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rico, el que forma aquel nucleo del Cid de la tradicion, del poema, de los romances y de las cronicas, y indicar en lo general nuestro parecer sobre aquellas dudas y negaciones.

En cuanto a los autores, que desde el siglo diez y seis hasta fines del diez y ocho trataron la historia de España y en ella la del Cid mas o menos prolijamente y con cierta critica, o por lo menos con ciertos escrupulos y conatos criticos, aunque bien lejos de lo que vemos, poco tenemos que decir. A un Ocampo, Morales, Sandoval, Garibay, Zurita, Sayas, Blancas, Beuter, Escolano, Mariana, Ferreras etc., sin embargo de sus relativos grandes meritos, no solo les faltaban muchos de los materiales mas indispensables, sino tambien (por lo menos respeto al Cid, que de lo demas no hablamos aqui) los principios fijos de una critica acertada y frutifera. Por lo general se contentan con una especie de compromiso, un probabilismo y plausibilismo mui arbitrario para acordar mas o menos su conciencia historica y critica con la tradicion autorizada en la opinion publica. Y hasta el mismo Sandoval, aunque superior en sana critica a sus contemporaneos castellanos, no se atrevió a condenar absolutamente todo lo que no tuviese, hasta en su mismo opinion, otro fundamento que la tradicion depositada en cronicas y romanEl primero a que se debe este honor, en cuanto lo es, fué Masdeu, el cual hasta llegó a desechar el testimonio del llamado tumbo negro y algunos otros, de cuya autenticidad hasta entonces no se habia dudado. Lo poco que de la personalidad historica del Cid quedaria en tales manos, ya se puede pensar ; pero sin embargo hasta aqui la critica quedaba bastante legiti mada respecto a la escasez y cualidades de los materiales y testimonios, que tenia presentes. No tendriamos empacho a conceder lo mismo en cuanto a la nueva tempestad de critica negativa que empezando con Masdeu ha tenido su recrudescencia en estos ultimos tiempos entre nosotros y su eco entre los Franceses *) decimos que dariamos por perdida la causa del

ces.

*) Dejando de una parte a Masdeu por ya antiguado, el unico de estos señores que pueda pretender a los honores de un combate

Cid contra estos criticos, a no haver Risco descubierto y publicado en el entretanto el documento mas importante y concluyente para la decision de esta causa. Hablamos de la Historica Roderici Campidocti impresa en el apendice VI de la bien conocida obra: La Castilla y el mas famoso Castellano etc. Madrid(1792.) Con el auxilio de dicho documento no dejó Risco de adelantar en esta historia del Cid la conclusion del pleito; aunque en una forma bastante fastidiosa e insulsa. Quedava sin embargo todavia una parte de la historia del Cid sumamente defectiva y embrollada; y era aquella que llamarémos la parte arabe es decir todos aquellos puntos que no podian decidirse con satisfaccion sin testimonios arabes. En efeto, quien habia de creer que de unos sucesos tan importantes para la historia de la dominacion arabe en España, como lo era la conquista de Valencia y otros en que tuvo parte el Cid, no hubiesen los historiadores de aquella nacion tan culta y literata conservado otras noticias que las escasisimas publicadas en la Bibliotheca Arabe de Casiri? Y aun abstrayendo de los hechos inmediatamente relativos al Cid. quedavan que averiguar muchisimos puntos de la historia arabe contemporanea que tienen mas o menos referencia a las cosas del Cid, y de que ni Casiri, ni menos las confusisimas y sospechosisimas compilaciones de L. del Marmol y de Bleda, ni hasta las obras tan meritorias por otras partes de Cardonel y Murphy dan suficiente noticia.

Asi no era de extrañar que entre los que mas ansiosos recibieron la Historia de los Arabes en España de Conde, se hallasen aquellos, que de una parte u otra se

cientifico en los terminos que lo entendemos por acá, es el señor Aschbach, autor de varias obras historicas de primer merito (Hist. de los Wisigodos de los Omayades - de los Almoravides y Almohadas en España del Emperador Sigismundo), pero preocupado en este particular de una especie de Cidofobia. Con los Franceses Rosseuw St. Hilaire y Romey no tenemos nada que ver, mientras no den otras y mas convincentes pruebas de su vocacion historica y critica.

interesaban en la discusion sobre lo mas o menos de autenticidad historica del Cid y sus hazañas. Pero por grandes que sean los indudables meritos de aquella obra, no se puede negar que las esperanzas que algunos tendrian de importantes revelaciones inmediatamente relativas a la historia del Cid fueron enteramente frustradas, pues los autores arabes de que Conde se habia valido no parece que del Cid referian mucho mas de lo que ya se sabia por los estractos de Casiri. No deja sin embargo la obra de Conde de ser bajo otro respeto bastante importante para la historia del Cid es decir en casi todos aquellos puntos donde está conexa con la historia general de los Arabes en los reinos de Aragon, Valencia y Murcia, y que quedando anteriormente mas o menos oscuros y confusos, se podian algo mejor averiguar y ordenar con las noticias de Conde. Aprovechandose pues el editor de la presente obra de estos testimonios arabes para completar las lacunas, desembrollar las confusiones y aclarecer las dudas y oscuridadas que en aquellos puntos quedavan en la Historia latina (que asi llamarémos la publicada por Risco) y en los otros escasisimos testimonios autenticos de los Christianos, pero en lo demas adoptando los hechos fundamentales, que de ellos resultaban, y que no se hallaban en oposicion con aquellos, compuso su historia del Cid. Y por mas que posteriormente se haya dicho por otros, en lo contrario, debe y puede declarar aqui mui expresamente: que no ha hallado razon suficiente para mudar de parecer sobre los resultados de los investigaciones que entonces hizo. En efeto toda la cuestion se cifra en lo mas o menos de credito historico que merezca la Historia latina, tanto en sí mismo, como relativamente a los testimonios autenticos tanto cristianos como arabes, y notamente los de Conde. En cuanto a los primeros no nos detendrémos con ellos, pues nuestros oponentes (a lo menos los mas cuerdos, instruidos y candidos de ellos) tampoco lo han hecho ni en verdad aquellos testimonios presentan contradicion alguna directa con la Hist. latina, ni la escasez general de sus noticias permite decentemente de formar conclusiones respeto lo que callan. En cuanto a los testimonios

