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tierra traian: todo era mui poco segun nuestras necesidades. Visto el poco remedio y socorro que yo les podia dar, por la falta de navío que pudiese salir á la mar, acordé de enviarles por tierra el avio suficiente, para que, hasta que Nuestro Señor proveyese, allí se sustentasen. Perdida esperanza de breve socorro, procuré de salir con el mejor órden y gente que pude en descubrimiento de la tierra, y en diez y ocho de enero de cincuenta y tres salí deste puerto con ciento y treinta hombres de acaballo y dos mil indios, dejando esta tierra en paz y concordia, y en su administracion, con mi poder, á Felipe de Cáceres; y estando treinta leguas el rio arriba, tuve aviso de cierto desasosiego que Diego de Abrigo daba en esta tierra, de tal manera que estaba en punto de perderse; entendido lo cual abajé con veinte hombres á esta ciudad y reformé el estado de la tierra, castigando á algunos de los que con él se alzaron, y llevando otros conmigo, de los que pude haber, y dejando á otros presos; de tal manera que sin zozobra ninguna pude conseguir mi viage, y llegué por la derrota pasada hasta el pueblo de los Mayas, el cual hallé sin gente alguna, todo despoblado, sin esperanza de mantenimiento, y las aguadas deshechas, y los caminos ciegos; acordé de enviar al capitan Nuflo de Chaves descubriendo con veinte de á caballo, cuatro jornadas adelante, hasta un pueblo que solia ser de gente labradora llamado Laye nos, donde se tomaron algunas lenguas, por los bosques, porque el pueblo estaba despoblado, de los cuales tuve aviso estar adelante toda la tierra destruida de otros indios cazadores que se llaman Naperús. Visto esto y nuestras comidas acabarse, habido el consejo que mejor pareció ser, determiné de no aventurar gente ni perder ninguno; y así dí la vuelta al rio, y de allí, encaminando la gente por el órden que mejor me pareció, á esta ciudad, me aparté con treinta de á caballo, en descubrimiento de una pro

vincia de que tenia antes noticia, que se llama Itatin, gente que nunca habia venido al servicio de V. A., á la cual provincia llegué en salvamento, exortando y animando á los de la provincia al servicio de V. A., y sin muerte ni escándalo de ninguno della la reduge y tomé posesion de la tierra en nombre de V. A.; y fué Dios servido que descubrí camino mas cierto y seguro para nuestro viage, segun la relacion conforme que de los indios mas viejos. de la tierra tomé; y con esto, dejando la tierra pacífica, en fin de setiembre del mismo año, llegué á esta ciudad, en donde fuí bien recibido y hallé que habian muerto al Diego de Abrigo, por mandado del contador, que parece que, como vido que era yo fuera de la tierra, no se pudo valer con él de otra manera. Y el año siguiente de cincuenta y cuatro, procuré poner en punto mi jornada por esta provincia de Itatin, y teniendo las cosas necesarias para el viaje, envié á diez y siete de octubre, al capitan Nuflo de Claves con treinta de á caballo adelante, para salir luego yo. Estando en este punto, llegaron ciertas cartas y avisos de San Vicente, en que fuí avisado como V. A. habia despachado y enviaba á esta tierra la provision de la gobernacion della; entendido lo cual, porque sin mí, con la presteza que yo deseo al servicio de V. A. no pudieran ser socorridos, acordé de alargar la jornada por mejor enterarme de la certeza del despacho de V. A. y así, á dos de junio de cincuenta y cinco recibí de Barto. lomé Justiniano, por via de San Vicente, aviso de como llegó allí con la provision que V. A. me hizo original, y me envió un traslado simple della. Beso piés y manos de V. A. por la merced que se me ha hecho, porque, aunque despues que estoi en esta tierra, mi deseo y voluntad tiene merecido á V. A. el fruto desta tierra, hasta agora ha sido trabajos é importunaciones á V. A. Dios me dé tiempo que mis obras puedan representar mi deseo. Bartolomé

Justiniano no la ha traido por razon que el gobernador de San Vicente le ha detenido: cosa es que pudiera escusar, porque demas de ser su paso sin perjuicio de la tierra, en contemplacion de sus necesidades, desta han recibido buenas obras. Yo envio al capitan Nuflo de Chaves por estas provisiones, y á rogarles que dejen pasar á Justiniano y á otras cosas necesarias para el servicio de V. A. Llegadas aqui en todo se cumplirán como V. A. manda y leales vasallos deben cumplir.

