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Humilde y leal vasallo y servidor de vuestra católica cesarea magestad.

Sin sobre.

Domingo Martinez.

Carta de Rui Diaz Melgarejo al Emperador D. Cárlos, informándole de los agravios hechos despues de la prision del gobernador Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, y pidiendo que á él y á sus compañeros se les dé con que sustentarse en la Guayra, donde han sido enviados á poblar-Asuncion 4 de Julio de 1556.

Sacra Cesárea Real Magestad.

Mucho tiempo ha que he deseado ante vuestra Magestad presentarme, para que me conociese y particularmente de mi se sirviese: el único y solo señ or que en esta vida he servido es V. M., á quien en mi mocedad, en Italia, en la guerra, serví seis años, en todo siempre procurando de imitar á mis pasados. Vine á esta provincia del Rio de la Plata con el gobernador Cabeza de Vaca, habrá diez y seis años, y un mi hermano, donde ambos á dos hemos á V. M.. servido en todo lo que se ha ofrecido. Preso Cabeza de Vaca, yo fuí preso tambien, por que la noche que le prendieron luego acudí con mis armas á la posada del capitan de su guarda, que nunca me oyó: en continente, comenzando á dar muestras de mi voluntad que era de librarlo, por lo cual tambien me readguyeron que era de amotinador, y aun hicieron pesquisa entre algunos soldados que habian estado en Italia, que me conocian, de si

vieron ú oyeron que yo en algun motin en la guerra me hubiese hallado, do fué á todos notorio su mala intencion; mas de esto yo estaba satisfecho y muy seguro que por aquella via hacer mal no me podian, por que yo nunca supe ni sé, ni espero que sabré, sino ser hasta la muerte fiel y leal servidor de V. M. Escribir lo que entonces pasé y despues he padecido, con otros algunos que el servicio de V. M. siempre han procurado, seria un proceso muy largo. Ha me guardado Dios por muchas veces, en diversos tiempos, y por varias cosas, sin salir todo de un mismo negocio: unas veces guareciéndome en casas secretas, en escondido otras; en los bosques espesos metido, siete años anduve en compañia de un caballero de Sevilla, de mi natural, deudo, vecino y amigo, capitan de Cabeza de Vaca, durante el cual tiempo siempre nos buscaban y muchos rebatos daban y aun muchos bandos echaban, que nadie de comer, ropa, ni armas nos diese, ni en su casa recogiese. Paró este destierro y paregrinage, despues de muchos trabajos, peligro, hambre y desnudez, y muchas veces habernos preso y á mí sacado de la iglesia, en que á mi me desterraron, puesto en unos grillos, el rio arriba, y al probe capitan en un bosque, durmiendo, con un arpon mataron; apartándonos desta manera al uno, quitándole la vida, y á mi de toda la conquista. Y así, me puse en camino la vuelta de San Vicente, puerto de portugueses, con otros probes perseguidos que conmigo se juntaron, y cuando esperé pasar entre los indios, como estaban lastimados de quien los habia robado, una noche dieron sobre nosotros en su misma casa, y la casa quemaron y á todos flecharon y á uno luego mataron, y encontinente pedazos le hicieron, y asado y cocido, le comieron. Llegué á San Vicente, con voluntad de pasar á España á dar cuenta á V. M. de los insultos, robos, homicidios, alteraciones y disenciones desta provincia, que

la

luego sucedieron despues que echaron la justicia de ella, tan á costa de los pobres indios, que es mui cierto que faltan desde entonces mas de cincuenta mil, y esos que hay, la mayor parte viven unidos, por lo menos muertos de hambre, sin mugeres ni hijas, que todas se las han saqueado; y por esta causa, los tristes, muchos han sus casas y tierra desamparado y en los bosques se han avecindado. No fué mi dicha de que yo fuese con la relacion desta persecucion, sinó quien en esto no habló, ó la verdad calló. Visto que los portugueses no me dejaron embarcar, húbeme á esta ciudad de tornar, donde hallé, ya legítimo gobernador, al que de todo fué causador, y ansí luego le obedecí y como á hechura de V. M. le serví y me le ofrecí al despachar del navio, que partió desta conquista, à vueltas de la entrada que luego se publicó. El gobernador me mandó que, con ciertos mis amigos, á poblar fuese á un asiento que llaman Guayrá, junto al rio que llamab el Paraná, la vuelta del Piquirí; yo lo acepté, por parecerme que servia mui mucho á V. M. y que á mis amigos, que son los probes que siempre á V. M. lealmente han servido, les sacaba de cautiverio y de debajo de la lanza de quien ha tantos años que nos la tiene puesta á los pechos; porque, hasta en el repartimiento que hizo desta tierra, á ninguno dellos indio dió. En cuyo nombre y en el mio, humildemente á V. M. suplico y pido que en este asiento de Guayrá, donde hemos de estar, ó en otra parte desta conquista, sea servido de mandar que nos den con que podamos de nuestros trabajos algun tanto descansar, sin que nadie nos lo pueda quitar. Del obispo desta tierra, lo que escribo á V. M. es que su venida mas fué para atizar la fragua, que para echarle agua: todo lo bueno ha reprobado, y con todos los malos que algo tienen se ha abrazado; no se donde piensa subir, que él luego predicó en el altar la entrada, y que hasta las Amazonas ha de ir y descubrir. Hase con todos tan mal

