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artillería y bagajes que habian juntado allí como prin- | retiró á sus reales en medio de las inútiles descargas cipal asiento de la guerra. Quedaron prisioneros mu- de artilleria que le disparaba el enemigo desde las chos nobles con Grigni que mandaba el ejército, los trincheras. Aumentáronse sus fuerzas con la venida cuales fueron conducidos á la fortaleza de Namur.de los alemanes, que mandaba Casimiro. Este, pues, Lumé se escapó de la pelea y lleno de ignominia hu- se dice que habiendo recibido dinero de Inglaterra, yó á Lieja, donde pereció poco despues de la morde-introdujo en Flandes ocho mil infantes y siete mil cadura de un perrillo. Todo esto acacció desde últimos ballos, los cuales no sirvieron de cosa alguna, pues de enero hasta dos de febrero del año 1578. A los es- rehusando obedecer á Bossú, se acamparon separacoceses se les dió libertad bajo el juramento de que dos de sus reales; y faltándoles despues la paga, se no tomarian las armas contra el rey en un año, y negaron absolutamente á todo trabajo. Por otra parte tambien á los flamencos con tal que jamás volviesen Alenzon, que cuanto era mas inepto para mandar, á tomar las armas. De los españoles fueron muertos era tanto mas ambicioso, vino á la provincia de Hainueve solamente, y habiendo Matias y el de Orange recibido en Bruselas la noticia de tanta pérdida, se dieron prisa á recoger sus bagajes y escaparse, y se detuvieron en Amberes.

Despues de este feliz suceso, se derramó por todas partes el terror de las armas españolas. Habiendo arrojado Lovaina el presidio de los escoceses, se sujets al vencedor, y tambien se entregó bajo de condiciones Philipevilla, fortificada y defendida con unapoderosa guarnición, Cayó enfermo don Juan de Austria, y se volvió à Namur, habiendo entregado el ejército al de Parma, el cual inmediatamente determinó combatir á Limburgo. Cuando se disponia á entrar por la brecha del muro, le abrieron la puerta los habitantes, habiendo pactado que no padecerian ninguna hostilidad, y la guarnicion pasó al sueldo del rey. Distribuyóse el ejército en muchos escuadrones, y en breve tiempo fue recobrado lo restante de la provincia, y muchos pueblos se entregaron por su voluntad. Sicheu pago la pena de su temeridad, habiéndose enfurecido las tropas contra todo sexo y edad, sin distincion alguna. Entretanto falleció en Namur Carlos Bariemont, oprimido de su mucha edad y trabajos, y el Austriaco le mandó hacer magníficas exequias en premio de su lealtad y valor, y le sucedió su hijo el señor de Hierges. Por este tiempo vino de España á los reales para militar, segun la costumbre de los nobles, don Pedro de Toledo, hijo de don Garcia; tambien llegó de Italia don Lope de Figueroa con un cuerpo de españoles sacados de los presidios; don Alfonso Leiva, hijo de don Sancho, virey de Navarra, á quien seguian muchos nobles, y cuatrocientos capitanes veteranos. Su hermano don Sancho iba por teniente de coronel, y don Diego de Mendoza su tio materno por alferez. Finalmente llegó con dos mil italianos Gabrio Cervellon, que se habia hallado en muchos peligros y batallas. Pero como era imposible retener al ejército sin la paga, volvió el correo que despachó don Juan de Austria al rey don Felipe con trescientos mil ducados recogidos en el espacio de un mes, trayendo tambien varias órdenes. Habia vuelto al campo el Austriaco, y luego que pagó a la tropa su estipendio, la cou dujo al enemigo, habiendo removido del senado á muchos que se hallaron desafectos al rey, y puesto en su lugar á otros de conocida fidelidad, como se lo previno don Felipe. Reforzaron los enemigos sus tropas poderosamente, y se mantenian acampados cerca de Malinas. Era su general Bossú, que despues de su prision se pasó al partido de los estados, y se habia metido en aquella guarida, mas para Sostener la guerra que para hacerla; por lo cul no se movió de su puesto, ni se atrevió á hacer cosa alguna en campo raso, aunque fue provocado muchas veces a la pelea con los clarines, Finalmente se adelantó Leiva por mandado de den Juan de Austria, y con un pequeño escuadron se introdujo entre el campo enemigo y el bosque, y habiéndole salido al encuentro con mucho mayor número de tropas el inglés Nort, se trabó la pelea, que se encendió mas con la llegada de nuevos refuerzos de una parte y otra; pero como el enemigo rehusase combatir á campo raso, puso el Español á su espalda la caballería, y se

TOMO II.

