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,, El tercer punto, reducido á que se le permita no votar en atencion à que su señoría considera nulo quanto sobre esto resuelvan las Córtes, es muy subversivo. ¿Por donde prueba el Sr. Ocaña que carecemos de esta facuitad? ¿Será por medio de sus argumentos? Me es desconocida su fuerza. ¿Será porque sus poderes no se lo permitan? Si se hallan con esta cláusula, entonces son nulos, no estan arreglados á la instruccion, y no debe su señoría permanecer en el Congreso. ¿Será por lo que ha afirmado de que su provincia no consentirá que se substituya otro tribunal al de la Inquisicion? Pero ¿donde iríamos á parar con semejante doctrina? Ella nos conduciria á un federalismo horrible; y á Dios representacion nacional, , y á Dios constitucion, la qual no parece sino que se intenta destruir por las propias manos que la formaron: su objeto no es otro que el de la peticion de algunos señores diputados de Cataluña, y con ella no á otra cosa se tira que á entregar á la nacion á una anarquía asoladora. Los señores catalanes pretenden hoy tantear la opinion de su provincia, } mañana que formalicen una proposicion que les convenga y á mí no me acomode, querré yo averiguar la de la mia: otro dia seguirán el mismo camino los diputados de Chile y de Filipinas; y entre tanto, ¿qué representaremos nosotros? Un ridículo papel. Es preciso ignorar los primeros elementos de la politica, y los principios que reglan las representaciones nacionales para anunciar ideas tan perniciosas. ¿Qué seria si alguno de nosotros hubiera propuesto medidas de esta especie? Nosotros, calificados á veces de democratas, ¿con qué epítetos nos hubieran entonces honrado? Pero ni el democrata mas exaltado hubiera presentado jamas proposiciones que, en mi entender y con permiso de los señores, son irracionales y perturbadoras del órden público.

,, Llego ya al último punto de los que he pensado exâminar, esto es, á la necesidad que tenemos de adoptar otro método que el de la Inquisicion para proteger la religion, por ser incompatible con la constitucion que he mos jurado, y de que no podemos desentendernos, y por ser tambien opuesta á la felicidad del estado. Ningune de los señores que han abogado por la Inquisicion, ha negado que es contraria por lo menos en ciertas cosas á la constitucion. El Sr. Canedo en lo poco que habló ayer no de conoció esta verdad; y solo alegó que siendo la religion el mayor de los bienes, debia por ella hacerse qualquier sacrificio, y adoptar el medio mas conveniente para protegerla. Siento mucho oir, y mas en boca de un señor eclesiástico, que convenga usar de otros medios que los comunes para mantener pura la religion; ; pues que, la misma verdad necesitaria para sostenerse de medidas extraordinarias y mas fuertes que las que recesitan los hombres para cumplir con las demas obligaciones sociales? Cierto que opiniones de esta especie no favorecen ni acreditan la santidad y verdad de la religion. Es indudable que la Inquisicion es incompatible con la constitucion. La infamia, el tormento, la confiscacion de bienes, la ocultacion del nombre del acusador y del de los testigos, el sigilo que se guarda en todo el curso de la causa, son procedimientos opuestos á artículos expresos de la ley fundamental. Los señores que han sostenido el tribunal, al paso que confesaban este modo de proceder, no converian ni querian que se remediase ni alterase substancialmente, en particular en quanto al sigilo, que lo apellidan el alma de la Inquisicion. El Sr. Cañedo y Bárcena en su

