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célebre causa del P. Froylan Diaz. Per último la ignorancia que la Inquisicion produxo en la nacion, la convirtió de fuerte y respetable que antes era, en débil y del todo nula entre las potencias de Europa.

"En mi concepto es infundado afirmar que las luces del siglo bayan influido en la Inquisicion para hacerla mas ilustrada y menos perseguidora. Siempre ha continuado en observar y pesquisar la conducta de los sabios y literatos. Con difcultad se podrá menciórar uno en estós últimos tiempos que no haya sido encerrado ó sindicado por la Inquisicion, ó á lo menos registrados sus papeles, y escudriñados sus mas ocultos secretos. Yo apenas he conocido persona alguna adornada de luces que no haya tenido que ver con la Inquisicion. Si por una parte no dexaba descansar á estos, por otra proseguia en quemar ó penitenciar á las bruxas y hechiceros en sus autos de fe ó autillos. En Llerena el año de 1768 fueron quemadas algunas personas de extraccion humilde; y en 1780 fue quemada en Sevilla por bru xa una desdichada: ¡ el año de 80! ¡En nuestros dias! ¡Yo todavía no habia nacido, pero sí los mas de los señores que me escuchan! ¡Cosa es que espanta! ¡ Quemar ahora por bruxerías y maleficios! ¿Y la Inquisicion se ha modificado: No, no es posible; no puede modificarse.

»Si en la situación interior del reyno ha tenido influencia tan desgraciada la Inquisicion, no menor la ha tenido con respecto á nuestras relaciones exteriores. Las revueltas de Nápoles causadas por ella, las guerras costosas y sangrientas, y la emancipacion finalmente de Flandes no tuvieron otro origen. Lo que enagenó los ánimos la conducta de Felipe II quando, enlazado con María de Inglaterra, tomó las riendas del gobierno de aquel reyno, contribuyó infinito á la guerra que despues sostuvo, y cuyas resultas fueron tan lastimosas. Felipe hizo esfuerzos para plantear allí la Inquisicion, y adoptó un método feroz contra los hereges, en vez de la persuasion y de los otros medios que la política recomendaba, y con los que la religion se conformaba mejor. Nada consiguió sino suscitar un edio irreconciliable entre dos naciones que debian ser aliadas. Así en el parlamento se hicieron enterces varias proposiciones para que se pidiese á España aboliese la Inquisicion; y en tiempo de Cromwell queria aquel gabinete, como preliminar de un tratado que iba á cor cluirse, que se quitase la Inquisición. No concebian pudiera entrarse en est pulaciones con una racion que abrigaba en su seno un tribunal semejante. Ahuyentaba de nuestro suelo á los extrangeros, y disminuia su comercio, porque so pretexto de religion, y para evitar, segun decia, la introduccion de malas doctrinas, cobraba sus contribuciones á los buques que arribaban á los puertos, y cometia mil atropellamientos. Excuso, por no ser molesto, referir infinitas reclamaciones, que por sas excesos hicieron á nuestra corte en todos tiempos potencias católicas.

"En vista de todo lo expuesto, ¿podrá decirse de buena fe que los diputades que pedimos y deseamos la abolicion de la Irquisicion, somos irreligioses y enemigos de la nacion? ¿Es justo que los sugetos encargados mas particularmente de instruir á los pueblos, y mantenerlos en paz y buen órden, sean los principales atizadores, y los que mas procuran desacreditar á los representantes de la nacion? Ellos serán los responsables de las conseqüencias que pudieran resultar de sus imprudencias: ellos se dirigen al pueblo sercille é incauto: ellos intentan persuadirle que Inquisicion y religion es una misma cosa: que sin aquella no puede subsistir esta; y tan impíos

como calumniadores les inducen á creer que sus diputados tratan de destruír y acabar con la religion, que les alivia en sus penas, y consuela en sus trabajos. Pero si estos, no menos enemigos del pueblo, del qual se fingen amigos, que de los principios religiosos de que se erigen en defensores, tuvieran cerca de sí á hombres entendidos y amantes del bien, que quitándoles la máscara, instruyesen á los pueblos, y les dixesen:,, vuestros diputados aman la religion tanto como vosotros: ved como la han consignado en la constitucion, y jurado observarla y sostenerla; pero la Inquisicion es contraria á es- . ta misma religion y á sus santos preceptos: es opuesta á la constitucion: no sirve sino para teneros sujetos y encadenados para que nadie pueda enseñaros, y defender vuestros derechos, como las Cortes lo han hecho ahora libremente, y no hubieran podido hacerlo si ella exîstiese; y en fin, solo es un medio de que se aprovechan los poderosos y los malvados para que eternamente seais, conforme lo habeis sido hasta aquí, el juguete de sus pasiones;" ¿qué dirian entonces los pueblos? ¡Qué de bendiciones no prodigarian á sus representantes! Quizá llegará este dia.