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nault para ofrecer su auxilio á los estados, á fin de arrojar de Flandes á los españoles, disimulándolo Enrique su hermano, con el designio de apartar de Francia con su comitiva turbulenta á aquel jóven inquieto, y deseoso de trastornarlo todo, y entretener fuera del reino sus desmedidas esperanzas con el especioso titulo de defensor de la libertad ile Flandes. Ajustó con los estados ciertas condiciones, las cuales disminuian en mucho la potestad y dignidad de Matías, sin respeto alguno ni vergüenza, con tal que se armase Flandes mas fuertemente, aunque fuese para su ruina. Finalmente, para que los hechos cor

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respondiesen á las palabras, redujo á su poder algunas ciudades; y habiendo dirigido la artillería contra Bence, la forzó á la entrega, y en ella, por la perfidia de los franceses, se cometió un hecho indigno; pues habiéndose dado palabra á 1o guarnicion de que no se la haria daño alguno, fue parte de ella pasada á cuchillo; saquearon las cosas sagradas y profanas sin distincion alguna, y violaron los relicarios donde se conservaban las reliquias de los santos, sin que en esto tuviese culpa Alenzon, que detestó semejante maldad.

tre de campo Cervellon, que muy perito era en disponerlos, esperando que tal vez con estarse quieto podria disipar para siempre el grande ejército que de todas partes habian juntado los estados. Crecian cada dia las discordias entre los principales, y además eran acometidas las tropas con la peste y con el hambre, porque no se les pagaba su estipendio. Necesitaban cada mes ochocientos mil escudos, cantidad grande en tanta falta de dinero como padecian. Por esto pues inferia no sin razon el Austriaco que en breve se dispersarian. Con efecto, poco despues habiendo sido llamado Casimiro por los de Gante para resistir á los del Hinault y el Artois que los perseguian por causa de religion, marchó con parte de las tropas á fin de exigir de ellos la paga que no le satisfacian los estados. Habiendo pues recibido ciento y setenta mil escudos, fomentó la guerra civil y pasó á Inglaterra para atender á sus propios negocios. Entretanto fue acometido repentinamente don Juan de Austria de una ardientísima fiebre, cuya fuerza resistió todos los remedios. Recibió con mucha piedad los santos sacramentos, y falleció el dia primero de octubre con grande sentimiento del ejército. Su cuerpo fue llevado desde el campo con pompa militar á Namur, donde se le hicieron las exequias reales segun su costumbre. Despues fue trasladado á España de órden del rey por Gabriel Niño en el año siguiente, y colocado en el Escorial junto a las cenizas del César don Carlos su padre. A los principios corrió la voz de que le habian dado veneno. Pero los que examinaron esto con imparcialidad y recto juicio, creyeron que el suspicaz carácter del rey don Felipe fue la verdadera pouzoña, que agitó miserablemente |á aquel escelso jóven hasta que le acabó la vida. Entre otras cosas que toleró con invencible constancia, Indignados de esto los grandes Campigni, Hesio, y que irritaban en gran manera su ánimo ardiente, Berges, Glimes y otros, y para alejar de Bruselas, no podia sufrir con paciencia que el rey diese mas ciudad régia, aquella peste que se estendia por todo crédito á las artificiosas cartas de los estados que à Flandes con grande turbulencia y estrago de los pue- las relaciones muy verdaderas que él le dirigia, y blos, presentaron un memorial que les costó muy con una importuna clemencia queria don Felipe que caro, pues á