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PREFACIO DEL EDITOR.

En los Prefacios anteriores hemos manifestado de qué modo se formó el reyno de Castilla, su gobierno, sus leyes, y por qué grados llegó à extender su poder y recobrar las provincias que los Moros habian usurpado; ahora es necesario dar una idea aunque breve del de Aragon, que de pequeños principios llegó à tal altura que en poder, grandeza y magestad no fué inferior à ninguno de los de Europa, y sus Soberanos no contentos con haber arrojado à los Árabes de sus provincias lleváron sus armas victoriosas por Francia, Italia y las islas del Mediterráneo: sus esquadras corrian libremente por estos mares, y su pavellon era respetado de las potencias mas poderosas freqüentando sus naves todos los puertos desde la Syria hasta las columnas de Hércules. ¿En qué tiempo se formó esta potencia formidable? ¿quiénes fuéron sus primeros Reyes? ¿quál su estado? ¿el reyno de Navarra debe su origen al de Aragon,ò éste à aquél? Todos estos son problemas históricos que la diversidad de opiniones de los mas célebres historiadores nacionales y extrangeros, nacidas del interés, de

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la vanidad, ò de las preocupaciones, los han llenado de tantas tinieblas y obscuridad que casi es imposible resolverlos.

Gerónimo Blancas, historiador célebre de Aragon, de mucho juicio, de una vasta erudicion, y que habia hecho un estudio particular de las antigüedades de su reyno, sostiene la antigüedad de los Reyes de Aragon poniendo su estado en Sobrarve y su corte en Ainsa, ciudad en otro tiempo muy fuerte donde habian reynado siete Reyes. Dice que Don García Ximenez, Señor de Amescua y Abarzuza, el qual habia combatido muchas veces con los Mo ros con mucha intrepidéz y valor, fué elegido el primero con consentimiento unánime de todos los que se habian juntado en la cueva del monte Uruel que está cerca de Faca, con el fin de deliberar sobre la defensa de la patria y de su libertad. Que esta eleccion se hizo casi al mismo tiempo que la de D. Pelayo en Asturias, y que desde luego se apoderáron de Ainsa lugar por su naturaleza fuerte, que le pusiéron en estado de defensa y le destináron para corte de los Reyes de Aragon, y que por mas esfuerzos que hicieron los Moros nunca pudiéron tomarle. Que à D. García le sucedió su hijo D. García Iñigo, à éste D. Fortuño Primero, despues D. Sancho García, •y. muerto éste, hubo un interreyno en cuyo tiempo se hicieron los famosos fueros de Sobrarve, y se eli

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gió à D. Iñigo Arista que los juró ántes de prestarle la obediencia. Este tuvo por sucesor à D. García Iñigo Segundo que dexó el reyno à D. Fortuño Segundo el Monge. Que todos estos Reyes fuéron Generales excelentes que batiéron por todas partes à los Moros, extendiéron los límites de su imperio, conquistáron una gran parte de Cantabria, y apoderados de Pamplona la hicieron capital de todos sus estados. D. Martin Carrillo Abad de Monte Aragon, y D. Juan Briz Martinez Abad de S. Juan de la Peña, texen la historia de los primeros Reyes de Aragon de la misma manera.

Ambrosio de Morales, Garibay, Prudencio Sandoval y el P. Juan de Mariana ponen el principio del reyno de Navarra en el año 716, y señalan por su primer Rey à D. García Ximenez. D. Rodrigo Ximenez Arzobispo de Toledo pone por primer Rey de Navarra à D. Iñigo Arista, padre de D. García Iñiguez y abuelo de D. Sancho Abarca, que subió al trono segun su cómputo la era 918 que corresponde al año de la vulgar 880; y así retrocediendo desde este punto hasta la eleccion de D. Iñigo Arista, se podrá poner su reynado à principios del siglo IX. Zurita sigue esta misma opinion, y algunos otros escritores. La mayor parte de los historiadores convienen en señalar por primer Rey à D. García Ximenez, y ponen la elección

à principios del siglo VIII, variando en la série y sucesion de los Reyes y en los años que les dán de su reynado. Los tres escritores Aragoneses convienen entre sí porque siguieron la historia antigua de San Juan de la Peña, y las cartas y privilegios que se hallan en el archivo de aquel Monasterio; los demás es evidente que no se apoyan sobre ningun documento fixo. Si se hubiera de resolver la qüestion solo por estos datos, era preciso dar la preferencia à los Reyes de Aragon, y confesar que los de Sobrarve donde fue elegido D. García Ximenez fueron extendiendo los límites de su imperio por la Cantabria,

conquistada Pamplona establecieron en ella su corte; mas ni una ni otra opinion tiene alguna probabilidad, porque carecen enteramente de fundamento que merezca fé....

Para establecer la antigüedad de estos dos reynos no se han consultado sino crónicas supuestas de las quales no se tenia noticia, y que por otra parte refieren hechos contrarios à los de otros autores antiguos que merecen fé por su exactitud y veracidad, cartas, privilegios y otros documentos sacados de los archivos de los Monasterios de Leyre y de S. Juan de la Peña, viciados y alterados y con señales evidentes de falsedad, las bulas pontificias que todos los críticos hasta el mismo Moret, que defiende con tanta calor la antigüedad del reyno de

Navarra, tiene por apócrifas. La historia manuscrita de S. Juan de la Peña es obra del siglo XV: ¿qué fé puede merecer en hechos de tanta antigüedad no citando autores coetáneos, ò à lo ménos no muy distantes, que nos dén testimonio de una tradicion universal en todo el pais, constante y sin ninguna interrupcion, que haya pasado de padres à hijos, sin conocerse su principio desde el tiempo de la fundacion de la monarquía? El libro de la regla de S. Salvador de Leyre se escribió à fines del siglo XI. Los epitafios de los Reyes de S. Juan de la Peña son evidentemente modernos porque tienen su fecha en números arábigos, cuentan los años por la era christiana contra la práctica comun y universal de aquellos tiempos, son todos uniformes y de un mismo estilo, lo que prueba que son obra de una misma mano; y se hace mencion de la Iglesia de S. Juan que no se construyó sino à mitad del siglo X. Los diplomas y privilegios, que tienen muchos defectos substanciales, son tambien muy posteriores para que puedan servir de prueba para confirmar hechos históricos tan antiguos. Resulta pues de todo esto que la antigüedad de los reynos de Navarra y Aragon, y la série y sucesion de sus Reyes, no tiene fundamento ninguno que merezca fé. Aunque este argumento es bastante para tener por fabuloso lo que se dice del principio del reyno de

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