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mis anteriores deferencias, que era lo que me tocaba hacer. ¿Los señores de Cataluña alegaron entonces los principios que ahora? Estoy cierto que no; y es menester que todos seamos medidos por un rasero, porque todos somos iguales; todos aspiramos á un mismo fin. Estos señores se han conducido del modo mas delicado y juicioso en una cosa de que no debian desentenderse hasta cierto punto, presentando los medios con que han querido averiguar lå opinion de su provincia y el resultado que tenian. El dictámen de la junta de aquel principado es muy digno de tenerse presente, porque exâminado despacio, dice sucho en favor de la comision, aunque parece que es contrario. Han hecho, repito, lo que deben los diputados; decir lo contrario es no entenderlo. Nadie se figure que hay facciones en el Congreso, porque se atraviesa la question de las hogueras. No, Señor. Si se atravesara 1 de la religion, infeliz del que tuviera la desgracia de apartarse de la opinion de los demas! Pero no se trata de esto, y todo lo que se ha hecho está decentemente hecho. Se votará, y la mayoría de los votos de los representantes así legalmente reunidos, es la mayoría de los votos de los representados. La votacion lo decidirá; y si resulta que la mayor parte de las provincias no quieren que se haga mutacion en esto, no se haga; porque no es cosa de tomarlo esto con tanto calor. Acordémonos que se trata de una question de política, aunque sí muy respetable, porque se trata de un establecimiento que se instituyó en su principio para proteger la religion.

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El Sr. conde de Toreno dixo ayer que lo principios mas democráticos apenas alcanzaban á creer que fuese necesario explorar la voluntad de los ciudadanos sobre esta question. Prescindo de lo que se ha dicho por el Sr. García Herreros de que era imposible hacerlo. Pero es necesario que V. M. no olvide una cosa; á saber: que los democratas rabiosos y de principios mas exâltados se caracterizan y distinguen por negar la legalidad del sistema representativo. Pero una vez admitido este sistema, nada prueba qualquiera acto de indagacion para saber efectivamente las opiniones de los representados: mucho menos quando ya es conocida su voluntad por la ampliacion que tienen los poderes que han dado.

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En este supuesto, Señor, nos resta solo exâminar la question por el aspecto político, por el que puede mirarse la proposicion. En primer lugar no será impolítico que yo diga á V. M. que ha sido una figura muy retórica y oportuna, pero que no ha surtido efecto, la de que se ha valido un señor preopinante, quando ha dicho que esta es una controversia entre Cristo y Napoleon. No hay nada de esto. Aquí no se trata de que exista ó no la religion. La qüestion es entre españoles igualmente católicos, que desean cumplir la promesa de proteger la religion católica, verdadera y única del estado, como lo ha sido siempre. La disputa está sobre escoger entre los medios disponibles el que sea mas conforme à la constitucion, á efecto de que se dispense una proteccion digna del objeto de quien la da, y de las personas para cuyo beneficio se da.

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Señor, Jesucristo dixo:, muchas mansiones hay en mi reyno." Con esta alegoría, que despues en sus sermones desenvolvió, manifestó que para ir á estas mansiones hay muchas sendas: así como para conseguir qualquier fin santo hay muchos senderos, que no son el camino de los errores, ni los escollos de la impiedad. Quiero significar, Señor, que en las

materias mas repetables hay un cierto camino espacioso, dentro del qual se puede ir inocentemente por qualquiera parte. La qüestion es solamente política: ¿con que á qué tratarla de otro modo? Se trata de política cristiana; porque debe serlo para ser sólida, y no lo es desde que no es cristiana. Se trata de escoger el medio mejor para proteger la religion; así la qüestion nada tiene que ver con Napoleon.