arabes no se les puede echar la misma nota, pues no dejan de ser en general bastante circunstanciados y aun prolijos, y asi los criticos se han creido autorizados de no solo negar aquellos puntos de la historia del Cid, que les parecian estar en contradiccion directa con testimonios arabes, sino hasta aquellos hechos que estos callan! Nosotros hemos seguido y seguimos un principio diferente, y es: de dar tanto credito a los unos como a los otros, a cada uno en aquellos puntos que mas inmediatamente le tocan, y siempre prefiriendo el testimonio positivo y directo del uno al meramente indirecto y tacito del otro. A este modo de proceder nos hallamos tanto mas autorizados que casi no encontramos ninguna dificultad en reunir y acordar los testimonios positivos y directos de ambas partes en todos los puntos de alguna esencialidad. Queda sí alguna que otra oscuridad y confusion en la cronologia, algun que otro desacuerdo en los nombres y años de reinado de algun principe arabe; pero ademas de ser estos puntos de poco momento para la autenticidad general de los hechos respectivos cuantos, preguntamos, de estos desacuerdos y confusiones no hai entre los mismos autores arabes, con cuyo testimonio se quisiera aniquilar la historia del Cid! Queda ademas, no lo negarémos, cierta contradicion respecto las condiciones y circunstancias de la conquista de Valencia; pero el testimonio de la Historia latina, aunque breve y escasa en cuanto a la entrega de la ciudad, no deja de ser tan claro y positivo, como las noticias de los Arabes sobre la parte que tendria el Wali de Abenrazin en aquel suceso son vagas y confusas, y asi hemos dado y damos mas credito en este particular a aquella que no a estas, mientras no se descubrieren nuevos testimonios mas circunstanciados y autenticos. No negarémos sin embargo que en el entretanto siempre quedará mui oscuro este suceso, y nos reservamos ademas para otro lugar lo que en este respecto tenemos que decir sobre la historia llamada comunmente de Gil Diaz o del Moro Abenalfange. Y qué dirán a todo eso nuestros hipercriticos oponentes? Qué razon fundada en sana critica tienen para desechar del todo nuestra Historia latina, y no solo recibir por positiva

mente autentico lo que dicen sus Arabes, sino hasta por negativamente autenticado lo que callan? En verdad que a oirlos se creeria que están preocupados de cierta inclinacion islamizante, y que les basta ser un testigo Cristiano viejo para desecharle, y el otro Mohamedano o Judio para darle fe y credito! Pero vamos al caso. Aunque no se puedan allegar pruebas positivas exteriores y legales de la antigüedad y autenticidad de la Historia latina, las generales e interiores abundan tanto que son mas que bastantes para establecer una presuncion general en su favor. El haberse escrito anteriormente por lo menos a la segunda conquista de Valencia en 1238, no se puede dudar, porque despues de haber referido la recuperacion de aquella ciudad por los Moros en consecuencia de la muerte del Cid, dice expresamente: Saraceni etc. nunquam eam ulterius perdiderunt. Verdad es que a aquellos que suponen ser el todo una mera ficcion o por mejor decir una falsificacion del bueno de Risco, poquisima fuerza hará tal argumento, pero con tales criticos no hai que disputar). Pero hai mas; y es que no se puede dar la mas leve razon para dudar el haberse escrito la tal historia mucho antes de aquel termino, y sí varias para admitir esta suposicion. Entre estas razones mencionarémos: en primer lugar el hablarse en la introduccion como si fuese

*) Esto lo da a entender el Señor Rosseuw St. Hilaire, que debe la mayor o por lo menos la mejor parte de su historia al eruditisimo Aschbach sin nunca citarle. No preguntarémos como se llamará semejante proceder en buen castellano, pero queremos sí preguntar que qué autoridad merece un escritor que presume saber de historia y literatura española y no conoce siquiera la traduccion castellana de la historia de la literatura española de Bouterweck, donde podria ver el facsimile de la escritura del codigo de la Historia Rod. Didaci, de principios del siglo XIII, que él insinua ser fabricacion o invencion de Risco! Verdad es que hasta en esos desvarios no es original, sino que sigue a Masden; con la diferencia de que este tenia, aunque ninguna solida razon, por lo menos un tal cual pretexto, no habiendosele mostrado el codice de Leon, cuando fué alli para verlo; pues por una casualidad entonces se habia extraviado, como se puede leer mas largamente en la obra citada arriba.

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