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ENSAYO II.

Jehudá

Mosca.

y

de ellas casi todos los rastros del hipérbaton latino,
hallándose ya
ya las palabras formadas, tales como
despues se usaron por el espacio de varios siglos.
Sin temor de equivocarnos, ni pasar la plaza de
arrojados, tal vez pudiéramos sustentar con proba-
bilidad de buen éxito que el lenguage de la obra
de Isahak se halla á la misma altura que el usado
dos siglos despues en la córte de don Alonso, el
sábio. A fin de que no se crea que nos hemos aven-
turado á exponer esta opinion, sin dato alguno so-
bre tan interesante materia, no llevarán á mal nues-
tros lectores que copiemos aqui algunas líneas del
libro que mandó traducir el referido monarca al
célebre rabino toledano Jehudah Mosca, libro que
trata de las propiedades de todas las piedras pre-
ciosas, y de que daremos noticias determinadas, al
tratar de aquella importante época.

«<Aristotil (dice) que foé mas complido que los otros fi«<lósofos, é el que mas naturalmiente mostró todas las cosas «por razon verdadera é las fiso entender complidamiente <«<segund son; dixo que todas las cosas que son só los cielos «<se mueven é enderezan por el movimiento de los cuerpos <<celestiales, por la vertud que han dellos, segun lo ordenó «Dios que es la primera vertud. Et donde la an todas las <<otras. Et mostró que todas las cosas del mundo son como «<travadas é resciben vertud unas dotras, las mas viles é las <<mas nobles. »> etc. etc.

Vése, pues, cuán imperceptible es la diferencia, si existe alguna, entre uno y otro pasage, respecto al lenguage usado por R. Isaahak y R. Jehudah Mosca; no debiendo perderse de vista que segun las fechas, establecidas por Rodriguez de Castro, median ciento ochenta años entre ambas

producciones; largo período, en que la civilizacion CAPITULO castellana tomó un vuelo prodigioso, considerada

bajo todos aspectos.

No nos parece tampoco que el autor de la Biblioteca española, de que tratamos, se mostró mas acertado, cuando despues de hablar de la carta que Samuel Jehudí, el marroquí, dirigió al presidente de la sinagoga de Marruecos en 1068 escrita en árabe, manifestándole las dudas que le ocurrian sobre el cumplimiento de las escrituras y la venida del Mesías verdadero, se expresa en los siguientes términos: «De este R. Samuel es sin "duda otra carta, dirigida igualmente á Rabbi Zag, «dividida en 29 capítulos y escrita en castellano, "con el propio fin que la antecedente; esto es, con «el de proponer su autor al dicho Rabbi Zag, como «duda, sobre que le consultaba, las razones mas «sólidas con que los cristianos convencen la incre«dulidad de los judíos.» Dá Rodriguez de Castro noticias circunstanciadas del códice, en que se halla este monumento, conocido con el nombre de Libro viridario y traslada despues el comienzo de la referida carta en esta forma:

«Hermano, guárdete Dios et mantengate fasta que en«corde nuestro desterramiento et alumbre nuestros corazo«nes, porque ajunte nuestra communidat et acerque nuestra «esperanza et encinte nuestra vida en su gracia. Pues que «yo sope que los sábios de nuestro tiempo fisieron por tí et «<los de nuestra ley se tienen con tu glosa, yo no puedo es«tar de te preguntar por algunas abtoridades de la ley et de "profecía, por las cuales só caydo en dubda et tú, señor, fas«me merced en darme rrespuesta en cada un capítulo de«llos, despues que lo obieres entendido en esta mi carta.»>

Prolijo nos parece, despues de lo que hemos

Rabbi Zag.

Sus Cartas.

ENSAYO II.

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dicho sobre los Libros de Isaaque, el insistir sobre esta Carta para demostrar que es imposible de todo punto el que fuese escrita en la época que Castro señala. Sin embargo, bueno será advertir que el mismo autor cae en una contradiccion manifiesta cuando asienta que fue dirigida á Rabbi Zag en el siglo XI, siendo así que este rabino, conocido con el aditamento de Sujurmenza, no floreció hasta mediados del siglo XIII. Este error es tanto mas notable cuanto que el encabezamiento de la mencionada carta no deja duda alguna sobre este punto. «Aquí (dice) comienza la carta que envió Samuel, judío «de Fes, á Rabbi Zag de Sujurmenza, ante que se tor«< nase christiano en la cibdat de Sevilla, de las co«sas que sacó de la ley et de los dichos de los prophetas por lo afirmar en la santa fé, et enseñóle to<< das las cosas de verdat.» Pero el mismo Rodriguez de Castro parece querer enmendar su equivocacion, cuando al tratar de los rabinos que florecieron en el reinado de don Alonso el Sábio, dice que era de discurrir fuese el rabino toledano de la familia de Rabbi Zag, el de Sevilla, que vivia por los años de 1068, conocido por el sobrenombre de Sujurmenza, añadiendo que la carta ó tratado referido era una traduccion castellana. Nosotros, sin embargo de esto, creemos que este Rabbí Zag de Sujurmenza fué un solo individuo, que vivió en la mencionada época de don Alonso X, tomando parte en los prodigiosos esfuerzos que hizo aquel gran rey en beneficio de la civilizacion de España. Léjos estamos de negar que á mediados del siglo XI existió otro rabino, que como este abjuró del judaismo y tuvo por nombre Rabbi Zag; pero