voto por escrito accedian, si no me engaño, á que el sigilo podria suspenderse en algunas ocasiones, y conservarse en otras; pero aparte de ser siempre anti-constitucional, ¿quién habria de resolver ó calificar los casos en que habia ó no de subsistir? No la ley, pues es imposible que los determine; y si era el tribunal, ó el rey, ó las mismas Córtes, ¿no seria dexar al reo entregado á la arbitrariedad de los hombres, y no á la disposicion de las leyes? Por otro lado, si aprobásemos el sigilo en ciertas ocasiones, y el modo de proceder de la Inquisicion, ya en parte, ya en todo, ¿no obraríamos contra la constitucion? No seríamos perjuros? ¿Por qué quando se discutió la constitucion, quando se sancionó, quando se juró, no les ocurrió á los señores que podríamos llegar á este punto: Entonces era tiempo de hacer estas reflexiones; ahora ya no. Librémonos de destruir la obra que hemos formado, y guardémonos de escuchar las sugestiones de los que nunca la han amado. No está bien aplicado en este lugar lo que dixo el Sr. Hermida de que prudentis est mutare consilium. No depende de nuestra voluntad alterar ni variar cosa alguna de la constitucion; nos hemos ligado con la aprobacion de los artículos que prohiben su alteracion hasta pasado un determinado tiempo; y para ser verdaderamente prudentes ó sabios, y cumplir con nuestra obligacion, debemos ser sus primeros y mas fieles observantes. Se equivoca este señor preopinante con dar tal ensanche al artículo que permite establecer tribunales especiales, y es un error figurarse que nos faculta para estas variaciones. Estos tribunales se entiende que son para determinados negocios; pero no para atacar los derechos mas sagrados de los ciudadanos, su libertad, su seguridad; destruiríamos con una mano lo que levantábamos con la otra; y ni gobierno alguno, ni potestad pública, de qualquiera clase que sea, está nunca autorizada para despojar á los hombres de estos derechos imprescriptibles. Razon por la que hasta el nombre de Inquisicion, nombre ominoso, debe borrarse entre nosotros. Yo resisto hasta su nombre, al modo que no agradaba al Sr. Inguanzo el título de tribunales protectores de la religion que da la comision á su proyecto de decreto; con la diferencia de que el Sr. Inguanzo alegó la futil razon de que el atributo de protectores no era propio de los tribunales, los quales exercen jurisdiccion, pero no protegen; como si estos no tuviesen por objeto principal conservar y proteger el órden público, y no solamente perseguir y castigar. Verdad es que el atributo no se acomodaria á la Inquisicion; pero no se deben medir por este los demas tribunales, ni juzgarse por él del fin que los otros se proponen. Mayor y mas fuerte es para mí la razon en que me apoyo para oponerme al nombre de Inquisicion. Este significa que su objeto es el de inquirir, pesquisar; y la constitucion en su espíritu y su letra reprueba la pesquisa; por lo que se infiere que su mismo nombre es anti-constitucional, y que es obligacion mia pedir que se destruya.

Pero aunque la Inquisicion no fuera contraria á la constitucion, mi voto constante siempre seria el abolirla. Incompatible con qualquiera constitucion, y baxo qualquiera forma de gobierno, con la felicidad de los estados, se hace un bien á la humanidad en decretar su extincion. No hay mas que recorrer desde el orígen su historia, y la veremos en todos tiempos perseguidora y enemiga de la ilustracion y de la libertad: dos cosas que si no caminan á la par, va una en pos de otra. Nació la Inquisicion, y murieron los fueros y libertades de Aragon y Castilla; sus Cortes progresivamente

fueron reduciéndose á la nada, y al cabo se aniquilaron. Suspéndese el exercicio de la Inquisicion con motivo de los terribles é inesperados acontecimientos que han afligido á la nacion, y resucitan las Córtes, y se alimenta de nuevo en los españoles la halagueña esperanza de volver á ser libres. De modo que se presenta la Inquisicion sobre el desgraciado suelo de España, y á Dios su libertad: desaparece aquella, y se oyen otra vez las voces que reclaman el establecimiento de leyes que aseguren la persona y bienes de los ciudadanos. Tan incompatible es la Inquisicion con la libertad. Desde el momento de su establecimiento fueron generales los clamores, á pesar del especioso pretexto, baxo del qual se instituyó muy á propósito para des-, lumbrar á los pueblos; este fué el de perseguir á judíos y á moros; dos castas, que por influxo y poder que tuviesen no podian ser muy amadas por la masa comun de la nacion. Los primeros, no obstante sus enlaces y conexiones con familias nobles y ricas, pertenecerian á un pueblo odiado casi siempre de los cristianos, así por la diferencia de creencia, como por ser hombres acaudalados, y estar á su cargo regularmente el manejo del tesoro del rey. Habiendo guerreado con los segundos for siglos, necesariamente habia de quedar contra ellos una enemistad tal que se celebrase qualquiera institucion dirigida á destruirlos; como se recibiria ahora con aplauso qualquiera otra que á semejanza suya se propusiese acabar con los franceses. Pues sin embargo en toda España se levantó el grito contra la Inquisicion. En Castilla levántanse los comuneros, y al instante dirigen contra ella sus peticiones. Perecen estos mártires de la libertad castellana, y el simulacro de Córtes que entonces todavía existia, se queja de sus abusos, y pide su reforma. Las peticiones de las Cortes de Valladolid y Toledo indican sobradamente la oposicion que habia á este tribunal. De una peticion de las primeras se refiere que querian su extincion, pues deseaban que el ordinario enten diese en estas causas, y que se procediese con arreglo al derecho comun. Pero aunque hubiera alguna cbscuridad en sus términos, y aunque la peticion no se debiera entender con esta extension, ¿qué de extrañar seria en un cuerpo como las Córtes de entonces, sometidas á un rey, y á un rey tan poderoso, y en una nacion en que existia aquel tribunal en toda su fuerza y vigor, y tan protegido de los monarcas? Los principios y sentimientos. de los hombres que han muerto, no se miden solamente por las expresio nes que aparecen. Se debe calcular el tiempo, la ocasion, el lugar en que se pronunciaron, y particularmente si fueron proferidas en un cuerpo que representaba á un pueblo. El diputado prudente, pero que ame la felicidad de sus representados, y desee encarrilarles hacia el camino del bien, irá para conseguirlo con tino y circunspeccion, procurando ajustar hasta cierto punto su lenguage y sus peticiones á las preocupaciones reynantes, y estará desprendida de un deseo vano de fama póstuma, que aventuraria todas las medidas que propusiese. En mi concepto es menester que aquellos diputados hayan sido mas enemigos de la Inquisicion, y estado mas ansiosos de su abolicion, que lo estamos ahora nosotros mismos, para atreverse en aquella ép ca á elevar al rey semejantes peticiones. En Aragon se resistieron ya en un principio á su introduccion y enviaron dos personas no sospechosas, sino dos frayles, que llevasen sus ruegos á los pies del trono. Las Córtes de Monzon de 1510 procuraron estrechar los límites de los inquisidores, y las de Zaragoza de 18 multiplicaron sus peticiones. En Valencia, no la gente

