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cual dos años adelante murió en Santiago de Galicia, do vino por su devocion en romería. Su hija mayor, por nombre Leonor, casó por mandado de su padre con Luis, rey de Francia, llamado el mas Mozo. Desta señora despues de tener dos hijas se apartó por decreto del papa Eugenio III, á causa que eran parientes. Hecho este divorcio, casó de nuevo el Francés con doña Isabel, hija de don Alonso el Seteno, emperador y rey de Castilla. Doña Leonor casó con Enrique, duque de Anjou y Normandía, que adelante fué rey de Ingalaterra, y juntó lo de Potiers y Guiena ó Aquitania con aquel reino; ocasion de que resultaron largas y crueles guerras que se hicieron aquellas dos naciones, para toda la Francia perjudiciales, feas y malas para toda la cristiandad.

CAPITULO XVI.

De nuevas guerras que hobo en España entre los príncipes

cristianos.

Por la eleccion de los reyes don García y don Ramiro resultaron grandes alteraciones, levantóse cruel tormenta de guerras, y los reinos de Navarra y Aragon, como la nave en el mar alterado, cuando mayor necesidad tenian de piloto y gobernalle, entonces se hallaban mas desamparados y faltos de toda ayuda, á causa de las pocas fuerzas que tenia don García y por la mucha edad y vejez de don Ramiro. El rey de Castilla pretendia y publicaba que el uno y el otro reino pertenecian á su corona. El derecho que para esto alegaba se tomaba de su tercer abuelo don Sancho, rey de Navarra, por sobrenombre el Mayor; pretension no muy fuera de camino, que las órdenes militares, á las cuales don Alonso, rey de Aragon, nombró por sus herederos, de todos eran excluidas, pues no era razon ni conforme á las leyes que alguno subiese á la cumbre del reino que no fuese de la alcuña y sangre de los reyes antiguos. Estas razones y otras semejantes ventilaban los legistas en sus rincones y por las plazas; los mejores y mas fuertes derechos de reinar, que son de ordinario las fuerzas y poder, estaban claramente por el de Castilla, sin que le faltasen aficionados en el un reino y en el otro en tiempo tan revuelto y tanta diversidad de pareceres. Pues porque no pareciese faltaba á la ocasion, con todas sus gentes rompió por la Rioja, y por aquella parte se apoderó de las plazas y castillos que don Alonso, su padrastro, desde Villorado hasta Calahorra, primero por fuerza, y despues por virtud del asiento que últimamente tomaron, le tenia usurpados; estos fueron las ciudades de Najara y Logroño, Arnedo y Viguera, sin otros lugares de menor cuantía. Demás desto, en Vizcaya y en aquella parte que se llama Alava puso sitio sobre Victoria, que le defendieron valientemente los naturales de manera, que no la pudo entrar, si bien al rededor della se apoderó de otros pueblos. Con esto el rio Ebro quedó desta vez por raya entre los dos reinos de Castilla y de Navarra. Grande era la alteracion de las cosas; muchos, así señores seglarescomo obispos, seguian el campo del Rey; en este número se contaban Bernardo, obispo de Sigüenza; Sancho, de Najara; Beltran, de Osma. Ayudaban otrosi con sus gentes don Ramon, conde de Barcelona; Armengol, conde de Urgel; Alonso Jordan, de Tolosa; Rogerio, de Fox; Miro, de Pallas, sin otro gran número de señores