escepcion de Capri, que se puso en fuga, se aplacase la discordia con medios suaves, cuando todos fueron encarcelados por los de Gante, que ha- ni el hierro ni el fuego eran capaces de quebrantar bian llegado al estremo del furor, y aprendieron al la obstinacion de los flamencos. De esto resultaba el fin cuan mal hicieron en dar al vulgo las armas, que verse forzado á tolerar muchas cosas contra su deen breve habian de emplear en daño suyo. Las pro- coro y respeto, por la insolencia de los habitantes de vincias de Hainault y el Artois tomaron tambien la aquellas provincias, los cuales fueron tan traidores honrosa y heróica determinacion de defender la pie- para con él, como infieles à su rey. Dejó dos hijas, dad con las armas, detestando la comun infamia de que fueron doùa Ana y doña Juana, las que había telos flamencos, que todos eran tenidos por herejes. nido en dos mujeres nobles, la una en España y la Irritábanlos además sus particulares agravios, pues otra en Nápoles. Ambas se educaron en conventos de se veian despreciados por las otras provincias, que monjas, pero doña Ana perseveró en esta vida, y dona disponian de todo á su arbitrio, sin hacer caso alguno Juana se casó con un principe siciliano. Abrióse la de las mas belicosas. Pero como no mirabau con cédula real, y fue declarado gobernador de Flandes buenos ojos á los españoles, porque así como los es- el príncipe de Parma. Intentaron los enemigos apotados tiraban á perder la religion, intentaban aque-derarse por fraude de Bolduc, pero les salieron vanos llos oprimir la libertad, formaron á ejemplo de los sus esfuerzos. Tampoco Arras pudo ser tomada, y franceses un tercer partido, que á la verdad, segun autor del intento pagó con la cabeza. Montigni, que el juicio de los mas prudentes, fue causa de que no mandaba las tropas del nuevo partido, hizo algunos se perdiese Flandes enteramente. Separándose pues daños á los gandavenses. Viendo el duque de Aleudel cuerpo de los flamencos, comenzaron á pelear y zon que no producian efecto alguno sus ardides, y á dirigirse por sí mismos y defender la religion cató que el dinero no alcanzaba á los gastos, despidió sus lica con grande esfuerzo de los nobles, los cuales, pocas tropas, de las cuales parte de ellas arrojó Alpara conservar su fama, escribieron cartas al César, taemp de Borgoña, adonde habian ido á robar, y á los reyes y á los otros príncipes católicos, asegu- adonde algunos soldados fueron muertos por los larándoles, que querian perseverar constantemente en bradores. Habiéndosele frustrado el proyecto de ocula debida obediencia al rey, y que estaban prontos y par por engaño à Mons en la provincia de Hainault, preparados á sacrificar gustosamente todos sus bie- se retiró de Flandes á manera de fugitivo. Finalmen nes y fortunas por la religion que habian heredado te, afligido el ejército de los estados por la discordia de sus mayores. Sus tropas, con el pretesto de que de sus capitanes y por el hambre y enfermedades que no se les pagaba el sueldo, se retiraron de los reales padecia, se deshizo la mayor parte, irritados los fla y se acamparon en el distrito de Gante, á cuyos ha- mencos (que se hallaban ya enteramente exhaustos) bitantes aborrecian por haber mudado de religion. de que con sus haciendas hubiesen alimentado a Pero don Juan de Austria, que no ignoraba las cosas cobardía sin haber ejecutado cosa aguna digna de de los enemigos, condujo sus tropas á un paraje tan grande ejército. El general Bossú murió de una elevado cerca del Mosa, donde fijó los reales el maes enfermedad á fines del mes de diciembre.