pobre, no aquella que no seria de peso para algunos señores, sino el brazo militar, el de la nobleza se desasosegó y alteró contra dicho tribunal. Los catalanes, no menos zelosos de sus fueros, tambien se opusieron y representaron contra sus abusos. Ese odio no se ha destruido entre los españoles, y no hay medio mejor de conocerlo que el de los diputados que representando á la nacion, y habiéndose criado en ella, manifiestan con el esfuerzo que les es dable, si bien con prudencia, la necesidad de su abolicion.

» ¿De qué sirven esas representaciones de cuerpos, de pueblos y de obispos pidiendo su restablecimiento Los cuerpos que representan generalmente se componen de sugetos interesados en la existencia de la Inquisicion. Los infelices de los pueblos, desconociendo lo que es este establecimiento, subscriben á lo que les sugiere el poderoso ó el clérigo de quien dependen; las reclamaciones que han llegado de algunas partes sobre el modo furtivo y capcioso con que se han arrancado las firmas, prueban la verdad de esta asercion. Las representaciones de los obispos pesan mas en la opinion de algunos señores. En verdad es cosa recia y dura que los pastores encargados por su instituto de cuidar de la pureza de la fe, sean los primeros que anhelen aliviarse de esta carga, y dexarla en manos de personas que hagan sus veces; pero no es tan extraño, como á primera vista aparece, quando uno se recuerda que estos prelados han mirado tan poco por sus ovejas, que las han abandonado en su mayor angustia y tribulacion. Mas á la par de las exposiciones de estos reverendos obispos existen las de otros con sentimientos enteramente diversos, y las quales deben leer y cotejar los señores diputados que nos mencionan las de los primeros. Busquen y vean las consultas de los cinco obispos, en particular algunas de ellas, en el asunto ruidoso de Granada: no olviden la insinuacion que ha hecho el obispo de la Habana al felicitar á las Córtes sobre la constitucion para que se le reintegre en sus derechos episcopales, y tengan á la vista la constestacion que ha dado el cardenal de Borbon, arzobispo de Toledo y de Sevilla, al cabildo de esta diócesi, que le comunicaba haber representado á les Córtes pidiendo la Inquisicion: en ella le reprehende por haberlo hecho sin su anuencia, y le indica que mejor seria y mas arreglado al espíritu del evangelio aguardar en silencio y respetar la resolucion de las Córtes: reprucba asimismo el zelo mal entendido de algunos elesiásticos que encienden é irritan los ánimos con sus imprudencias. De este proceder, verdaderamente apos ólico, no han podido apartar á este digno prelado los intrigantes que se han afanado en balde para inducirle á que pidiese á las Cortes la Inquisicion, con grave dolor de muchos, y señaladamente de alguno que me está oyendo, y que instó é intrigó para conseguirlo. Los individuos de la nacion, amantes del bien, é ilustrados, han cdiado en todos tiempos la Inquisicion: los de buena fe, pero ignorantes, no podian amar ni odiar cosa que no conocian, y solo aquellos que viven con la ignorancia de sus compatriotas, y que se complacen con imponerles un yugo, que no puede pesar sobre ellos, han sostenido y defendido este tribunal. Y como era dable sucediese lo contrario? El ha sido el instrumento mas fiel y mas seguro de que se han valido los déspotas para mantener su absoluta y arbitraria dominacion. El Sr. Riesco nos lo ha comprobado con la relacion de un hecho que mencionó para persuadirnos de las ventajas que el estado habia reportado de la Inquicion; y ha sido el dicho de Felipe 11, quien doliéndose de lo que costaba