extraños, que todos estaban á su devocion. Con tantas ayudas que de todas partes acudian, el Rey, concluido lo de la Rioja y Vizcaya, revolvió luego sobre Aragon con tanto denuedo y presteza, que el próximo mes de diciembre estaba apoderado de todo lo que de aquel reino está desta parte de Ebro. El rey don Ramiro no se hallaba apercebido para contrastar á tan grande poder, y no menos se recelaba de sus pocas fuerzas que de las voluntades de algunos de sus vasallos. Acordó › retirarse á lo de Sobrarve para con la fragura y maleza de aquellos lugares entretenerse y esperar mejores temporales ó que se viniese á concierto, á que él mucho se inclinaba, á tal que fuese honesto y tolerable. Andaba de por medio para concertar estas diferencias Oldegario, arzobispo de Tarragona, persona de grandes prendas y mucha autoridad. El trabajo era grande, pequeña la esperanza de hacer efecto, por las grandes dificultades que se ofrecian, y la mayor, que ninguno se contentaba con la parte por la codicia y esperanza que tenia de salir con el todo. El de Navarra, resuelto de concertarse y tomar algun asiento por lo que le tocaba, sobre seguro vino á Castilla. En una junta y Cortes muy grandes que se tuvieron en la ciudad de Leon, se hallaron presentes el rey don Alonso de Castilla, doña Berenguela, su mujer, y doña Sancha, su hermana, y el mismo don García, rey de Navarra, sin otros grandes señores y personas de cuenta. En estas Cortes se acordó que el de Castilla tomase título y armas de emperador. Parecíales pues tenia por sujetos y feudatarios los aragoneses, los navarros, los catalanes con parte de la Francia, que bien le cuadraba aquella corona y majestad. Coronóle el arzobispo de Toledo. Tenia á manderecha al rey de Navarra, y al otro lado el obispo de Leon, llamado Arriano. Dió su consentimiento el Papa, segun que lo testifican nuestras historias, es á saber, Inocencio II, que en aquella sazon tenia el gobierno de la Iglesia, dado que apenas se puede creer quisiese hacer tan grande befa á Alemaña; si ya no fué que con nombrar nuevo emperador en España quiso castigar y satisfacerse de las insolencias y desacatos muy grandes y ordinarios de aquellos emperadores. Hízose este auto tan solemne en Santa María de Leon, el mismo dia de la Pascua de Espíritu Santo del año de 1135, como lo testifica un escritor de aquel tiempo y se entiende por los actos de aquellas Cortes. Despues desto, el nuevo Emperador se tornó á coronar en Toledo, bien que no se sabe en qué dia ni año. Destas dos coronaciones resultó, á lo que se entiende, la diversidad de opiniones y que unos escribiesen que se coronó en Toledo, otros que en Leon. En los archivos de Toledo hay un privilegio que concedió el rey don Alonso á esta ciudad; allí dice que tomó la primera corona del imperio en Leon, palabras de que con razon se saca que á imitacion de los emperadores de Alemaña, que se coronan por tres veces, quiso el nuevo Emperador coronarse primera y segunda vez en diversas partes. Autor de aquel tiempo dice que se coronó tres veces; la primera en Toledo, dia de Navidad; la segunda en Leon, y que la corona de oro la tomó en Compostella; todo à imitacion de los emperadores de Alemaña. Lo cierto es que si bien algunos otros reyes de España acometieron antes deste tiempo á tomar apellido de emperador, este Príncipe, entre todos ellos,

