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de un principio, de un adelanto filosófico que aparece en la esfera social de las naciones. Desconocer los efectos de estas invasiones sútiles, equivale á negar que la luz recorre un espacio determinado con la misma velocidad que pensamiento; equivale, en fin, á negar la elasticidad de los fluidos y el curso invariable del mundo planetario.

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Como podia un pueblo sin cultura y sin organizacion, segun se nos presenta á los españoles primitivos, sostenerse contra ejércitos de ciudadanos ilustrados que ofrecian en sus tiendas de campaña la ciencia la paz y la proteccion? Los habitantes de nuestras montañas sumidos en la ignorancia á que les habia reducido el género de sus ocupaciones, se vieron de repente acometidos por un pueblo victorioso en otras empresas; y aunque le resistieron por espacio de dos siglos tuvieron que reconocerse sus feudatarios, dejando no obstante probado su valor y su decidido amor á la independencia. Los romanos se proclamaron vencedores y alzaron pendones en las provincias españolas; pero si alguna vez merece disculparse al conquistador, tócanos hacerlo al hablar de la conquista del pueblo romano, que tanto contribuyó al mejoramiento social del mundo, conocido entonces.

Los váceos se limitaban en el tiempo de su indepen dencia, á cultivar parte del terreno, repartiendo entre sus convecinos el fruto de las cosechas; y, por el contrario, los romanos, distribuyendo las tierras, establecieron la propiedad rural, colonizando el pais y dotándodole de reglamentos municipales.

A la sombra de esta institucion, cuyo protectorado ejercian las legiones y el pueblo romano, se desarrollaron los gérmenes de riqueza que ocultabá la tierra en sus entrañas. La agriculcura, primer elemento de prosperidad nacional, multiplicó sus producciones, correspondiendo al trabajo y á la inteligencia de los nuevos cultivadores;

las industrias, fabril y manufacturera, honradas por los conquistadores, empezaron á dar señales de vida, alterando y mejorando las primeras materias, cuyos valores aumentaron con la circulacion que facilitaba el comercio de los romanos con los demás pueblos. Todo crecia despues de la conquista impulsado por la sabiduria del gobierno.

La forma del que los romanos establecieron en España consistia en una especie de federacion provincial, regida por gobernadores que nombraba el Senado ó los emperadores romanos, con el título de Legados, Procónsules ó Presidentes, sujetos á las leyes hechas en Roma para lo respectivo al órden político, y á las que dictaban las juntas provinciales, conocidas con el nombre de conventos jurídicos, para el administrativo y económico.

Sencilla á la vez que protectora esta organizacion municipal, que los romanos concedieron á los españoles, formó el espíritu provincial que se advierte aun en algunas partes de la península, y creó obstáculos á la centralizacion, que ni los esfuerzos hechos desde el reinado de Isabel la Católica, ni la unidad de las leyes han podido vencer todavia.

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Al paso que las artes caminaban progresivamente bajo la dominacion romana, el cristianismo sembraba en las conciencias la semilla de una civilizacion mas duradera, destruyendo los ídolos del positivismo ateista, y emancipando al hombre de la esclavitud á que se le condenaba por las leyes humanas.

Pero la ley de la renovacion que no concede la eternidad á ninguna de las creaciones terrenas, impulsó la masa enorme de guerreros escitas y germanos, sobrantes en las regiones glaciales del Norte de Europa; y Roma oyó sonar la hora de su caida, á la cual habian de seguirse las de todas sus provincias-unidas, y, lo que es mas sensible aun, la de su naciente civilizacion.

El siglo V de la era cristiana, será para la humanidad la época de recuerdos mas amargos, al paso que su . estudio una leccion elocuente para no fiar demasiado en la estabilidad de los imperios, sujetos, como todo lo perecedero, al influjo de los tiempos y á las alternativas, de acrecimiento, decadencia y ruina.

La de Roma fué desde principios de aquel siglo no solo inevitable sino necesaria. ¡A tal estado de corrupcion se habian entregado los dominadores del mundo!

