Imágenes de páginas
PDF
EPUB

teos, mudando de rostro, como de nombres, llamándose indiferentistas, tolerantistas, humanistas &c., siendo para ellos lo menos que haya ó no haya Dios; y si le hay, dicen, es suficiente asimismo, sin que le puedan ofender nuestros crímenes, ni él cuide de nuestras buenas ó malas obras, ni nos prohiba lo complaciente á nuestro apetito, no debiendo sacrificar nuestra obediencia, aun á nuestros padres naturales, de quienes suponen la procedencia, por un efecto del placer y natural propagacion como las bestias. Todos sus principios los reducen á dos, uno teórico, que es la libertad de pensar, y otro práctico, que es obrar cada uno lo mas acomodado á su deleyte, interes o utilidad, segun la fisica sensibilidad de su temperamento, de los quales deduce el impío Helvecio en su libro del Espíritu (disc. 3, cap. 4) el origen de todas las virtudes, sentando que los hombres no se diferencian de los caballos (disc. 1, cap. 1) sino en la disposicion exterior de los órganos. Los gefes principales de esta nueva escuela son Pedro Bayle en su Diccionario, La Matrie, Espinosa, Roseau, Voltayre, Diderot, Burnet, Mirabaud, Collins, Tuidail, Woolston, Freret, Hobbes, Tolando, Coward, Dodwell, L'Vayer, Mavlet, Hud, el Lord Shafsburg, Le Desaprobateur, el conde de Boulainvilliers, el marques de Argens, Loke, el tratado falsamente atribuido al reverendo obispo Huet sobre la debilidad del entendimiento humano, el Espion Turco, Helvecio, Teodoro Luis Lau, Boulangier, Epistolas judaycas, chinescas, cabalísticas, persianas, americanas, filosóficas, especímenes, anécdotas, y otros innumerables folletos con que han inundado el mundo y ocasionado la perdicion de muchas almas; unos anónimos, y otros con títulos supuestos, y varios con el propio, adornados de frontispicios pomposos, de flores y figuras retóricas, con que doran su veneno, de cuyo sofistico lenguage hace un bello diseño el gran San Ambrosio en su epístola xxx, pintando otros embaucadores semejantes de su tiempo, que usaban de igual artificio, fascinando por este medio millares de almas, porque el número de los necios es infinito, y el de los verdaderamente sábios muy diminuto: vierten ciertas ráfagas de importuna erudicion, usan tambien de voces hebreas y griegas, y de especies de varias ciencias, aun de la teología, para ridiculizar las escuelas católicas con sátiras y sarcasmos, tomando para su intento lo que les parece de las costumbres de la China y del Norte. En sus rapsodias enciclopédicas se leen comparaciones exóticas, impías y estrafalarias de Mahoma con Moyses y Jesucristo, y del Evangelio con el Talmud &c. Mueven dudas importunas para ampliar algun sohisma ó ridiculizar alguna práctica piadosa del catolicismo, siendo uno de sus ardides malignos y muy freqüentes exagerar con hipérboles los defectos que ven en algunos católicos, especialmente eclesiásticos, torciendo la cola contra la iglesia, pintándola aprobante de semejantes errores y crímenes, que ella misma condena, valiéndose de chufletas, chistes, é historietas verdaderas ó fabulosas, por cuyo medio blasfeman de las mas respetables corporaciones de la iglesia. En algunos de estos librejos se trata al Evangelio de un sacratísimo cuento; á sus ministros de hipócritas ambiciosos; á los mártires de hombres linfaticos y temerarios; á los santos padres de viejos supersticiosos, sin crítica ni filosofia; á la religion católica de invento politico de los príncipes para nutrir sus intereses y despotismo; al sacrificio de la Misa y los sufragios, artificio de los eclesiásticos para estafar, y á los milagros de cuentos romancescos. Finalmente

blasfeman contra Dios, la religion, la sociedad y la política mas racional, usando de la máxima artificiosa para hacer prosélitos de no descubrir desde luego la cara, huyendo siempre de entablar disputas metódicas y sistemáticas, á fin de evitar el ser combatidos por este medio. Blasonan del atributo de despreocupados y espíritus fuertes, contra los quales dixo en otro tiempo Aristóteles (lib. 1 Magnor. Moral. c. 5):,,si alguno hay tan temerario que hasta del mismo Dios se burla, no se ha de llamar fuerte, sino fátuo."