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Pero, Señor, quando se trató de la libertad de imprenta dixo un diputado (que pecador de mí soy yo). » Napoleon no la quiere: esto basta para que V. M. la ponga." Este argumento, á que se le ha querido dar fuerza, es una supercheria retórica. Se dirá que yo dixe esto, y que se hizo lo que yo decía; pero no se hizo por esta razon, que no fué mas que una niñería, y no debe traerse á cuento en esta materia. Quando un hombre hace una cosa, para calcular el mérito de su obra, conocido el intento del autor, es necesario ver la relacion que tiene aquella con sus intenciones. Es claro y sabido que el objeto dominante de Napoleon es el despotismo y la dominacion absoluta. Con este objeto ha tratado de cohonestar por todos los medios posibles la usurpacion mas abominable. En Madrid estaba yo el dia 4 de diciembre de 1808 quando el infame Charpain dixo, siguiendo los principios abominables, propios de una política infernal: que pues todo lo necesario era lícito, y era útil á Francia tener á España, era España de Napoleon." Y queriendo cohonestar la usurpacion con sentimientos de pudor, que no tenia, y que aparentaba, abolió la Inquisicion como el resultado feliz de sus operaciones, diciendo á toda Europa: He hecho desaparecer este borron en un pais de Europa el mas privilegiado de la naturaleza. Qualquiera cosa que hayan padecido es bien empleada, porque es reparada por este beneficio." Este era el verdadero espíritu que le animó en su extincion. Y pregunto ahora: ¿tiene esto conexion ninguna con el objeto que tratamos y miras que nos proponemos, quando se reducen solo á que la Inquisicion no sea un pretexto, para acabar con la constituciony libertad de los españoles? Por mi parte no es otro el objeto. Y no será una crueldad que V. M. descuide el cumplimiento de los cánones, quando es el protector de ellos? Pero quiero dar mas fuerza al argumento, y pre sentarle con toda la franqueza del mundo.

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„En una sesion secreta de la Isla de Leon, no sé con qué motivo, se presentó en la discusion un decreto del intruso José, por el que lisonjeando á las Américas españolas, entre otras cosas les ofrecia la independencia. Vió V. M. como les hablaba de la extincion de la Inqui icion, He dicho á V. M., y repito ahora, que aun la abolicion de la Inquisicion no la quisiera la América si habia de venirle por su mano; porque solo una cosa hay debaxo del cielo que sufriria tener de comun con los fran ceses, y no otra alguna, y es la religion, que si estuviera solo concentrada en los franceses, tendria comunion con ellos por ser católicos. Pero salvo esto: Timeo Danaos, et dona ferentes.... Con que dexemos que los franceses digan y piensen lo que quieran; en la inteligencia de que no basta que ellos quieran una cosa para que sea mala, ó al contrario, que la detesten para que sea buona; porque esto solo prueba, quando lo que hacen tiene conexion con los medios y con las intenciones, segun el objeto que se proponen; pero no teniendo relacion con lo que se proponen, no significa

nada.

Pero es político, Señor, que V. M. en el tiempo actual se entretenga en hablar de la Inquisicion, quando estan aun los franceses en España! No Señor. En lo que debe ocuparse es en guerra y hacienda. No será mejor hacer esto quando el pueblo español esté libre de enemigos? ¿Y no será mejor entre tanto promover su ilustracion para que cunda como un rocío que cala la tierra, y conozcan mas estas verdades, mas bien que proceder ahora como un torrente que todo lo arrolle y confunda? ¿Y no es cierto que en política hasta los errores se deben respetar? No será mejor que V. M. se desentienda de esto, y dexe correr la cosa como está?, Esto, Señor, es lo que hay que exâminar, y debe hacerse como yo quisiera lo hicieramos muchas veces; á saber: como hombres de estado.

Señor, es tan político el tratar ahora de la Inquisicion, como seria impolítico el no hacerlo, y tan justo, como seria injusto lo contrario. Lejos de que haya disgustos y clamores por seguir esta discusion, qualquiera que sea el resultado (que esto es indiferente para el caso ), yo me prometo que será la aurora de la tranquilidad y el término de esa guerra miserable de opinion, que está demasiadamente adelantada, y que puede traer malas resultas; pues la experiencia enseña el fin que han tenido otras, que han empezado por menos. En primer lugar, Señor, (para que se vea que yo no uso de la política de la Inquisicion) diré francamente que así como hay un principio en política que establece que en tiempos revueltos pocas leyes y mucho gobierno; así es tambien cierto que las leyes terminantes á reformas grandes nunca se pueden hacer mejor que en tiempos semejantes, quando hay una fuerza exterior que comprime á los súbditos de una nacion, y los acerca y une entre sí, sin darles lugar á despedazarse. Este es el momento de reformar aquellos puntos que en tiempos tranquilos traerian grandes turbaciones. Esto está convencido por la experiencia de todos los siglos; y no hay nacion ninguna que no haya hecho sus reformas en ocasiones semejantes. No hay mas que esta diferencia, que si hay un espíritu nimio de reformarlo y deregarlo todo, aun aquello que no se necesita, hay malos resultados, y no subsisten las reformas hechas. Y aun esto no es por las circuntancias en que se hallan los pueblos, sino por la poca destreza, virtud é instruccion del que las executa. Y así es conforme á política el hacer las refer

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mas en estos casos.

