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quedado solos trescientos soldados sanos, hicieron la entrega bajo de honrosas condiciones. Despues de esto hubo en la Frisia muchas desgracias, y tambien se perdió Covord, aunque Verdugo intentó en vano introducir socorros en ella. Sirvieron de algun consuelo los pueblos fortificados que Mondragon habia tomado á los enemigos, y reprimió las incursiones que hacian cor los campos. Habiendo regresado el Parmesano á Bruselas, se irritó mucho con los dos Mansfeld y Campigni, atribuyéndoles la culpa de los adversos sucesos, y á este último le mandó salir desterrado. Causábale no poca inquietud la obstinacion de los soldados, que no querian obedecer porque no

acudir al socorro de la Frisia. Este mal afligió muchas veces al Parmesano con grave detrimento del estado. Informó, pues, al rey por sus cartas de la situacion de las cosas y de su poca salud, y que convenia que le nombrase sucesor, porque deseaba dar una vista á sus propios dominios. No obstante, á fin de disponer los preparativos de la guerra para el año siguiente, pasó á Arras, esforzándose á disimular ó á vencer con heróico valor la flaqueza de su cuerpo. Finalmente, mientras se ocupaba con el mayor conato en aquel objeto, le faltaron repentinamente las fuerzas y se agravaron en estremo sus males. Recibió los santos sacramentos con gran devocion, y abrazando y besando la imágen de Cristo crucificado, espiró tranquilamente el dia dos de diciembre este varon digno de ser alabado eternamente por su piedad, por su valor, por su talento y por las hazañas que obró en defensa de la religion católica. Su cuerpo fue embalsamado y conducido á Bruselas, y despues de habersele hecho las exequias reales, fue trasladado á Parma al sepulcro de sus mayores.

Leon, hacia la guerra en el territorio de Aviñon á Lesdigueres, que se habia retirado allí como á su propia provincia porque no podia avenirse con el duque de Epernon. El de Nemours se apoderó de Viena con el auxilio de Olivera. E! Saboyano continnaba la guerra en la Provenza con pocas esperanzas por haber mudado de partido los marselleses, y Lesdigueres le obligó á retirarse, presentándose en medio del Invierno á las puertas de Turin. El duque de Joyosa perseguia á los hugonotes en la Guyena, donde difundió por todas partes el terror de sus armas; pero entretanto que combatia á Villamour en el Languec fue acometido repentinamente á mediados de octubre por dos enemigos, esto es, por las tropas de Mon-se les pagaba su estipendio, por lo cual no podia morenci, y por los sitiados, que hicieron una salida con Temines su gobernador. Consternados los católicos con tan súbita invasion, y distituidos del auxilio de la caballería, que se habia alejado mas de lo que convenia; fueron derrotados y dispersos. El de Joyosa cayó con otros muchos en el rio Tarne, y pereció ahogado eu sus corrientes con grave sentimiento de los tolosanos, de quienes era muy amado. De sus dos hermanos, el uno cardenal, y el otro religioso capuchino, el primero rebusó el mando de las armas, y el segundo, obligado por los ruegos de los católicos y por las órdenes de sus prelados, mudó el hábito penitente en la cota de malla para defender la religion en aquella provincia. En la Bretaña sucedian con mas felicida las empresas de los confederados; pues habiendo juntado sus tropas los príncipes de Conti y de Dombes, pusieron sitio á Craon, ciudad muy grande y fortificada en los confines de la provincia de Maine. Pero procedian contanta lentitud, que el duque de Mercoeur tuvo tiempo de recoger tropas, y llamó tambien á los españoles de Blavet para acudir con socorros á los sitiados. Luego que el de Dombes tuvo noticia de que se acercaba, pasó las tropas á la otra parte del rio Udon, á fin dé juntarse con el de Conti para recibir al enemigo. Descuidóse para mal suyo en no cortar el puente, ó tal vez aquellos á quienes lo habia mandado, y habiendo pasado por él los caballos franceses y la infantería española, acometieron desde el camino contra los enemigos que marchaban delante, los derrotaron, siendo mas bien una carnicería y una fuga, que una batalla. Perecieron setecientos en esta desgracia, y fue mucho mayor el número de los prisioneros. Tomáronles toda la artillería y condujeron los vencedo res á su campo treinta y cinco banderas, habiendo reducido á su obediencia muchos pueblos. Los alemanes fueron enviados libremente despues de haber hecho juramento de que en adelante no tomarian las armas contra el duque de Mercoeur. Boisdaufin quebrantó de tal manera á los ingle-es, que de todos ellos apenas escaparon doscientos con vida. En la Lorena prosperaba el de Bearne, habiendo sido hecho prisionero Sthenai por el duque de Bullon, y derrotadas las tropas de este general.

