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ventaron para matar mas eclesiásticos en un dia::: ¿Y aun se atreve el Conciso á poner á aquel clero de fanático, y atribuirle que por su resistencia á las reformas útiles se hizo la esplosion?::: ¡Ah! El Conciso queria que los eclesiásticos de España fuesen como los profetas de Israel. Pax, pax, et non erat pax. (1). Paz de los pecadores, de los inicuos, de los impios que dan este nombre á la desolacion (2).

Clero de España, esto era avisar la suerte que ibas á seguir, si hacias la resistencia que el clero de Francia. Españoles, esto era preveniros para que no asintieseis á la oposicion de los eclesiásticos: esto era alhagaros, y para que entráseis á purificar la religion, bajo el dato cierto que jamas abusariais de vuestro poder, sino á impulso de los eclesiásticos por su resistencia al bien esto era en fin decir al clero, que si se resistia á el pueblo, abusaria de su poder. Mas claro: esto era señalarle á los revoltosos el camino que habian de tomar para oponerse al estado eclesiástico.

Resistióse no solo el clero, sino la España toda: se opusieron á la reforma los españoles todos, escepto los pocos de la faccion: el choque de ideas empeñó á los reformadores cada vez mas; sus esfuerzos estuvieron siempre en razon de la resistencia que hacia el español, porque no saliesen con sus planes adelante; pero suplieron la malicia, la intriga, la seduccion y el poder de los reformadores, lo que la justicia y la verdad no podian hacer de los españoles... La guerra principió por los papeles públicos: los periódicos exasperaron los ánimos: la oposicion se fomentó un partido venció, y ufano del triunfo, ansioso. de someter á toda la España á sus maquinaciones, principió á seducir á los pueblos prevalido de su usurpada autoridad. Sigamos sus pasos, y al fin veremos qué era lo que se pretendia hacer con los proyectos de reformas con que tanto alborotaron á la nacion.

(1) Ecequiel. cap. 3. v. 10.

(2) Cum desolationem faciunt, pacem appellant. Tácito...

CAPITULO V.

Libertad de imprenta.

Primer arbitrio de los reformadores para que se pu

blicasen nuevas doctrinas contra la disciplina de la Iglesia. La libertad de imprimir cada uno lo que se le llegue á antojar, es el primer resultado de la libertad civil que los filósofos de nuestros dias han proclamado tanto. Los asambleistas de Paris la decretaron sin restriccion alguna, como la base principal de un gobierno democrático é irreligioso. El término de esta lei fue el estermininar la religion cristiana.

Algunos de nuestros señores diputados, apenas se formaron las córtes, propusieron la misma libertad, res. tituyendo (segun sus usuales frases) á los españoles este derecho imprescriptible, de que la estupidez de nuestros mayores, y la tirania de nuestros reyes les habian privado hasta alli. Con la mayor solemnidad sancionaron que el español era libre, y que le era inseparable escribir y publicar por la prensa cuanto le agradase. Esta libertad

es uno de los mas famosos artículos de la constitucion de Cádiz (1).

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Ningun medio contribuyó mas á la corrupcion y perversidad de la Francia que el abuso de la imprenta. Ella llevó el fuego á todas las provincias, á toda la Europa. Ella es la que mas poderosamente ha contribuido para destruirla y trastornarla.

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Nosotros por espacio de cinco años que duró esta libertad hemos padecido el mismo contagio, iguales horrores, idénticos resultados. Algunos escritos impíos, subversivos, sediciosos han corrido las provincias, desmora

(1) Art. 371.

lizando al español incauto. La religion, el dogma, la moral, el papa, los obispos, la disciplina de la Iglesia, de todo se ha escrito, nada se ha perdonado. Las prensas han sudado en la empresa de reformar la doctrina eclesiástica: algunos escritos han tirado á corromper la nacion.

Los filósofos que prepararon la conspiracion general de la Europa, se valieron de la prensa para comunicar del pais en que escribian hasta el mas remoto sus sofismas y argumentos contra la religion; y en ningun otro arbitrio pusieron mas empeño nuestros reformadores, que en que se llegase á decretar esta misma libertad para poder encadenar la nacion, y llegarla á corromper, ó á lo menos á fascinar. Por este medio una ilusion general venda los ojos de todos los pueblos. En este estado se deja el vulgo guiar, y los que la llevan de la mano lo sacrifican á sus ideas, planes, reformas, y lo hacen perecer, ó á lo menos lo pueden hacer con facilidad.

En todo pueblo culto el magistrado ha impedido el curso de los malos libros, principalmente de aquellos que atacan la religion. Diria yo mejor; un gobierno justo debia velar primero en que no se llegasen á escribir; ó ya escritos que no esten en las manos de todos, para no esponer al público á un mal, que no conoce, á un veneno que traga sin saber lo que es, ó á tener á lo menos una arma que no está al alcance de todos saberla manejar.

