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dia alzar el cerco ántes de salir con su intento y tomar el castillo. Por esta manera como quier que el de Navarra se volviese à España, los cercados fuéron forzados à rendirse à partido que dexase ir à los soldados de guarnicion libres à sus casas. La tardanza del Rey de Navarra y poco brio de los Grandes dió en Castilla lugar à tratar de reconciliar al Príncipe D. Enrique con su padre. Con la esperanza que se concluiría la paz, derramáron las gentes que por una y otra parte tenian levantadas: tras esto concertáron las diferencias entre los dos Príncipes padre y hijo.

tér

8 Vuelve à Toledo; es recibi

regocijo, y priva à Pero Sarmiento de la al

bierno de aquella ciudad,

Hecho esto, el Rey se quedó en Castilla la vieja, el Príncipe D. Enrique volvió à Toledo, do do con mucho fué recebido con grande aplauso del pueblo con danzas y regocijos à la manera de España: allí fi- caydía y del gonalmente Pero Sarmiento porque trataba de dar aquella ciudad al Rey, y por no poner fin y mino à los robos y agravios que hacia, fué priva-: do de la alcaydía del alcázar, y del gobierno de la ciudad por principio del año mil y quatrocientos y cincuenta. Quexábase él mucho de su desgracia, 1450. imploraba la fé y palabra que el Príncipe le diera: no le valió para que no se executase la sentencia y saliese de la ciudad. Llevaba consigo en doscientas acémilas cargados los despojos que robára, tapices, alhombras, paños ricos, baxilla de oro y de plata; hurto vergonzosísimo, demasías y cohechos exorbitantes: bramaba el pueblo y decia era justo le quitasen por fuerza lo que à tuerto robó. No pasáron de las palabras y quexas à las manos: nadie se atrevió à dalle pesadumbre por llevar seguridad del Príncipe; verdad es que parte de la presa le robáron en el camino: lo mas dello en Gumiel,

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do su muger y hijos estaban, poco despues por mandado del Rey fué confiscado.

El mismo Sarmiento se retiró à Navarra, y adelante alcanzado que hobo perdon de sus desórdenes, en la Bastida pueblo de la Rioja cerca de la villa de Haro, el qual solo de muchos que tenia, le dexáron, pasó la vida sujeto à graves enfermedades y miedos, torpe por las fealdades que cometió, despojado de sus bienes y tierras por mandado del Padre Santo, con quien este negocio se comunicó. Los compañeros que tuvo en los robos, fuéron mas gravemente castigados: en diversas ciudades los prendiéron y con extraordinarios tormentos justiciáron: castigo cruel; pero con la muerte de pocos pretendiéron apaciguar el pueblo alterado, aplacar la ira de Dios, y reprimir tan graves maldades y excesos; juntamente se dió aviso à los demás puestos en gobierno, que en semejantes cargos no usen de violencia, ni empléen su poder en cometer desafueros y desaguisados.

CAPITULO X.

De las cosas de Aragon.

A pénas se habia sosegado la ciudad de Toledo,

quando en Segovia, donde el Príncipe D. Enrique era ido, se levantó un nuevo alboroto por esta ocasion à D. Juan Pacheco Marqués de Villena achacó un delito y exceso por el qual merecia ser preso, Pedro Portocarrero que comenzaba à tener cabida con el Príncipe: ayudábanle y deponian lo mismo el Obispo de Cuenca y Juan de Silva Alfe

rez del Rey y el Mariscal Pelayo de Ribera. Avisáron al Príncipe que usase de toda diligencia, y que mirase por sí: el castigo dado à D. Juan Pacheco sería à los demás aviso para que no recompensasen con deslealtad mercedes tan grandes como tenia recibidas. Aprobado este consejo, se acordó fuese preso: era tan grande su poder que no era cosa fácil executallo; y él mismo, avisado del enojo del Príncipe, se apoderó de cierta parte de la ciudad y en ella se barreó para hacer resistencia à los que le acometiesen. Recelábanse que el negocio no pasase adelante, y no fuese necesario venir à las armas, con que se ensangrentasen todos permitieronle se fuese à Turuegano pueblo de su jurisdiccion. Desde allí procuró ganar à Pedro Portocarrero: para esto le dió una bija suya bastarda por nombre Doña Beatriz por muger, y en dote à Medellin *, villa grande en Extremadura y cerca de Guadiana; con esta maña enflaqueció el poder de sus enemigos, y la ira del Príncipe comenzó à amansar.