Permite el gobernador de San Vicente, que los indios Carios que de aqui salen con algunos cristianos foragidos, se vendan y contraten y pónenlos de su hierro y señal, cosa, cierto, en que Dios Nuestro Señor y V. A. grandemente se desirven; y aunque hasta aqui por cartas les he rogado, exortado y requerido no lo hagan, no ha habido enmienda, antes llevan su costumbre adelante. Tengo por cierto, que la misma cuenta tendrán con los despachos y requerimientos que sobre esto envio; por tanto, V. A. por el órden que mas sea servido, lo remedie.

En las cosas particulares desta tierra, no tengo que decir mas, sino que los naturales della viven en paz y concordia, mui sosegados, sin pensamiento, á lo que parece de otras alteraciones y cada dia se van mas instruyendo en la fé católica, y los pobladores desta tierra mui pacíficos y entienden en sustentarse lo mas sin perjuicio que pueden, sin cosa alguna de los escándalos pasados. A Nuestro Sefor sean dadas gracias por todo, y él se sirva con todos. Nuestro Señor vida y mui poderoso estado de V. A. acreciente con mayores reynos y señorios. Fecha en la ciudad de la Asuncion á 24 de julio de 1555.

Mui poderosos señores, besa pies y manos de V. A.

Domingo de Irala.

Sobre-A los mui altos y mui poderosos señores del Con

sejo de las Indias de la Sacra Cesare Católica Magestad del Emperador é Rey nuestro señor, etc.

Carta de Juan de Salazar al Consejo Real de Indias, dando cuenta de su espedicion al Paraguay, y pidiendo, como primer poblador, que se le concediese á perpetuidad cierto número de indios. - Asuncion, 20 de Marzo de 1556.

Mui poderosos señores:

De Santos y San Vicente escribí postreramente con Francisco Gambarrota, genoves, que venía del Paraguay para ir á ese Consejo Real de Indias, y con él envié cierto metal que me enviaron del Paraná para muestra. Visto que de Portugal no venía el despacho para nos dejar ir al Paraguay, y tan malas esperanzas de nuestro remedio, y la necesidad de cada dia mayor y muchas molestias que no se podian sufrir, traté con Ciprian de Goes, hijo de Luis de Goes, que habia poco era venido de Portugal á estar en un ingenio del padre, que nos viniésemos al Paraguay, porque dél entendí tener voluntad de hacer. Y así lo hicimos con una docena de soldados que conmigo estaban y otros seis portugueses que salieron con Ciprian de Goes; y así, trujo la mujer y yo á doña Isabel de Contreras, con quien me casé, y dos hijas suyas, y otras tres mugeres casadas. Salimos sin hacer daño á la tierra ni á cosa della; ellos mandaron á los Tupis que nos prendiesen, y si nos defendiésemos nos matasen. Doce leguas adelante de San Vicente y Santos, estando en armas los indios espe

rándonos, lo supo Manuel de Nóbrega, hermano de la Orden de Jesus, general de aquella costa : tenía un monasterio fuera de las sierras, á tres leguas de los indios, y los instruian en la fé, y como bueno y católico, los movió de su mal propósito, diciéndoles que Dios se enojaria y así el rey de Portugal; que los que se lo habian mandado eran malos cristianos, y lo hacian porque nos querian mal y porque nosotros matásemos muchos dellos; y con esta buena obra y ayuda, pasamos sin romper con ellos.

Llegamos á Guayrá, que es la primera tierra de esta generacion del Paraguay, á cabo de cinco meses: allí hallamos al capitan García Rodrigo de Vergara, hermano de Fray Pedro de Soto, confesor de S. M., á quien se hizo merced del oficio de contador de esta tierra, y se quedaron las provisiones en España, y por esto sirve todavia el oficio Felipe de Cáceres; estaba con ciertos españoles poblado, por mandado del gobernador Domingo Martinez de Irala, esperando que el Paraná bajase, para sacar metal en cantidad; de lo que llevó Gambarrota, no he sabido mas lo que ha hecho. Allí pasé á descansar las mugeres y reformarnos, para llegar al Paraguay, que hay de allí allá cien leguas y en ellas algunos despoblados.

De allí despaché luego al gobernador Domingo de Irala á Bartolomé Justiniano, con las provisiones que traia para él; diéronselas en Setiembre de este año pasado de 1555. Cuando yo llegué, que fué en octubre del dicho año, ya era recibido, y así, lo fuí yo, como llegué, al oficio de tesorero y al de regidor. Entendidos que el gobernador envia á ese Consejo una persona por este camino de San Vicente, dél sabrá V. A. lo mas que fuere servido, y el gobernador lo escribirá. Yo ha poco que llegué; no estoy bien enterado en las cosas de la tierra; el obispo ni el armador que tanto importaba á los cristianos é indios, no ha

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