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»la sangre del tirano hacemos las exequias y honras | sen, ni conversasen fuera de unos pocos
>>de aquel príncipe inocente y bueno?» Acordaron
que se hiciese así, y que muerto el rey, pondrian en
su lugar al duque de Viseo: intento atrevido, porfia
pertinaz, miserable remate. Esperaban solamente
coyuntura para ejecutar lo concertado; mas antes
que lo pudiesen hacer, toda la conjuracion fue des-
cubierta por esta manera.

Tenia Diego Tinoco una hermana amiga del arzobispo de Ebora: esta mujer, sabido lo que pasaba, y el peligro que corria el rey, lo descubrió á su hermana, y él al rey en hábito de fraile francisco, con que fué à Setubal á hablalle y dalle el aviso para que fuese mas secreto: lo mismo le avisó Vasco Coutiño, cuvo hermano llamado Gutierre Coutiño era cómplice en la prática; en premio, pasado el peligro, le hizo merced del condado de Barba y de Estremoz.

criados que

le señaló. El retiramiento fue tal que aun no quiso estudiase gramática: decia que bastaba supiese en latin estas tres palabras solas: el que no sabe fingir, no sabe reinar. Pero nuestro cuento ha pasado en el tiempo muy adelante: será forzoso volver á relatar las cosas de Castilla, y tomar el agua de un poco mas atrás.

LIBRO VIGESIMOQUINTO.

CAPITULO I.

Del principio de la guerra de Granada. PRINCIPIO de una nueva narracion, y fin deseado de toda esta obra será la famosa guerra de Granada, Salió el rey un dia de aquella villa con intento de la cual debajo la conducta y por mandado de los revisitar una iglesia muy devota que estaba allí cerca: yes don Fernando y doña Isabel se continuó por esiban en su compañía los conjurados, alegres por pa-pacio de diez años, llena de varios y maravillosos recelles que en tantos dias no habian sido descubiertos, determinados al salir el rey de la iglesia acometelle y matalle; quiso su ventura que su camarero llamado Faria le avisó á la oreja del riesgo que le amenazaba. Habló á los conjurados cortesmente, con que ellos reprimieron algun tanto su rabia; sin embargo, como no se tuviese por seguro, se entró en otro templo que se dice de nuestra Señora la Antigua, y está en el arrabal de aquella villa hácia el mar. Hizo esto disimuladamente por entretenerse hasta tanto que le acudiese mayor número de cortesanos: para esto de propósito alargaba la plática que tenia con Vasco Coutiño. Pesábales á los conjurados de aquella tardanza: temian que si perdian aquella ocasion, alguno de tantos como eran participantes por ventura los descubriria, y querria ganar gracias á costa de los otros. Cuando esto sucedió era viernes veinte y siete de agosto.

El rey libre de aquel peligro envió con otro achaque á llamar al duque de Viseo, que se hallaba con la duquesa su madre en Palmela á la mira de en que paraba lo que tenian los conjurados tramado: el peligro á qué se ponia en obedecer aquel mandato era grande; pero en fin se resolvió, confiado en que ninguno le habria faltado, á ir al llamado del rey. Engaňóle su pensamiento: luego que llegó, y entró en el aposento del rey, en presencia de algunos pocos que allí se hallaron, él mismo le dió de puñaladas. Díjole solamente estas palabras: «Andad, decid al duque »de Berganza el fin en que ha parado la tela que dejó »comenzada. >> Era el duque de Viseo como de treinta años cuando acabó desta manera. Los astrólogos por el aspecto de las estrellas le tenian pronosticado que seria rey gente vanísima, cuyas mentiras bien que muchas, y conocidas de todos, en todas las naciones han siempre corrido y correrán.

trances, y en cuyo discurso se dieron batallas muy bravas su remate últimamente alegre y dichoso para España y para todo el orbe cristiano, pues por esta manera cayó por tierra de todo punto el reino de los moros que en aquellas partes se conservó por mas de setecientos años: grande mengua y afrenta de nuestra nacion. Llegamos á vista de tierra despues de una larga y dificultosa navegacion: queremos caladas las velas tomar puerto, y con un nuevo aliento y fuerzas de nuestro ingenio poner fin á este trabajo: el socorro y ayuda del cielo y de los santos confiamos que como hasta aquí no nos faltará.

