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lo tocante a la educación de la mano y al aprendizaje de los idiomas.3 Mercante, refiriéndose a la República Argentina, dice: "Se ha insistido, impremeditadamente, en el error de comenzar el estudio del francés y del inglés, en los cursos del primero y segundo año, con el ingrato éxito de todos conocido, a punto de que un joven que deja el quinto año, no sabe estractar la página de cualquier obra escrita en inglés. De este resultado desconsolador es injusto responsabilizar a los profesores; el plan fija el estudio de los idiomas a una edad en que la memoria de palabras y frases está en completa crisis.

"Las investigaciones, en cambio, señalan a los 9 y 10 años el momento propicio, por excelencia, o bien a los 17 años, para tal enseñanza."4

De estas interesantes observaciones del eminente Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de la Plata, que doy aquí en cifra, se desprende, claramente, que la enseñanza de las lenguas vivas extranjeras debe reformarse, a la brevedad posible, en los colegios de Segunda Enseñanza, debiendo principiar el aprendizaje en las escuelas primarias; porque para dominar bien un idioma cualquiera, se ha menester el empleo de un tiempo abrumador, por lo largo y costoso, como para llegar a la subconciencia necesaria para hablar espontáneamente, mediante lentas transiciones; primero, para las palabras familiares o de uso corriente, luego, para la fraseología suelta, después para la idiomática, y, por último, para llegar a la espontaneidad del hablar, en virtud de la saturación de los círculos nerviosos que intervienen en el aprendizaje de la lengua, según Senet, no se alcanza la subconciencia necesaria para hablar espontáneamente, porque las lecciones aprendidas no se repiten hasta llegar al automatismo, lo que debiera hacerse, aplicando, debidamente, la importantísima ley pedagógica, denominada repetición, que determina en toda suerte de aprendizaje: "Los alumnos deben repetir los actos por los cuales conocen, inventan y practican, o por los cuales han de desarrollar su potencia cognoscitiva, inventiva y práctica."

3 J. L. Smith, Curiosity and Interest, 1903, pag. 315-358.

4 V. Mercante, obra citada, pag. 146.

5 Rodolfo Senet, Elementos de Psicología Infantil, Buenos Aires, 1918, pag. 59.

• Francisco A. Berra, Resumen de las Leyes Naturales de la Enseñanza, Buenos Aires, 1896, pag. 182-183.

Aconseja sabiamente, el Dr. Berra, descubridor de las Leyes Naturales de la Enseñanza, tratándose de la presente, "que los maestros no juzguen nunca por sí, la aptitud adquisitiva y la retentiva de sus discípulos; que lo que a ellos les parezca fácil puede no serlo para todos o para algunos de los jóvenes a quienes enseña. Que no deben ahorrar repeticiones; que seguramente, un segundo acto mejora los resultados del primero, en todos los casos. No deben los maestros conformarse con que sus discípulos vean una vez las cosas, ni que con una vez las piensen, las conciban o las hagan, por fácil que sea el conocimiento, la invención o el trabajo. La repetición asegura la exactitud y persistencia de la noción, la corrección del invento y la destreza ejecutiva; se arraiga la convicción del niño, resultado que mucho vale, y se le acostumbra a no proceder con ligereza, resultado que no vale menos, sobre todo en países, como los de Hispano América, en que la liviandad del carácter es defecto nacional."

"Cuídese de distinguir las repeticiones dirigidas a ejecutar bien un acto determinado, de las repeticiones dirigidas a habituar aptitudes. En el primer caso, se harán ejercitar todas las facultades concurrentes en repetir el mismo acto; en el segundo, se ejercitará cada facultad en repetir su función en toda clase de actos."

Échase de ver, pues, sin esfuerzo, que este estudio exige cuidados especiales de parte del profesor, y que el discípulo necesita no sólo oirle, sino ejercitarse en la pronunciación, en la plática, en la lectura y escritura del idioma que estudia, y la constante repetición bajo la inmediata vigilancia del maestro. De aquí la exigüidad del fruto cosechado en los colegios secundarios, por mucha que sea la habilidad y competencia de los profesores de lenguas vivas. Es evidente, por lo tanto, que el estudio de cualquiera lengua viva extranjera es propio de la niñez, y debe formar parte del plan de estudios de la Escuela Primaria.

"Aunque asista un niño o un joven, dice D. Juan Valera, entre otros cuarenta o cincuenta más, a una de estas clases, y aunque sea portentoso el saber del profesor y nada vulgar la lucidez, con que se trata de transmitirle, el resultado más seguro será, que el discípulo, al cabo de uno o dos años o de más tiempo, apenas aprenderá palabras, las pronunciará mal, las combinará peor, y si es despejado y tiene buena memoria, lo más que conseguirá será traducir, a su pro

7 Berra, obra citada, pag. 183.

pia lengua, lo que vea escrito en la extranjera que aprende y chapurrea detestablemente."

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Queda, pues, perfectamente comprobada la ineficacia de principiar la enseñanza de las lenguas vivas extranjeras en los estudios medios, debiendo realizarse en los primarios.

¿Cómo?

Dividiendo la enseñanza en tres períodos, según el objeto predominante en cada uno de ellos. En el primero, el profesor se dedicará, principalmente, a la Fonología, valiéndose de vocabulario apropiado y de frases idiomáticas, corrientes, mediante el Método Directo, en la Escuela Primaria. El segundo período, correspondiente a los Colegios, se dedicará al estudio elemental de la Gramática, al vocabulario, a la lectura reflexiva, al dictado, a los ejercicios prácticos de: familia de palabras, vocabulario analógico, elocución, conversación y composición. El último período se continuará en las Universidades, con el estudio de Literatura y la Composición libre.

