se estinguiese en aquellos reinos la hermandad que se instituyó los años pasados. Asistieron á estas córtes como era costumbre el vicecanciller Antonio Augustin y Juan de la Nuza justicia de Aragon. Los embajadores que se hallaron en Monzon, los señores de Castilla y de Nápoles y Sicilia fueron en gran número; y muchos mas los que tenian voto en córtes de los tres brazos. En el eclesiástico tenia el primer lugar don Alonso de Aragon, arzobispo de Zaragoza; entre los ricos hombres se asentaban los primeros los condes de Belchit y de Aranda; entre los infanzones don Miguel de Gurrea y don Miguel Perez de Almazan. Sin estos asistieron los procuradores de los reinos de Aragon y Valencia, y de todas las ciudades y villas que suelen acudir y tienen en córtes voto y lugar.

CAPITULO XXV.

Que don García de Toledo fue muerto en los Gelves. APRESTÓSE en la ciudad de Málaga una armada en que partiese don García de Toledo con gente á la

remetió con ella á los moros. No se pudo detener nuestra gente con el valor de su general. Antes luego se puso en huida. Acometieron los moros de tropel, y de los primeros mataron á cuatro de los que se apearon. Estos fueron don García, Garci Sarmiento, Loaysa y Cristóbal Velazquez, todos nobles capitanes. Era tanta la turbacion de la gente que huia, que sin remedio se lanzaban por los otros escruadrones y los desbarataban, de suerte que todos volvian las espaldas. Entonces el conde proveyó que los escuadrones de don Diego Pacheco y de Gil Nieto que quedaron con él en la retaguardia, atajase el paso por do huia la gente, para que hiciesen reparar los moros, que fue el remedio para que todos no pereciesen: cosa maravillosa, en este trance el conde se halló tan turbado que como sin consejo ni valor fue de los primeros á embarcarse; puesto que pudo pretender que las galeras, las surta mas cerca de tierra, recogiesen la gente, ca muchos por no querellos admitir se ahogaban en el mar. Entre muertos y cautivos faltaron de los nuestros hasta cuatro mil. Gente de cuenta demás de los ya dichos murieron don Alonso de Andrada, Santangel, Melchor Gonzalez hijo del conservador de Aragon, sin muchos otros capitanes

y gentiles hombres. El cuerpo de don García fue llevado al Jeque, que despues de algunos dias escribió á don Hugo de Moncada virey de Sicilia que por entender era aquel gran señor pariente del rey, le tenia en una caja para hacer dél lo que ordenase. Dejó don García un hijo pequeño que se llamó don Fernandálvarez de Toledo, que fue adelante uno de los mas señalados guerreros y capitanes de todo el mundo. Padre de don García fue el duque don Fadrique primo hermano del rey Católico de parte de las madres: abuelo don García, el primero que de aquella casa alcanzó título de duque, cuyo padre don Fernandálvarez de Toledo, sobrino de don Gutierre de Toledo arzobispo de Toledo, fue el primer conde de Alba.

El conde Pedro Navarro, antes que partiese de los Gelves, despachó a Gil Nieto y al inaestro Alonso de Aguilar para dar cuenta al rey de lo que pasó en aquella jornada, y de aquel revés tan grande. Las galeras envió á Nápoles conforme al órden que tenia, con el resto de la armada, se encaminó la vuelta de Trípol; y dado que corrió fortuna por espacio de ocho dias, finalmente llegó á aquel puerto á los diez y nueve de setiembre. Puso para guarda de aquella ciudad á Diego de Vera con hasta tres mil soldados: despidió otros tres mil por mal parados y enfermos; yél con otros cuatro mil y con la parte de la armada que le quedó, salió para correr la costa de Africa entre los Gelves y Tunez. El tiempo era contrario, y tal que le forzó á detenerse lo mas del invierno en la isla de Lampadosa, una de las que caen cerca de la de Sicilia.