Por este tiempo ardia la Italia en latrocinios, aunque el papa hizo todos sus esfuerzos para estinguirlos. El mismo cuidado inquietaba al conde de Miranda, virey de Napoles, que habiéndose valido del valor y actividad constante de Adriano Acuaviva, conde de Conversano, libró de a quella perversa gente á la Basilicata, donde hacia mayores estragos. Juan de Vin timilla apaciguó con singular prudencia el tumulto suscitado por la plebe de Siracusa y Mecina por la falta de pan que padecian.

El rey doù Felipe no pudo asistir en persona á las córtes de Aragon que habia convocado en Tarazona, á causa de su poca salud. Comenzóseá tratar en ellas á propuesta del arzobispo Bovadilla de la correccion de las leyes; porque el rey habia alcanzado de la nacion que el arzobispo de Zaragoza presidiese como su vicario, el cual cayó enfermo por aquel tiempo, y murió en la misma ciudad de Zaragoza. L'egó despues el rey con el principe don Felipe su hijo, y mientras tanto que se examinaban en las córtes los negocios pendientes, pasó á Pamplona, donde los navarros juraron al príncipe. Mandó concluir las fortificaciones que habia comenzado en aquella ciudad el virey El príncipe Mauricio se aprovechó en Flandes de la Vespasiano Gonzaga, que en el año anterior falleció ausencia de las tropas del Parmesano, y sacó á cam- en Sabioneta, habiendo dejado una hija por su herepaña las suyas, cuyo número aumentó cuanto pudo. dera. Volvió el rey á Tarazona, y despues de arreSin embargo, no pudo tomar á Utrech por escalada, gladas las cosas pertenecientes al gobierno público, habiéndose descubierto sus asechanzas. Combatió despidió las córtes y se volvió á Castilla, habiéndolé con la fuerza, con ardides y con todo género de dado los reinos de la corona de Aragon setecientos máquinas á Steinvik, que con una corta guarnicion mil ducados por donativo gratuito. En el arzobispado defend a Antonio Coquelli, flamenco, hombre activo de Zaragoza sucedió á Bovadilla don Alonso de Grey de estraordinario valor, á quien socorrió Verdugo gorio, varon insigne en piedad y doctrina, trasladacon algunas tropas y una corta porción de pólvora. do de la diócesis de Albarracin. Nombró el rey por Pero estas fuerzas no eran suficientes para hacer le- justicia mayor á don Juan Campo, hombre muy docvantar el sitio. Los presidiarios dieron admirables to en las leyes, y quiso que en adelante fuesen juejemplos de intrepidez, ya peleando en la brecha risconsultos los que ejerciesen este empleo, y elegir del muro, y ya en las salidas que hicieron, con in- á su arbitrio el virey de Aragon, aunque fuera excreible estrago de los enemigos por espacio de cua-tranjero, pues no habia ningun fuero que lo prohirenta y cuatro dias que duró el sitio, como refiere biese. Coloma. Finalmente, faltando la pólvora y habiendo Desde el año anterior infestaba los mares una ar

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mada inglesa de cincuenta navíos, y defendia las arriba dijimos habia salido del rio de la Plata, llegó costas de España don Alonso de Bazan con otra ar-á Chile por regiones desconocidas á los españoles, mada algun tanto superior, y el cual se habia ade-y halló todas las cosas en gran confusion y desórden lantado hasta las islas Terceras para recibir y prote- por la guerra que habian suscitado á los bárbaros. jer los navíos que venian de América. Luego que se Tenian estos á Valdivia con poca esperanza de popuso á la vista de los ingleses, y creyendo estos que der resistirlos, pero los venció Sotomayor en batalla. aquella era la presa tan deseada de las Indias, dispu- Castigó severamente á los mas atrevidos, y taló sus sieron sus buques en órden de batalla y salieron al campos con todo género de hostilidades. Mandó á encuentro. Adelantóse el vice-almirante Ricardo Lorenzo Mercado que con un escuadron de ciento y Campbell con inconsiderada audácia; pero pagó sesenta españoles, y con los indios amigos, marchase pronto la pena, habiendo sido rodeado por los espa- contra los confinantes que habian vuelto á tomar holes y apresado con su navio, y murió en breye de las armas, y él mismo se encaminó con cuatrocienlas heridas que habia recibido. Alegres los españoles tos caballos al valle de Arauco. Mandaba á los recon este feliz principio, acometieron intrépidamente beldes Alonso Diaz, nacido de una india, y habiendo á la armada enemiga, los derrotaron y pusieron en trabado combate, fue este hecho prisionero, y los fuga, y no cesaron de pelear y perseguirlos hasta bárbaros se dispersaron en la fuga, quedando muy que llegó la noche. Recibió despues Bazan la flota maltratados con Gerónimo Fernandez, que tambien americana, y la condujo con prosperidad á las cos- era mestizo. Peleó Sotomayor muchas veces próstas de España. Como en el año anterior no habian peramente con los chilenos, y aseguró con fortificapodido conseguir sus deseos los piratas ingleses, ciones y tropas las gargantas de los montes, con volvieron otra vez en este año á correr los mares. lo cual refrenó á los bárbaros para que no pudiesen Apresaron un navío de la India estimado en un mi- hacer tantos daños. Y porque era imposible contellon de pesos, y habiéndole conducido á Inglaterra, nerlos con tan pequeñas fuerzas, le envió don Gardejaron siete navios para perseguir á los demás, con cia doscientos y veinte soldados para aumento de esperanzas de mayor ganancia si se les presentasen la guarnicion. Con estas nuevas tropas levantó en el delante. Pero sucedió al contrario, porque habién-valie de Arauco una fortaleza que llamó de San Ildedolos visto Bazan, los acometió y apresó, y resarció en alguna manera el daño recibido.