,,Ahora reasumo lo que he dicho, y lo reduzco á las quatro proposiciones siguientes: 1. Que la potestad temporal tiene facultades para adoptar las leyes políticas y civiles que le parezcan mas oportunas, á fin de conservar con pureza la religion que ha reconocido como verdadera y única del estado. 2. Que siendo el inquisidor general el único delegado por el papa, y habiéndoce pasado el actual al partido frances, en nadie reside delegacion alguna pontificia legítima, y las Córtes no pueden restablecer la Inquisicion sin arrogarse la potestad espiritual. 3. Que prescindiendo de la falta de facultades que nos asiste para dar esta autoridad, estamos en la absoluta é indispensable necesidad de no permitir en España la Inquisicion, por ser contraria a la Constitucion que hemos jurado, é incompatible con la felicidad del estado. Y 4. Que en atencion á que los obispos son jueces natos en materias de fe, se dexen expeditas sus facultades. Así que, apoyó el dictámen de la comision."

El S. Cañedo, No hablaré sino para rectificar alguna de las equivocaciones de hecho en que me parece ha incurrido el Sr. Conde de Toreno. Dixe ayer que la autoridad de la iglesia es esencialmente independiente de la autoridad temporal, y que tiene en sí los medios necesarios para conservar la religion, y castigar con penas espirituales y canónicas á los que pretenden apartarse de ella en donde quiera que ellos residan. Pero que en los estados católicos contaba con el auxilio del poder temporal, y que este era muy conducente para el mayor decoro de la iglesia y propagacion de la luz de la fe; y que los príncipes católicos la habian protegido y auxiliado siempre con mucha utilidad de la religion y de los estados. Dixe ademas que esto era una obligacion en los soberanos, una vez que hubiesen conocido la verdadera religion.

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Por consiguiente si el Sr. Conde de Toreno entendió que yo habia supuesto que la iglesia necesitaba de la autoridad temporal para la conservacion de la fe, y la correccion de los delinqüentes por los medios espirituales é imposicion de las penas canónicas; ó lo que seria igual absurdo, que la iglesia puede disponer de la autoridad política, ni imponer penas temporales, que solo penden de las leyes civiles, ha padecido equivocacion en esta parte. Pero si ha entendido que la iglesia recurre á la autoridad temporal, y recibe el auxilio de la proteccion para la mejor observancia de las leyes de

la religion, y para estimular á que cumplan con los deberes de católicos por el temor de las penas temporales los que desprecian las espirituales y canónicas de la iglesia, en este caso estamos enteramente de acuerdo.

,,La Inquisicion de España es esencialmente un tribunal de la Fe, como todos los demas que ha establecido la Silla apostólica en otras partes quando lo ha creido conveniente. Ademas de la autoridad espiritual, que es la que principal y esencialmente le constituye, ha sido fortalecido y auxiliado por la autoridad temporal que se le ha comunicado. Esta pedrá á lo mas substraerse por V. M., en caso que lo conveniente creyere dos pero suprimir la autoridad espiritual con que le ha autorizado la iglesia, eso ni lo hizo Cárlos v en el caso de que se hace mérito en el informe de la comision, ni puede hacerlo V. M. sin que convenga en ello la Silla apostólica.

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el bien del esta

,,En quanto se haya creido que yo me hubiese separado de estos prin cipios, sin duda ha sido equivocacion. Pero me persuado á que el Sr. Conda de Toreno estará tambien conforme con ellos."

El Sr. Conde de Toreno:,,No me parece que quando he hablado del Sr. Cañedo he dicho en lo substancial otra cosa que to que ahora expresa su señoría. Por lo demas no puedo convenir con los principios que de nuevo ha vuelto á reproducir sobre la Inquisicion; pues no nos prueba sus aserciones, ni con el derecho, ni con los hechos.'