La misma impiedad ejecutaron los orangianos en Amsterdam, ciudad ilustre por su fidelidad. Sitiáronla por mar y tierra por largo tiempo, y no habiendo recibido el menor socorro, se entregó al fin bajo de honrosas condiciones, en las que ante todo se pactó la seguridad de la religion católica; pero habiendo faltado á la palabra que Matias, Orange y otros grandes habian dado, acometieron de repente los soldados, llenándolo todo de terror y espanto, y en un momento de tiempo fueron profanados los templos y los altares, y saqueadas y destruidas todas las cosas sagradas por aquellos para quienes en la reforma que profesan no hay cosa alguna santa ni inviolable. No hallaron socorro ni favor en el archi- | duque, entregado enteramente á la potestad de los estados, y sujeto a su pedagogo Orange; antes por el contrario, prevaleciendo la impiedad, se concedió libertad de conciencia en todo Flandes. Las iglesias mas principales fueron entregadas á los impios, que dando los católicos reducidos á las mas pequeñas. Los eclesiásticos, magistrados y fieles ciudadanos que rehusaban jurar obediencia á los estados, padecieron las mayores vejaciones; muchos de ellos fueron desterrados y algunos muertos.

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LIBRO OCTAVO.

CAPITULO I.

ñarle; y le seguian muchos jóvenes de edad floreciente esclarecido nacimiento, pero mas adornados de galas cortesanas que de armas. Fueron reclutadas tropas en los campos sin distincion alguna, y embarcadas en los navios, con mil y quinientos caballos y doce cañones de grueso calibre.