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2 Continúa la guerra de Ara

gon con poco calor por ámbas

La guerra con los Aragoneses se continuaba, bien que no con mucho calor y cuidado, ni con mucha gente por estar todos cansados de tan lar- partes. gas diferencias. El castillo de Bordalua en la frontera de Aragon tomáron à los Aragoneses, que ellos de nuevo y en breve recobráron. El enojo que se tenia contra el Rey de Navarra, era mayor por ser causa y movedor de todos estos males: ofrecíase coyuntura para tomar dél emienda con ocasion de algunas diferencias que resultáron en aquel reyno. Fué así que muchos inducian al Príncipe de Viana se apoderase del reyno: decian que era de su madre; y su padre hacia agravio à él pues

3 El Rey de Aragon encantado con las deli

no piensa volver à su reyno.

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tenia ya bastante edad para gobernar, y à toda la nacion pues siendo extrangero, sin ningun derecho ni razon queria ser y llamarse Rey de Navarra: estas eran las zanjas que se abrian de grandes alteraciones que adelante se siguiéron. Estaba el Rey de Navarra en Zaragoza, donde se tuviéron cortes de Aragon' entrado bien el verano: tratóse de los pesquisidores, que solian ser como tenientes del Justicia de Aragon, y fué acordado que el oficio destos se templase y limitase con ciertas leyes que ordenáron para que no abusasen en agravio de nadie del poder que para bien comun se les daba. Determinóse otrosí que los bienes sobre que hobiese pleyto, se pusiesen en tercería en poder de un depositario general, à propósito que los jueces por tenellos en su poder no dilatasen las sentencias y alargasen los pleytos.

El Rey D. Alonso de Aragon, dado que ocucias de Nápoles pado y entretenido en Nápoles, todavía cuidaba de las cosas de España. Despachó Embaxadores à los Príncipes con que los exôrtaba à la paz, resuelto (si hobiese guerra) de acudir con fuerzas y consejo à su hermano y à sus vasallos. Por lo demás parecia estar olvidado de su patria, en tanto grado que nunca le pudiéron persuadir volviese à España, puesto que muchas veces lo procuráron. Las grandes comodidades de que así por mar como por tierra goza aquella provincia y ciudad de Nápoles, le detenian en Italia, donde queria mas ser el primero en poder y autoridad, que en España ser con

Estas cortes se

Donde se tuviéron cortes de Aragon. convocáron para el dia 30 de Octubre de 1449, pero no se celebráron hasta el año siguiente, y se concluyéron el 8 de Agosto. Véase à Zurita lib. 15 cap. 59.

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tado como era forzoso por segundo. El fruto de sus trabajos era una grande paz de que gozaba, y renombre del mas afamado entre los Príncipes de su tiempo: los de cerca y los de léxos à porfia pretendian su amistad con embaxadas que para este efecto le enviaban.

4 El Emperador de los Grie

proteccion, y le pide socorros.

En especial los Emperadores Griegos se señala. ban en esto por estar trabajados de los Turcos, que gos implora su ensoberbecidos con tantas victorias todas por partes los rodeaban y apretaban ordinariamente, y aun se recelaban que ya se acercaba el fin de aquel imperio nobilísimo. La poca esperanza que quedaba à los Griegos de sustentarse, estribaba en la fortaleza y grandeza de sola la ciudad de Constantinopla, cabeza y asiento de aquel imperio; pero era esta ayuda muy flaca. Así se determináron buscar socorros de fuera, y en particular Demetrio Paleólogo, Príncipe de la Ática y del Peloponeso, que hoy se llama la Morea, y hermano del Emperador Constantino (que así se llamaba) con una embaxa-) da que envió al Rey de Aragon, le ofreció si le ayudaba, que concluida la guerra de los Turcos, le daria en premio provincias muy grandes: lo mismo hizo Aranito Conde de Epiro, que vulgarmente se llama Albania.

Pero entre las demás embaxadas no es razon de xar de referir la que le envió Georgio Castrioto, por las grandes virtudes y esfuerzo deste varon, y por sus hazañas y proezas contra los Turcos muy señaladas; ántes será bien decir de aquel Príncipe en este lugar algunas cosas que podrán dar luz para lo que adelante se ha de contar. En su tierna edad le entregó à Amurates Emperador de los Turcos su padre Juan Castrioto, que tenia su estado en aque

5 Georgio Castrioto es entre

gado por su pa

dre al Empera

dor de los Tur

cos en rehenes.

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