El reino de Granada está puesto entre el de Murcia y el Andalucía, parte de là antigua Bética y de la provincia cartaginense. Tiene en ruedo setecientas millas, que hacen casi docientas leguas, y es mas largo que ancho. Desde Ronda hasta Huescar se cuentan sesenta leguas por el largo por el ancho desde Cambil hasta Almuñecar solas veinte y cinco. Sus aledaños á la parte de Levante el reino de Murcia, por la parte del Mediodía le baña el mar Mediterráneo, por las demás partes del Poniente y del Septentrion le ciñen las otras tierras de la Andalucía. Goza de cielo muy alegre y suelo muy apacible. Sus campos son muy fértiles y abundantes en todo género de frutos y esquilmos tanto como los mejores de España. La tierra doblada por la mayor parte los mismos montes empero por las muchas aguas con que se riegan, son á propósito para ser cultivados y criar toda suerte de árboles, por donde perpétuamente están verdes y muy frescos. De aquí resulta ser el aire templado en invierno y en verano, cosa muy saludable para los cuerpos, mayormente en la ciudad de Granada, cabeza del reino, una de las mas nobles, abastadas y mas grandes de toda España, de cuyo nombre toda la provincia se llama el reino de GraSu estado todo fue luego dado á don Emanuel su nada, y la ciudad se llamó así de una cueva que llega hermano, salvo que mudado el apellido le llamaron hasta una aldea llamada Alfahar, en que hay fama duque de Beja. El cielo le tenia aparejado el reino de que antiguamente los naturales se ejercitaban en el Portugal, lo cual dió á entender y pronosticó como arte de nigromancia. Gar en lengua arábiga es lo decian una esfera que traia acaso en su escudo por nismo que cueva, y cierto número de soldados que divisa y blason: á su ayo Diego de Silva en premio de venia en compañia de Tarif á la conquista de España, sus servicios hizo el mismo adelante merced de Por- naturales de una ciudad de la Suria llamada Nata, talegre con título de conde. Los demás conjurados acabada aquella guerra desgraciada, hicieron su unos fueron presos, como el arzobispo de Ebora y asiento en aquella parte. De Gar y de Nata se forjó don Fernando su hermano y Gutierre Coutiño: los el nombre de Granada, como lo sienten y dicen permas en Castilla vivieron desterrados, pobres y mise-sonas de prudencia y erudicion: otros traen otras etirables. Por el mismo tiempo el rey Luis Onceno de Francia falleció en un bosque en que se entretenia junto á la ciudad de Turon, á treinta dias de agosto: dejó en su testamento mandado que lo de Ruysellon y Čerdania se restituyese á cuyo solia ser. Sucedióle su hijo Carlos Octavo en edad de trece años, enfermizo, de muy poca salud, y mal talle. Su padre le hizo criar en Amboesa, sin dar lugar á que le habla

mologías deste nombre, en que no hay para qué gastar tiempo, ni ser pesados con referir diversas opiniones y derivaciones de vocablos, mayormente inciertas. Averiguase al cierto que en aquel reino á la sazon que se comenzó esta guerra, y cuando últimamente quedaron vencidos los moros y sujetos, se contaban catorce ciudades y noventa y siete villas. Las mas principales ciudades, fuera de la ya dicha, eran Al

mería, Málaga, y Guadix, Plinio la llamó Acci: todas tres tienen iglesias catedrales y buen número de ciudadanos.

que no aflojasen en el cuidado y vigilancia: que el daño recebido les debia hacer mas recatados, y avisar que los moros en ninguna cosa guardan la fe y la Muchas causas se ofrecian para emprender esta palabra. Verdad es que ellos se escusaban con la cosguerra el odio comun contra aquella gente, la di- tumbre que tenian durante el tiempo de las treguas, versidad en la religion, y haberse fundado aquel rei de hacer los unos y los otros cabalgadas y correrias; no en España á sin razon, y conservado por largo y aun se tomaban lugares con tal que la batería no tiempo con vergüenza y afrenta de los cristianos, mu- pasase de tres dias, y que no asentasen ni fortificachos y grandes agravios de la una y de la otra parte sen cerca del pueblo que batian, sus reales. Desta como suele acontecer entre reinos comarcanos. La misma licencia y color se aprovecharon los moros al flaqueza de nuestros reyes fue causa que las reliquias principio del año siguiente 1482 para acometer á de aquella gente, aunque reducidas á un rincon de Castellar y á Olbera, mas no los pudieron tomar. España, se conservaron tanto tiempo por estar divi- Los nuestros movidos destos daños tan ordinarios dida España en muchos principados, poco unidos. se determinaron á vengallos: juntaron en Sevilla entre si a propósito de destruir los enemigos de cris-buen número de gente y todo lo al que era necesatianos. Es así de ordinario que tanto sentimos los rio; consultaban entre sí por qué parte seria bueno daños públicos, y no mas, cuanto se mezclan con hacer entrada en tierra de moros cuando les vino nuestros particulares. El amor de la religion poco aviso que la villa de Alhama tenia pequeña guarnicion mueve cuando punza el deseo de vengar otras inju-y flaca, y las centinelas poco cuidado; que seria á rias, ó la codicia de acrecentar el estado. Si alguna propósito acometer á tomalla. Diego de Merlo asistenvez como era justo se concertaban para destruir los te de Sevilla, y que tenia el cargo de la guerra, trató moros, impedian las fuerzas de Africa que cae cerca esto con el marqués de Cádiz don Rodrigo Ponce: de do tenian cierta esperanza de socorros; además acordaron de acudir á toda priesa de noche y por caque muchas veces innumerables gentes, pasado el minos estraordinarios. Llevaban dos mil y quinientos mar, á manera de rio arrebatado se derramaron y de á caballo y cuatro mil peones: llegaron en tres rompieron por España con espanto de todos los cris-dias á un valle rodeado por todas partes de recuestos tianos.