Desgraciada guerra y muerte del rey don Sebastian de Portugal en Africa. Sucede en el reino el cardenal don Enrique. Muerte de algunas personas ilustres. Hallábase el rey tan impaciente de la tardanza, PARA describir la guerra civil y funesta á sus mis- que se embarcó en la capitana y le fue preciso espemos autores que hizo en la costa de Africa el rey don rar ocho dias en el puerto, mientras que se embarSebastian de Portugal, es indispensable referir des- caba el ejército en la armada; tanto era el deseo que de mas alto sus causas. Tuvo pues principio de las tenia de perderse. Componíase la armada de siete gadiscordias civiles en que se hallaban complicados los leras, y de sesenta navios grandes armados, y de bárbaros. Mahomet, hijo de Abdalla, que reinaba en otros muchos de carga y remeros, y era su almiranFez y Marruecos, fue arrojado de sus dominios por te Diego de Sousa. La suma total del ejército ascenMalue, su tio, á quien favorecian los turcos, y refu- dia á quince mil hombres. Llegó la armada á las cosgiándose en el monte Atlas se mantenia de latroci- tas de Africa cerca de Arcila, cuyo pueblo á ruegos nios. Cansado de este miserable género de vida, en- de Mahomet le habia entregado Albazarin su gobervió legados al rey don-Felipe implorando su socorro nador al de Tanger para que le tuviese en nombre para recobrar el reing. No habiendo alcanzado de él del rey don Sebastian en prenda de su fidelidad, y el cosa alguna, y aconsejado por Pedro de Acuña, cau- mismo Mahomet vino contra Moluc con gran comtivo portugués, recurrió con magníficas promesas al placencia del rey, que persuadido de la realidad de rey don Sebastian, y conmovió a este jóven de natu- las promesas del Bárbaro, y de que estaban por él ral vivo, y tan codicioso de gloria, que si no le ro- muchos moros, y que inmediatamente volarian al garan hubiera él rogado al Bárbaro. Trabajaron con campo portugués luego que viesen sus banderas, no mucho esfuerzo para disuadirle de esta empresa, así podia contener su gozo. Tales son los deseos de los el rey don Felipe con cartas escritas de su propia hombres que se aceleran á su perdicion juzgando mano, y por medio de su embajador, como su abuela siempre ser verdadero lo que desean. Desembarcadas dona Catalina, y el cardenal Enrique su tio; pero las tropas, se dispusieron los reales en la misma costodo fue en vano, porque era enemigo de cualquler ta, y entretanto los barbaros que habitaban las cerconsejo por mas prudente que fuese, si no se aco- canías, llevaron consigo sus mujeres y hijos á lugares modaba al suyo, dejándose arrastrar del desordenado mas seguros. A este tiempo llegó Francisco de Aldaamor que todos los hombres tienen á sus propias na con cartas del duque de Alba, en que exhortaba ideas. El Bárbaro suplicante le amonestaba artificio- al rey á que se abstuviese de penetrar en lo interior samente que mandase hacer la guerra, temeroso de del Africa, y dirigiese todo el peso de la guerra á que si la hacia en persona, y fuese vencedor le im- Luso, y le envió por regalo la cefada y armadura con pondria algunas leyes que no le permit esen gozar que el César Carlos entró vencedor en Túnez. Auncon libertad el recupera lo dominio. Habíase cumplido que Aldana como hombre muy esperto en las cosas el tiempo del prometido socorro, y el rey don Felipe de la guerra, le amonestaba lo conveniente, no quiprohibió severamente por un edicto que ningun súb- so darle oidos, ni los capitanes extranjeros tenian dito suyo pasase en este año al Africa, para ver si facultad para decir ni ejecutar cosa alguna. Todo lo con esta amenaza podia retraerle de su iutento. Sin manejaban y disponian a su arbitrio unos pocos porembargo, precipitado á su fatal destino por su propio tugueses que jamas habian visto enemigos. Disputóimpulso, y incitado por los engaños de sus adulado- se en una junta si convendria ir por mar en la armada res, comenzó con gran prisa á principios de este año á Luso, ó por tierra; y estando discordes los princiá llamar veteranos de todas partes, juntar navíos, dis-pales del ejército, se suscitó una grave contienda naponerles y preparar las armas con la mayor diligen- cida de la impericia de los aduladores. Creian unos cia y actividad. Exigió dinero á los eclesiásticos con que seria poco feliz el viaje en la armada, y los que indulto pontificio, y tambien á los nobles con perju- pensaban con rectitud tenian por mas glorioso lo que dicial ejemplo, y entonces se concedió por la primera era mas seguro. Alfonso de Portugal, conde de Vivez al reino de Portugal el privilegio de la bula de la mioso, conociendo lo mucho que el rey deseaba peCruzada. Entretanto la reina doña Catalina, dedica- lear, aplaudia lisenjeramente sus ideas para ganar su da á las obras de piedad, falleció con gran dolor de favor. Finalmente estando resuelto á seguir los mas todos los portugueses que la amaban en estremo en precipitanos consejos, levantó su campo y mandó al vida. Mientras se hacian sus exequias no cesaban los ejército marchar al rio Luso. Mahomet, que le habia preparativos de la guerra, y acudian soldados de toda ofrecido toda el Africa, se presentó con un pequeño España á pesar de la prohibicion del rey don Felipe. escuadron de caballos, y habiendo saca to el enemiHabiendo arribado por este tiempo un navio con seisgo sus tropas de Marruecos, aguardaba al Portugués cientos soldados italianos que enviaba el papa á los en la llanura que los moros llaman Tremesenal, que irlandeses que peleaban contra la fuerza inglesa en es muy propia para pelear la caballería. Tenia cua defensa de la religion católica, de la cual intentaba renta mil caballos y ocho mil infantes sin contar la separarios la reina Isabel con todo género de cruel-multitud que habia acudido á la presa. dades, se conmovió de tal suerte el rey don Sebastian, que corrió inmediatamente al puerto, y adelantando la paga al capitan del navio Tomás Sterlin, alcanzó que le siguiesen al Africa. Hallábase dispuesta esta máquina por el pontífice y el rey don Felipe á fin de acometer con sus mismos artificios á aquella mu jer astuta que ofrecia una cosa y ejecutaba otra, enviando auxilios á los holandeses al mismo tiempo que aparentaba conservar la amistad española. Acudieron tres mil alemanes mandados por Taumberg, los que habia obtenido del príncipe de Orange, habiendo en viado hasta Holanda á Sebastian de Acosta, y mil españoles bajo la conducta de Alfonso de Aguilar. Mandó á todos los nobles que se dispusiesen á acompa