no nos parece razon plausible para fundar una teoría CAPITULO 1. ni alterar un hecho histórico, la de suponer que ambos pudieron llamarse de Sujurmenza. Tal vez si tuviéramos á la vista otros documentos de que se carece por desgracia, quedaria esta cuestion absolutamente resuelta.

Estas obras

son

al

siglo XI.

Queda, en nuestro concepto, demostrado que las dos primeras obras escritas en castellano por los hebreos no pueden tenerse por anteriores al siglo XIII, ni mucho menos por las primeras que se encuentran en el idioma vulgar. Esto resultaría in- posteriores faliblemente de aceptar el hecho, tal como lo presenta el autor de la Biblioteca española: entonces no solo ofrecerian dichas producciones el fenómeno de preceder al poema del Cid en el espacio de un siglo, sino manifestarian ademas que el idioma habia atrasado considerablemente en este periódo; dando esto al traste, como arriba insinuamos, con todos los estudios que se han hecho hasta ahora sobre el nacimiento y formacion de la lengua castellana. Otro fenómeno no menos importante resultaría de la verdad de aquella suposicion: se ha dicho, y no sin fundamento á nuestro modo de ver, que el poema del Cid fué compuesto algun tiempo despues de su muerte por dos pages ó escuderos del mismo héroe : este poema es la primera obra literaria que

6 Hemos visto, al examinar los críticos que han tratado del Poema del Cid, que sin desechar ni rebatir absolutamente esta opinion, le dán poca importancia. Sin pretender que nuestro dictámen sea decisivo, creemos que bien pudieron ser autores del Poema algunos de sus mas allegados servidores esta conjetura á que dá consistencia el espíritu que reina

:

en toda la obra, parece robuste-
cerse en gran manera, cuando se
observa que siempre que se nom-
bra al Cid se le antepone el pro-
nombre posesivo mio, cosa que no
sucede con los demas personages,
ni se vé repetida en otros poe-
mas de la época. La palabra cid
significa señor; de modo que cada
vez que se dice en la leyenda mig
Cid equivale á mi señor: natural

ENSAYO II. ilustra los fastos de la historia de la civilizacion española. Si los Libros de Isaaque y la Carta de R. Samuel Jehudí fuesen anteriores al siglo XII, presentaria la literatura española el peregrino espectáculo de recibir de los dos pueblos, con quienes sostenía mas encarnizados rencores, los mas brillantes monumentos de su gloria. Esto que en otras naciones llegaria á ser absurdo, pudiera no obstante haber sucedido en España, atendido su particular estado y la forma en que eran habitadas las ciudades por los tres pueblos indistintamente, hablándose al par en ellos diversos idiomas. El estudio de la civilizacion española ofrece por estas razones el interes mas vivo. Sin embargo, esto no puede suceder respecto á los hebreos en la época de que tratamos: en el siglo XI apenas habian tenido tiempo para iniciarse en las ciencias sagradas, no pudiéndose por tanto dedicar de lleno á otros estudios; si bien no debe olvidarse que la medicina fué siempre su mas favorita ciencia.

Hasta aqui la cuestion filológica que hemos tratado de reducir cuanto nos ha sido posible. Ya que hemos hablado de los Libros de Isaaque y de la Carta de Jehudí, daremos sumariamente una idea

parece que quien llama siempre se-
nor suyo al héroe de Vivar, fuera
en efecto su vasallo. A esto se
dirá que el poema se escribió mẹ-
dio siglo despues de la muerte de
Rui Diaz, por donde no pudo ser
fruto de sus parciales ó servidores.
Los pages del Cid no debian ser
por cierto de edad muy probecta;
antes al contrario, bien jóvenes;
por lo cual no es suposición aven-
turada la de creer que cuarenta
años despues de la muerte del Cid
se escribiera el poema. El héroe

de Vivar murió en 1109: añadiendo á esta fecha cuarenta años, re sulta que la obra, de que hablamos, se compuso en 1149, es decir á mediados del siglo XII. La analogía de los versos usados entonces por los árabes, con los del poema; la fa iliaridad que tenian con nuestro idioma y el saberse que el Cid tuvo á su servicio escuderos y pages sarracenos, dan tambien motivo para tener por fundada la opinion referida.

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