Imágenes de páginas
PDF
EPUB

pueblos, de los instrumentos mas despreciables para que sean los ministros de su justicia contra los mismos principes. La primer víctima es el rei de Francia. El 11 de Julio de 89 tomaron la Bastilla los demagogos de Paris. Els y 6 de Octubre forzaron las guardias del rei, y asesinaron á cuantos se resistian á su furor. Los vasallos se hacen soberanos de los que ejercian el supremo poder, y estos aparecen reos en el tribunal de los que hasta alli habian sufrido sus juicios........ Luis XVI. muere en un patíbulo.........

El emperador de Alemania tres veces pierde su imperio, , y otras tantas tiene que refugiarse á un rincon de sus dominios, y ponerse en manos de sus enemigos. Los príncipes y soberanos que conspiraron contra Cristo, fueron tambien envueltos en sus ruinas. La Prusia, el reino de Federico desaparece; la reina muere en medio de horrores. El rei vencido en la primera batalla, pierde todo su egército, y se retira tímido á Konisberg, último asilo de sus dominios. Napoles pierde á sus reyes; la reina y sus hijos se refugian á un buque ingles; el mar iba á absorverlos, se salvan en fin en Palermo; pero la reina muere en una corte estraña. Sus trabajos apresuraron la muerte: murió como una cristiana, como una he-. roina.

La Italia toda es arrancada de las manos de sus príncipes. Estos andan errantes por los montes y paises estraños, huyendo de la espada de los franceses, que sin trabajo alguno saquean sus pueblos, los vencen, los dominan. Hasta el mismo pastor de la Iglesia es herido, para que las ovejas se dispersen, nó oigan la voz de Pedro y al fin mueran víctimas de los lobos sus enemigos. Pio VI. acaba sus dias en un destierro. Roma es presa de los filós sofos contra quien batallaron tanto los hereges y los impios.

España recibe al tiempo que las demas potencias de Europa el castigo de sus delitos. Una parte de sus dominios es tomada á la fuerza en 94: la espada de la Diviną

justicia suspende por entonces sus castigos, hasta ver si nos corregíamos; pero insistiendo en el plan antiguo de reformar la Iglesia, de meter la mano en el santuario, en disminuir los ministros y el culto; la ira de Dios se descargará sobre nosotros con mas furor que nunca. Las ciudades, las provincias, el reino todo es talado en 808 por las huestes mismas que tenian debastada la Europa, y la Iglesia de Jesucristo. La sangre de los españoles riega sus campiñas. La muerte hacina víctimas desde los Pirineos hasta el mediodia: el trono de nuestros reyes se ve ocu-¡ pado por un vil advenedizo.

La misma suerte corre á Portugal. La espada de la guerra lleva la desolacion hasta el último pueblo de la monarquia. Sus príncipes aun moran fuera de su corte. La América tuvo que ser su asilo.

¿Escarmentarán ya los pueblos y las naciones, sus príncipes y sus soberanos para no volver á sus planes antiguos contra la religion cristiana? ¿Insistirán en romper los vínculos de la Iglesia, para sublevarse contra sus ministros? ¿Querrán aun deshacerse de los cultos de la religion, regularlos á su modo, medir con la espada el poder de la Iglesia, sujetarla á sus violencias, á su capricho, y sacudir poco a poco á yugo de la fe, de la Iglesia, del romano Pontífice y de sus obispos?

el

Ea pues; entended reyes de la tierra. (1), fijad la atencion sobre los últimos horrores que trastornaron la Europa, y con ella deshicieron vuestros tronos, vuestros imperios y dominios: tomad leccion, instruiros los que juzgais la tierra (2) de cuanto han padecido los que han maquinado contra Cristo. Vuestro poder no se estiende sobre el reino de Dios: ingeriros en la Iglesia es un escollo contra el que debeis preveniros (3). Cuantos persiguieron la Iglesia en el imperio romano todos pere

(1) Et nunc reges inteligite.

(2) Erudimini qui judicatis terram.

(3) Bosuet, Política sagrada, tom. 3. lib. 1. art. 6. pág. 238. 7 245.

cieron á manos de sus mismos pueblos, al filo de la espada enemiga entre horrores y suplicios inauditos.

Los emperadores cristianos que se ingirieron en la Iglesia, para reformarla á su arbitrio, padecieron las mayores convulsiones en sus pueblos, fomentaron los partidos, y conjuraron contra sí pueblos y provincias. Consta ncio, Valente, Justino, Justiniano, Anastasio, Heraclio, se metieron á teólogos, quisieron decidir como obispos, aumentaron los errores, unos cayeron en la heregia, otros murieron violentamente: todos padecieron en sus personas y dominios. El Dios que castigó aquellos pueblos, naciones y príncipes, es el mismo que ahora hizo desaparecer entre horrores vuestros derechos, toda vuestra soberania. Aristas quemadas por el fuego han sido vuestros cetros: granos de arena fueron vuestros tronos, el viento ha jugado con ellos: han desaparecido.