,,Nunca tienen sistema religioso, pues le detestan: Teodoro Luis Lan dice (loc. cit. c. 1. §. 21):,,Yo doy culto á Dios, segun la tierra en donde habito, ó príncipe que gobierna; si es turco, creo al Alcoran; si judío, ad Testamento viejo; si cristiano, al Nuevo; si Papa, creo á Dios transsubstanciado; si luterano, á Dios circunvalado de las partículas in, cum, sum; si calvinista, recibo un signo en lugar de Dios." Esto mismo enseña Roseau en su Emilio ( tom. 3. pag. 184), diciendo que mira á todos las religiones como otras tantas saludables instituciones, dirigidas á dar culto a Dios, teniendo todas sus razones fundadas en el clima, en el gobierno, en el genio del pueblo, y en otra qualquiera causa local. El mismo en otro lugar (Contrato social lib. 4. cap. 8.) blasfema de la religion católica, diciendo que impide á los hombres el que puedan ser á un mismo tiempo devotos y ciudadanos, porque lejos de unir sus corazones al estado, los desune de él, como de todas las cosas de la tierra. Muchas especies de esta clase pudiera citar, que omito, bastando decir que toda la Europa se ha ido corrompiendo con semejantes doctrinas, que ya pasan lastimosamente á las Américas, siendo la causa del desconcierto político que lloramos en todas partes. Bien se lo vaticinó al rey de Francia su venerable clero en la patética representacion que le dirigió en el año de 1765, la qual hizo presente al Parlamento el abogado Foly de Heuri, de que resultó el decreto de que se quemasen por mano del verdugo el diccionario de Bayle, y las epístolas de la Montaña, de Roseau, cuya querella renovó el abogado general Mr. Seguier estando juntas las dos cámaras en 18 de agosto de 1770. El Papa Clemente XIII (in Brev. ad Abbat. nonat. 7 Abl. año de 1768) dixo que Voltayre, autor mas famoso por la impiedad que por el ingenio, era el mas cruel enemigo de la religion y de la república. Clemente xiv en su breve, dirigido al rey de Francia año de 1770, pintó con su grande eloqüencia la audacia y los daños de estos librejos; y el Papa Pio vi en s bula encíclica á todos los obispos de la santa iglesia católica, fecha 25 de enero de 1775, dixo que cada dia se suscitaban hombres orgullosos, que no contentos con ser impíos, se constituian maestros de la impiedad. Finalmente, hasta los mismos protestantes tocan estas funestas conseqüencias. Oygase al ingles Woodward (serm. 6 in coliect. Burnet.) y al obispo de Londres Mr. Hedmond Gibson en sus sermones y cartas pastorales á sus feligreses, y se encontrará la descripcion mas propia y oportuna de estos hombres desconcertados.

,,Hay otros que, sin separarse de los principios generales, afectan cierta austeridad de costumbres en su estudiado exterior, siendo todo su empeño combatir la Silla apostólica, conducidos de los perniciosos principios que ocasionaron los extraviados decretos del reprobado sínodo de Pistoya, adoptando ciertos planes que se formaron en la Francia en otro tiempo, y se

renovaron en otras varias partes, los quales no pierden ocasion de adelantar sus ideas aprovechando quantas ocasiones se les presentan á propósito para ello. Ademas de lo referido se sabe desgraciadamente que hace cincuenta años se descubrió en una de las principales potencias de Europa una rama de esta filosofia, y retoño del Maniquco, con el título de Metodismo, y metodistas sus sectarios, por el método en regla de sus operaciones, divididas en clases ó secciones, cuidando unas de atacar al sacerdocio y autoridad de la iglesia en todas sus funciones, otra á la dignidad real y la monarquía, y cada una dedicada á desorganizar el estado por todos los medios que les dicta su ojeriza, cuya semilla ha echado ya demasiadas raices en dos pueblos considerables de la península, con trascendencia demasiado peligrosa, y anuncio de conseqüencias temibles contra la religion y el estado.