conserva este sobrenombre, que vulgarmente le llamamos don Alonso el Emperador. Asimismo se tiene por cosa averiguada que la ciudad de Toledo desde este tiempo comenzó á usar de las armas que hoy tiene, que es un emperador asentado en su trono con vestidura rozagante, el globo del mundo en la mano siniestra, y en la derecha una espada desnuda. Antes desto tenia dos estrellas por armas, y despues un leon rapante. Comenzóse otrosí á llamar ciudad imperial, como se tiene comunmente por tradicion; demás que del rey don Juan el Segundo hay una escritura ó cédula real en que le da ese apellido. San Bernardo en una carta que escribe á la infanta doña Sancha la llama hermana del emperador de España. Fué esta señora muy pia; murió sin casarse; llamábase Reina porque su hermano le dió este apellido desde el principio de su reinado. Demás desto Pedro, abad cluniacense, en una carta que escribe al mismo papa Inocencio II, usa deste principio: «El emperador de España, gran príncipe del >>pueblo cristiano, devoto hijo de vuestra majestad, etc.>> Ruégale en aquella carta venga en que el obispo de Salamanca se traslade á Santiago de Galicia y que condescienda en esto con el deseo del clero y pueblo de aquella ciudad que lo pedia. Este obispo era Berengario, que cuatro años adelante, por muerte de don Diego Gelmirez, fué elegido en segundo arzobispo de la iglesia de Santiago. Volvamos al Emperador. Luego que tomó aquel título, nombró á sus hijos por reyes; á don Sancho, el hijo mayor, señaló el reino de Castilla, y á don Fernando, el menor, el de Leon, con que dejó divididos sus estados; resolucion poco acertada, que siempre se tachará, y sin embargo, se usará muchas veces por tener los padres mas cuenta con la comodidad de sus hijos que del bien comun. No se descuidaban los prelados y señores que tomaran la mano en concertar las diferencias susodichas de apretar y llevar adelante estas práticas. Lo de Aragon aun no estaba sazonado; concertaron despues de mucho trabajo que los reyes don Alonso y don García se juntasen de nuevo para tratar de sus haciendas en el lugar de Paradilla, puesto á la ribera del rio Ebro. Allí se vieron el dia señalado, que fué á 27 de setiembre. Hallóse presente la reina doña Berenguela, ya emperatriz. Concertóse la paz con esta condicion: Que por don García quedase el reino de Navarra y demás dél todo lo que el Emperador tenia conquistado del reino de Aragon, á tal que tuviese todo su estado como feudatario y moviente de Castilla. Demás desto, se asentó que los dos juntasen sus fuerzas contra don Ramiro para quitalle el reino que tenia á tuerto usurpado, como ellos decian. Con este concierto los aragoneses y navarros quedaron revueltos entre sí, y se hicieron graves daños. Acudieron á atajar estas diferencias los señores y obispos de aquellas dos naciones. Acordaron se nombrasen tres jueces por cada una de las partes para componer estos debates. Juntáronse en una aldea llamada Vadoluengo, por Aragon, don Cajal y Ferriz de Huesca y don Pedro de Atarés; por Navarra, don Ladron, don Guillen Aznar y don Jimeno Aznar. Concertaron que se dejasen las armas; que los términos de Aragon y Navarra fuesen los mismos que el rey don Sancho el Mayor dejó señalados, es á saber, los rios Sarazaso, Ida y Aragon hasta que mezclan sus aguas con las de Ebro. Lo de Valderron

cal y Biozal con otros lugares comarcanos, dado que caian en la parte que adjudicaban á los aragoneses, quedaron en poder de don García por todo el tiempo de su vida; que tendria empero todo su reino y estado como sujeto y feudatario de Aragon, que era lo mismo que tenia concertado y prometido al de Castilla; tan poca firmeza tenia lo que por estos tiempos se concertaba. Para que todo esto fuese mas firme se juntaron los dos reyes en Pamplona. Con esto parecia que las cosas se encaminarian como se deseaba, cuando un caso no pensado lo desbarató todo. Iñigo Aivar, quier por ser así verdad, quier porque le pesaba de las paces, avisó al rey don Ramiro que los navarros trataban de secreto de matalle. Como el Rey diese crédito al reporte, disfrazado y de noche se salió de Pamplona, sin parar hasta llegar al monasterio de San Salvador de Leire; de allí se partió mas ofendido que vino, y quitada, mal pecado, toda esperanza de concierto, de nuevo volvieron á rompimiento. Don Ramiro por su edad, no solo de los príncipes, sino tambien del pueblo, parece era menospreciado en tanto grado, que vulgarmente le llamaban el rey Cogulla, y le ponian otros nombres de desprecio. Es el vulgo una bestia indomita, y que nŕ con beneficios ni por miedo enfrena las lenguas. A ejemplo pues de Periandro, tirano de Corinto, y de Tarquinio, último rey de los romanos, se dice acometió una hazaña digna de memoria para la posteridad, pero cruel y fea para una persona consagrada. Llamó á Cortes los grandes del reino para Huesca, el año 1136. La voz era que queria allí tratar negocios muy graves. Acudieron á su llamado muchos, de los cuales hizo luego matar quince señores, que parecian serle mas contrarios, los cinco de la casa de Luna, los demás de la principal nobleza del reino, cuyos nombres no me pareció era necesario relatarlos en particular. El abad del monasterio de Tomer, con quien comunicó todo esto, refieren le dió este consejo, ca preguntado por los embajadores que el Rey le despachó en esta razon, lo que debia hacer en tan grande revuelta como la en que las cosas andaban, en presencia dellos con una hoz derribó lo mas alto de las coles que en su huerta plantara, sin dar otra respuesta mas que esta, que fué avisalle de lo que hizo. Lo que se dice de don Ramiro y de su atamiento y poca maña no parece creible; que era tan para poco y de tan poca habilidad, que en la guerra, por llevar el escudo embrazado en la izquierda y en la derecha la lanza, regia el caballo y las riendas con los dientes; parece fábula sin propósito. Lo que consta es que fué tenido por hombre poco á propósito para el gobierno, y de menos valor que pedia peso tan grande; de que se tomó ocasion para tramar estas consejas. Por conclusion, como ni á sí mismo satisficiese ni á los otros, enfadado del gobierno, determinado de dejarle, porque ya tenia una hija, que se llamó doña Petronila, en aquellas Cortes de Huesca dió intencion de lo que pretendia hacer, y amonestó á los presentes que pospuesto todo lo al, debian con mucha instancia procurar la amistad del emperador don Alonso, sin hacer mencion alguna de vengar las injurias de los navarros, quier fuese por deseo de la paz, quier por haberse ellos purgado bastantemente de lo que les levantaron, haber puesto asechanzas á su vida. Don Ramon, conde de Barcelona, fué el que principalmente se puso de por medio para concer