progreso; antes por estar el enemigo muy apercebido, y con el arrimo de Francia alentado, llevaba lo peor, y con su campo retirado cerca de Módena. Hallóse el rey Católico en Madrid á los seis de octubre, dia en que presentes los embajadores del emperador y del príncipe don Carlos, y el nuncio del papa, conforme a lo capitulado en Bles hizo el juramento en pública forma de gobernar aquel reino con todo cuidado, hacer y cumplir todo aquello que á oficio de verdadero y legítimo tutor y administrador incumbia. Junto con esto para cumplir con el papa por la obligacion de la investidura que le dió, mandó que Fabricio Colona con trecientas lanzas del reino de Nápoles, gente escogida, fuese á juntarse con la de la Iglesia, con instruccion de ayudar en la guerra de Ferrara, mas no contra el rey de Francia; antes para tenelle contento su instancia mandó al almirante Vilamarin que con once galeras que volvieron de los Gelves á Nápoles, acudiese á las marinas de Génova para junto con la armada de Francia asegurar aquella ciudad en el servicio de aquel rey, de suerte que no hiciese novedad como se recelaba. El duque de Termens tenia en Verona sus cuatrocientas lanzas en servicio del emperador, y aun fue el todo para que aquella ciudad no viniese en poder de venecianos, que en esta sazon la tuvieron muy apretada con cerco que sobre ella pusieron con mucha gente. Acudió el gran maestre con cuatrocientas lanzas á dar socorro á los cercados; pero antes que llegase, los enemigos eran idos.

El papa á su partida mandó que todos los cardenales le siguiesen: algunos por recelarse de su condiSobre la ciudad de Safin, que era de portugueses, cion ó por inteligencias que traian con Francia, preen la costa de Africa, se puso por fin deste año una tendieron recogerse á Nápoles; mas como quier que morisma innumerable: acudieron socorros de la isla el virey no les acudiese, pasaron á Florencia. Alli el de la Madera. Con esta ayuda Atayde capitan de principal don Bernardino de Carvajal cayó malo; con aquella fuerza, y con la gente que tenia, la defendió esta ocasion se detuvieron, dado que el papa les daba muy bien, y alzado el cerco, hizo con los suyos en- priesa para que fuesen donde él estaba. Ellos dilatatrada en tierra de moros hasta llegar cerca de Alme- ban su ida hasta ver qué camino tomaban las cosas dina, pueblo distante de Safin no menos que treinta de la guerra, porque en esta sazon que el papa se y dos millas: tuvo diversos encuentros con los mo- hallaba en Boloña y su ejército en Módena, el gran ros, ganóles mucha presa y cautivos, á la vuelta em- maestre de Francia acometió una empresa muy espero cargó sobre él tanta gente que le fue forzoso traña. Esto fue que con las cuatrocientas lanzas que dejalla. Hizo adelante otras muchas entradas y cor- llevaba al socorro de Verona, y con otras docientas rerías hasta llegar á las puertas de Marruecos algu- que tenia en Rubiera, revolvió sobre Boloña confiado nos años despues deste: hazaña memorable de mas en los Bentivollas que iban con él, y le prometian de reputacion que provecho. Lo mismo hacian don Juan dalle entrada en aquella ciudad. El pontifice y todo el Contiño capitan de Arcilla en lugar de su padre don colegio estuvieron en grande peligro. Proveyó Dios Vasco Coutiño conde de Borba, y Pedro de Sousa que á muy buen tiempo llegó Fabricio Colona y su capitan de Azainor, caudillos todos valerosos y muy gente; con cuya llegada los del pontífice se reforzadeterminados de ensanchar el señorío de Portugal ron, y los franceses fueron forzados de alzar su campor aquellas partes de Africa, provincia dividida en po y cerco sin hacer algun efecto, y sin que los nuesmuchos reinos poco conformes entre sí, y á propó-tros les hiciesen otro enojo por guardar el órden que sito para ser fácilmente conquistados.

LIBRO TRIGESIMO.

CAPITULO I.

llevaban, y el respeto que al rey de Francia se debia. Sucedió que el papa adoleció en aquella ciudad de suerte que poca esperanza se tenia de su vida, que dió ocasion á nuevas esperanzas, y pláticas no muy honestas que pasaron entre los cardenales. El papa avisado deste desórden á los once del dicho mes los

Que algunos cardenales se apartaron de la obediencia llamó á consistorio. Allí publicó una bula muy rigu

del papa.