y collados mas altos. Allí los capitanes avisaron á los soldados que venian cansados del camino, que Albama no distaba mas que media legua, que era justo de buena gana llevasen el trabajo restante para vengarse de los moros, perpétuos enemigos de cristianos, demás desto les avisaron de la presa y saco.

des

Esta fue la causa que el imperio de aquella gente, que ellos fundaron en menos de tres años, se conser vó tanto tiempo: así fue la voluntad de Dios que castigó con este daño los pecados de nuestra nacion. Quien tiene el cielo ofendido, ¿qué maravilla que su trabajo é intentos salgan vanos? y al contrario todo Trecientos escogidos y pláticos entre todos los solsucede prósperamente cuando tenemos á Dios y á los dados se adelantaron estos llegado que hubieron santos aplacados. Así se vió en este tiempo. Orde- muy de noche, como vieron que nadie se rebullia en nado que se hobo el santo oficio de la Inquisicion en el castillo, puestas sus escalas, subieron á la muraEspaña, y luego que los magistrados cobraron la lla; el primero se llamaba Juan de Ortega, y debida fuerza y autoridad, sin la cual á la sazon es- pues del otro Juan natural de Toledo, y Martin Gataban, para castigar los insultos, robos y muertes, lindo, todos tres soldados muy denodados y animosos. al momento resplandeció una nueva luz, y con el fa- Mataron las centinelas que hallaron dormidas, y vor divino las fuerzas de nuestra nacion fueron bas-degollados algunos otros, abrieron la puerta del castantes para desarraigar y abatir el poder de los moros. tillo que sale al campo, por la cual entraron los deEstas eran las causas antiguas que justificaron es- más soldados. Los del pueblo, espantados con aquel ta guerra, á las cuales se añadió una nueva insolen- sobresalto, acuden á las armas hicieron reparos y cia. Esto fue que la villa de Zahara asentada entre palizadas para que del castillo no les pudiesen entrar Ronda y Medina Sidonia, pueblo bien fuerte, estaba el pueblo, que luego al reir del alba probaron los en poder de cristianos desde que el infante don Fer- nuestros á ganar. No pudieron salir con su intento, nando abuelo del rey don Fernando la ganó de los antes Sancho de Avila alcaide de Carmona, y Martin moros, como arriba queda declarado. Hernando de de Rojas alcaide de Arcos como quier que fuesen los Saavedra que tenia cuidado de aquella plaza, por no primeros al arremeter, pagaron su osadía con las recelarse de cosa semejante no se hallaba bastante-vidas en la misma puerta del castillo cayeron muermente apercebido de soldados, almacen y vituallas: tos por los tiros, flechas, dardos y piedras que les falta de proveedores, aprovechamiento de capitanes arrojaron. acarrean estos daños. Vino este descuido á noticia del rey moro Albohacen: acudió con gente de los suyos, y de noche al improviso escaló aquel pueblo á veinte y siete de diciembre principio del año 1491; ayudabale la noche, que era muy tempestuosa de lluvias y vientos. Los moradores atemorizados sin saber á qué partido acudir, fueron muertos todos los que se atrevieron á hacer resistencia con las armas; los demás á manera de ganados los llevaron delante los vencedores á Granada sin tener compasion á viejos, niños ni mujeres de cualquier estado y calidad que fuesen.