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He dicho, Señor, que ademas es justo, y por lo mismo politico. Porque todo lo que se da al pueblo, como un medio para ser feliz,ó sobrellevar sus desgracias, es necesario que se le de, principalmente quando se halla este pueblo en dos circunstancias: primera, quando mas se necesita de él, y segunda, quando es mas acreedor á que se le premie. Y yo pregunto ahora: quando vendrá la época en que sea mas indispensable estar por y con los intereses del pueblo, que ahora que todo se le debe á él? No nos venga na lie á incomodar diciendo que esta ó la otra clase ha hecho ó dexado de hacer; porque baxo el nombre de pueblo se entienden todos, auque particularmente la parte mas preponderante y menos respetada, que es la mas numerosa y que mas peligra. Pues qué no merece el pueblo español, este pueblo, que lo merece todo, que sus diputados se desvelen y desvivan por hacer su felicidad por todos los medios posibles, no solo porque sin él no son nada ni las Córtes, ni todas las Regencias del mundo, ni todas las personas reales que se traygan, como no vengan del cielo, quanto porque aunque ne

se necesitara, bien mereceria el pueblo español ser tratado así, y que nos interesáramos por él más que por nosotros mismos? Y vea V. M. aquí por qué en estas circunstancias no solamente es político, sino tambien justo que se hagan estas reformas.

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La reforma no se ha de extender mas qué á tres puntos; porque V. M. no ha de hacer sino lo que es suyo, y que no sea un pretexto esta protec cion para verdaderamente profanar la religion, quando ella no se hace, sine para que la seguridad y felicidad, que cabe en este miserable mundo, esté á cubierto de todo ataque. Que la persona del rey, qué és sagrada é inviolable, lo esté tambien: lo que aseguro á V. M. que no lo está con la Inquisicion (como demostraré quando llegue su lugar): que la libertad del Congreso se conserve: que la nacion sea verdaderamente independiente, y esté en estado de rechazar con moderacion qualquier ataque (usando de la expresion del colegio de abogados de Madrid), venga de la mano que quiera; y finalmente, Señor, para que se logre aquella paz y seguridad, sin la qual no puede haber prosperidad: para que se conserve la confianza pública; ; y no se haga de ese tribunal un instrumento de despotismo, y por lo mismo una especie de mina al nuevo órden de cosas, el que solo debia servir para la defensa y conservacion de la religion. Si, pues, el objeto es este, y qualquiera que sea la resolucion de V. M., sea de modificacion, reforma bextinción, no se ha de salir de aquí; porque al cabo V. M. es católico y sabio; el resultado es que ahora es quando deben hacerse estas reformas. Porque si V. M. empieza á hacerle promesas al pueblo, y ve que no se le cumplen, reflexione V. M. que pudiera ser que entrará en cierta desconfianza, no precisamente de los diputados, sino de su institucion: que creyera que las Córtes habian sido una esperanza vana; y es menester que no suceda esto, y que vea que así como á él se debe su establecimiento, así se procura por su felicidad.

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Que se trate de guerra... Pregunto, Señor, ¿V. M. ha de hacer aquí los planes de la guerra? ¿ Pues no es cierto que en dos decretos solos ha hecho mas por la guerra ( permítaseme el decirlo ), que lo que han hecho todos los Gobiernos provisorios que le han precedido? Y ademas no tiene una comision destinada á este objeto? Es verdad; pero se olvida V. M. de los asuntos de hacienda. ¿Donde está eso? No tiene V. M. dos comisiones, que apenas hay noche que no se reunan y trabajen sobre la hacienda? Acaso quando se ha tratado del restablecimiento de los regulares, se ha dicho: para qué tratar de esto? Dexémoslos, y vamos á la hacienda y guerra." No se ha dicho esto, ni se ha debido decir, porque no hemos de atender de tal un brazo, , que se destruya otro; sino hemos de hacer de modo que se vea que V. M. en la esfera de su poder ha dado lugar á todo.