CAPITULO XV.

Sublevacion de Quito. Victorias ganadas en Chile por Alonso de Sotomayor. Progresos y conquistas de los españoles en las islas Filipinas. Sucesos de los portugueses en la India y en Africa.

fonso. Quebrantó y sujetó completamente á aquellos rebeldes tan feroces y indóciles al yugo, y desde alli pasó al valle de Tucapel, don le hizo la guerra por largo tiempo á sus belicosos habitantes. En el año antecedente de mil quinientos y noventa y uno, murió sin hijos don Diego, marqués de Cañete, y le sucedió su hermano don García en los estados, con cuyo título le nombraremos de aquí adelante. Referiremos ahora sin interrupcion las cosas acae

GOBERNABA el Perú don Fernando de la Torre, quecidas en Filipinas, para que de este modo puedan poco tiempo antes fue condecorado por el rey con el retenerse con mas facilidad. Miguel de Legaspi, destítulo de conde del Villar, en cuyo tiempo se habian cubridor y pacificador de las islas, sujetó á sus naya abolido muchas cosas útiles, establecidas con gran turales con las armas y con su prudencia. Habia prudencia por los anteriores vireyes, porque la ma- fijado su asiento en Cebu, y desde allí envió á la isla licia de los hombres pugna siempre contra las leyes. de Luzon algunos españoles y indios al mando del Sucedió á Torre don García de Mendoza, tan célebre capitan Martin Goitia. Este, pues, peleó con el mahopor sus hazañas en la guerra de Chile, y procuró metano Regiamora; y tomó á Manila, que era la ciucon mucha vigilancia corregir y enmendar lo que dad principal, y despues de esta victoria se sujetó necesitaba de remedio. Toda la América, esceptó el la mayor parte de la isla al imperio de los españoPerú, pagaba al rey la alcabala, que es una especie les. Trasladóse á ella Legaspi, persuadido de que de contribucion que trae su nombre de la lengua ára- aquella ciudad, opulenta por sus frutos terrestres y be, y don García la introdujo en aquel reino con su- por el comercio del mar, seria la mas ventajosa para ma prudencia, para ocurrir á las necesidades del establecerse los españoles, y procuró guarnecerla estado aunque no sin disgusto de los españoles. Los con fortificaciones para que los piratas ó los naturade Quito se resistieron á pagarla, llevando muy á mal les inquietos no pudiesen invadirla. Edificó una coque el rey los cargase de tributos, y acudieron á iaslonia en el puerto de Vigan, á la que dió el nombre armas incitados por Alfonso Bellido, hombre de perverso carácter y amigo de turbulencias, el cual de allí á poco tiempo fue asesinado á traicion. Sumuerte encendió mas furiosamente la sedicion, que en vano se habia creido poder apaciguar con ella; pues habiendo acometido la plebe de improviso á la casa del ayuntamiento donde se hallaban los magistrados. se salvaron por medio de la fuga, y les sirvió de asilo el convento de San Francisco. Noticioso don García de este suceso, determinó salir inmediatamente ai encuentro de estos furores populares, para que con la dilacion no creciese su audácia, y envió á Pedro de Arana, hombre capaz y activo, con un escuadron de gente armada. Este, pues, luego que llegó á Quito emprendió componer aquel negocio tan difícil y enredado por la obstinación y temeridad de los culpados. Pero habiéndose valido de las amenazas, junto con el terror de las armas, abandonaron muchos sus malos intentos, y obligó á otros á ponerse en fuga. Finalmente prendió los mas turbulentos, y les impuso diversos suplicios, y de este modo hicieron por fuerza lo que no quisieron de buena voluntad.