El pueblo quedó por los moros, y ellos le fortificaron muy bien: á los nuestros pareció este daño era grande, y tal la afrenta, que no se debia disimular; algunos asimismo se alegraban por verse puestos en necesidad de vengar las injurias pasadas y la presente, y destruir aquella gente malvada. Los reyes don Fernando y doña Isabel desde Medina del Campo, do tuvieron aviso de lo que pasaba, mandaron á los que tenian cargo de las fronteras, y á las ciudades comarcanas que se apercibiesen para la guerra, y

El negocio no sufria tardanza. Está aquel lugar distante de Granada solamente ocho leguas: corrian peligro que toda la reputacion ganada con la toma del castillo la perdiesen si luego no se apoderaban del pueblo. La dificultad por entrambas partes era grande algunos pretendian que seria bien abatir y quemar el castilio y con esto volver atrás; los mas atrevidos y arriscados, gente acostumbrada á poner su vida á riesgo por la esperanza de la victoria y codicia de la ganancia, eran de contrario parecer, que no se alzase la mano hasta salir con la empresa: asi se hizo; á un mismo tiempo acometieron á entrar por diversas partes. Algunos de fuera escalaron el muro : acudió contra ellos la fuerza de los moros de la villa, que dió lugar á los que estaban dentro del castillo de entrar el pueblo por aquella parte. Peleóse valientemente por las calles : los fieles se aventajaban en el esfuerzo, el número de los moros era mayor; y dado que era gente flaca, por la mayor parte mercaderes, y el regalo de los baños (que los hay en aquella villa muy buenos ) les tenia debilitadas las fuerzas, todavía la misma desesperacion, arma muy fuerte en el

peligro, los hacia muy animosos. Duró la pelea hasta la noche, cuando contra la obstinacion de los enemigos prevaleció la constancia de los nuestros los que se recogieron á la mezquita que fueron muchos en número, parte degollaron, y los demás tomaron por esclavos.

Desta manera la pérdida de Zahara se recompensó, y del agravio se tomó la debida satisfaccion : mas perdieron los moros que ganaron, y su insulto se rebatió con hacerles mayor daño. Estos fueron los primeros principios de aquella larga guerra y sangrienta. Sobre fa toma de Alhama anda un romance en lengua vulgar, que en aquel tiempo fue muy loado, y en este en que los ingenios están mas limados, no se tiene por grosero, antes por elegante y de buena tomada. Ganóse Alhama á postrero de febrero. Esta pérdida puso grande espanto en los moros, y á los fieles en grande cuidado. Los moros por ver que los contrarios llegaron tan cerca de la ciudad de Granada, se recelaban de mayores daños, y temian no fuese venido el fin de aquel principado y reino. Congojábanles algunas señales vistas en el cielo y un viejo adevino luego que los moros tomaron á Zahara, refieren dijo en Granada á gritos; «Las ruinas deste pueblo (ojalá yo mienta) ocaerán sobre nuestras cabezas. El animo me da que >el fin de nuestro señorío en España es ya llegado.» Todo esto fue causa que con mayor diligencia hiciesen gente por toda aquella provincia: el mismo rey Albohacen apresuradamente acudió la vuelta de Alhama con tres mil de á caballo que llevaba, y como cincuenta mil de á pié. Atemorízaba á los nuestros este ejército tan grande: las cosas las tenian tan adelante que no podian sin daño y mengua desistir de aquella empresa, ni volver atrás. Despacharon mensajeros á todas partes á pedir y requerir les socorriesen, y en el entretanto ni de noche ni de dia no cesaban de fortificar aquella plaza, y reparar las partes de la muralla que o de nuevo quedaron maltratadas por la batería pasada, ó de antes eran flacas. Dióles la vida que los enemigos por la priesa no trajeron artillería ni los demás ingenios á propósito de batir: así toda su porfia salió en vano, cà los nuestros desde la muralla se defendian valientemente, tiraban dardos, saetas, piedras y todo lo demás que les venia á las manos. El mayor debate fue cerca del rio que por alli pasa: los del lugar á causa que no tenian dentro fuentes ni cisternas, eran forzados á salir al río á proveerse de agua ; los moros al contrario pretendian sacarle de madre y echarle por otra parte con que (no sin dificultad y sangre de muchos que les hirieron y mataron) últimamente salieron.

La gente del Andalucía movida por el riesgo que los suyos corrian, acudieron al socorro; en particular desde Córdova mil caballos y tres mil infantes debajo de la conducta de don Alonso de Aguilar. Tenian los enemigos tomados los pasos y atajados los caminos así fueron forzados á volver atrás. La esperanza quedaba en don Enrique de Guzman duque de Medina Sidonia, bien que flaca á causa que demás de las enemistades particulares que tenia con el marqués de Cádiz, de nuevo le irritaran con intentar cosa tan grande como era aquella sin darle parte. El amor de la patria prevaleció en su noble ánimo, y la grandeza del peligro comun hizo que se uniesen los que antes andaban discordes y desgustados. Determinó pues de ir á socorrer á los cercados: sacó el estandarte de Sevilla, y juntose con otros señores, en especial con don Rodrigo Giron maestre de Calatrava y don Diego Pacheco marqués de Villena. Llevaban cinco mil de á caballo, y como cuarenta mil infantes que de todas partes les acudieron en gran número por el gran deseo que tenian de pelear contra los moros enemigos de Dios.