regido, que todo el pueblo, por ver sus codicias, le tiene. aborrecido. Plega á Dios que Dios lo remedie y V. M. lo provea, que gran necesidad tenemos de ser socorridos y de otros caudillos proveidos: en cuya esperanza, todos los pobres quedamos suplicando á Dios nuestro Señor y á V. M. alargue la vida y al príncipe, nuestro Señor, y haga único emperador de todo el universo. Desta ciudad de la Asuncion, cuatro de julio de mil y quinientos y cincuenta y seis.

De vuestra sacra, cesarea, real magestad, humilde súbdito y mui humilde vasallo.

Ruy Dias Melgarejo.

Sobre A la Sacra Cesarea Católica Real Magestad del invictísimo Emperador y Rey nuestro señor - Dése en Sevilla en la Contratacion-Va del Rio de la Plata.

Carta de Martin Gonzales, clérigo, al Consejo de Indias, dando cuenta del levantamiento de ciertos indios, con un niño que decian ser hijo de Dios. - Asuncion 5 de julio de 1556.

Mui poderosos señores:

Despues de haber escrito dos cartas, que á S. M. y á V. A. escribo, de las cosas desta provincia, tenemos nueva que entre los indios se ha levantado uno, con un niño que dice ser Dios ó hijo de Dios, y que tornan con esta invencion á sus cantares pasados, á que son inclinados de su naturaleza por los cuales cantares, tenemos noticia que en tiempos pasados, muchas veces se perdieron, porque entretanto que dura, ni siembran ni paran en sus casas,

sino, como locos, de noche y de dia en otra cosa no entienden, sino en cantar y bailar, hasta que mueren de hambre y cansancio, sin que quede hombre ni muger, niño ni viejo, y ansi pierden los tristes la vida y el ánima. Ha sido en lo de presente la causa, segun las lenguas dicen y todos lo vemos, nuestro obispo (102), porque á mi propio han dicho indios principales, no ha muchos dias, que fué cuando echó á sus hijos de la doctrina, pues que no queria el obispo que sus hijos aprendiesen las cosas de Dios, que ellos aprenderian las cosas del diablo; novidos á esto del mismo enemigo y de las cosas que han visto y cada dia ven en el obispo, que esperaban que les habia de salvar la vida y ánima, mugeres, hijas y hacienda, como yo se lo tenia dicho. Visto que todo les ha salido al reves, como dello á S. M. y V. A. tengo dada cuenta en las dos mias cartas fechas á tres deste : conosco, por lo que conozco de los indios y entiendo de su condicion, que si Dios no lo remedia, y V. A. no lo provee, que de esta hecha la tierra se ha de levantar de hecho, porque quien los habia de apaciguar, antes los ha de empeorar, segun ha comenzado y las muestras ha dado de su condicion. Y desto y de lo demas que tengo escrito, en cumplimiento de lo que debo como cristiano y sacerdote, V. A. se podrá informar, no señalo de uno mas que de otro, sino de cuantos allá van, mandándoles con juramento que digan la verdad de lo que saben de todo lo que escribo y he escrito, porque aqui Jo no pretendo sino avisar á S. M. y á V. A., segun caridad y compasion que tengo de estos probes indios, de sus ánimas y de nuestras vidas; para que por mano de V. A. lo uno y otro se remedie. Dios nuestro Señor el sobe

(102)-(Pag. 632)-Respecto de la conducta del obispo fray Pedro Fernadez de la Torre, estan conformes todas las cartas escritas al Rey y Consejo de Indias por los conquistadores de las provincias del Rio de la Plata, que no fué la mas prudente ni la que las circunstancias aconsejaban practicar.

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