por ningunas y de ningun valor, mayormente aquellas que se impetraron despues que aquel Rey tomó por yerno al conde de Barcelona. En lo tocante á Navarra se determinó que los linderos de los dos reinos fuesen los que se señalaron en Pamplona y en Vadoluengo en la confederacion que allí se hizo. Don Ramon, luego que se encargó del gobierno de aquel reino y dió asiento en las cosas dél, se fué á ver con el emperador don Alonso; con él en Carrion, pueblo de Castilla la Vieja, trató de reformar las condiciones de la paz que poco antes entre Castilla y Aragon se asentaron. Hizo grande efecto su venida; otorgáronle que todas las tierras de Aragon que están desta parte del rio Ebro que lasen por aquellos reyes como antes las tenian, mas que por ellas fuesen feudatarios de Castilla. Con esto, por el mes próximo de octubre, don Ramon hizo su entrada en Zaragoza; fueron grandes los regocijos y el aplau so del pueblo, que le llamaba padre de la patria, autor de la paz y felicidad del reino. Dió asiento en las cosas de aquella ciudad y de todo lo demás, con que fundó el sosiego tan deseado de todos. En acabar todas estas cosas se señaló mucho Guillen Ramon, senescal de Cataluña, que era lo que ahora llamamos mayordomo mayor; y como tal tenia gran cabida y privanza con el rey don Ramiro. Por sus servicios el conde de Barcelona le hizo merced en Cataluña de la villa de Moncada, principio de donde como de tronco salió y se fundó en aquella provincia la muy noble casa y linaje de los Moncadas.

tar las diferencias entre Castilla y Aragon, como persona que tenia grandes alianzas con el un principe y con el otro, demás que le dieron intencion, por medio de don Cajal, hombre principal, de casarle con la infanta doña Petronila y hacerle rey de Aragon. A la ribera de Ebro, tres leguas arriba de Zaragoza, está Alagon; este pueblo señalaron para que los dos reyes se viesen. Acudieron el dia señalado, que fué á 21 del mes de agosto. Acordóse que la ciudad de Zaragoza fuese restituida al señorío de Aragon; quedaron por Castilla Calatayud y Alagon, con los demás pueblos que están desta parte de Ebro. Para mayor seguridad deste concierto el rey don Ramiro dió su hija en rehenes, dado que no se pudo alcanzar casase con don Sancho, hijo mayor del Emperador, por estar prometida al conde de Barcelona, que les venia mas á cuenta, por ser gran señor y caerles lo de Cataluña muy cerca. Además, que se entendia alcanzaria del Emperador todo lo que quisiese por el estrecho deudo y amistad que con él tenia. En todo esto, no solo no se hizo caso de la confederacion que por entrambas partes tenian puesta con el rey de Navarra; antes uno de los principales capítulos desta nueva avenencia fué que juntarian las armas de Castilla y Aragon para hacer la guerra al Navarro; mas él, avisado de lo que pasaba, se apercebia de todo lo necesario: príncipe de gran corazon y brio, pues contra las armas de los dos reyes tan poderosos, se atrevió, no solo á mantenerse en su reino, sino á procurar de ensanchallo. Casó con doña Mergelina ó Margarita, hija de Rotron, conde de Alperche, y con ella hobo en dote la ciudad de Tudela. Los privilegios y escrituras de aquel tiempo rezan que reinaba en Pamplona, en Najara, en Alava, en Vizcaya y Guipúzcoa. Ayudáronle mucho los franceses con sus fuerzas, porque Luis, rey de Francia, tuvo por cosa honrosa tomar debajo su amparo y favorecer este nuevo y flaco Rey, ayuda con que el Navarro prevaleció, si bien, segun lo tenian concertado, sin dilacion de todas partes sus contrarios acudieron á las armas. Los campos de Castilla y de Navarra se asentaron cerca de los pueblos Gallur y Cortes; no se vino á batalla por rehusar los unos y Jos otros de ponerse á semejante peligro. Esto es mas verisímil que lo que se publicó por la fama, es á saber, que por reverencia de la Pascua de Resurreccion, que cayó en aquellos dias, dejaron de pelear. Concertóse el casamiento entre don Ramon, conde de Barcelona, y la infanta dona Petronila, á 11 del mes de agosto del mismo año, que se contaba de 1137. Hecho esto, el rey don Ramiro, renunciado el cuidado y gobierno del reino, se recogió en la iglesia de San Pedro de Huesca, descoso de vida mas sosegada. Reservóse solamente el nombre de rey y el poder usar de su autoridad cada y cuando que quisiese. A los alcaides de los castillos y pueblos de todo el reino envió órden para que hiciesen de nuevo homenaje al coude de Barcelona. Y porque en aquellas revueltas y alborotos, como es ordinario, los señores vendieran el servicio que hacian al viejo Rey lo mas caro que podian, por pueblos y castillos que les dió en tan gran número, que divididas las fuerzas del reino y menoscabadas, parecia que al Rey no le quedaba nas que la vana sombra de aquel nombre; se hizo una ley en que todas aquellas donaciones, como ganadas fuera de tiempo, se revocaron y dieron