El rey don Fernando el mismo dia que tuvo aviso de la toma de Alhama y del riesgo de los nuestros, de

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Medina del Campo, dejado órden que la reina fuese en pos dél, se partió para allá á grandes jornadas. Escribió á los grandes que en su ausencia no innovasen ni entrasen en tierra de moros, que era necesario llevar mayores fuerzas y mayor número de gente: el negocio le tenian tan adelante que no podian seguir este orden, mayormente que en la tardanza corrian gran peligro los cercados por la gran falta de agua que padecian; fue este acuerdo que tomaron saludable y acertado. Los bárbaros no esperaron á que los nuestros llegasen, antes sin venir á las manos alzaron el cerco los cercados, idos los enemigos salieron á recebir á los que les venian de socorro. Saludáronse y abrazáronse con lágrimas que por la alegría les saltaban. El marqués de Cádiz fue el primero á abrazar al duque de Médina Sidonia: dijérouse palabras muy corteses, con que se sosegaron las diferencias que por muchos años traian entre si aquellas dos casas. Dichoso principio de que algunos pronosticaban, que conforme á él seria el remate próspero y alegre de toda la guerra; sin embargo faltó poco para no enturbiarse aquella alegria por un debate que se levantó entre los soldados. La gente que vino de socorro, queria tener parte en los despojos que se ganaron en aquel pueblo decian era justo participasen del fruto de la victoria los que se pusieron á tanto riesgo para socorrer a los cercados. De las palabras llegaran à las manos, si el duque avisado del peligro no amansara los ánimos de los suyos con pocas palabras que les dijo: «Quédense (dijo) soldados con los despojos aquellos á quien la fortuna los dió: nos por la honra »y po. la salud comun hemos trabajado. Este sea el »fruto de presente, que para adelante, pues se ha »de proseguir la guerra, yo os aseguro serán vuestras »con vuestro esfuerzo y valor todas las riquezas de >>los moros y el reino de Granada.» Con estas palabras se sosegó la riña: dejaron nueva guarnición en el pueblo de soldados, y con tanto las demás gentes volvieron atrás.

No faltó el moro á la ocasion que se le presentaba, antes volvió luego al cerco con mayor corage que antes, ansimismo diversas bandas de moros entraron á robar por los campos comarcanos del Andalucía. La parte mas alta de Alhama por su sitio y ser la subida agria fue ocasion de descuidarse en guardalla: los contrarios convidados desta ocasion una noche á veinte de abril al amanecer la subieron. Despertaron los cristianos: acudieron al peligro, pelearon valientemente, y cargaron sobre los contrarios con tal furia que algunos de los bárbaros perdieron las vidas, otros por las salvar se echaron de los adarves abajo: desta manera escaparon los nuestros deste gran peligro. Los que mas se señalaron en esta refriega y rebate, fueron dos ciudadanos de Sevilla llamados el uno Pedro Pineda, y el otro Alonso Ponce.

CAPITULO II.

Como el rey Albohacen fue echado de Granada. Al mismo tiempo que Alhama estaba cercada, y los moros la batían con todas sus fuerzas, en Córdova los reyes luego que llegaron, comenzaron á tratar de la manera como se debia hacer aquella guerra. Los mas recatados eran de parecer que desamparasen á Alhama por estar rodeada de enemigos y los socorros lejos, además que de ordinario el suceso de la guerra es dudoso y sus trances variables. La reina con ánimo varonil juzgó la debian defender: hacíasele de mal desamparar aquella plaza por ser la primera que en su tiempo se ganó de moros; qué otra cosa seria hacerlo, sino dar muestra de miedo muy feo, con que los enemigos se animarian y al contrario los nuestros perderian el brio? Este parecer prevaleció; y aun para ganar mayor reputacion acordaron de tomar una nueva empresa, y si bien en esto

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BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.

los pareceres tambien eran diferentes, siguieron el de Diego de Merlo, de quien el rey hacia mucho caso, y fue poner cerco sobre Loja, ciudad muy fuerte en aquella comarca, y que no cae muy lejos de Alhama.

Dióse órden que la masa del ejército se hiciese en Ecija: juntáronse cinco mil de á caballo y ocho mil infantes: número pequeño para intento tan grande. Con parte destas gentes, ya partidos los moros, llegó el rey á Alhama á veinte y nueve de abril, guarnecióla de nuevos soldados, y por su general á don Luis Portocarrero señor de Palma, guerrero de fama y de cuenta en aquel tiempo. Luego despues desto, talado que hobo la vega de Granada, sin recebir daño alguno se volvió á Córdova para dar órden en las demás cosas que eran necesarias para la guerra, mayormente que la reina estaba cercana al parto, y queria hallarse presente. Parió dos criaturas á veinte y nueve de julio (1), la una en tiempo que se llamó doña María, la otra por nacer antes de tiempo no vivió. El vulgo tomó desto ocasion para hablar diversamente, y hacer pronósticos sobre aquella guerra, unos de una manera y otros de otra, como á cada cual se le antojaba.