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Hay una cosa que se ha dicho, y es menester que no se confunda, porque es muy importante y conducente para el asunto que tratamos. Se ha.asegurado á V. M. que el pueblo está absolutamente decidido por la Inquisicion. Esta historia es tan larga de contar, que quisiera tener seguramente ciertó órden de ideas y retentiva para tocar bien los objetos sin volverá ellos; y mostraria hasta la evidencia, que si los cálculos de la probabilidad valen algo, estan por lo contrario, y qualquiera que sea de opinion opuesta á la mia, no debe agraviarse, porque como opinion vende él la suya y yo là mia; y no pudiendo uno estar en todos los pueblos, se vale de los medios

nante,

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que estan á su alcance para formarla, Como es posible que se crea que el pueblo quiere otra cosa que la que quieren las personas que lo representan? Pero ¿qué es lo que quieren estas personas que lo representan, sobre todo los que no tienen pasiones, porque en estas ya se mezcla la opinion con el deseo? El pueblo español quiere lo mismo que los que quieren que no haya Inquisicion; la conservacion de la religion es lo que quiere; y en esto hay una certeza hasta tal punto, que no hay la mas pequeña razen de dudarlo. Pero como al pueblo español, es decir, al que se ha solido llamar vulgo, que está compuesto de los infelices labradores, menestrales, artesanos, gentes de oficio, se le designa y se dice que quiere la Inquisicion? Aseguro á V. M. que con el nombre de Inquisicion, suponiendo que la quiere, lo que quiere es religion, porque lo tiene por sinónimo. El mismo señor preoptá quien voy contestando, lo ha dicho terminantemente. Pues si tenemos testimonios tan claros de que el pueblo quiere lo que desea V. M. esto es, la religion, ¿por qué no hemos de, dar este gusto al pueblo, y mas siendo tan debido? Es que piensa que peligraria sin la Inquisicion." Alto, ahí..... Y puede tener el pueblo en esto pensamiento propio? No se extrañará que diga yo que no; pues ayer se dixo, y con razon, que en esa clase del pueblo es mas la piedad que la ilustracion. No es cierto que por un libro de doctrina cristiana que tenga, y una plática que oyga, no hace mas que leer novenas, meditaciones y milagros (que son buenos; pero que no son sino una parte accesoria), y que en vez de sermones continuos de la explicacion de la doctrina, para que conociendo la religion la adore, lo que oye son muchos panegíricos y novenarios? Pues qué extraño es que confunda, ó que estando acostumbrado á oir siempre: el santo tribunal de la Inquisicion, el santo tribunal de la Fe, los hereges son los únicos que no quieren la Inquisicion, son hereges los que dicen lo contrario, conviertan esto en hábito, quando en otras cosas mas claras Y sencillas que esta puede tanto la educacion? Pues Señor, ¿qué toca á V. M. en este punto? Hasta qué punto V.M. debe respetar la voluntad de los pueblos, y seguir su opinion? Pondré un exemplo. V M. es el médico de la nacion española. Va un médico á visitar á un enfermo, y este le dice: amigo, sángreme V.; porque si no me muero....." Pregunto, el médico, quando no solo no le sangra, sino le da un remedio enteramente contrario á la sangría, porque ve que es el que le conviene y le cura, se opone á la voluntad del enfermo ó no? Yo digo que no. Porque lo que le pide el enfermo, baxo el nombre de sangría, es la salud. Señor, los pueblos, quando piden Inquisicion, lo que piden es conservacion de la religion. Concédaselo V. M. á todo trance.

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se, me dice:

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que se

Pero, Señor no se quite la Inquisicion hasta esparza la ilustracion." Haré una pregunta muy sencilla: los pueblos creian quando se estableció la Inquisicion en España, que era absolutamente necesaria para conservar la religion? Que la tuvieran por buena, pase; pero que la tuvieran por absolutamente necesaria, no señor, No hay duda que antes de establecerse se sabia en parte lo que era, porque la habia en otros paises; pero no se cuido de prevenir al pueblo sobre un establecimiento, que, aun que tenia un objeto sauto y piadoso, estaba expuesto por sí á tantos abusos. Señor, si no se reclamó fue porque no se habia formado la opinion contra él: luego se estableció, y mientras exista no se le puede conocer.

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