Sus legiones, vencedores otro tiempo, llevaron la peor parte en la lucha á que les obligaron los bárbaros del Norte; y los pueblos españoles, que pocos años antes se habian incorporado al imperio de los Césares, tuvieron que someterse á otros nuevos señores, dando hospitalidad en sus hogares á los que, como dice Ammiano Marcelino, «jamás habitaron bajo ningun techo, y jamás empuñaron con sus manos instrumento alguno con que labrar la tierra.>>

Un principio de conservacion sugirió al emperador Valente la idea de estipular con las tribus invasoras; y utilizar sus servicios; pero como dificilmente sucede que los ejércitos que se creen conquistadores, se contengan en los límites de la disciplina para auxiliar á los que consideran vencidos, se juzgaron aquellas con algun fundamento, autorizadas para dictar la ley, y pasado algun tiempo en que gozaron de las dádivas romanas, se alzaron los godos como dueños del pais sometido al dominio de sus armas.

Ni el valor romano, enervado ya por los placeres y los goces de una sociedad entregada al consumo improductivo de las riquezas atesoradas por las legiones republicanas, ni el número de los combatientes de que Roma podia disponer aun, ni las ciudades amuralladas; ni el oro profusamente derramado para templar el furor de los invasores; ni el influjo de la religion, que procuraron iniciar

en el ánimo de los jefes y de los obispos de aquellas tribus, nada bastó á salvar la sociedad romana.

En vano el emperador Teodosio, imitando la conducta de Valente, se conquistó la amistad de Atanarico, nombrado rey de los invasores. A su muerte se encendieron de nuevo y con mas violencia las amortiguadas llamas de la guerra, terminando con ella el reinado de los romanos. Destino fatal de la existencia humana que arrastra consigo los imperios y los reyes; las luces y la prosperidad; las grandezas y el poderío!

Respetemos la desgracia del Mundo en la desgracia de Roma, y puesto que la obra presente no es un tratado de historia antigua, concretémonos á lo que mas principalmente cumple al propósito de LAS CORTES ESPAÑOLAS, examinando los principios fundamentales de la monarquia goda, origen de nuestros actuales instituciones y costumbres.

Aunque, segun hemos indicado, y mas estensamente dicen otros escritores, no tenian los germanos por habitacion mas que sus carros y algunas chozas ó cuevas apartadas entre sí; y aunque en sus paises vivieron sin los conocimientos de que ya eran poseedores los romanos, no por eso dejaron de reconocer la necesidad de un jefe que los gobernase sin arbitrariedad y con justicia

En la Germania primero, y despues en España, cuando se instalaron en ella, tuvieron los godos por costumbre la reunion de sus ciudadanos mas distinguidos, á cuyas congregaciones llamó Tácito con alguna propiedad concilios nacionales.

En estas reuniones se trataron los asuntos árduos del Estado; se eligieron y juraron nuevos monarcas y se espusieron las quejas de los pueblos. Reconocidos en tal forma los derechos de la asociacion, era natural que se protegiesen las leyes vigentes, y los godos se reservaron la

facultad de hacerlas y de sostenerlas contra las irrupciones del poder, ligado á la soberanía nacional por medio de la eleccion de los reyes.

Pero esta constitucion tradicional que las tribus errantes mantenian en medio de su barbarie, y que era, sin duda, una reminiscencia de otra constitucion tambien anterior á la civilizacion romana, vino á sufrir alteraciones en el pais conquistado á los romanos, tomando de estos lo que mas halagaba el carácter guerrero de los jefes godos, viciando su esencia liberal

el principio monárquico.

para robustecer

Adelantando los germanos en conocimientos militares y fascinados con el brillo superficial de los emperadores romanos, quisieron tambien rodear su monarquia del prestigio material de la fuerza armada, y para ello crearon nuevos oficios cortesanos que aumentaron el brillo de las clases privilegiadas, en perjuicio de las industrias que elevan y enriquecen á las naciones. Con tales eleinentos empezó á decaer la agricultura y el comercio; la mayor parte de los habitantes se dedicaron á la milicia, y su misma preponderancia dió á conocer al gobierno la falta de cultivo de los campos. Diéronse en consecuencia nuevas leyes, tomadas algunas de las de los romanos, y con ellas volvieron á renacer las esperanzas tantas veces burladas de las clases laboriosas. Pero como el origen de los nuevos dominadores era púramente militar, la aristocracia de la milicia, la del clero y la del palatinado fueron los brazos que concurrieron á los concilios, de los cuales estuvo alejado el pueblo.

Sin embargo, preciso es reconocer que la nacion no podia entonces conquistar otros derechos. La instruccion se hallaba circunscrita á la clase del clero, arriano ó cristiano, segun la procedencia de sus obispos: la milicia formaba un cuerpo á que se dedicaban todos los hijos de

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