Por este tiempo Alonso de Sotomayor, que como

de Fernandina, y despues sujetó otras islas, y finalmente, en el año de niil quinientos setenta y cuatro falleció este varon, digno de eterna alabauza. Habiéndose abierto las cédulas reales, fue declarado por sucesor Guido Lebezar, que continuó con mucha actividad y diligencia la empresa comenzada por Legaspi. Defendió intrépidamente á Manila, sitiada por el pirata chino Limaon con setenta navios grandes, y habiéndole obligado á levantar el sitio, persiguieron los españoles su armada y la derrotaron y incendiaron en el rio de Pangasinan, y el mismo Limaon se escapó del peligro, poniéndose en fuga con algunos pocos navíos. Por inuerte de Lebezar, sucedió en el gobierno Francisco de Sande, el cval sujeto con algu nos favorables combates la isla de Camarines, y erigió en ella una colonia, llamada Cáceres, que sirviese como de fortaleza. Reconoció la isla del Borneo, una de las mayores del Oriente, y le sucedian las cosas con toda prosperidad; pero las enfermedades que comenzaron á cundir entre su gente le impidieron permanecer en un suelo tan nocivo. Al tiempo que regresaba á Manila, sujetó en el viaje la isla de Jolo, y habiendo arribado despues á Mindanao, estableció

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poner

comercio con sus naturales, y estendió prodigiosa- | encendido la guerra. Tomó á los enemigosjalgunas namente el dominio español. Sucedióle en el mando Gonzalo Ronquillo, que edificó y pobló la villa de de la armada de galeras que teria en la embocaduves y les derrotó otras. Despojó al pirata Catimuza Arévalo en la isla de Panay, y dió grande aumento al tráfico que se habia entablado con los chinos. nado. Apresó otra armada en Manar; y habiendo ra del rio Cardiva, y no hizo poco en escaparse él á Arrojó á fuerza de armas de la isla de Luzon, á un saltado á tierra, peleó en ella, obligó al rey á pirala japon, que se habia fortificado en ella, y fun-se en fuga y mató á su hijo mayor. Contirió el reine la ciudad de la nueva Segovia. Envió á Gabriel de Janapatan á un hermano del muerto, habiendo de Ribera para que diese vuelta á Borneo, y llevó despojado de él á su padre. Por este tiempo Andrés socorros por orden del rey á Asimbuja, capitan de de Santiago y Pedro Fernandez, gobernadores de los portugueses, que habiendo perdido á Ternate, Sena, y Tate, pelearon desgraciadamente con los se sostenia con mucho trabajo en Tidore. Por muer- cafres. Pedro fue muerto con sus compañeros, y te de Gonzalo le sucedió su hijo Diego, que socorrió apenas pudo Andrés escaparse. Pedro de Sousa, goen otra ocasion á los portugueses. Por este tiempo bernador de Mozambique, acudió á vengar el daño, se erigió en Manila la audiencia real, y fue nombrado presidente don Santiago de Vera. Este, pues, so- loa, que habia sido entregada á los enemigos por sus y recibió otro no pequeño. Inundó de sangre á Quicorrió con diez uavíos á Asambuja, que habia im- pérfidos habitantes en odio de los portugueses. Ea plorado su auxilio. Esta armada, que inandaba Juan Melinda, Mendo de Vasconcelos con treinta portuRonquillo, como refiere Faria, además de haber gueses y algunos naturales derrotó á los bárbaros conducido todo lo necesario para la guerra, venció á que estaban muy feroces con sus anteriores victorias, los isleños de Jaba en una batalla naval, y les tomó y hizo en ellos tal estrago, que apenas escaparon sus navios. Tal es la ferocidad de aquellos bárbaros, ciento con su régulo de toda aquella multitud Este que uno de ellos se entró por medio de una lanza era en el Africa el estado de las cosas. Cerca de Chaul con que un castellano le habia travesado el cuerpo, pelearon los portugueses con los bárbaros, y hiciepara herirle con una bacha, teniendo mas deseo de ron en ellos gran mortandad á costa de muy poca vengarse que de vivir. Sujetó Vera á los luzonios rebeldes, y los obligó con la guerra á obedecerle, y de Sousa muy desgraciado. El virey envió otra vez sangre de los vencedores; pero en Ceilan fue Lope levantó en Manila una fortaleza que llamó la Virgen á Mendoza, hombre muy valeroso y afortunado, con Maria Capitana. Hallándose mas embarazados los negocios con la audiencia rea! que antes de establecer tres navíos, y es imponderable lo opulenta que fue una armada contra los enemigos. Tomó al Zamorin lo, fue suprimida en virtud de las eficaces instancias esta presa. Tambien se apoderó en un combate de la del padre Alonso Sanchez, jesuita, que como arriba armada de los piratas malabares, y habiendo arribadijimos, fue enviado como diputado de las islas al do á Columbo en Ceilan, redujo a su deber y sujeté rey don Felipe. Despues fue nombrado gobernador á los naturales, que se habian sublevado contra el don Gomez Marin, a quien se le dieron cuatrocientos gobernador portugués. Esto es lo mas notable que soldados, y navegó con don Luis de Velasco, virey acaeció por este tiempo en aquella remotísima parte de Nueva España, y en la administracion de su go- del orbe. bierno se portó cónio un verdadero padre de los pueblos. Embarcóse en la Nueva España, y en el año de mil quinientos y noventa arribó don Gomez á Manila. Como era aficionado á obras, rodeó la ciudad con muros de piedra, y fabricó la iglesia catedral de piedra cuadrada. Mandó construir galeras para defender aquellas costas que de continuo se hallaban molestadas por los piratas chinos y japones, y aun fundir cañones de bronce. Entretanto Taicosama, tirano del Japon, declaró al Español por medio de un embajador que le envió, que debia pagarle un tributo por la posesion de las islas. Pero don Gomez le despidió con una picante respuesta, y reprimió la arrogancia del bárbaro diciéndole: «Ve y dile á Tai>>cosama que los españoles están acostumbrados á >>recibir tributos y no á pagarlos. Que haga primero >>la prueba del valor español, y si le venciese en la »>guerra, trátele entonces como se trata á los ven»cidos.» Despues de esto se hizo á la vela con una grande armada para recobrar á Ternate que habian perdido los portugueses; pero habiendo conspirado contra él en el viaje los remeros chinos, le asesinaron y se desgració la empresa comenzada. Los chinos se huyeron al instante en una galera muy hermosa que conducia al gobernador, y Luis su hijo tomó posesion del mando hasta que fue nombrado

