Imágenes de páginas
PDF
EPUB

metal recojido para que fuesen allá con ellos, los quales no se quisieron ir á causa que los otros habian pasado por mucho peligro, á causa de las muchas generaciones que por los caminos que habian de pasar habia, é que despues habian habido nuevas que estos sus compañeros volviéndose á do ellos estaban, una generacion de indios que se dicen los Guaranís los habian muerto por tomarles los esclavos que traian cargados de metal, lo cual nosotros hallamos agora por cierto en lo que descubrimos por el Paraná arriba, como adelante diré á vuestra merced; y luego el Señor Capitan General le dijo le enseñasen lo que decian le habian enviado sus compañeros: los quales dijeron que cuatro meses, poco mas o menos, antes que allegásemos á este puerto de los Patos, que así se llamaba do ellos estaban, llegó al dicho puerto una nao en la qual venía por Capitan el dicho D. Rodrigo que á vuestra merced digo, al qual dieron hasta dos arrobas de oro y plata y de otro metal mui bueno, con una relacion de la tierra para que lo llevase á S. M. y fuese informado de tierra tan rica, y que al tiempo que se lo entregó en el batel para llevarlo á la nao, el batel se anegó con la mucha mar que habia, de manera que perdió todo, y que entonces se habian ahogado en el dicho batel quince hombres, y que él escapó á nado y con ayuda de los indios que entraron por él, y que á la causa no tenia metal ninguno, salvo unas cuentas de oro y plata, y que por ser la primera cosa que en aquella tierra habian habido, lo tenia guardado para dar á nuestra Señora Guadalupe, las cules dieron al señor Capitan General, y las de oro eran mui finas de mas de 20 quilates, segun pareció, y que si el Señor Capitan General queria tocar en el dicho rio de Solís, que ellos irian con sus casas é hijos y nos mostrarian la gran riqueza que habia en él, y el señor Capitan General les respondió que era otro su camino. E por la mucha necesidad que de batel habia para la dicha

nao capitana, se les preguntó si habia por ahí cerca alguna montaña en que hubiese buena madera para donde el batel, y respondieron que allí junto á dó estábamos surtos, tras aquella montaña alta habia mui buen lugar, y luego el señor Capitan General mandó ir á sondar la entrada y puerto á un Piloto y un Maestre, las dos personas en tal caso mas sábias y de quien mas crédito en este caso se hubiese de dar: los quales vieron la dicha canal y la sondaron, y vuelto dijeron al señor Capitan General como lo habian todo sondado, y que podian entrar las naos mui bien y sin ningun peligro; lo qual pareció al contrario, por que como la nao capitana se hizo á la vela de adonde estaba surta, en domingo dia de San Simon y Judas, que fueron 28 de Octubre del dicho año, al pasar que quiso para entrar tras la montaña, la dicha nao capitana tocó en un bajo, y luego se trastornó á la una banda, de manera que no pudo mas ir atras ni adelante, é que nos vimos todos los que en la dicha nao veniamos en mucho peligro de las vidas, á causa de andar la mar algo levantada, mas plugo á nuestra Señora de nos salvar, de manera que ninguna persona pereció: todavia se salvó alguna parte de lo que en ella venia, aquí perdí yo mi caja con algunas cosas dentro de ella que me han hecho harta falta por haberse alargado el viage mas de lo que pensábamos; y luego el señor Capitan, viendo la nao perdida, se pasó á otra nao, y de alli, como digo, se puso mucha deligencia por salvar lo que en ella venia, mas como á vuestra merced digo no fué tanto quanto quisieramos. E luego el Señor Capitan General determinó de entrarse en el rio con las otras naos que le quedaban, antes que las tomase algun temporal que las hiciese daño, y despues de entradas en dicho puerto y amarradas las naos como convenia; y luego el señor Capitan General procuró de saltar en tierra é poner por obra lo que habia acordado de hacer: luego hizo hacer

ciertas cosas en tierra para que la gente que de la dicha nao se habia salvado se recojiese. El señor Capitan General viendo la mejor nao perdida y mucha parte del mantenimiento, y que la gente no se podria se podria recoger en las otras dos naos por ser mucha, acordó de la hacer una galeota que pescase poca agua, é que fuesemos en descubrimiento del dicho rio de Solis, pues éramos informados de la mucha riqueza que en él habia, porque en esto se hacia mas servicio á S. M. que en el viaje que llevábamos de la manera que esparabamos ir. Esta isla era muy alta de arboleda, habia en ella cinco ó seis casas de indios y despues que á ella llegamos hicieron muchas mas, por que de la tierrafirme vinieron muchos y hicieron sus casas. Estos indios trabajaron mucho, asi en hacer las casas para la gente como en otras cosas necesarias. En esta isla habia muchas palmas, en este puerto nos traian los indios infinito bastimento, asi de faisanes, de gallinas, habas, patos, perdices, venados, dans.....que de esto todo y de otras muchas maneras de caza habia en abundancia y mucha miel y otras cosas de mantenimientos, lo qual todo se rescataba por mano de Henrique Montes, por saber la calidad de los indios mejor que otro por se haber criado entre ellos. Las frutas de esta tierra son muy desunidas y pocas: todo el mantenimiento como lo de Pernambuco, y la gente de la misma manera y condicion, salvo que aqui las mugeres casadas traen unas mantiestas pequeñas de algodon, de manera que no andan tan deshonestas como las que arriba dige. En este puerto estuvimos tres meses y medio, dentro de los quales se acabó de hacer la galeota, aunque antes se acabára de hacer sino enfermara toda la gente, que era la tierra tan enferma que á todos los llevó por un rasero, que yo doy mi fé á vuestra merced que segun la gente cayó de golpe bien pensábamos peligrara la mayor parte: alli se nos reunieron cuatro hombres, y otros