[ocr errors]

Una raza impia semejante á la de Antioco entró á dominar la Europa, ínterin los reyes y soberanos antiguos padecian las penas de sus delitos. Estos fueron privados de sus dominios como Nabuco anduvieron errantes por los campos, sus hijos y familias fueron cortadas al modo de las frondosas ramas, que separadas del tronco se marchitan y se pudren. Muchos años han pasado sobre estos reyes fugitivos. Sus perseguidores fueron los instrumentos de la ira divina contra la Europa. Ya han vuelto sus misericordias antiguas.

Buonaparte y cinco reyes sus hechuras que maquinaron destruir el imperio de Jesus, en un momento fueron despojados de su aparente soberania; su imperio desapare. ció como el humo; él y todos sus verdugos arrojados al fuego de la desesperacion y de la venganza pública dicen á los reyes que han vuelto á sus dominios. "El Escelso domina sobre el reino de los hombres, y á quien él quiere » da su dominio. Su poder es un poder sempiterno, el reino de su fe y de su Iglesia no podrá ser destruido: pasará » de generación en generacion hasta el último dia de los "siglos. Todos los que habitan la tierra son nada en su pre

[ocr errors]

», sencia: no hai quien le resista en el cielo y en la tierra. Todas sus obras son verdaderas: todos sus caminos son sus juicios, y á los que erguidos por su soberbia se le» vantan contra él, puede al instante confundirlos (1).,, Conocieron efectivamente los reyes y príncipes de la tierra su delito, y Dios los ha restituido á su antigua gloria y sus dominios (2). El mismo Leopoldo que en la Toscana de gran duque habia innovado la disciplina de la Iglesia y el culto, de emperador abandonó sus refor -mas. Su sucesor Francisco llamó á los religiosos, espulsos: restituyó la enseñanza de la juventud á los eclesiásticos. Los desastres y horrores de la Alemania arrancaron de los ojos de sus príncipes la fatal venda que los tenia ciegos sobre los intereses de su soberanía. Males terribles siguieron al arrepentimiento, pero eran los resultados pre cisos de los planes anteriores. Al fin el Austria está reintegrada de sus pérdidas, y el cetro imperial reside en las manos de su legítimo príncipe.

La Italia ha vuelto á su libertad, y á su antigua disciplina. El papa es el soberano de sus estados, como lo fueron sus antecesores por mas de diez siglos, Su autoridad es respetada de los príncipes: los obispos no se separan de la unidad, forman con su cabeza un cuerpo compacto y conexo por la unidad de sentimientos y de doctrinas, segun la suministracion de la gracia con que su Divi no autor quiso estuviésemos todos unidos (3). Nápoles abrazó un sistema opuesto al que hasta alli habia seguido.

La Francia, desterrado su ateismo, castigados todos sus filósofos, postrada al pie de las mismas potencias que humilló, reducida á los términos de su dominacion primera, y sujeta á 150.000 estrangeros que la guarnecen, por si vuelve á levantarse contra Cristo, está pagando sus horrendos delitos, y mereciendo con su sufrimiento, que el Dios que la ha humillado tanto,conti

(1) Daniel cap. 4. vers. 22, 31, 32, 34, y siguientes. (2) Ibidem.

(3) S. Pablo. Ad Efesios. cap. 4. v. 16.

nué en ella sus misericordias antiguas. Al cabo de veinte y cinco años de muertes, guerras sangrientas, de horrores inauditos, Luis XVIII vuelve al trono regado con la sangre de su hermano; pero vengado por la mano de Dios, con mas de un millon de víctimas. La sangre francesa ha anegado los pueblos todos que contagió su filoso fia: el fuego de la guerra quemó á tanto filósofo como la habia pervertido. Ya respirará un aire puro.

La España, rotas las cadenas de sus tiranos, respira ya al lado de su soberano cautivo. El hijo inocente pagó las debilidades de un padre bondadoso, que no supo precaverse de los consejos de un privado inicuo, de unos ministros deslumbrados con las máximas absurdas de la infernal filosofia. Pecamos menos que los demas pueblos de Europa: nuestro castigo ha sido mas reducido, mas misericordioso. La parte que tomamos en el sistema filosófico, de reformar la Iglesia, bajo el pretesto especioso de cortar abusos, y dar al César lo suyo; no fue resolucion del soberano, sino una cabala de algun ministro; no una conspiracion del gobierno contra la Iglesia, sino una debilidad del monarca asintiendo á lo que se le proponia como justo: no una rebelion de los pueblos contra la religión, sino una inmoralidad, una corrupcion, una peste que se nos pegó del comercio de la Francia, de la lectura de sus libros.

Digamos la verdad aunque con lágrimas en nuestras megillas. Los españoles no pensábamos ya como nuestros padres; habiamos degenerado de sus virtudes y de sus egemplos. Una pedanteria chocante, denigrativa, formaba el caracter de muchos de nuestros instruidos. Muchos iban ya siguiendo sus egemplos. Dios nos ha castigado: ha limpiado el suelo de la España por medio de los mismos que la habian corrompido llevamos la ira de Diost por algunos años (1): pagamos nuestro merecido. Son

[ocr errors]

(1) Iram Domini portabo, quoniam peccavi ei, donec causam meam judicet, et faciat judicium meum: educet me in lucem, videbo justitiam ejus. Mich. cap. 7. v. 9.

« AnteriorContinuar »