¿Qué fruto puede producir la prohibicion de una obra, despues que ha corrido ya en manos de todos, y ha inficionado á cuantos la han ilegado á tocar? La peste mas desoladora y cruel no contagia pueblos y provincias con mas velocidad. El parlamento de Paris ¿qué ade. lantó con prohibir los escritos de Volter, de Rousseau, y desterrar sus autores, si el pus de sus doctrinas se habia introducido ya en la sangre de sus lectores?

La Francia respiraba un aire mefítico: las víctimas se multiplicaban al par de los escritos: la Europa no trató de' impedir su transfusion: los gabinetes dejaban correr el mal; y solo cuando el inminente riesgo de perderse les amena

zó de cerca, prohibieron su lectura: ¿qué utilidad podria producir una tal prohibicion? ¡Ah! ya era tarde. La prohibicion les dió mas valor: las pesquisas del gobierno hacian á sus poseedores tenerlos en mas estima. La curiosidad se avivó, creció el deseo de leerlos; entonces el contagio se hizo general.

Volter imprimia una obra, esparcia algunos egemplares para que lo supiese el magistrado, y la llegase á recoger. Luego que estaba prohibida, la vendia el cuadruplo de su legítimo valor. Rousseau le dió en cara mas de una vez con tan abominable estafa; pero el uno porque los daba á imprimir sin utilidad, y el otro porque hacia su capital de la pluma, los dos corrompieron á toda su nacion. Las censuras de sus escritos no hicieron mas que mandarlos guardar con mayor precaucion. ¡Tal es la inclinacion de la viciada naturaleza! Lo vedado tiene por el mismo hecho un aliciente mas para incitar. No se me diga, cese la prohibicion; mejor será, impídase que se conozca el mal, que se pruebe el veneno, que se corrompan la razon y la fe.

Roma gentil prohibe los libros impíos. Vespasiano y Domiciano destierran á los filósofos por faccionarios y enemigos de la monarquía. Grecia, sin religion, da la muerte á Diágoras, á Protágoras, á Sócrates, á Aspassia, á cuantos escribian ó hablaban contra los ídolos. Esparta proscribió la filosofia por no esponerse á que su falsa religion sufriese algun insulto. Los turcos queman en Alejandría su famosa biblioteca, porque si aquellos libros (dijo Omar) contienen lo que el Alcoran, son inútiles, y si no son conformes con él, son malos, y no se deben tener. Ginebra condena al fuego á Servet, porque el herege Calvino decia que sus escritos hablaban contra la Trinidad. Constantinopla, Inglaterra, en todo pais se persigue al que habla ó escribe directa ó indirectamente contra la religion, del pais. ¿Y la España católica ha de mitir que se impriman impunemente escritos que iban á manchar la fe del religiosísimo pueblo español? Poco falta

per

para que veamos la imprenta combatir orgullosa á la religion: esperemos momentos nada mas.

La sola razon natural dicta que el gobierno vele contra la libertad de la imprenta. Todo lo que se puede no es el círculo en donde se encierra lo lícito. El hombre cáuto debe temer leer un libro que no sabe lo que es. El irreflejo lee sin precaucion, porque la lectura le ha familiarizado ya con los escritos, y su uso no le hace advertir el mal: asi se habitúa al peligro. Mientras el que lee mas se saborea en el buen estilo y en sus bellezas, su paladar y gusto se han viciado mas. El narcótico de sus tintas se introduce hasta el corazon, y muere sin sentirlo.

¡Cuántas víctimas cuenta la imprenta en nuestro siglo! ¡Cuántos hombres buenos se han llegado á corromper por la lectura de malos libros! ¡Qué progresos logró hacer en nosotros la filosofia con la multitud de escritos impíos venidos de la Francia! ¡Ai! nuestras córtes ¿no conocian los estragos causados en la Europa por la libertad de la prensa? ¿cómo la llegaron á decretar con tanto ahinco ?.... ¡Cómo la primera lei de la nacion!... ¡cómo la base angular que sostenia el Estado!... ¡Cómo la garantia mas segura de la libertad del ciudadano!.... Las córtes nos dirán por qué...

A los dos dias de instaladas aquellas algunos señores propusieron el que se tratase de la libertad de la imprenta, y las córtes formaron una comision para que diese lcs trabajos (1). El 8 de octubre pidió un diputado se leyese el proyecto, y como si ya estuviera decretado, exigió tambien un consejo protector supremo, que velase esclu

(1) Tomo 1. de córtes. Sesion del 27 de setiembre. Pág. 18. y 19. Conciso 12 de octubre, sesion de córtes. Es una cosa digna de notarse. En el mismo dia en que se proponia la libertad de imprenta se dió aviso á S. M. las córtes, de haber tomado el gobierno las medidas mas enérgicas para que no se hablase mal de las córtes. Se proponia decretar libre la imprenta, y no se permitia hablar. La tirania de las córtes comenzó desde su instalacion, y decian que la libertad de imprimir era para reprimir la tirania. Esto era á los diez y siete dias de su instalacion.

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