TOMO II.

Los portugueses divididos en tres escuadrones atravesaron al quinto dia de su marcha el vado de Mucasen, cerca del paraje donde se descarga en el Luso. En el primer escuadron iban los alemanes, italianos, españoles y voluntarios, y en los siguientes la infantería portuguesa, y la caballería á los costados. Confiado el rey en solo su ánimo, y sin esperiencia alguna de la guerra, era el árbitro de todas las disposiciones, habiendo despreciado á Mahomet, que importunamente le aconsejaba que dilatase la pelea. Pero despues se vió que por muchas razones hubiera sido su consejo el mas saludable. Los moros habian ordenado sus tropas en forma de media luna. Moluc se hallaba en medio de elias conducido en una silla de

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manos, porque estaba gravemente enfermo, habien- | menzaron los nobles á volar por todas partes en do conferido el mando de todo su ejército á Hamet busca del rey, y habiendo visto la bandera de Duarte su hermano, nacido de otra madre desigual. Luego de Meneses que era muy semejante á la real, acuque Moluc descubrió el corto número de los enemi- dieron á él, y mientras creian que acompañaban á gos, vuelto á sus soldados, los dice: «Hemos ven- don Sebastion, fue este rodeado por los bárbaros: el >>cido, compañeros mios: los muchos contra los po- pudor le impidió entregarse, y siguió con su muerte >>cos, los caballos contra los infantes, y en una al ejército que habia perdi lo por su temerid:d. Todo >>llanura; avergonicémonos de que se nos escape de estaba confuso, y en gran manera revuelto, porque >>las manos una victoria tan ilustre; pelead á ejemplo los moros deseaban concluir cuanto antes la victoria. >>de los varones fuertes y volved a los reales con la Soldados, capitanes, caballos, infantes, carrós, ban»premeditada palma.» Inmediatamente comenzaron deras, criados y bagajes se aglomeraron en un monlos moros la accion con treinta y cuatro cañones de ton de tal suerte, que no podian manejar las armas, artillería. Los portugueses corespondieron, pero ni ponerse en órden de batalla. La fatiga y el cautan consternados con el miedo de las balas que vola- sancio de matar fue sola la que puso fin á la pelea. ban sobre sus cabezas, que visto por ellos el fuego Mahomet, inventor de la guerra, se puso en precienemigo, se echaron a tierra repentinamente. Para pitada fuga, y pereció ahogado al pasar el rio Muevitar ei rey esta ignominia, mandó dar la señal de casen; y de este modo, y con ejemplo memorable acometer. El combate fue grande, atroz y sangrien- murieron tres reyes en una sola batalla. El vencedor to, peleando con mucho valor el primer escuadron, Hamet, noticioso de la muerte de su hermano, mieny porque los moros habian rodeado con su multitud tras que recibia los parabienes de los suyos, fue saa los bataliones portugueses, estendieron sus alas, y ludado rey por el ejército (sin hacer mencion alguna á un mismo tiempo peleaban por ambas partes, por del hijo que quedaba ) segun la ley de los jerifes, por la frente y por la espalda. Encendida por todas partes la que son preferidos los hermanos á los hijos. No la pelea, como el rey era de un ánimo tan precipita- podemos afirmar con certeza el número de los muerdo, se pasó al primer escuadron donde la refriega era tos, y la opinion mas verdadera es que fueron seis mi'; mas atroz. Muchas veces fueron rechazados los mo- entre los cuales además de muchos nobles, perecieron ros de aquel puesto, y derrotados con la estiaordi- | Arias de Silva, obispo de Oporto, y Manuel de Menaria intrepidez de los cristianos; y para detener neses, de Coimbra, que con reprensible ejemplo paMoluc la fuga de los suyos con el ejemplo, aunque saron desde las aras á las armas. La demás multitud conocia que se le acercaba el fin de su vila, montó fue presa del enemigo, y apenas quedó uno salvo en un caballo, y habiendo tomado en la mano un al- que pudiese llevar la nueva de la derrota. Al dia sifanje, se metió en la pelea; pero faltándole el áni- guiente despues de la batalla fue halla lo entre innumo, fue apeado del caballo y murió inmediatamente merables muertos por Sebastian Resende, uno de los entre las manos de sus criados y familiares. Volvié- criados de palacio, el cuerpo del rey don Sebastian ronle á la silla y fingieron que descansaba; ocultando atravesado con siete heridas, y habiéndole puesto su muerte como él mismo lo habia prevenido al tiem- sobre un caballo con los pies y brazos colgando, le po de espirar, poniendo un dedo en la boca, para que condujo á Hamet, lamentándose to los de tan desgra divulgada esta noticia, no se les escapase la victoria ciada fortuna. Tres cuerpos de reyes fueron colode las manos. La multitud desordenada que seguia cados en una misma tienda de campaña. Hamet enel campo, al ver que se huian algunas tropas de mo- vó á Alcazalquivir el de don Sebastian para que fuese ros, tuvieron por perdida la victoria, y saqueando custodiado: el de Mahomet le hizo levar por todas lus bagajes de los suyos, se ponen en fuga, publi- partes tendido en una manta para que se estiaguiese cando por todas partes que los moros habían sido el afecto que los moros le tenian, y el de su hervencidos con gran pérdida. Hallábase todavia dudosa mano Moluc le hizo enterrar en el sepulcro de sus la victoria, y los extranjeros sostenian con gran va- antepasados. Sousa, que se habia quedado en la emfor la batalla, habiendo muerto á innumerables ene- | bocadura del rio Luso, echadas las anelas, habiendo migos. Pero acometidos furiosamente por nuevos esoido el estruendo de la artillería, inferia daba que se cuadrones de caballería, fueron oprimidos por la la batalla, pero estaba indeciso en el partido que demultitud de los enemigos, implorando en vano el bia tomar; y finalmente luego que supo la desgracia, socorro de sus socios. Los portugueses, con pretesto navegó por la costa hácia Tanger, á fin de recibir en de que el rey habia mandado que no se moviesen de la armada las reliquias del derrotado ejército, si aquel puesto, rehusaron socorrer á los que se halla- habian quedado algunas, y desde allí se hizo á la vela ban en tanto peligro; y finalmente, cansados y fati- para España lleno de tristeza y melancolía. gados, perecieron cuasi todos con una muerte honrosa; con cuyo estrago, y como si se hubiese perdido el nervio del ejército, se inclinó la victoria á los ino

ros.