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la pacificacion de Flandes, expresaba que con unos veinte clérigos (aludiendo a los inquisidores), conservaba tranquila á España; cuyo dicho en boca de Felipe II demuestra que la Inquisición mas bien le servia para sus miras y fines politicos, que no para la conservacion de la fe. Un estado se perturba no solamente por opiniones religiosas, sino tambien por las políticas; y estas, que entonces einpezaban en Europa á espantar á los reyes del temple de Felipe, fueron ahogadas con perjuicio de los pueblos y por medio de la Inquisicion en España, que antes que en otras partes quisieron y aun liegaron á manifestarse. La Inquisicion habia sido suspendida por Carlos v á causa de los clamores generales; y Felipe 11 la volvió a plantear con nuevo vigor, prohibiendo el remedio de los recursos de fuerza. A un monarca no menos astuto y tirano que Fernando el Católico tocaba dar nueva vida al establecimiento predilecto de este. En su segunda aparicion, y baxo del reynado de Felipe 11, destruyó del todo las libertades de Aragon. Antonio Perez, privado que habia sido de este monarca, perseguido por él, se acogió á aquel reyno, patria suya, y se amparó del privilegio de la manifestacion. El rey, que no podia arrestarlo sino obrando contra fuero, se valió de la Inquisicion; la qual, queriendo arrebatarle y prenderle, aunque en vano, causó los alborotos que allí hubo, y de que se siguió la pérdida de les fueros atropellados y anulados por el rey. Estaba tan lejos de haber contra Antonio Perez indicios de que resultase ser delinqüente, que Lanuza, historiador de Aragon, individuo de la Inquisicion, y por tanto autoridad nada sospechosa, cuenta que no se sabian los motivos que habia para esta prision; pero qué grandes debian de ser quando el rey así lo queria! ¡Que razon! ¡Y qué mas se requiere para cerciorarse de que la Inquisicion no era otra cosa que una verdadera pero terrible política del Gobierno !

,,En aquel sigio tan señalado por varones distinguidos la Inquisicion fue constante perseguidora del mérito y de la sabiduría. Díganlo sino Arias Montano, Vives, el Brocense, Virues, y otros mil que padecieron ya en sus cárceles, ya allanándoles sus casas, ó ya siendo vigilados hasta en sus acciones las mas indiferentes. Consiguió por fin la Inquisición acabar en España con la ilustracion, viendose despues obligada á perseguir los mismos. errores que produxo la ignorancia derramada por todas partes. En el siglo XVII solo salen á luz autos de fe, y procesos de infelices, de gente obscura y menestral, que por flaqueza, o mas bien por los ridículos principios de sus directores, extraviaron su imaginacion. Los autos de Mallorca y Logroño; el de Madrid de 1680, con otros muchos, por no decir todos, insultan á la razon y á la humanidad, ofenden la piedad religiosa, y desacreditan á la nacion. Los vuelos de bruxas, sus reuniones, la adoracion de sapos, los encantamientos, las hechicerías, representan el principal papel en los procesos; y estas locuras, que deberian haber corregido la ensenanza y la ilustracion, llevaban á la hoguera á aquellos desgraciados, y condenaban á perpetua infamia á sus familias. Nuestra política se resiatió entonces de estas sandeces con grave perjuicio del estado. El conde duque manda y domina á Felipe iv, y no se atribuye su influxo á la debilidad de este ó al talento de aquel, sino á los bebedizos que le daba por medio de la Leonorcilla. Se intriga en la corte de Carlos II por los diversos partidos para la sucesion á la corona; y uno de ellos se vale de la imbecilidad del monarca para persuadirle que está hechizado; de donde se originó la

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