á

LIBRO DECIMO.

CAPITULO PRIMERO.

Pretendientes à la corona de Francia. Conferencias de los partidos. Toma el princ ipe de Bearne à Dreux con su fortaleza, y se convierte á la religion católica.

El año noventa y tres de este sig'o es mas memorable por haberse tratado en él de la paz que por los sucesos de la guerra. De la diversidad de afectos é intereses se originaban muchas dificultades para concluirla; porque la ambicion de muchos que aspiraban al trono de Francia, hacia mas implica do un negocio, que por sí mismo lo era mucho. Parecia solicitar con mejor derecho el cardenal Carlos de Vandoma, primo del de Bearne, y se le juntaba el favor del partido, que él mismo habia formado mucho tiempo antes. Agregábanse á esto los deseos del papa v de los cardenales, que tenian por muy decoroso fuese elevado al trono un colega suyo: y favorecia notablemente su causa la condicion jurada por los de la liga, despues de la muerte del cardenal de Borbon, por la que se obligaron á no admitir al cetra de Prancia á ninguno que no profesase la verdadera religion. Pero el rey don Felipe le era muy opuesto, En Lisboa se hizo á la vela con cinco navíos Matias porque habia sido educado entre calvinistas; y se de Alburquerque, y llegó sano y salvo á Goa. Su an- inclinaba mucho al hijo del duque de Lorena, así tecesor Coutiño pereció en su vuelta á Portugal con su mujer y familia, habiéndose hecho pedazos el na- España. Así pensaba al principio; mas considerando por su religion como por el beneficio que resultaba á vio. Observóse que en el espacio de quince años pe- despues el mucho dinero y sangre española que recieron por varias desgracias veinte y dos navios en habia derramado en Franci», dirigió sus miras á doña la carrera de la India. Pero estos lamentables ejem- Isabel su hija, pidiendo que fuese admitida á la suceplos no alejan á los mortales el deseo de peligrar, sion del reino, ya por el derecho de sangre, ó por arrebatados de la cruel ambicion de enriquecerse. libre eleccion de los estados. No lo rehusaban los El virey envió á Andrés de Mendoza con una arm-grandes de Francia, con tal que eligiese esposo denda de veinte navíos contra Ceilan, donde se habia tro del mismo reino, al cual debia admitir por su

sucesor.

