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CAPITULO VIII.

Observaciones sobre la multitud de escritos públicos que inundaron la nacion. Causas de su multiplicacion.

Q ue nuestra patria se hubiera inundado de malos escritos y peores autores, parecia un resultado inmediato, y como necesario del estado actual de la España. La corrupcion que habian propagado los libros de la Francia, su trato íntimo con nosotros, sus emisarios, panegiristas y entusiastas nos inocularon con su veneno. El estilo de muchos de nuestros escritos fue el mismo que adoptó la impiedad de los franceses para destruir la religion cristiana; y el caracter ó divisa de nuestros escritores fueron tambien .el ridículo, la bufonada, la burla, el sarcasmo aun en los puntos de mayor seriedad. Esto parecia inmutable en un español: pero es un hecho cierto que al nivel de Volter se han puesto algunos de nuestros escritores en los tiempos de nuestras córtes pasadas.

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९.

La circunspeccion de un español, el peso en sus producciones, lo grave de nuestro estilo y lenguage; todo que forma el distintivo del español, desapareció todo en la clase de escritores que trataban de regenerarnos. Observemos el enlace íntimo de estos autores con los de Francia: comparemos escritos con escritos: este pequeño trabajo producirá en nosotros la conviccion dolorosa, pero precisa é ineluctable, de que el sistema de la filosofia para desterrar la religion de los pueblos, fue adoptado por los que nos reformaban, aunque su ánimo no fuese impugnar nuestra religion santa. Arguir contra la religion, burlándose; rebatir sus pruebas con una risada, ó con un

dicterio; negar lo mas demostrable con un indecoroso pirronismo; enerbar los discursos mas penetrantes con una sátira indecente, usar de sales cáusticas, de la vilis mas exal, tada, ó de una risa sardónica, flemática ::: Tal es el sistéma de lo filosofia contra nuestra religion. Esta es la táctica en que amaestra á sus discípulos. Federico y Volter exortaban á valerse de esta arma en los graves asuntos de la religion. Con ella decian era bastante para destruir el fanatismo, la supersticion, las verdades mas evidentes, los dogmas mas creibles, la religion mas verdadera, el

sistema mas demostrable.

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Confesemos la verdad aunque con lágrimas. Mas fru to ha sacado el infierno en nuestros dias por el gracejo, sales picantes, bufonadas y risas de los filósofos contra los cristianos; que en los primeros siglos logró por la heregía y poder de los tiranos. Al hombre hiere mas una burla que una espada. Su honor no se resiente de un acometimiento injusto, pero sí se exacerba cuando el ridículo llega á mofarlo. Mientras mas respeto merezca ó la persona, ó la materia de que se trata, mas sensible le debe ser, que se le conteste ó con indiferencia, ó con una bufonada. Las armas son desiguales en este caso: el acometido no podrá defenderse, si no es un desvergonzado. La lucha misma le es indecorosa, tizna el tacto: solo al ver al enemigo enfria la sangre, yela el espíritu, abate el ánimo. El hombre de bien no entra en contestacion con esta clase de gentes; se retira, no arguye; por mas que se disuada, no puede desentenderse de la mancha, de la herida que llegue hasta lo interior de su alma.

En este estado el burlon y el satírico entonan cánticos de triunfo. La razon ni se puede oponer ni puede ser, atendida. Mucho menos el evangelio y demas escrituras. divinas. Los padres y los concilios, la autoridad de la Iglesia, la práctica mas general, mas seguida, y la disciplina de todos los siglos pierden su conviccion, porque no se está á sus pruebas decisivas. Entonces la religion y

el

cristiano huyen avergonzados; ni aquella opone á estas armas mas broquel que el de la humildad y paciencia, ni éste halla otra salida que la confusion, el silencio, ó una retirada..

Y qué adoptaron nuestros regeneradores este medio de atacarnos tan indecoroso? Sí: vemos este estilo en muchos escritos dados al público desde el principio de las nuevas instituciones. Los papeles sueltos y los periodistas abundan en pruebas de esta clase: yo puedo citar en globo los Concisos, los Redactores, las Abejas, el Diario Mercantil, al Diccionario su contestacion burlesca; la mayor parte de los escritos y periódicos.

Juzgo estas citas como abstractas: la demostracion no aparece tan clara; demos, pues, una ojeada, aunque rá·pida, por nuestros escritos. Nuestro honor propio se resentirá, como que nos avergonzamos que algunos españo les hayan seguido tan servilmente á sus maestros los franceses, pero es una verdad que aunque sensible, es preciso confesarla. Tomemos el hilo en la invencion misma de los dos términos que adoptaron los regeneradores de la España, para dividirnos; y con facilidad reformarnos: estos son serviles y liberales (1).