Plan de los tribunales eclesiásticos en España

,,Ahora bien, Señor, en este tropel de fatalidades, en que la impiedad ataca ya abiertamente á la santa iglesia, ¿podrá esta madre amorosa desentenderse de proveer lo conveniente para reprimirla? ¿Estarán ociosas todas, sus autoridades? ¿Será tiempo de suprimirlas, especialmente las destinadas. únicamente á este objeto? Seria una temeridad intentarlo, y un testimonio. clarísimo de tibieza hacia la santa religion verdadera. En España tiene la iglesia arreglado el órden judicial en la forma análoga á su desempeño: en las causas civiles y criminales conocen los tribunales diocesanos en primera instancia, el metropolitano en segunda, y en tercero la Rota; en lo tocante á las de fe y religion primero el tribunal provincial del Santo Oficio con el diocesano respectivo, y en apelacion al consejo por el órden establecido anteriormente en los tribunales seculares. Pues, Señor, ¿es á propósito la época actual de revolucion y desórden para desconcertar este metódico sistema, ahora que se halla derramada en el pueblo español la máxima mas nociva de los prisilianistas; á saber: calumnias, porque la calumnia siempre hiere, y los parages públicos de varios pueblos principales manchados con cedulones de anuncios de papeles impíos, como sucedia en Bamberga y otras ciudades de Alemania en los tiempos de Martin Lutero y sus sequaces, que el órden civil siente una convulsion inesperada, y la iglesia española. penetrada de amarguras con la cautividad del Santo Padre, y la de su Monarca católico? Esto seria ciertamente muy grato á los franceses, para fomentar sus ideas y adelantar sus progresos.

,,Oygamos ahora esos declamadores de todos tiempos contra el Santo Oficio, no á los que siguiendo las furiosas invectivas de los luteranos y calvinistas, renuevan sus calumnias y acusaciones pintando el Santo Tribunal como el mas odiado criminal, que sacrificaba sus víctimas en la Bastilla de Paris, ó en Vicenza de Venecia, los quales ya han sido rebatidos muchas veces, y lo quedan enteramente en este discurso; sino á los católicos preocupados por falta de instruccion, ó sugeridos de la malevolencia. Dicen los unos que no se conocia semejante tribunal en la primitiva iglesia, en lo que se equivocan, pues siempre le hubo, aunque no en la forma y planta del dia, como queda demostrado arriba. Tampoco se conocian los provisores y otros jueces eclesiásticos, los canónigos y demas destinos y dignidades que se han establecido posteriormente en la iglesia. Dicen otros, haciéndose procuradores de los reverendos obispos, que se les perjudica en su jurisdiccion sin.

advertir que jamas han reclamado semejante agravio, antes bien solicitan con eficacia que no se haga novedad; siendo muy extraño que no extiendan estos voluntarios agentes sus quejas al perjuicio que puede causar á la jurisdiccion episcopal el conocimiento de los que gradualmente son superiores por pura disposicion positiva como la metropolitana, mediante el privativo conocimiento que exerce en sus respectivas diócesis; y el que tambien puede ocasionar la concesion privilegiada de territorios exêntos de todas clases, con demarcacion separada aun dentro de las mismas diócesis, y for personas de su comprehension, de que hay muchos exemplares, insistiendo solo en lo tocante á lo de fe, en cuyo ramo es en el que verdaderamente no se experimenta la menor lesion, segun lo ya sentado con sobrada claridad; y que ademas de la superintendencia general, que reside en la Silla apostólica sobre toda la iglesia, se la reservó expresamente en uno de los decretos finales de la sesion 25 y última del santo concilio de Trento la vigilancia y providencia de lo que ocurriere necesario y oportuno para el gobierno universal por los medios que juzgase mas convenientes.

,, Dicen muchos que el tribunal de la Fe ofusca y obscurece las luces y la ilustracion con la prohibicion de libros, sin pararse á meditat que en esta parte no hace mas que cumplir los decretos de las sesiones 4 y 25 del mismo concilio de Trento: encargo hecho tambien á los inquisidores generales, , y á los obispos por la regla x del Indice, en las que se reservó este punto al Romano Pontífice, y lo practicado anteriormente por otros prelados, entre ellos San Carlos Borromeo, que recomendó mucho este punto en su concilio 11 de Milan, y varios padres de la iglesia. En el Niceno se mandaron quemar los de Arrió: en el de Efeso los de Nestorio; y en el de Rhems los de Abailardo. San Juan Crisóstomo hizo lo mismo con los de los montanistas, con auxilio del emperador Teodosio. Inocencio Iv en su constitucion XVIII, número 34, lo ordenó tambien respecto de aquellos en que se hallen viciados los sagrados códigos, y Juan XXII con los de mágia, siguiendo el exemplar de los apóstoles con Jos de los agoreros, que se lee en el capítulo xIx de la sagrada historia de sus hechos; y por la justa razon de que si por las leyes civiles se mandan quemar los que ofenden el honor de un ciudadano particular (Unic. de libel. fam. can. fin. c. 5, q. 1), ¿con quanto mayor motivo deberá hacerse con el que injuria á la Magestad divina? Los códigos legales del imperio romano se ha lan llenos de decretos sobre la misma materia, prohibiendo que se comprehendiesen semejantes libros en la division de la heréncia. Así como por lo contrario el cruel Diocleciano mandó severamente quemar los libros sagrados del catolicismo, lo que ocasionó el martirio de tantos insignes varones, como se lee en el martirologio de 2 de enero. Las referidas providencias son muy conformes á preservar de todo error; por eso con igual objeto entregaban al fuego los gentiles los libros que presumian manchar su religiosa supersticion: así lo hicieron tambien los atenienses con los de Protagoras, y los romanos con los que se encontraron en el sepulcro del rey Numa Pompilio, y antes Antioco mandó abolir los libros del antiguo Testamento por contrarios de la supersticion de su religion gentilicia; y en España se previno lo conveniente á este fin en la ley xxxvIII, título VII, libro 1 de la Recopilacion. (Todo esto se lee en el cardenal Petra com. á la bula 11 de Inocencio IV.) La verdadera ilus