hermano el duque de Villahermosa le tenia avisado
zas bastantes para empresa tan grande, juntamente
que los reales se asentaron mal, y que no tenia fuer-
chaba, el dia siguiente recogido el bagaje volvió
con la nueva que le vino que el campo enemigo mar-
atras sin parar hasta que llegó á la Peña de los Ena-
morados, que está de Loja distante siete leguas:
ayudó mucho para que no recibiesen grande daño
que se retiraron en ordenanza. A los moros, que no
marqués de Cádiz con los suyos: el denuedo y la car-
cesaban de picar en la retaguardia, hizo rostro el
ga fue tal que por no poderla los moros sufrir se re-
cogieron á la ciudad.

Este fue el suceso desta empresa mal trazada. No
chanzas que su misma gente puso al rey don Fer-
faltaron rumores de gente que publicaba que por ase-
nando, le fue forzoso dejado el cerco retirarse; mas
él en cartas que despachó á todas partes, se escusa-
que tenia, en especial que muchos desamparaban
ba de la retirada por el pequeño número de soldados
las banderas, con que las compañías quedaban muy
que no tiraba sueldo del rey: cosa
flacas, por ser gente allegadiza, enviada de las
á que la necesidad de los tiempos y falta de dinero
comunidades,
forzaba, por lo demás sujeta á grandes inconvenien-
tes como aconteció entonces.

ve meses

El temor que muchos tenian, se aumentó por una tristeza estraordinaria que se veia en los que llevaban los estandartes reales á la iglesia Mayor para que allí fos bendijesen: otros se burlaban de todo esto como de cosas vanas y que suceden acaso. El dia siguiente el rey partió para Ecija acompañado de muchos señores: casi ninguna persona de cuenta habia que no desease ayudar en aquella empresa. Conforme a lo que tenian acordado y pretendian, fueron sobre Loja. Llegados á aquella ciudad, asentaron sus estancias, y la barrearon junto á los arrabales entre los olivares por la parte que pasa el rio Genil tan cogido y acanalado que apenas se puede vadear, y por sus riberas que son muy altas; el lugar era estrecho y no á propósito para estenderse la caballería, y por estar los ciudadanos apoderados de la puente con dificultad podian pasar de la otra parte del rio. Está allí cerca un ribazo ó cuesta llamada de Albohacen, de que por ser á propósito para impedir las salidas de los enemigos, y por enseñorear la ciudad, se dió cuidado al maestro de Calatrava y á los marqueses de Villena y de Cádiz que se apoderasen della, y allí hiciesen sus estancias. Dentro de la ciudad tenian hasta tres mil de á caballo con un valiente capiAchacábanle que tiranizaba la gente, y que por su tan llamado Alatar: estos hicieron diversas salidas, en especial un sábado animados con nuevas compañías que les acudian, y con la esperanza que en bre-mal órden y locura dió causa para que se emprendieve serian socorridos por el mismo rey moro que desde se aquella guerra tan brava: pusieron en su lugar á Granada venia con gente, divididos en dos escuadro- su mismo hijo Mahomad Boabdil, llamado vulgarras acometieron el cuerpo de guardia que tenian los mente el rey Chiquito; otros le llaman Hali Muley nuestros en aquel ribazo; con el sobresalto las guar- Alcadurbil: por el rey Albohacen quedaron todavía das dieron las espaldas, los demás que allí alojaban Málaga y Baza con otras ciudades. Desta manera no les daban menos trabajo, ni los tenian puestos en salieron á pelear, pero sin órden de batalla y sin de- aquella nacion se dividió en dos parcialidades, que menor aprieto que los enemigos de fuera: estado mijar alguna guarnicion en los reales. Vino esto á notiserable y revuelto, como se puede pensar, cuando cia de los contrarios: así el uno de los escuadrones casi sin poner mano á las armas se apoderó dellos, que fue ocasion de gran miedo y espanto para los dos se llaman reyes, y mas en una provincia pequeque peleaban. Volvieron á la defensa de sus estan-ña. Lo que hace maravillar es, que dado que anda cias, y tornaron á pelear con grande ánimo: apretábanlos los enemigos por frente y por las espaldas, que fue causa de perderse los nuestros; murió en la pelea el maestre de Calatrava con dos saetas, la una le acertó debajo del brazo, cuya herida fue mortal, Su muerte causó gran compasion por ser personaje tan grande, y estar en la flor de su edad que no pasaba de veinte y cuatro años: otros muchos fueron muertos con él, los demás se salvaron por los piés. El rey alterado por este revés como era justo, y entendiendo, aunque tarde, ser verdad lo que su