se

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consorte en el trono y en el tálamo, dentro del tér- el conocimiento de esta causa; y por último nada se mino de un año. Por el contrario, los que aborrecian hizo, aunque se descubrió el medio de dirigir el nela dominacion extranjera, temerosos de que por in- goció, y de aquí adelante se trataron unos á otros constancia de las cosas humanas llegase á suceder con mas blandura. Deseaba el de Bearne hacerse que la Francia se juntase á España, llevaron tan á católico, pero no podia tolerar que le forzasen á ello. mal que se hiciese mencion del archiduque Ernesto Los hombres doctos que concurrieron á la confey de Alberto, que juraron no recibir en Francia rencia, le estrecharon con poderosas razones, y principe alguno extranjero. Pero Tasis, bien ins- hallándose fluctuante y dudoso, acabó de determi truido de los cosás de este reino, persuadia á don narle Villeroy, varon muy prudente y sincero entre Lorenzo de Figueroa, duque de Féria, y á don Iñigo los de la liga, el cual trabajó mucho en reconciliarde Mendoza, que habian llegado poco tiempo antes, le con Mayena, dándole á entender libremente el que promoviesen la causa de doña Isabel con espe- peligro en que se hallaba si persistia en su obstinaranza de buen éxito: que lo que convenia era derra- cion. Representóle, pues, que si era creado rey el mar dinero, acercar tropas á Francia, y sobornar á cardenal de Borbon; inmediatamente se retirarian de los grandes con regalos, principalmente á los del su campo los nobles y se pasarian al príncipe catópartido de Lorena; y que con estos artificios y con lico, y que si se conferia el cetro a doua Isabel, reel favor del cardenal Placentino, nuncio apostólico, caerían contra él las fuerzas de los españoles juntas que era muy afecto á los españoles por el celo de la con las de los confederados, sin que le quedase esreligion, se prometia que todas las cosas sucederian peranza alguna de apaciguar la discordia. Finalmen segun sus deseos. De otro modo pensaba el duque te con estas y otras razones, y sobre todo con la de Feria en este negocio, conforme las ideas del rey inspiracion de la divina gracia, se resolvió á mudar don Felipe, que eran de no hacer el menor gasto ni de religion. Mientras tanto disputaban los confederegalo mientras los Estados no declarasen el reino á rados en sus conferencias, y fueron mal recibidas su hija, pues no queria comprar á tanta costa una las proposiciones del duque de Feria, Mendoza y vana esperanza. Que lo que importaba era obligar á Tasis, porque los franceses rebusaban apartarse de los confederados con la falta de socorros, y reducir-la ley sálica, que en otros tiempos se habia intenlos á su dictámen, quitándoles el apoyo del oro; y tado anular, y siempre sin fruto y con mucho dertenia por cierto que consentirian en el, para no de-ramamiento de sangre. El duque de Mayena no se jarse oprimir de sus enemigos, y perder sus particulares intereses, junto con la reputacion de la liga. Pero el duque de Mayena, que habia congregado contra su voluntad la junta de los Estados, habiendo penetrado el designio del duque de Feria, proeuró con todo esfuerzo impedir que en ella se resolviese cosa alguna, y comenzó á enredarlo todo, á fin de causar á los españoles el mismo dolor que él padecia. Finalmente las cosas se hallaban ya en la situacion mas peligrosa, porque ninguno queria ceder de su empeño. En igual conflicto se hallaba el de Bearne, pues los católicos que seguian su fortuna le amenazaban de abandonarle, si no se convertia en breve al gremio de la iglesia católica. Habíales prometido que lo haria a tiempo determinado, y habiéndose pasado este sia cumplirlo, trataba mal á los católicos, por cuya causa estaban irritados con él, y se decia tambien que habian comenzado á dirigirse cartas unos católicos á otros, exhortándose recíprocamente á la concordia, en lo cual trabajaba el duque de Mayena, aunque lo negaba en público. Penetraron los españoles estos ardides, y se quejaron á él con grande acrimonía de palabras. Però despues de graves contiendas y dicterios, no pudiendo ninguno sostener su partido sin el auxilio del otro, y para que no se destruyese la liga, se reconciliaron al fin por mediacion de Tasis el duque de Feria y el de Mayena, que eran los principales cabezas. Para asegurar esta amistad con mas estrecho vínculo, fueron entregados al de Mayena veinte y cinco mil escudos en dinero de contado, y doscientos mil en asignaciones, y el generalato de las tropas que mandaba Carlos Mansfeld. Juntáronsele á estas las pontificias que se hallaban muy disminuidas, y las francesas, con las que habiendo batido vigorosamente á Noyon, se vió forzada á entregarse.

Entretanto que esto pasaba, fue muerto en desafio Appio Conti, por Latembrin, coronel de la legion alemana, y los soldados de esta fueron despedidos del ejército, y se volvieron á su patria. Al mismo tiempo tuvieron una junta los bearneses, y los confederados en Suran con el deseo de atraerse unos á otros cada uno á su partido; pero todos se mantuvieron constantes en sus ideas. Los políticos prometieron que el de Bearne abrazaria de buena fe y por su propia voluntad le religion de sus mayores: mas los confederados remitieron al sumo pontifice

