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Ginoveses se asentó la paz con ellos 2, con condi-, cion que cada un año presentasen al Rey D. Alonso mientras que viviese, una fuente de oro bien. grande; la qual como acostumbrase à recebir delante del pueblo como tropheo de la victoria ganada contra aquella ciudad, por parecelles à los Ginoveses cosa pesada no duró la confederacion mucho tiempo, ni pagáron las parias adelante de quatro años.

En Castilla otrosí el Rey de Navarra usaba del poder que tenia usurpado, con alguna aspereza, por donde su mando no duró mucho tiempo, como quier que las cosas templadas se conservan, y las demasías presto se acaban. Tenia como preso al Rey de Castilla, que fué un señalado atrevimiento y resolucion extraordinaria : en reyno ageno, en tiempo de paz, à tan gran Príncipe quitalle la libertad de hablar con quien quisiese. Púsole por guardas à D. Enrique hermano del Almirante, y à Rodrigo de Mendoza Mayordomo de la casa Real para que notasen las palabras y aun los meneos de los que entraban à hablalle. Estaban metidos en el mismo enredo el Almirante y el Conde de Benavente como personas obligadas por la afinidad contraida con los Infantes; y aun el Príncipe de Castilla y la Reyna andaban en los mismos tratos.

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de

? Fray Lope

Barrientos

Visitaba el Rey de Castilla à Ramaga, à Madrigal y à Tordesillas, pueblos de Castilla la vieja. Obispo de Ávila Fray Lope de Barrientos, yá Obispo de Ávila movido por la indignidad del caso, y porque de secreto favorecia à D. Álvaro, pensó era buena ocasion aquella para volvelle en su privanza. Resolvió Álvaro.

2 Se asentó la paz con ellos.—Este tratado se hizo en Castelnovo de Nápoles el 7 de Abril de 1444. Zurita..

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indignado de este desacato trata de poner en libertad al Rey, y de volver en la privanza à D.

8 Hace entrar

sa à Juan Pacheco y al Príncipe Don Enrique, y tento de hacer lo mismo con algunos Grandes.

se sobre el caso de hablar con Juan Pacheco : llo-
ró con él el estado en que las cosas andaban, mal-
decia la locura de los Aragoneses. Decia que todo
el desacato que se hiciese al Rey, era mengua del
Príncipe D. Enrique, que en fin tal qual fuese, era
su padre si no era bastante para el gobierno, que
no era razon, echado D. Álvaro,
echado D. Álvaro, que sucediesen
en su lugar hombres estraños, sino que el mismo
Príncipe supliese la floxedad y mengua de su pa-
dre, y comenzase à gobernar. "Qué presta ale-
"grarnos de la caída de D. Álvaro, si quitado él.
» todavía nos tratan como à esclavos, y nos hacen
» sufrir gobierno mas pesado, por la mayor aspe-
» reza de los que mandan y por su ambicion mas
"desenfrenada? Por ventura pensais que los Ara-
"goneses se han de contentar con tener solo el go-
"bierno como Lugar-tenientes? segun el corazon
» de los hombres es insaciable, créedme que pasa-
"rán adelante. Ganado el reyno de Nápoles, es
» tanta su soberbia que tratan de adquirir nuevos
reynos en España. Cuidais que están olvidados
» de D. Enrique el Segundo? tienen muy asentado
"en sus ánimos que se apoderó de Castilla contra
»razon. Pretenden abatir la familia Real de Casti-
»lla, y están determinados de aventurar las vidas
" en la demanda."

Movíase Juan Pacheco con el razonamiento del en esta empre- Obispo: sabia muy bien que decia verdad, y que su amonestacion era saludable, pero espantábale la dificultad de la empresa, y recelábase que sus fuer zas no se podrian igualar à las de los Aragoneses; todavía se resolviéron de acometer à dar un tiento à los Grandes, y entender si tenian ánimo bastante para abatir la tyranía de los Aragoneses y cho

car con ellos. Á fin que estas práticas anduviesen mas secretas, persuadiéron al Príncipe D. Enrique que partido de Tordesillas, se fuese à Segovia con muestra de quererse recrear en la caza. Desde allí escribiéron sus cartas à D. Álvaro para comunicar con él lo que trataban. Acaso los Condes de Haro y el de Ledesma, que por merced del Rey ya se intitulaba Conde de Plasencia, juntándose en Curiel, trataban de poner en libertad al Rey: esto fué causa que el Príncipe D. Enrique volviese à Tordesillas para ver lo que se podria hacer. Verdad es que los intentos de aquellos Señores fuéron por los Aragoneses desbaratados, y ellos forzados à huir: principios todos y zanjas que se abrian de nuevas alte raciones.