De pequeños principios suelen resultar grandes tropiezos y daño: así los moros ensoberbecidos por lo que sucedió, volvieron á poner cerco sobre Alhama no con menor resolucion que antes, ni con menor coraje. El rey don Fernando movido del peligro de los cercados acudió en persona á catorce de agosseñaló otrosí para la tenencia de aque-to, y con su ida les proveyó de vituallas para nuella plaza á don Luis Osorio, que si bien era electo obispo de Jaen, sabia mucho de la guerra y era persona de grande ánimo. Demás desto para que la reputacion fuese mayor, de nuevo dió la tala á la vega de Granada, y en ella quemó y robó todos aquellos campos. Salieron de Granada, seiscientos moros de á caballo para hacer resistencia: el conde de Cabra y el comendador mayor de Calatrava les hicieron rostro, mataron buen número, y forzaron á los demoros, y sobre todos el mayor y mas perjudicial la más á recogerse á la ciudad; grandes daños para los causa gran número de los ciudadanos de Granada discordia y bandos que tenian entre sí, por la cual tomadas las armas forzaron á Albohacen que se saliesen de Granada.

(1) Zurita dice que de junio.

ban tan revueltos, ninguna de las partes llamó á los fieles en su socorro; antes consta, que en lo mas das y cabalgadas en tierra de cristianos y aun tomarecio de aquella guerra civil hicieron diversas entraron la villa de Cañete que está asentada á la frontera de aquel reino: muestra en aquella ocasion de ánimo muy grande y resolucion notable.

CAPITULO III.

montes de Málaga. De la rota que los moros dieron á los cristianos en los

Los reyes por cosas que sobrevinieron, fueron forzados à desistir por un poco tiempo de la guerra

de los moros y dar la vuelta al reino de Toledo. Por | Acuña, su gobernador en aquellas partes, que gasu ausencia encargaron la frontera de Ecija á donnando por la mano se apoderase de aquellas fuerzas. Pedro Manrique, al cual poco antes de conde de Resultó que como tuviese el gobernador puesto cerTreviño intitularon duque de Nájara: á don Alonso co sobre el castillo de la ciudad de Lugo, don Pedro de Cardenas maestre de Santiago dejaron por fronte- de Osorio conde de Lemos acudió con gentes en ayuro en Jaen: á don Juan de Silva conde de Cifuentes da de su hermano que era obispo de aquella ciudad: encomendaron el gobierno de Sevilla por muerte de ocasion de nueva guerra, que puso en necesidad al Diego de Merlo que falleció en aquel cargo á este rey don Fernando de salir de Madrid á los once de tiempo. Compuestas las cosas en esta forma, se fue- febrero del año 1483: no paró hasta llegar á Galicia; ron à Castilla: llegaron á Madrid á la boca del invier- queria con su presencia dar asiento en todas las no. En aquella villa se tuvieron córtes á propósito de reformar con nuevas leyes las hermandades que se ordenaron los años pasados (como queda dicho) para que no usasen mal del poder y de la mano que tenian; querian otrosí que ayudasen para los gastos de la guerra. Acordaron de acudir para ayuda de la guerra de los moros, y se ofrecieron á proveer diez y seis mil bestias de carga para las vituallas y el bagaje de los soldados.

Fuera desto el pontifice Sixto mandó contribuir á las iglesias con cien mil ducados por una vez: concedió asimismo la cruzada á todos los que á su costa fuesen á la guerra, por lo menos ayudasen con ciertos maravedís para los gastos, lo cual se tornó á conceder el tercer año adelante; y deste principio, que se continuó adelante, ya todos los años se recoge por este medio gran dinero para los gastos reales: camino que inventaron en aquella sazon personas de ingenio, y que por semejantes arbitrios pretenden adelantarse y ganar la gracia de los príncipes y ayudar á sus necesidades: demás desto tomaron de los cambios y de otros particulares gran suma de dineros prestada.

cosas.

En el mismo viaje le vino nueva de la muerte del conde de Lemos: dejó por su heredero á don Rodrigo su nieto, el cual su hijo don Alonso hobo fuera de matrimonio; su abuelo con dispensacion del pontífice le legitimó, y puso durante su vida en posesion de aquel estado. Resultaron desto nuevos debates á causa que dona Juana hija del dicho conde difunto, y casada con don Luis hijo del conde de Benavente pretendia para así aquel condado. Andaban alborotados sobre el caso, hasta venir á las manos: el rey llegado á Galicia para sosegallos les mandó que dejadas las armas, cada uno siguiese su derecho por la vía de justicia, con apercebimiento de maltratar al que no se allanase, si bien se inclinaba mas á la parte que poseia, es á saber al nieto del difunto.