movia á cosa alguna para adelantar este negocio, por el mismo fin que los otros, además de la emulacion que le causaba et de Guisa, á quien el rey don Felipe habia declarado por esposo de su hija. Por esto, pues destituído de la esperanza del reino que habia concebido en su ánimo, y creyendo que doňa Isabel casaria su hijo, se pasó al cardenal de Borbon, no por el desco que tenía de hacerle rey, sino por el de impedir la junta de los Estados. Añadióse á esto el decreto del parlamento para que procurase que no recibiese detrimento alguno el estado, el cual corrió la voz de que habia sido formado por el mismo. Finalmente pudo tanto con sus artificios y con la grande autoridad que tenia entre los suyos, que la mayor parte de los que se habian juntado para deliberar, dieron gracias al duque de Feria y se escusaron de elegir el rey hasta que con mayores tropas y fuerzas de la España pudiesen establecer en la posesion del reino y defender al que nombrasen. De este modo eludieron la máquina de los españoles, que vino á ser inútil. Pero el de Bearne, para no perder su fama, habiendo juntado las tropas acometió y tomó á Dreux con su fortaleza. Despues de esta victoria se dedicó sériamente á mudar de religion para que no se creyese que lo hacia forzado, sino espontáneamente, pues siendo vencedor abrazaba la religion católica. Instruido, pues, en sus dogmas y doctrina, y á pesar de las reclamaciones de los ministros hugonotes, fue recibido en la iglesia de san Dionisio por el arzobispo de Bourges, y absuelto de las escomuniones sin intervencion del pontifice, con estraordinaria alegría de todos los que se hallaban allí presentes, y el dia veinte y cinco de julio participó de la sagrada comunion. Prorogáronse hasta fin del año las treguas pactadas antes por tres meses, sin embargo de la oposicion de los españoles, unidos al nuncio apostólico.

Al mismo tiempo trataba el duque de Mayena con los del partido del de Bearne de componer la guerra civil, con tal que consintiese el pontifice y aprobase lo hecho, y envió legados á España que pidiesen á doña Isabel para su hijo mayor, no hallándose todavia apagada en su pecho la esperanza de obtener el reino, que se hallaba en él muy arraiga. El rey don Felipe declaró á la verdad que le agradaba el yerno, y prometió su hija, segun la costumbre de aquellos que se inclinan á la parte donde descubren

dinero, ni podia mantener al soldado ni tampoco hacer la guerra.

mayor lucro. Llevólo muy á mal el duque de Feria y sus compañeros que conocian bien à aquel hombre, y temian mucho que se convirtiria de amigo en enemigo, si convenia á su interés, y de tal manera le aborrecian, que hay quien asegura que trataron entre si de matarle. Oponíase tambien el pontifice, amonestando que era may conveniente que dona Isabel casase con un príncipe de la sangre de Borbon, para que con mas facilidad se estinguiese la guerra civil. Este consejo le trastornó la ambicion que nunca abraza lo que es bueno sino lo que es útil; pero todos estos proyectos se desvanecieron en breve tiempo como el humo.

CAPITULO II.

Sucesos de Flandes: el gobernador de Burdeos acomete á Blaya y la defiende una armada española: Muley Jequi, hijo del rey Mahomet, recibe en Madrid el bautismo: Muerte de San Pascual Bailon.

dos, penetraron por la noche con espada en mano en los reales enemigos, y hicieron en ellos una gran mortandad. En aquella confusion perecieron. ochocientos franceses, y solo cuarenta quedaron prisioneros; y se asegura que en esta accion se portó heróicamente don Antonio Manrique, á cuya prudencia y al valor de los españoles, se debió la víctoria. Habiendo hecho levantar el sitio, tomo Lizarza una galera en el rio, y regresó con la armada integra y salva á las costas de Vizcaya.