CASI á un mismo tiempo el rey Católico, despedidas las cortes de Monzon, por Zaragoza dió vuelta á Castilla, y el papa Julio salió de Roma la vuelta de Boloña. El mismo rey pretendia hallarse en las córtes que tenia aplazadas para la villa de Madrid, y acudir á la conquista de Africa, donde publicaba queria pasar en persona para reparar el daño que se recibió en los Gelves. Demás desto la guerra de Italia le tenia puesto en cuidado á causa que todos los príncipes se querian valer de su ayuda. El pontífice desde Boloña, en que entró por fin de setiembre, queria dar calor á la guerra de Ferrara, por cuanto su sobrino el duque de Urbino con la gente de la Iglesia hacia poco

10MO II.

rosa contra los que cometiesen simonia en la eleccion del pontifice que tenia ordenada desde el principio de su pontificado, y por diversos respetos se dilató su promulgacion hasta esta coyuntura. Con todo esto estaba muy receloso de los cardenales que se quedaron en Florencia, tanto que por atajar las inteligencias que tenian con Francia, se contentaba y venia en que se retirasen á Nápoles como al principio ellos mismos lo deseaban, pero ellos tenian sus pretensiones tan adelante que no vinieron en ello antes los cardenales don Bernardino y el de Cosencia se pasaron á Pavía con voz que pretendian juntar concilio general para tratar de la reformacion de la Iglesia, y aun proceder hasta deponer al papa : camino y traza de grandes inconvenientes y daños.

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Hacian espaldas á estos cardenales y á sus intentos el rey de Francia y el emperador, y aun procuraron atraer á su partido al rey Católico: tanto que entre el emperador por medio de Mateo Lango su secretario ya obispo de Gursa, que tenia gran cabida con aquel príncipe, y le despachó para este efecto, se asentó confederacion con el rey de Francia en Bles á los catorce de noviembre, en que intervino el embajador del rey Católico Cabanillas con poderes limitados, é instruccion que no viniese en cosa alguna que se intentase contra el papa.

ofrecia buen número de gente de á pié y de á caballo para la guerra contra el Turco, y que acabaria con el duque de Ferrara dejase á Cento y la Pieve, y que tornase á pagar el censo que solia de cuatro mil ducados por año, dado que el papa Alejandro le relajó el censo y entregó aquellos lugares en parte del dote con Lucrecia de Borgia; demás desto que alzaria mano de las tierras que tenia en la Romaña.

Todos eran buenos partidos, si el papa no tuviera por cierto que tomaria al duque todo el estado; estaba ya apoderado de Módena, y pretendia hacer lo mismo de Regio y Rubiera, pueblos principales de su condado. Agraviabase desto el emperador á causa que todo aquei condado de Módena era feudo del imperio, que no pasase adelante, y que restituyese á Módena. Venia el papa bien en ello, solo queria seguridad que no la entregaria á aquel duque, ni menos al rey de Francia; el rey Católico tenia puesto su pensamiento en la empresa de Africa, dado que no se descuidaba de las cosas de Italia. Mandó al duque de Termens que con su gente diese vuelta al reino de Nápoles, pues en el Veronés no se hacia efecto de momento por estar el emperador ausente, y no tener ejercito bastante. Hizolo así, y de camino visitó al papa en Bolonia, y dél fue muy bien recebido y acariciado.

En aquella junta demás de declarar que todos los príncipes confederados, conforme á lo capitulado en Cambray, quedaban obligados á ayudar al emperador á cobrar la parte que del estado de venecianos le to-y dél le tenian los duques de Ferrara. Hizole requerir caba, se acordó de procurar con el papa estuviese á justicia y á derecho con el duque de Ferrara; y para apremialle á que viniese en esto, ordenaron que el emperador en sus estados, y lo mismo en Aragon y Castilla se juntasen concilios nacionales para determinar las mismas cosas que poco antes se establecieron en la iglesia Gallicana que se juntó primero en Orliens y despues en Tours, es á saber que todas las personas eclesiásticas de aquel reino sin esceptar ni cardenales, ni los familiares del papa, fuesen á residir en sus beneficios, con apercibimiento, si no obedecian, que todas sus rentas se secrestasen y gastasen en pro de las mismas iglesias resolucion muy perjudicial, principio y puerta de alborotos y de scisma, y que forzó al papa á publicar sus censuras contra los que obedeciesen aquel mandato, y declarar por descomulgados al gran maestre de Francia, á Tribulcio y á todos los capitanes que en Italia estaban á servicio y sueldo del rey de Francia, y á los que intervenian en las congregaciones de la iglesia Gallicana.