de los que salieron malos en seguimiento de nuestro viage. A Juanico tuve aqui muy malo y tanto y en tanta manera que doy mi fé á vuestra merced que pensé se fuera su camino: pasé con él harto trabajo á causa del poco refrigerio que habia. Yo, gracias á nuestra Señora, me hallé muy bueno en esta tierra, que jamas cai malo, ni me dolió la cabeza en ella, mas no me duró mucho, por que hago saber á vuestra merced que el mismo dia que de este puerto de la Santa Catalina, que asi se le puso nombre, salimos, que fué tan grande la enfermedad que me dió, que bien pensé ser llegado mi fin. Asi que, señor, despues de acabada la dicha galeota, y recogida toda la gente en las naos, y en ella, con todos los cristianos que alli hallamos, salimos con buen tiempo del dicho puerto á 15 dias de Febrero del dicho año de 1527, y desde á seis dias siguientes llegamos al cabo de Santa Maria que es á la boca del rio Solis. Este rio es muy caudaloso, tiene de boca veinte y cinco leguas largas: en este rio pasamos muchos trabajos y peligros, ansi por no saber la canal como haber muchos bajos en él y andar muy alterado con poco viento, cuanto mas que se levantan en él grandes tormentas, y tiene mui poco abrigo. Digo de verdad á vuestra merced que en todo el viage no pasamos tantos trabajos ni peligros como en cincuenta leguas que subimos por él hasta llegar á un puesto de tierra firme que se puso por nombre San Lázaro.

Yo vine de Santa Catalina hasta aquí en la galeota, y como mi enfermedad fué grande y en ella habia muy poco abrigo, pasé infinitos trabajos y tantos que yo doy mi fé á vuestra merced no creo bastante lengua de hombre á poderle contar, mas plugo á la magestad divina de me sacar de ellos para meterme en otros mayores, como vuestra merced, en esta carta adelante verá, mas doyle muchas gracias que á la fin de tantas fatigas nos ha dado gracia de descubrir tan rica tierra como esta, como adelante vues

tra merced verá. Como digo en fin que, señor, llegamos aquí Domingo de Lázaro, que fueron 6 de Abril del dicho año de 1527 años. En este puerto estubo el señor Capitan General un mes, dentro del qual las lenguas que traiamos se informaron de los indios de la tierra, y supieron como habia quedado allí un cristiano cautivo en poder de los indios de quando habian desbaratado y muerto á Solis, el qual se llamaba Francisco del Puerto. Este en sabiendo de nuestra venida vino luego á hablar al señor Capitan General, y entre otras muchas cosas que le preguntó de la manera de la tierra y la calidad de ella dió muy buena relacion y tambien de la gran riqueza que en ella habia, diciéndole los rios que habia de subir hasta dar en la generacion que tiene este metal; y por que las naos no podian pasar por el Paraná adentro á causa de los muchos bajos que habia, las dejó con treinta hombres de la mar para que buscasen algun buen puerto seguro do las metiesen, y tambien acordó su merced, dejar en el dicho San Lázaro una persona con diez ó doce hombres para la guarda de mucha hacienda que allí quedaba asi de S. M. como de particulares, entre los quales fuí yó uno, á causa de no estar libre de mi enfermedad que todavia me tenia muy fatigado. Y con toda la otra gente del armada en la galeota y caravela, se recojió el señor Capitan General para ir el rio Paraná arriba, y partió de San Lázaro á 8 dias de mayo del dicho año de 1527, y antes que su merced partiese, viernes de ramos, estando el tiempo muy sosegado y claro, obra de tres horas de la noche, se levantó un tiempo tan espantoso que aun los que estábamos en tierra pensamos perecer; pasaron las naos mucho peligro y la una dellas hubo de cortar el mástil principal para la salvacion de la dicha nao, y fué este tiempo tan temeroso que tomó la galeota que estaba en el agua con dos amarras y la quebró, y en peso, como si fuera

« AnteriorContinuar »