En España se disponia una armada estraordinaria para llevar socorro á los católicos de la Guyena, que se hallaban muy necesitados. Habian fortificado á Blaya en la desembocadura del rio Garona, y ta defendia Mr. de Luzan, hombre intrépido y activo, que para resistir á los esfuerzos de Magtiñon, gobernador de Burdeos, solicitó el auxilio de don Felipe, y habiéndosele concedido, envió en el mes de mayo diez y seis navíos muy bien provistos, al mando de Juan de Lizarza. En su navegacion apresó cinco naves inglesas, y pers guió otras que se refugiaron en la fortaleza de Ruyan. Combatia Matignon á Blaya por mar y tierra con seis navios ingleses y con las fuerzas de su provincia; pero los ingleses luego que vieinmediatamente las anclas y se pusieron en fuga, y ron la armada que venia contra ellos, levantaron á uno de ellos, para no ser apresado, le pegaron fuego sus defensores, con cuyo incendio perecieron AL paso que se disminuia en Francia la autoridad dos de los españoles. Cayó en el mar Adriano Brande la liga, tomaban mejor aspecto las cosas del de cati y se ahogó sumergido por el peso de sus armas. Bearne, pero las de Flandes se hallaban en mal esta- Despues de haber desembarcado por la noche los do. A fines del año anterior llegó el conde de Fuen- víveres, que era lo que principalmente hacia mas tes, enviado por el rey con despachos, en que man- falta á los sitiados, acometieron á los navíos francedaba que el viejo Mansfeld gobern: se á Flandes hasta ses que estaban en el rio, y los maltrataron con alque nombrase á alguno de los príncipes de la sangre gunas descargas pasajeras. Finalmente concluyó real. Pero agravado aquel con sus muchos años y con buen éxito esta empresa, y se restituyó la armacon la falta que padecia de lo necesario, porque el da á España, y en el camino se apoderó de otro burey don Felipe temia empeñarse en gastos, apenas que inglés. Volvió otra vez Lizarza con seis navios, podia hacer cosa alguna. Para impedir las escursio-y habiendo comunicado sus designios con los sitianes de los enemigos y por consejo del conde de Fuentes, restituyó la severidad de la disciplina militar, segun to habia establecido el duque de Alba aboliendo el comercio de la guerra. Intentó Mauricio combatir con un pequeño escuadron á Gertrudemberg, ciudad fortificada, y Mansfeld se descuidó en socorrer á tiempo á los sitiados. Habiendo recibido Mauricio nuevas tropas, fortificó cuidadosamente su campo, de tal modo, que fue inútil el socorro que llevó Mansfeld, y despues de algunas escaramuzas, descoufiando de conseguir su empresa, se retiró de Muley Jequi, hijo de aquel Mahomet que pereció alli con mucha ignominia; la cual aumentó masal pasar el rio Lucasen en la desgraciada batalla del queriendo borrarla, pues fue rechazado de Crevecour, rey don Sebastian, fue educado en España, donde con la inundacion de su territorio, á causa de que habia quedado en relienes, y recibió en Madrid el intentaba acometer esta fortaleza para poner en sal- sagrado bautismo. El rey don Felipe le hizo caballevo á los de Bolduc. Despues de cuatro meses de sitio ro del órden de Santiago y le señaló rentas para que en cuyos ataques murieron dos gobernadores, obligó pudiera mantenerse con decencia; y habiendo celeal fin Mauricio á la ciudad á que se entregase, y salió brado capítulo del Toison de oro, condecoró con el libre la guarnicion bajo de honrosas condiciones. collar de esta órden á los duques del Infautado y EsFelipe y Guillelmo de Nasau habian introducido ca-calona; y á Pedro de Médices, hermano del gran da uno sus tropas, aquel en el territorio de Luxem-duque de Florencia. El corto número de tropas que burgo, y este en la Frisa; pero acudiendo Barlemont habia quedado en Aragon desde el anterior tumulto, con un escuadron de gente armada, rechazó de allí fue sacado de allí por orden del rey, á fin de libertar á Felipe. Mucho mas trabajo tuvo Verdugo con Gui-á sus habitantes de aquella molestia. Mas para refrellelmo, el cual, manteniéndose en sus reales muy nar la licencia de la plebe, se reparó un antiguo fortificado, despues de haber talado los campos, no edificio, cercano á la ciudad, en forma de castillo; y quiso aceptar la batalla que le presentaba Verdugo, habiéndolo guarnecido y fortificado con gente armaauxiliado con las tropas que le habia enviado Mans- da contuvo en su deber á aquellos hombres inquiefeld. Despues de esto sitió á Covord y no pudo tomar- tos. El rey don Felipe, como tan entregado á las la, y finalmente, condujo por el invierno al Brabante obras de piedad, envió á Zaragoza á don Gomez de las tropas muy deterioradas. Mondragon arrojó al Velasco con treinta mil ducados para que los empleaenemigo, que habia venido á saquear el territorio de se en dotar doncellas, socorrer á pobres y otros obVasa, y en esta ocasion fue muy celebrado el valor jetos semejantes. De esta suerte dió gracias a Dios de Alonso Idiaquez; que se introdujo en el campo aquel piadoso príncipe por haberse apaciguado el enemigo con un pequeño escuadron, y le obligó á tumulto. Don Beltran de la Cueva, duque de Alburretirarse á los navíos, quedando muertos muchos, y querque, sucedió en el gobierno de Aragon á don otros abogados en el rio. Las tropas españolas, wa- Miguel de Luna, conde de Morata; y de allí adelante lonas y italianas de las provincias de Artois y Hai- no acaeció cosa alguna que turbase la tranquilidad nault, se sublevaron y rehusaron la obediencia á sus pública. Don Cristóbal Robuster, obispo de Orihuela, cabos porque no se les pagaba su estipendio; lo que renunció por este tiempo su dignidad en Roma, fue no pequeña causa de las pérdidas padecidas en adonde habia pasado para defender les derechos de este año. El conde de Fuentes examinaba con mucho ella, despues que la obtuvo cinco años, y en el mes cuidado las cuentas del tesoro público, que se halla- de marzo siguiente le sucedió don José Esteban, que ba enteramente exhausto; y como el rey no enviaba celebró el segundo sínodo, porque Gallo habia con

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