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El rey Católico, pospuesto todo lo al, por principio de enero del año de 1511 pasó de Madrid á Sevilla para dar calor á los aparejos que se hacian para la guerra de Africa. Queria reparar el daño y mengua que se recibió en los Gelves, tanto mas que en la isla de Querquens puesta entre los Gelves y Tunez fue muerto por los meros que sobrevinieron de sobresalto de noche, el coronel Gerónimo Vianelo con cuatrocientos soldados que salieron á hacer agua: sucedió esta desgracia el mismo dia de Santo Mathia. Lo mismo El rey Católico nunca quiso ser parte en la nueva hizo el papa, que en el corazon del invierno que fue avenencia de Bles, y mucho menos aprobar ni seguir muy recio, continuaba la guerra contra Ferrara, y aquel ejemplo de la iglesia Gallicana tan descaminado; porque sus gentes y las de la señoría hacian poco efec antes procuró con todas sus fuerzas apartar al empe- to, determinó ir en persona á cercar la Mirándula. rador de aquel intento, y hacer se réconciliase con Apretóla tanto que la condesa, mujer que fue del conel papa y concertase con venecianos. Tratábase en de Ludovico Pico, la entregó. Vióse el papa en este esta sazon de casar la reina de Napoles sobrina del cerco en peligro de la vida, porque una bala abatió la rey Católico con Carlos, duque de Saboya. Llegó el tienda en que estaba con otros cardenales : grande tratado á señalar en dote de la reina docientos mil fue el espanto, el daño ninguno. Para memoria deste ducados; y aun se halla que aquella señora se intitu- milagro mandó colgasen la bala, que es como la cabelaba por este tiempo duquesa de Saboya. Sin embargo za de un hombre, delante la imagen de Nuestra Señoeste matrimonio no se efectuó, y el duque casó ade-ra de Loreto, y allí está hasta el dia de hoy al lado de lante con doña Beatriz, infanta de Portugal.

En Nápoles se alborotó el pueblo á causa que intentaron de asentar en aquella ciudad y reino la Inquisicion á la manera de España. Comenzaba á ejercer el oficio el inquisidor Andres Palacio juntamente con el ordinario. La revuelta fue tan grande que por atajar mayores males el virey publicó un edicto en que mandaba que los judios y los nuevamente convertidos, que vinieron en gran número de España huidos, saliesen de aquel reino, y desembarazasen por todo el mes de marzo. Junto con esto proveyó que atento la religion y observancia de aquella ciudad y de todo el reino, la Inquisicion se quitase: con que todos sosegaron. É! mismo papa era deste parecer, que por entonces no debian alterar la gente con poner en aquel reino aquel nuevo y severo tribunal.

CAPITULO II.

Que los franceses tomaron á Boloña.

No se aseguraba el rey de Francia del rey Católico, antes sospechaba se queria ligar con el papa en daño suyo. Los suizos asimismo, que tiraban del sueldo del pontifice, le hacian dudar no volviese la guerra contra Milan. Trató de concertarse con el papa por medio del cardenal de Pavía que podia mucho con él:

la epistola.

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De Mirándula el pontífice dió la vuelta á Boloña, pero mandó pasarsu ejército contra Ferrara acudió|le Andrés Griti con parte del ejército de venecianos, todos con intento de ponerse sobre aquella ciudad. Toda esta diligencia fue de poco efecto á causa que la gente del duque se hallaba muy en órden, y el gran inaestre de Francia con la gente que tenia en el Veronés, se acercó á la ribera del Pó con muestra de dar la batalla, si fuese necesario para defender á Ferrara. Por esto los de la Iglesia dieron la vuelta, y el gran maestre fué á Regio do tenia puesto á Gaston de Fox duque de Nemurs. Desde allí cargó sobre Mé dena que se tenia ya por el emperador, ca el papa persuacion del rey Católico se la restituyó por este mismo tiempo. Estaba en ella con gente de la Iglesia Marco Antonio Colona, que la defendió muy bien y

con mucho valor.

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El papa acordó intentar de nuevo entrar en el Ferrarés por la via de Rávena, por donde pensaba hallar el camino mas fácil y ayudarse mejor de la armada veneciana. Con esta resolucion partió con su ejército de Boloňa; mas tampoco esta entrada fue de provecho, antes la gente del duque desbarató la del papa, y las galeras venecianas no se atrevieron á subir por el Pó arriba por miedo de la artillería que tenian plantada en la ribera de aquel caudaloso rio, Falleció

á

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