Andaba ocupado en estos negocios en sazon que los moros cerca de Málaga hicieron grande estrago en los nuestros, que fue el desman mayor que sucedió en toda aquella guerra. Pedro Enriquez adelantado del Andalucía, recobrado que hobo con la ayuda del marqués de Cádiz á Cañete villa de su estado, procuró de reparalla, y deseaba vengarse de los moLos aragoneses no querian recebir por virey áros: por otra parte don Alonso de Aguilar y el maesdon Ramon Folch conde de Cardona que el rey tenia señalado para este cargo: decian era contra sus fueros poner en el gobierno de su reino hombre extranjero. Hobo demandas y respuestas, mas al fin el rey temporizó con ellos, y nombró por virey á su hijo don Alonso de Aragon arzobispo de Zaragoza. Las cosas de Portugal asimismo y las de Navarra ponian en mayor cuidado á los reyes: recelábanse no se revolviese y armase tan fuera de sazon alguna guerra por aquellas partes. El rey de Portugal trataba de casar á doña Juana su prima, hija de don Enrique rey de Castilla, con el rey de Navarra don Francisco Phebo, que á esta sazon aun no era muerto: los de Navarra se inclinaban á la parte de Francia.

Para ganar al rey de Portugal los rey y reina, le despacharon á Lope Datouguia portugués de nacion, y á don Juan de Ortega obispo de Coria; al reino de Navarra fue Rodrigo Maldonado en sazon que ya aquel rey mozo era muerto, para tratar que la reina doña Catalina sucesora de su hermano casase con el príncipe don Juan hijo del rey don Fernando. Llevó órden que con todos los medios posibles granjease á todos los que le pareciese ser á propósito, inayormente que se valiese de la parcialidad de los biamonteses, en cuyo poder estaba la ciudad de Pamplona y la mayor parte del reino; que los reyes mas tenian el nombre de sello que autoridad alguna para mandar, si bien tenian puesto por virey á monsieur de Abena de nacion francés, persona de gran prudencia y grande esperiencia de negocios. Madama Madalena madre de la reina dió muestras de alegrarse mucho con la embajada de Castilla, quier fuesen verdaderas, quier fingidas: la respuesta fue que ningun partido se le podia ofrecer mejor; que por su parte no habria dificultad ninguna en efectuar aquel casamiento.

tre de Santiago con un buen escuadron de los suyos, animados por algunas cosas que hicieron á su gusto, se determinaron entrar en tierra de moros. Asimismo don Juan de Silva conde de Cifuentes, asistente de Sevilla, acometió á ganar á Zahara con la gente de á caballo de aquella ciudad. Esta su pretension no tuvo efecto; despertólos empero para que con ocasion de la gente que junta tenian, se concertasen todos estos capitanes, divididos en tres escuadrones de hacer entrada en los campos de Málaga, tierra muy rica por los ingenios y trato de la seda. Cuidaban por esta causa seria la presa y cabalgada muy grande: el interés los punzaba, y mas á los soldados que tienen el robo por sueldo y la codicia por adalid; el suceso fue conforme á los intentos que llevaban, y el remate muy triste.

Hay cerca de Málaga unos montes que llaman Ajarquía, fragosos y ásperos por las peñas y matorrales que tienen por aquella parte hicieron su entrada; talaron los campos, robaron gentes y ganados, pusieron fuego á las alquerias y á las aldeas sin perdonar á cosa alguna, con tanto ánimo y denuedo que algunos de nuestra gente de á caballo con el fervor de su mocedad no pararon hasta dar vista y llegar á las mismas puertas de Málaga: atrevimiento no solo temerario, sino loco, con que irritados los ciudadanos de Málaga, y juntamente los que moraban en aquellas montañas, gente endurecida por la aspereza de los lugares, y embravecida por el daño, se apellidaron, y se derramaron y los cercaron por todas partes.

Quisieran los fieles retirarse, si les dieran lugar. Dos caminos se ofrecian para volver atrás: el mas llano por-la ribera del inar era mas largo, y por el castillo de Málaga que está por aquella parte, y los esteros que por allí hace el mar, peligroso; el otro por do vinieron era mas corto, pero fragoso á causa de los bos

En Galicia el condestable y el conde de Benavente y los aliados de ambos andaban alborotados: cada cual de las partes pretendia apoderarse de los castiques y montañas que se traban unas de otras, en llos de los obispos para desde allí hacer mal y daño á los contrarios. El rey don Fernando por atajar estos inconvenientes y bullicios mandó á don Hernando de

especial hay dos montes que de tal manera se cierran y encadenan, que hacen en medio un valle muy hondo, con un rio que pasa por medio y los divide en dos

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