Las bodas del Rey de Navarra con su esposa se hicieron en Lobaton primero de Setiembre del año del Señor de mil y quatrocientos y quarenta y quatro: asistieron casi todos los Príncipes y las dos Reynas, es à saber la de Castilla y la de Portugal. El Infante D. Enrique por el mismo tiempo, celebrado que hobo sus bodas en la ciudad de Córdova, con diligencia afirmaba en el Andalucía las fuerzas de su parcialidad. Diego Valera fué por Embaxador al Rey de Francia con intento de alcanzar diese libertad al Conde de Armeñaque, al qual poco ántes prendió el Delphin, y D. Martin hijo de D. Alonso Conde de Gijon. Achacábanle que tenia tratos con los Ingleses. Diéronle libertad con condicion que si en algun tiempo faltase en la fidelidad debida, fuese despojado de los pueblos de Ribadeo y de Cangas que poseía en las Asturias por merced de los Reyes de Castilla, ò por habellos heredado. Fuera desto se obligó el Rey de

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To El Princi

pe gana à su partido algunos Grandes: los

confederados se

Juntan en Avila
Álvaro de Luna,

donde acude D.

y desde allí se vá à Burgos. El

asegurado el de Castilla marcha contralos Grandes con mucha gente en Pam

Castilla en tal caso de le hacer guerra con las fuerzas de Vizcaya cercana à su estado. Con el Prínci pe D. Enrique à un mismo tiempo unos trataban de destruir à D. Álvaro de Luna, otros de volvelle y restituille en su autoridad. El Rey de Navarra persuadia que le destruyesen, y que para este efecto juntasen sus fuerzas: el Obispo Barrientos y Juan Pacheco juzgaban era bien restituille en su lugar, y darse priesa ántes que se descubriesen estas práti→ cas; con este intento para entretener al Rey de Navarra y engañarle se comenzó à tratar de hacer confederacion y liga con él.

En el entretanto el Príncipe D. Enrique se volvió à Segovia: dende solicitó à los Condes, el de Haro, el de Plasencia y el de Castañeda, para que juntasen con él sus fuerzas; llegáronseles otrosí el Conde de Alba D. Fernan Alvarez de Toledo con

su tio el Arzobispo de Toledo, y Iñigo Lopez de Rey de Navarra Mendoza Señor de Hita y Buytrago. Hecho esto, como les pareciese tener bastantes fuerzas para contrastar à los Aragoneses, los confederados se juntáron en Ávila por mandado del Príncipe que se fué à aquella ciudad. Tenian mil y quinientos caballos, mas nombre de exército y número que fuerzas bastantes: vino eso mismo D. Álvaro de Luna.

pliega vienen à

las manos, y la

noche hace ce

sar la pelea.

La

mayor dificultad para hacer la guerra era la falta del dinero para pagar y socorrer à los soldados. Partiéronse desde allí para Burgos donde esta-ban los otros Grandes sus cómplices. Los contratrios enviaron al Rey de Castilla à la 'villa de Portillo, y al Conde de Castro para que le guardase. Comenzó el de Navarra à hacer arrebatadamente levas de gente, juntó dos mil de à caballo: con ess ta gente marchó contra los Grandes, que de cada

dia se hacian mas fuertes con nuevas gentes que ordinariamente les acudian. Junto à Pampliega en tierra de Burgos se diéron vista los unos à los otros: asentáron à poca distancia cada qual de las partes sus reales; pusiéron otrosí sus haces en campo raso en ordenanza con muestra de querer pelear. Acudiéron personas religiosas y eclesiásticas movidos del peligro: comenzáron à tratar de concertallos: tenian el negocio para concluirse, quando una escaramuza ligera al principio desbarató estos intentos, que por acudir y cargar soldados de la una y de la otra parte paró en batalla campal. Era muy tarde, sobrevino y cerró la noche, con que dexáron de pelear.

El Rey de Navarra por entender que no tenia fuerzas bastantes, ayudado de la escuridad dió la vuelta à Palencia, ciudad fuerte. Sucedióle otra desgracia, que el Rey de Castilla se salió de Portillo en son de ir à caza, comió en el lugar de Mojados con el Cardenal de San Pedro: hecho esto, despidió al Conde de Castro que le guardaba, y él se fué à los reales en que su hijo estaba. La libertad del Rey fué causa de gran mudanza: cayéronse los brazos y las fuerzas à los contrarios. El de Navarra se fué à su reyno para recoger fuerzas y las demás cosas necesarias, con intento de llevar adelante lo comenzado: los Señores aliados cada qual por su parte se fuéron à sus estados. Con esto los pueblos de los Infantes, que tenian en Castilla la vieja, viniéron en poder de los confederados y del Rey, en particular Medina del Campo, Arévalo, Olmedo, Roa y Aranda. D. Enrique de Aragon dió la vuelta del Andalucía à la su villa de Ocaña: el Príncipe D. Enrique y el Condestable D. Álvaro saliéron

II El de Navarra se retira por la noche à Palencia: el Rey de Castilla con

pretexto de la

caza se pone en

libertad y se vá

à los reales de

su hijo, y se dido de los que le

suelve el parti

tenian preso.

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