CAPITULO XVII.

Que don Alonso, príncipe de Portugal, se llamó rey.

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De la alteracion ajena tomaron los portugueses ocasion de aumentar su señorío y ganar mayor renombre. Don Alonso, quién dice infante ó príncipe, quién duque de Portugal, por ser, como era, no menos ilustre en la guerra que en la paz no cesaba de ennoblecer su estado, acrecentalle y hermosealle de todas las maueras que podia. En la ciudad de Coimbra fundó el monasterio de Santa Cruz, obra muy principal, que escogió para su sepultura. Hízole donacion de Leira, pueblo que por este tiempo se ganó de moros. Principios fueron estos de grandes cosas, porque el año de nuestra salvacion de 1139, con muchas gentes que juntó de todo su estado hizo entrada en tierra de moros, y pasado el rio Tajo, movió guerra á Ismar, rey moro que tenia el señorío de aquellas comarcas. En esta jornada antes que se viniese á las manos falleció Egas Nuñez, ayo del mismo don Alonso, por cuyos consejos hasta entonces se conservaron y gobernaron aquel Príncipe y sus cosas. En la ciudad de Portu hay un monasterio de benitos, llamado vulgarmente de Sosa, fundacion del mismo don Egas, en que se ven las sepulturas deste caballero y de sus hijos. La de doña Teresa, su mujer, está en el monasterio de Cereceda de la órden del Cistel, que asimismo ella fundó á dos leguas de Lamego, á lo que yo entiendo el uno y el otro de los despojos de la guerra. Ismar, avisado del intento que don Alonso lleyaba, á toda diligencia levantó y alisió gente en sulierra. Acudiéronle otros cuatro reyes ó señores moros, con que formaron un grueso ejército. Llegaron á vista unos de otros cerca de Castroverde, en una llanura que