El rey bárbaro entró como en triunfo en Fez, llevando adelante de sí al ejército vencedor cargado de despojos, y á los cautivos. Sucedió esta batalla el cuatro de agosto, dia en gran manera funesto para Habia pasado el rey al último escuadron para iu- Portugal, pues en él pereció la flor de su nobleza, y fundir ánimo á los que ya desmayaban; pero aunque sus fuerzas; y la mayor pérdida fue la de su rey con la voz y con su ejemplo procuró animarlos, anun- jóven en la edad, de escelente indole y de grandes ciándoles á grandes gritos la muerte de Moluc, nada esperanzas, sin dejar ningun heredero, el cual inpudo conseguir de aquellos hombres que estaban so- tentando destruir á los moros, se destruyó á sí mismo, Drecogidos de espanto, y habiendo arrojado las ar- y codicioso del reino ajeno, vino á perder el suyo mas, imploraban la clemencia del vencedor. Aquí propio. No habia persona en todo Portugal que no cayó Aldana atravesado de una bala, peleando vale- estuviese ansiosa de saber el éxito de la guerra, que rosamente, y tambien Aveiro y otros hombres prin- se acabó en un solo dia, antes que llegara á oirse que cipales, mientras que con grande esfuerzo procu- se habia comenzado. Luego que recibieron la triste raban rechazar con la espada al enemigo. El rey, sin nueva los gobernadores del reino nombrados por el hacer caso alguno de la herida que habia recibido en rey, don Jorge de Almeida, arzobispo de Lisboa, Peel primer escuadron, y haciendo los oficios de general dro de Alcazova, Francisco Saa y Juan Mascarenas, y de soldado, acudia en la batalla á todas partes, cu- comenzaron á divulgar alegres anuncios, temerosos bierto de su sangre y de la ajena; y fue tanto su del tumulto del pueblo, y entretanto hicieron venir ardor en pelear, que inudó tres cabalios con grande de Alcobaza al cardenal don Enriqne. Con su venida admiracion de los suyos. Pero habiendo sido derri- fue publicado el triste suceso como habia pasado, bada al suelo la bandera real y muerto el alferez, co- | y ciertamente no hubo alguno á quien no alcanzase

parte de esta calamidad, y que no tuviese en su familia algun muerto ó cautivo. Tambien tocó á muchos el dolor de las riquezas perdidas; y finalmente, todo era tristeza y llanto en Portugal.

Mientras tanto, Hamet, à fin de asegurarse mejor en el reino, envió embajadores al rey don Felipe para que confirmase con él la paz bajo las mismas condiciones que la habia pactado con su predecesor Moluc. Rehusó don Felipe admitir el cuerpo del rey don Sebastian que habia mandado Hamet restituirle; pero por medio de Andrés Corso que negociaba en Africa, mandó que se entregase en caja cerrada á Dionisio Pereira, gobernador de Ceuta, y fue puesto en libertad don Juan de Silva, embajador cerca del rey don Sebastian, que habia sido hecho cautivo en la batalla. Para remunerar el rey don Felipe al Bárbaro, envió al Africa á Pedro Venegas, noble cordobés, con regalos que importaban cien mil ducados, para que declarase á Hamet que admitia la paz, y tratase de la libertad de Teodosio, duque de Barcelos, el cual poco despues fue conducido gratuitamente y sin rescate alguno á las costas de Andalucia. En medio de tanta tristeza fue proclamado solemnemente por rey de Portugal don Enrique, y inmediatamente envió otra embajada al Africa, acompañando con ella presentes de valor de doscientos mil esculos, y consiguieron la libertad ochenta cautivos de la principal nobleza. Confirió el rey los oficios de palacio y los empleos del reino á las personas que le eran adictas, removiendo de ellos á los antiguos que antes le habian despreciado, y vengó siendo rey los insultos hechos al cardenal de Portugal. Abolió el tributo de la sal que habia impuesto el rey don Sebastian, cuya gracia apreciaron en mucho sas vasallos. En este año falleció doña María, hija de don Manuel y de doña Leonor, que se mantuvo en el estado de doncella, de costumbres santísimas y de piedad ejemplar, hallándose en los sesenta y seis años de su edad. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de nuestra Señora de la Luz de Lisboa, junto al altar mayor; cuyo edificio, que es uno de los mas magníficos y perfectos de Portugal, le mandó fabricar á su costa. Tambien murió en Madrid á veinte y uno de setiembre el principe Wenceslao, que no pasaba de quince años, hijo del César Maximiliano.