La primer voz es desagradante, humilla, hiere al que se señala la segunda honra, distingue, hace brillar al que le cuadra. Pónganse en uso: supongan por personas ó partidos; adóptese este lenguage por los periodistas, y generalícese en España, formen ya dos facciones que dividan y caractericen á los españoles; habrá alguno que quiera computarse entre los primeros? Nadie. El término solo es un apodo mordaz, supone debilidad, degradacion, esclavitud, bageza, rutineros, miserables... Todo esto quiere decir aquella voz en el vocabulario de nuestros regeneradores.

(1) Nuestro augusto Soberano en su decreto de 26 de enero tiene mandado que se borren del uso comun estas voces. Juzgo contribuyo al fin dictó este decreto, que la invencion de esmanifestando que tos términos fue un ardid para dividirnos.

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Con esta nota principiaron á tildar á mediados de noviembre del año de 10 á los que no querian libertad de imprenta. ¿Y quién fueron los inventores? Los contrarios. Éstos se honraron con el nombre opuesto, al tiempo que ridiculizaban á los que no pensaban como ellos. Con este ardid solo tenian de parte suya á todos los que ignoraban el rumbo de sus planes, y el término de sus maquinaciones é intrigas. Luego que estas llegaron á manifestar el significado de su divisa en toda su generalidad, le abandonaron: pero ninguno queria ser notado con el significado del primer nombre, tomándolo en el sentido que se le daba. Solo este es un timbre en cuanto la comun aceptacion ó el uso general lo entiende ya por amante de su religion, de su rei, de su patria, español rancio, enemigo de toda innovacion perjudicial, y en este sentido lo es toda la España. La nacion ha manifestado.con bastante claridad y energía que ella jamas suscribió á los planes de la regeneracion.

Estoi seguro que si nuestros regeneradores no se hubieran valido desde el principio del escarnio, ó de la burla contra sus opositores, no hubieran adelantado tanto sus proyectos. La conducta de Voltaire en sus escritos, las máximas de Federico en sus cartas, me dan los testimonios: el porte de nuestros publicistas en los cuatro años de sus instituciones hacen mi aserto demostrable. No, no es esta una proposicion al aire; es un hecho constante. Obsérvense sus escritos: adviértase que siempre herian á les contrarios con unas armas que jamas se les opusieron. La razon no hablaba;, solo el chiste, la chufla, las sales llenaban los papeles. Á esto no se responde.

Volter deprimia á los eclesiásticos llamándolos monigotes, virretes, galopines. Para vencer á su contrario Rousseau le decia en sus escritos hipócrita, escapado de Ginebra, descamisado, tunante ::: Federico llamaba al papa ídolo apolillado, á la Iglesia romana vieja decrépita. D'Alembert nombraba á los frailes trompetas del fanatismo, holgazanes. Estas voces se generalizaron en

Francia y en todos los periódicos de la revolucion, se repetian á cada instante. La incredulidad se introdujo con los sarcasmos, la impiedad con ironías, el ateismo .com paradojas risueñas; el fatalista se apoyó solo en chistes, en bufonadas, esto es públicamente sabido en toda Europa. Los títulos de algunos libros bastan para conocer de qué lenguage y de qué armas se han valido los filósofos en la rebelion general que han tramado.

En la España es tambien público cuál ha sido el lenguage de los periodistas. El irreligioso, el relajado, el inmoral, leian nuestros papeles con ansia, reian sus agudezas, se las hacian familiares: pero á el virtuoso, á el timorato, á el amante de su religion, se les caian de las manos sin poder contener las lágrimas. Nuestros escritores copiaron aquellas voces: de este modo hicieron la mofa de los misterios de la fe, de los preceptos de la moral, de la decencia pública, de los ministros de la religion, de todo lo santo.

El autor del Diccionario comenzó á hacerse célebre por la apología de los palos: él mismo dijo lo útil del estilo cáustico en sus contestaciones. Él aspira á merecer por sus producciones el distintivo que tiene Momo entre las falsas deidades; el de un Quijote entre los nuevos caballeros andantes; el de un gracioso ó vegete en el teatro. Nada le interesaba á este escritor el asunto de su escrito, pero su genial burlesco lo llevó á hacer mofa de dos hom bres. Tomó la pluma y dió palos al aire, y que reir á las gentes. Con esto solo comenzó á acreditarse. El caracter español desprecia un escrito en donde la mordacidad mas ácre, las chuladas mas viles, un estilo punzante, satírico dan el colorido, estienden los objetos, los bosquejan y acaban ::: Al fin esto pudo pasar. La Apología se propuso á hacer reir á cuantos la tomasen; pero en nada tocó á la religion. Se hizo lugar para que despues leyesen sus producciones con un aire festivo. Si no tocase á la religion, podia disimularse.

Mas dónde pudo haber sufrimiento para que tra

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