á la sazon se llamaba Uriquio, y al presente Cabezas de Reyes, y pareció á propósito para dar la batalla. Riega aquellos campos el rio de Palma, llamado otro tiempo Chalibs; por tierra de Beja, do tiene su nacimiento, lleva poca agua; pero con otros rios que se le juntan, poco a poco se engruesa de tal suerte, que cuando llega al mar y al golfo salaciense, cerca de Alcázar de Sal, tiene hondo bastante para navegarse. Don Alonso, vista la muchedumbre de los enemigos, al principio estuvo congojado; por una parte se le representaba el riesgo á que ponia todo su estado, por otra la afrenta y mengua suya y de los suyos, si volvia atrás, mas pesada que la misma muerte. Venció el deseo de la honra al recato cobarde, en especial que sus soldados dos dias antes que la batalla se diese, que fué á 25 de julio, dia del apóstol Santiago de aquel mismo año, con grande resolucion y regocijo, tan animados estaban, en los reales dieron al príncipe don Alonso nombre de rey. Esto le hizo de todo punto resolverse y probar la suerte de la batalla, por no parecer, si la excusaba, que amancillaba aquella nueva dignidad y ditado. Llegado pues el dia, ordenadas sus haces en guisa de pelear, les habló en esta sustancia: «Las palabras, amigos mios, no hacen á los hombres valientes. Los corazones que se avivan con el razonamiento del capitan, luego que se viene á las manos vuelvená su natural. El esfuerzo de cada cual en el peligro le descubre. El estado en que todos nos hallamos, bien así como yo, lo veis todos. La muchedumbre de los enemigos y el sitio en que estamos no da lugar para que ninguno pueda volver atrás. Vuestro esfuerzo, valientes soldados, os servirá de reparo. ¿Qué cosa hay mas torpe que poner en los piés la esperanza quien tiene empuñadas las armas? Qué volver las espaldas á los que no se atreverán á mirar vuestros rostros y denuedo? Afuera el miedo y cobardía. La alegría que veo en vos da bastante muestra de vuestro esfuerzo y valor. Yo determinado estoy de cumplir con lo que debo, sea con la muerte, sea con la victoria; lo primero no lo permitirá Dios ni sus santos, lo al en vuestras manos está. Contra esta canalla que tantas veces vencistes al presente habeis de pelear. Los ánimos pues de los enemigos y vuestros será como de vencidos á vencedores; el de ellos bajo, medroso y cobarde, el vuestro alegre y denodado. De mí no espereis solamente el gobierno, sino el ejemplo en el pelear. Parad mientes no parezca me distes el apellido de rey para afrentarme en este trance.» Dichas estas palabras, dió señal de acometer, mandó que los estandartes se adelantasen; lo mismo hicieron los enemigos. Trabóse una brava pelea, Como de los que contendian por la honra, por la vida y por el imperio de todo Portugal. Ultimamente, la muchedumbre de los moros fué vencida por la fortaleza de los cristianos; muchos quedaron muertos, y no pocos presos. Los cinco estandartes de los reyes vinieron en poder de los vencedores. Principio y ocasion de las armas de que usaron en adelante los reyes de Portugal, en escudo y campo azul cinco menores escudos. Otros dan diversa interpretacion, y pretenden que significan las cinco plagas de Cristo, hijo de Dios; pero no sé si con fundamento bastante. En tiempo de don Sancho, segundo deste nombre, rey de Portugal, á las armas antiguas añadieron castillos por orla, no siempre en un mismo número, al presente ponen siete.