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El Sr. Ximenez Hoyo:,, Señor, como amante que soy del órden, no habia querido en un principio que se trastornase el mismo órden, privando á cada uno de los señores diputados de la libertal que tenian para explicar sus ideas en el modo y forma que estimasen convenir sobre una materia de tanta entidad y de tanta trascendencia. Por lo demas yo no temia entrar em la discusion, aunque no juzgaba, ni juzgo oportuno, tratar del asunto em las circunstancias del dia.

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,,Por tanto no extrañe V. M. que le llame previamente su atencion hácia un punto el mas interesante, y á mi parecer el principal de todos; á saber: ¿será en el dia política la extincion del tribunal de la Inquisicion? Esta en el órden de la prudencia el suprimir hoy un establecimiento, afianza❤ do con autoridad de los papas, y de las últimas leyes civiles antiguas que nos gobiernan con la costumbre de muchos siglos, y lo que hace mas al caso con la voluntad general de la nacion? A mí me parece que es muy fácil el revolver esta question, puesto que para ello me fundaré, no ya en discursos sutiles, cuyos principios pueden flaquear, sino principalmente en hechos la experiencia nos acredita.

que

,, La nacion no la compone solamente una porcion de personas, ó ya ilustradas, ó ya amantes de la novedad, ó ya temerosas de un freno que las contenga; pues á estas tres clases estan reducidas todas aquellas que resisten el restablecimiento de la Inquisicion. No, la nacion se constituye del comun, ó mayoría á lo menos de las gentes y pueblos que la integran. Pues estos, Señor, quieren y desean fa Inquisicion. Digan lo que quieran algu nos señores preopinantes: aleguen quanto gusten sobre los medios que juzgan necesarios para averiguar la opinon pública. Nosotros sabemos lo que pasa, y nadie ignora lo que los pueblos piensan. Sin necesidad de apelar á juntas populares, estamos seguros de que es general el voto de la nacion sơbre el restablecimiento del tribunal de la Inquisicion. Los que acabamos de

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venir de las provincias ó de los pueblos de lo interior, podemos deponer por propia experiencia de la conmocion general que está causando este negocio; de la sensacion grande que hizo la extincion de este tribunal, executada por los franceses en los paises que ocuparon, y de la impaciencia con que esperan los pueblos ver restablecida una institucion, que creen absolutamente necesaria para conservar pura la religion católica.

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Nada importa que se subrogue á ella un tribunal protector de la religion tribunal, que apoyado sobre muchas formalidades legales, no alcanza seguramente á cortar de raiz un veneno, que á manera de cáncer corre ya por el pueblo español: tribunal, que consultando demasiado á la libertad civil y política del hombre, abre una ancha puerta á las tramas y ardides, á las intrigas y manejos con que por nuestra malicia quedan impunes. muchas veces los vicios y excesos de su libertad moral y religosa tribunal, que haciéndose árbitro de los juicios eclesiásticos, como despues indicaré, mas bien insulta á la misma iglesia que la ampara y autoriza; mas bien deshonra á la religion que la protege, como probaré á su tiempo: tribunal en fin, substancialmente diferente y contrario al tribunal de la Inquisicion. Nada importa, vuelvo á repetir; porque este y no otro es justamente el que quiere la nacion.

aseguro, Señor, y desafio á qualquiera á que no me dará una prueba contraria á una verdad de hecho, que se justificaria plenamente si V. M. diera oidos á las reclamaciones de tantos reverendos obispos, de tantos ayuntamientos, de tantas personas particulares, y de tantos señores diputados mis compañeros, los quales ya presentarian á V. M. testimonios nada equívocos ni dudosos que la comprobasen. No nos cansemos: V. M. crea lo que guste; pero yo sé, y saben muchos, y saben casi todos, que los pueblos opinan (aunque sea infundadamente) que la religion católica no puede conservarse pura en España, á lo menos por mucho tiempo, sin la Inquisicion; y que se oye con gran pena el que se haya hablado y hable: de extinguirla.

,, Se dirá que es un fanatismo; que es una escrupulosa nimiedad; que es una grosera y vergonzosa preocupacion. Está bien: yo convendré en todo; pero ¿quando fué política el destruir al momento las ilusiones y preocupaciones de los pueblos en materias de religion? ¿Quando fué prudencia combatir vivamente en esta parte la opinion pública, con especialidad en unas circunstancias tan críticas como las presentes, en que tanto interesa al Gobierno el afecto y confianza de los mismos pueblos: sobre todo, quando este golpe acaso los confirmaria en las ideas fatales, que aunque absurdas é infundadas, son demasiado públicas?