Ahora, mediante el Método directo o intuitivo, seguido en la Escuela, se enseña una lengua extranjera sirviéndose de esta misma lengua, el alumno se habitúa desde el principio a prescindir de la nativa y a comprender directamente. Se renuncia al método indirecto que ejercita al discípulo a la versión de un tema y se emplea la forma oral, basada en la intuición. El Método directo o intuitivo, imitando el de la madre o el de la nodriza, muestra los objetos materiales o reproducidos, dice los nombres y los hace repetir hasta su completa asimilación.

Proporciona este método las ventajas siguientes: a) suavisa, da flexibilidad y soltura a los órganos de la voz; educa el oído; b) impide pensar en la lengua materna; c) vence la timidez, natural en la infancia, de expresarse en un idioma extranjero; d) graba mejor los vocablos en la memoria, ya que aprende viendo los objetos que los representan, o escuchando las explicaciones propias para descubrir el sentido de las voces empleadas; e) hace ganar mucho tiempo, puesto que se sirve siempre de la lengua extranjera, y el tiempo empleado en la enseñanza, no se pierde infructuosamente, hablando en el idioma materno; f) por último, despierta vivamente el interés de los estudiantes, les aviva el deseo de aprender, concentra toda la atención y obliga a participar a todos en la lección.

$ Juan Valera, Obras Completas, Tomo XLVI Miscelanea II. Sobre el estudio de los idiomas, pag. 263–279.

Desde luego, no ignoramos que este método es insuficiente para todos los grados, pues debe aplicarse con cierto régimen, cuya eficacia estriba en el menor número de alumnos, y en la igualdad sensible de fuerza mental, asi como acrecienta el trabajo de los profesores, pues, como sostiene Zbinden, exige de ellos una actividad más personal, en lo presente, que por lo pasado; no perder el tiempo, ni atenerse a la letra de un libro.o

Exige también el Método, una colección de objetos y de cuadros, murales, escojer trozos apropiados de lectura, de cantos y poesías; de aquí, la iniciativa y la libertad del profesor, de suyo tan eficaces.

Los principios del Método directo son muy sencillos, a saber: la enseñanza será, sobre todo, oral, debe uno servirse, lo menos posible, de la lengua materna, y se recurrirá, al menos, al principio, a la intuición, no para dar a conocer las cosas, sino para la aplicación inmediata de los nombres extranjeros a las cosas.

Esa es la manera más cómoda de proceder en los comienzos de la conversación, para que no languidezca.

Cuanto a la intuición empleada en la enseñanza, deberá ser directa, indirecta o mental: la primera tomará como materia de ejercicios de conversación, lo que se encontrare en el medio inmediato del alumno personas y cosas; revisar, sucesivamente: primero, el aula con todo lo que contenga; segundo, al propio alumno, el cuerpo, vestidos; tercero, los alrededores de la escuela; cuarto, todo lo visible, por ejemplo, una habitación, algunos pormenores del reino animal, vegetal, mineral, sin descuidar las cualidades características, principalmente, los colores.

Por último, la intuición indirecta completará la directa, ya que no puede menos de recurrirse a las imágenes, mediante cuadros, para el estudio de las estaciones. Para ello existen colecciones pedagógicamente dispuestas, tales como las de Wilke, de Strubing, de Kayser, de Haelzel, de Colin, de Hachette y de Galeno.

Para el conveniente empleo de la intuición, en ningún caso deberá omitirse el empleo de la ley pedagógica de la objetivación, que determina: "La enseñanza de las cosas y de los hechos debe verificarse presentando a los alumnos esas cosas y esos hechos en sí mismos; si ésto es imposible, presentándoles imitaciones; si también ésto es imposible, presentándoles imágenes; si imposible es aún ésto, suplien

9 Zbinden, prefacio de la obra de Lescaze, Lehrbuch für den Unterricht in der deutschen Sprache auf Grundlage Anschaunung, Ginebra, 1898, pag. 10.

do el objeto con descripciones; y dada la necesidad de emplear objetos supletorios, haciendo concurrir varios de diferentes clases.

"Finalmente, para el efecto de la retentividad, ya que ésta es mayor en unos alumnos que en otros, y varía en la misma persona, según sea la clase de conocimientos que se trata o la clase de ejercicio, urge la aplicación cuidadosa de la ley pedagógica de la acumulación, estrechamente relacionada con la de repetición, y que establece, que las repeticiones de los actos cognoscitivos, inventivos y prácticos deben sucederse tan de cerca como es menester para que sus efectos se acumulen.10

Quiere ésto decir, que los profesores de lenguas extranjeras deben hacer repetir los ejercicios teóricos y prácticos con frecuencia bien calculada, hasta llegar al automatismo, como en el aprendizaje de las tablas aritméticas.

Resumiendo, concluiremos: que la enseñanza de las lenguas extranjeras, atendida la memoria de los niños, debe principiar en la Escuela Primaria, empleándose el Método directo, porque está basado en principios psico-pedagógicos, cuyas ventajas se han demostrado por la experiencia.

En la Segunda Enseñanza, principiará el estudio elemental de la Gramática, continuándose el vocabulario, la fraseologia idiomática y la práctica de la fonética en las conversaciones, y los ejercicios de composición y de versión, ajustado todo ello a métodos, procedimientos y formas verdaderamente pedagógicos.

En la Universidad, se estudiarán: las literaturas de las lenguas extranjeras, ejercitándose los alumnos en la composición libre mediante la imitación de estilos de buenos modelos, y en estudios críticos gramaticales y lexicológicos acerca de los vicios introducidos en las lenguas extranjeras estudiadas.

LOS ANGELES

AGUSTÍN T. WHILAR

10 Berra, obra citada, pag. 79, 85, 87, 182, 183, 189, 191.

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