Esta fué aquella batalla tan celebrada con razon por los historiadores portugueses, de las mas memorables que se vieron en aquella era, despues de la cual en breve el poder y fuerzas de Portugal se aumentaron en grande manera. Verdad es que todo lo escurecia y afeaba la prision tan larga de su madre. Avisado desto el pontifice Inocencio II, que todavía lo era por estos tiempos, procuró apartalle de aquel propósito y hacer que se reconciliasen. Con este intento envió desde Roma con muy grandes poderes al obispo de Coimbra, cuyo nombre no se dice. El no cesó de amonestar al Rey que hiciese oficio de hijo para con su madre; esquivase la mala voz que corria de aquel hecho; que era cosa de muy mala sonada tenella, no solo despojada de su estado y dote, sino privada de la libertad; ninguna causa bastante se podia alegar para hacer tan grande injuria y tal desacato á la que le engendró. Las orejas del Rey estaban sordas á estas palabras; tanta vez tiene la indignacion concebida contra lo á que obliga la ley natural. El Obispo, puesto entredicho en aquella su ciudad, se salió de Portugal. Por esta misma causa vino de Roma cierto cardenal, mas no hizo efecto alguno, antes forzado por las amenazas del Rey, alzó el entredicho que en todo el reino tenia puesto. Era en aquella sazon don Manrique ó Amalarico de Lara muy principal en riquezas y en nobleza, y por merced de los reyes de Castilla era señor de Molina. Don Alonso, rey de Portugal, procuró casarse con una hija deste caballero, que se llamaba Malfada. Quién hace á doña Malfada hija ó hermana de Amedeo, conde de Mauriena y de Saboya; y aun debe ser lo mas cierto, atento que el arzobispo don Rodrigo dice que casó con Malfada, hija del conde de Mauriena. Nacieron deste matrimonio don Sancho, doña Urraca y doña Teresa, aquella que casó adelante con Filipe, conde de Flándes. Demás destos hijos tuvo este Rey otro hijo bastardo, llamado don Pedro. Hecho los regocijos destas bodas, volvieron los portugueses á la guerra. Santaren, villa principal de aquel reino, está á la ribera de Tajo. Llegaron de improviso los nuestros, y antes de amanecer sin ser sentidos la escalaron y echaron della los moros. De los despojos desta guerra fundó aquel Rey el monasterio de Alcobaza de monjes bernardos, por voto que hizo al pasar por donde está de hacello así, caso que ganase aquella plaza. Sobre el imperio de Africa contendian con gran porfía Albohali, que era del linaje de los almoravides, y Abdelmon de los almohades, nuevo linaje y secta que entre los moros se levantaba. Estas diferencias dieron ocasion que los moros de España fuesen por los nuestros maltratados; á la verdad en esta sazon mas se conservaban por estar los cristianos ocupados en guerras civiles que por su mismo esfuerzo. Y aun por este tiempo en algunas partes gozaban los moros de tanto sosiego, que tenian lugar para darse muy de propósito al estudio de las letras, en especial en Córdoba, madre que siempre fué de buenos ingenios, hobo en esta sazon varones esclarecidos y excelentes en todo género de filosofía. Avicena fué uno, al cual algunos tienen por hombre principal y hijo de rey, otros pretenden que no fué español, ni jamás aportó en España. Averroes fué otro nobilísimo comentador de Aristóteles, él mismo dice de sí que escribia los Comentarios sobre los libros de Coelo de Aristóteles

el año 530 de los árabes, que concurre con el año de Cristo de 1135. Avenzoar asimismo fué señalado aquella ciudad en los estudios de matemáticas y astrología. Esto en Córdoba. En Portugal con gentes que juntaron ganaron los cristianos por fuerza de armas la villa de Sintra, asentada junto al promontorio que los antiguos llamaron Artabro y no léjos de aquella parte por donde el rio Tajo desagua en el mar. Era el lugar muy á propósito para llamar socorros extraños. Por esta causa, á persuasion del Rey, vinieron gruesas armadas de Francia, Ingalaterra y Flandes. Las ayudas fueron tales, que se determinó de poner cerco sobre Lisbona, ciudad en aquella comarca muy populosa y lo mas principal de Portugal. Pero antes que declaremos el fin que tuvo este cerco muy famoso, volverémos la pluma á lo que se queda atrás.

CAPITULO XVIII.

Cómo los fieles ganaron á Almería.

Entre tanto que estas cosas pasaban en Portugal, los navarros y aragoneses traian guerras entre sí. Don Alonso el Emperador tenia en su mano la guerra y la paz; el que de los dos reyes fuese el primero á ganar su amistad se prometia seguramente la victoria de su contrario; así, á porfía los unos y los otros la pretendian. El primero, don Ramon, conde de Barcelona, encargado que se vió del nuevo reino de Aragon, y por el mismo caso envuelto en graves dificultades, con intento de granjearle la voluntad y atraelle á su parecer, fué á Carrion, villa de Castilla, como queda dicho. La ida no fué en vano, porque alcanzó que Zaragoza, Tarazona, Calatayud y los demás pueblos de la corona de Aragon que están de esta parte de Ebro, y á la sazon tenian guarnicion de castellanos, se le entregasen como á feudatario de los reyes de Castilla. De don García, rey de Navarra, dado que con ordinarias entradas que hacia molestaba los aragoneses por toda la comarca que hay desde Tudela á Zaragoza, por entonces no se hizo mencion alguna; pero dos años adelante, que fué el de 1140, don Ramon, movido por aquellos desaguisados, y confiado en la amistad de don Alonso, viuo segunda vez á verse con él en el mismo lugar de Carrion, donde entre aragoneses y castellanos se hizo liga contra el de Navarra, y se concertó que los pueblos de la corona de Aragon que tenian usurpados los navarros volviesen á los aragoneses, asimismo que los que del señorío de Castilla poseian desta parte de Ebro, luego que fuesen ganados del comun enemigo, se restituyesen fielmente á Castilla. Tocante al reino mismo de Navarra, acordaron que la tercera parte quedase por el Emperador, las otras dos partes se adjudicaron á don Ramon con nombre otrosí por ellas de feudatario de Castilla. Repartian los despojos antes de matar la caza. Despedidas estas vistas, como si hobieran tocado al arma, acudieron por ambas partes á la guerra. A don Ramon entretenian otros cuidados; así don Alonso el Emperador fué el primero que ido á Búrgos, con un grueso ejército que levantó y juntó de todas partes, pasados los montes Doca, rompió por tierras de navarros. El ruido y el espanto fué mayor que el efecto que se hizo; con embajadas que de una y de otra parte se enviaron y por medio de los prelados que acompa