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Señor, , ya es preciso hablar claro y correr enteramente el velo. Yo conozco toda la rectitud de V. M., toda la legalidad de sus procedimientos, toda la bondad de sus ideas; pero los pueblos no la conocen; no están dispuestos a tanta ilustracion; y opinan siniestramente de V. M. Es un hecho, Señor, es un hecho, Hemos visto: hemos oido: nos hemos informado, y estamos seguros de esta verdad. Los pueblos aprecian y celebran los nuevos reglamentos políticos que se han establecido; pero si trascienden acaso, ó tocan indirectamente ó de lejos siquiera á lo que ellos aprenden religioso, los detestan, se indignan, y prodigan exêcraciones (¡quien lo creyera!) contra los autores que los disponen. Saben que iba á tratarse en el Congreso

sobre la Inquisicion; y sola la sospecha, ó la posibilidad de que V. M. le extinguiese, ha sido bastante para exâltar los ánimos, y para que se anticipen ideas y expresiones nada decorosas, y tan injustas como temibles. Acabamos de ser muchos de nosotros testigos presenciales, y no podemos dudarlo

,,Y ¿será política á vista de esto el adoptar un partido, que aunque parezca justo y fundado en leyes y en razones, puede comprometer mas la opinion de V. M., retraer á los pueblos de su afecto, y quizá prepararlos á algun efecto de desesperacion? Todo es de temer de un entusiasmo religiose bien ó mal entendido, y las historias nos dan bastante márgen para fundar estas ideas A lo menos es indudable que si los pueblos, por sus juicios ó por sus caprichos, llegan á perder el justo concepto que deben tener de la rectitud del Gobierno que los dirige; si no estan expuestos á romper los diques de la subordinacion, es indefectible que conserven un desafecto y desconfianza tal, que haga inútiles aun las mas sabias y rectas medidas que se adopten para la pública felicidad. Dicta, pues, la prudencia y la política condescender á veces con la voluntad ó preocupacion general, esperar coyunturas favorables para hacer ciertas reformas, y poner en práctica aquellos medios que puedan conciliar el planteo y execucion de nuevas ó no acostumbradas instituciones, con la opinion y tranquilidad pública; la qual resintiéndose siempre de toda novedad, es inacomodable á ella, quando se versa sobre materias de religion, ó aprendidas como tales.

,,Por este principio los Gobiernos mas sábios y políticos han condescendido con los pueblos en puntos religiosos, aun quando sus opiniones estaban en una evidente y total contradiccion. Por el mismo aun los filósofos antiguos, que se mofaban de las supersticiones de sus conciudadanos, teniam gran ciudado de manifestarse en público fieles observadores de sus prácticas ridículas; y Ciceron, á quien nadie disputará su sabiduría, su política y la gran reputacion que gozaba en Roma, aunque conocia muy bien toda la sandez y extravagancia de los agoreros, sin embargo se presentó en el senado haciendo pública ostentacion de las ceremonias y aparatos de un oficio que tanto abominaba, y de que con tanta justicia se burlaba y se reia. Pues ¿por qué no deberá V. M., con mucha mas razon y motivo á la verdad, acomodarse á la opinion del pueblo español, quando trata de la Inquisicion, q este aprecia, y con mucho mas entusiasmo que el pueblo romano apreciaba el empleo ridículo de los agoreros!

,,No es un artículo de fe la Inquisicion, es verdad; pero tampoco interesa mucho su abolicion; tampoco se opone á la seguridad de la nacion, ni á su independencia: podrá ser, si se quiere contraria á su ilustracion; pero aun quando esto se concediera (que no se concederá, porque no es cierto), en el dia no tanto acomoda el que los pueblos se ilustren, como el que sean fieles al Gobierno, y este cuente con su afecto y confianza. Ningun inconveniente hay en que la nacion continúe inocentemente supersticiosa, si así. quiere llamársele; pero lo hay muy grande en que se divida su opinion, y se ponga en contradiccion con el Gobierno. Yo por lo menos puedo asegurar á V. M. que una de las máxîmas impolíticas que hicieron odioso el nombre frances en las provincias que ocuparon, fué la violenta é intempestiva supresion de muchos establecimientos religiosos, especialmente el de la Inquisicion; y esto habiéndose reservado íntegra la jurisdiccion de los obispos, y rigiendo la constitucion de Bayona, en que se proclamaba y protegia come

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