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EN Flandes tomaban nuevo vigor los partidos: sus cabezas eran Matías, el duque de Alenzon y el príncipe de Orange, los cuales agitaban muchos y diversos proyectos sin poner el menor cuidado en las cosas de la religion, antes por el contrario se formó en Utrech una alianza contra los católicos para defender la libertad de conciencia, siendo su promotor Juan de Nasau, hermano del de Orange. Los habitantes del Hainault, y el Artois, con las ciudades conlinantes contrataron entre sí otro pacto social y piadoso en favor de la religion de sus mayores, y de la obediencia al rey. De aquí tuvo orígen una nueva guerra hecha con varia fortuna, y sostenida en diversos lugares, y tambien muchas sediciones, tumultos, maldades, incendios, rapiñas, y en fin, un general trastorno. El de Parma aprovechándose de sus discordias, promovia la causa del rey por medio de Mondragon y otros capitanes. Los casimirianos, que se hallaban en gran peligro, se retiraron á Bolduc para no caer en manos de los soldados realistas que volaban por todas partes. Pero no habiendo querido los habitantes darles entrada temerosos de que pusiesen la ciudad al saqueo para pagarse del sueldo que se les debia, y desesperando de poder salvar la vida, enviaron un diputado al de Parma, ofreciéndole que se volverian á Alemania si se les daba dinero. Rióse aquel principe al oir esto, y volviéndose al mensajero le dijo: «Marcha y diles, que mas bien debe recibir dinero el de Parma que darlo, para »enviar libres á los que van á perecer. » Esta es la Por este tiempo se descubrió la secta de los ilumi- respuesta que les dió en público; pero en secreto nados en Lanera, pueblo de Estremadura, del órden ajustó con ellos por medio de los capitanes alemanes de Santiago. Los autores de ella fueron ocho sacer- que tenia en su campo, que marchasen á Alemania dotes que ardian con deseos de vanagloria, ambicion sin recibir daño alguno. De este modo salió intacta y liviandad, los cuales se jactaban de ser iluminados de Flandes aquella caballería tan floreciente, y aquepor la eterna luz, cuando estaban alucinados por el lla legion tan numerosa, y quedaron muy debilitaespíritu de tinieblas. Dicese que fray Alonso de la das las fuerzas de los enemigos. Despues de esto se Fuente, del órden de Santo Domingo, descubrió el ganó una ilustre victoria en Burgerholt, habiendo sido engaño que iba echando raices ocultamente entre el muertos seiscientos de los enemigos con pérdida de ignorante vulgo. Los heresiarcas Alvarez y Chamizo solos ocho soldados del rey. Viendo Casimiro frusse entregaban á todo género de deshonestidades, fin-tradas las esperanzas con que habia pasado á Inglagiéndose santos con ayunos, disciplinas y otras asperezas, y mancharon con su torpe lascivia á muchos jóvenes de uno y otro sexo. A solicitud del rey don Felipe, encargó el inquisidor general el conocimiento de esta causa á don Francisco de Córdoba, obispo de Segorve, trasladado despues á Salamanca, el cual comenzó desde luego su pesquisa. Puso en prision á los culpados, y habiendo averiguado sus delitos, les impuso el merecido castigo. En otra parte de España resplandecia la luz de una verdadera santidad, habiendo llegado de Italia á Barcelona los religiosos franciscos, llamados capuchinos por la capilla puntiaguda con que se cubren la cabeza. En aquella ciudad edificaron el convento de Santa Eulalia, Arcangel de Alarcon y Mateo de Guadix, con cuatro compañeros, y comenzó á propagarse este instituto por todo el reino con gran provecho de la piedad cristiana. A fin del mes de octubre del año anterior falleció don Diego Covarrubias, obispo de Segovia, y

TOMO II.

terra, se volvió á Flandes; y noticioso de la desgraciada suerte de las tropas que habia conducido, se presentó en el senado, y despues que descargó su ira contra los estados con gran libertad de palabras, se retiró á Alemania sin despedirse de nadie.

Habiendo talado el de Parma el territorio de Mastrich, rodeó la ciudad con sus tropas el dia ocho de marzo de este año de 1579. Era su gobernador el francés Nuan, capitan valeroso de los hugonotes; pero habiéndole removido, tomó á su cargo la defensa cou grande ánimo Sebastian Tapin, natural de Lorena, acompañado de Manzano, que desertando de los españoles se habia pasado al servicio de los estados. La guarnicion se componia de mil y doscientos franceses, escoceses é ingleses. Hallábase en armas la ciudad, y una gran multitud de labradores muy á propósito para pelear y trabajar en las fortificaciones. El de Parma echó dos puentes sobre el rio Mosa que baña la ciudad, para impedir que la

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