ñaban á los reyes, finalmente se hicieron paces entre aquellas dos naciones. Para concluir acordaron que los dos príncipes se hablasen; las vistas fueron á la ribera de Ebro, entre Calahorra y Alfaro. Hallóse presente en esta junta doña Berenguela, mujer del Emperador; allí, no solo se concertaron las paces, sino tambien para mayor firmeza acordaron que don Sancho, hijo mayor del Emperador, casase con doйa Blanca, bija del Navarro. La Infanta, bien que de muy poca edad para que estuviese como en rehenes, fué desde luego entregada á su suegro. Hízose esta confederacion á 24 del mes de octubre del año susodicho. Desta mudanza tan repentina del emperador don Alonso no hallo bastante causa, ni que satisfaga del todo, si bien entiendo que no fué inconstancia ni liviandad, porque ¿qué Príncipe hobo en aquel tiempo ni mas grave ni mas santo? A la verdad era muy fuera de propósito que los aragoneses ocupados en otros negocios, y que poco le podian ayudar, se llevasen el fruto del peligro ajeno y de su trabajo; así determinó en particular mirar por lo que le estaba bien, ca gravísimos cuidados dentro y fuera de su estado apartaban á don Ramon y le impedian de la guerra de Navarra. Primeramente tenia mucho en que entender con los moros de su distrito, de quien en esta sazon los capitanes y fronteros de Aragon ganaron, á las riberas del rio Cinga, los pueblos de Calamera y Alcolea. Demás desto, los caballeros jerosolimitanos, por el testamento de don Alonso, rey de Aragon, que fué muerto los años pasados, todavía pretendian tener derecho al reino; y era razon contentallos en alguna manera y dar algun corte en esto, mayormente que Raimundo, maestre de la caballería de San Juan, era venido por este respeto á España. Por cuya diligencia, despues de largos debates sobre el caso, últimamente se asentó que los caballeros jerosolimitanos en Zaragoza, Calatayud, Huesca, Barbastro y Daroca, con todos los demás pueblos que se ganasen de moros, tuviesen de cada una de las tres naciones, cristianos, moros y judíos, un vecino por vasallo, que les acudiesen con sus tributos y á su llamado y debajo de su conducta cuando se hiciese guerra con sus personas y armas. Fuera desto, en todo el reino les señalaron otras rentas y beredamientos muy grandes con que sustentasen la vida y los gastos de la guerra, si bien fuesen muy grandes. En Jaca y en otros lugares les dieron sitios para hacer sus conventos. Púsose otra condicion muy principal, que si don Ramon muriese sin hijos, el reino volviese á los caballeros. En estas práticas y en asentar estos conciertos pasaron algunos años. El asiento Guillermo, patriarca de Jerusalem; y los demás caballeros de San Juan interesados aprobaron en Jerusalem, á 29 de agosto del año de 1141, y de todo otorgaron escritura pública. Vino tambien en ello y dió su consentimiento Fulcon, rey de Jerusalem, y últimamente aprobó todo esto el papa Adriano IV, que algunos años adelante comenzó á gobernar la Iglesia de Roma. En esta avenencia comprehendieron eso mismo las otras dos órdenes militares, y en particular los templarios, á los cuales don Ramon tenia mas devocion por causa que su padre, don Ramon Berenguel, tomó el hábito de aquella religion y la profesó los años pasados. Por esto fueron aventajados á los demás, ca

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