I

tracion no se adquiere en los libros perniciosos, sino en los de sana doctrina. Estos formaron la ciencia de los grandes sábios del siglo xv y xvi, que ennoblecieron la literatura española, y de los que tanto sobresalieron y brillaron en el concilio de Trento. Muchos gritan que el tribunal de la Fe ha sido el instrumento secreto de la intriga oculta del Gobierno, denigrando por este medio el ministerio de los mas recomendables de la iglesia, para cuyo desengaño basta presentarles dos célebres procesos, uno del tiempo del rey Carlos II, que anda en manos de todes, sobre calumniosas imputaciones á su confesor el maestro Fr. Froylan Diaz, y el otro bien moderno y de la misma clase contra dos prebendados de la santa iglesia de Avila, que actualmente existe en la secretaría de Gracia y Justicia, los quales son documentos auténticos de la integridad y pureza de los jueces que sufrieron el sacrificio de su justificacion para manifestar á la corte. la irreflexiva ligereza de sus ministros, y la equivocacion de sus conceptos en materias tan graves.

,,Este es el tribunal del Santo Oficio, cuyo objeto único es mantener pura é ilesa la fe y la religion, sus leyes las mas meditadas, y sus procedimientos los mas gratos á la iglesia, pues en cada uno de ellos ha derramado pródigamente sus gracias apostólicas, como se advierte por infinitas bulas concedidas al efecto, y particularísimamente por la de Pio v que empieza Si de protegendis, recopilada en el Bulario magno de Querubin, folio 289: y otras concediendo muchas indulgencias; recomendada la observancia de la primera, con mucha estrechez, por San Carlos Borromeo en su concilio 1 de Milan, capítulo de lo tocante á la fe. Sus ́sentencias empiezan siempre por confesion general y exercicios espírituales; la pena mas grave se reduce á reclusion de algunos meses en casas religiosas, para confortarse el corregido en los principios de nuestra sagrada religion; y quando se exîge mayor en casos extraordinarios, no pasa de la confinacion por algunos años, y rara vez á presidio, que comunmente se remite á breve tiempo conocido el sincero reconocimiento del reo; pues si en alguna ocasion se incurria en la de azotes, solo sonaba en la sentencia sin executarse. Informen de estas verdades los mismos reos corregidos; digan si no es cierto que quando se hallan complicados con otros delitos públicos de latrocinio, homicidio &c., por los quales tienen que volver á los juzgados de su competencia, no se llenan de furor y sentimiento por el diverso tratamiento que experimentan? Este es, vuelvo á decir, el tribunal de la Fe, cuyo ministerio es irreprehensible, aunque sus individuos en todos tiempos no hayan podido libertarse de las debilidades humanas, como sucederá hasta el fin en todos los establecimientos de los hombres, mientras no puedan estos revestirse de la naturaleza angélica; la educacion literaria de estos jueces, y su profesion clerical impone á sus operaciones el freno del pundonor, inseperable del hombre honrado. ¿En donde estan esos tormentos tan decantados? ¿Esas hogueras tan asombrosas; Esos verdugos y esos patíbulos tan ponderados? Pudieron tal vez en los principios esgrimir su mayor severidad las leyes nacionales, con respecto á las circunstancias que militaban entonces; pero estoy seguro de que solo en los registros antiguos del Santo Oficio se encontraron algunos escarmientos extraordina rios, que ya no sirven sino de monumento historial, y no de executiva imitacion; pues aun los que restaban en los templos, anotados en ciertas tablas

« AnteriorContinuar »