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titud, tienen lugar de ir enterando los Agregados sus descubiertos, y como vulgarmente se dice, con una trampa remiendan otra.

Estamos en el año de 78, y todavía no han salido de esta Oficina las cuentas del de 1776, que pudieron haberse concluído al menos por Abril de 777, contando con las Administraciones más distantes de Chuquisaca, y Quito, que están en los extremos: Estos Administradore's de Chuquisaca, Oruro, Guamanga, y Arequipa han sido siempre los más morosos en las pagas de los productos de sus oficios, y en particular Guamanga, que con no poco travajo, y por una casual felicidad se logió a fines del año de 77 la paga de los productos de cerca de dos años: Varias veces hé dicho a Dn. Josef, que este Administrador no ela á propósito, porque aunque fué puesto por mi provisionalmente al tránsito, que hice por aquella ciudad por muerte del anterior, supe después a mi llegada a esta ciudad, estar descuvierto en muchos miles de los caudales que aqui se le havian fiado, y en que havia procedido de mala fé: Púselo en noticia de Dn. Josef de Pando, para que sub-rogase otro Administrador, que diese fianzas de aquellos Productos: Convenciéronle mis razones, pero luego mudó de dictamen, porque piensa, que le engaño, y assi continúa el mismo Administrador Dn. Pablo Verdaguer sin haver dado fianzas: El de Arequipa hizo bancarrota ahora dos años por sus irregulares gastos, y aunque no comprehendió entonces a la renta, va siempre atrassado un año, como los demás, pagando los Productos del año de 74 con los de 75, y assi en lo demás, que no puede percivirse en la Contaduría General, porque aquí las cuentas, a lo menos, se atrasan un año por estas condescendencias perjudiciales a la Renta, que por último, há de hacer efectivo su daño.

Soy inquieto, porque soy advertido en el cumplimiento de mi obligación, porque procedo con limpieza, y no paso por disimulo perjudicial al Ministerio: Reparo el inconveniente, y no se quiere en la Oficina hombre tan reparador: Cuando Dn. Josef de Nava me manifestó su representación, é inusitado titulo, le adverti con suavidad, que no podia mirarse en la Corte con indiferencia una tan clara transgresión de sus órdenes, y que aunque disimulasen por respeto de este Superior Govierno, siempre reservarían su desaprovación, y su desagrado contra una solicitud opuesta a sus superiores providencias y se confirmarían en el mal concepto que tenían de sus operaciones, en el mismo hecho de ocurrir al Subdelegado, como especie de agravio que se le hacia en la Corte, pero de esta advertencia no hizo el menor aprecio. Esto sucedió el 15 de Febrero y hasta el dia 20 que debía salir el Correo de Valles, solo se ejercitó en sacar testimonios de su título y representación para repartirlos en todo el Reino y aun en lo más distante de esta Península, ostentando haver triunfado de mis intenciones, pero como estas no han tenido otro fin que el de el fiel desempeño de

mi cargo ni hice aprecio de estas ridiculas ocurrencias menos sociables con la seriedad de los hombres de bien, lo que reparé fue que, estando el correo pronto a marchar, sin que los Oficiales tuviesen que hacer. pregunté el motivo que había para que no partiese y se me respondió que había órden de la Secretaría de Cámara para que se detuviese el Correo por un pliego que no había firmado Su Excelencia. Con efecto no salió hasta después de las diez de la noche y después supe".

Archivo Moreyra.

Maldonado, el Rico, Señor de
de los

Andahuaylas

Por José Antonio del Busto Duthurburu

Hubo muchos Diegos Maldonados en la Conquista y Pacificación del Perú, pero sin lugar a dudas- Maldonado el Rico fue el principal de todos ellos. Los otros no pasaron de ser soldados secundarios; nuestro Diego Maldonado, ese si fue importante de verdad. A través de su larga existencia se aprecian muchos aspectos de la vida de un conquistador. Pobre y desenfrenado en su juventud, oportunista y desleal en la madurez, enfermo y arrepentido en la edad senil, en todo momento adoró al becerro de oro. Dicen que su vejez fue el castigo de su ambiciosa vida. Eso no se puede asegurar. Lo que si es cierto es que con la pobreza enterró su honra y que sus tesoros le sirvieron de poco. Lo llamaron "El Rico", es verdad, y por ello sus contemporáneos lo creyeron feliz. Restaria repetir con el autor de las Epistolas Familiares: "Qué aprovecha tener muchos dineros, si los más dellos gasta con físicos y boticarios?" 2. Se podría añadir, por paradoja: ¿De qué le sirvió tanta riqueza si murió rodeado de mendigos?

El criado de Pizarro

Según los heraldistas y tratados de genealogía antigua, los Malnado vienen de los Aldanas y reconocen por tronco de su Casa a Hernán Pérez de Aldana, señor de Aldana y otras villas, el primero que se llamó de Maldonado en tiempos de Alfonso VIII, el castellano. Desde entonces, los Maldonado trajeron por blasón un campo de gules con cinco lises de plata puestas en sotuer, armas que, a decir verdad, hablaban de un parentesco ancestral con los Aldana 3.

Pues bien, Diego Maldonado al que las crónicas peruleras dan por sobrenombre "El Rico"- fue en toda regla un aldanés, y no, precisamente, por descender de aquellos Aldana de azulada sangre goda, sino por haber venido al mundo en la fría villa de Dueñas, en plena tierra de Campos, región palentina que daba el nombre de aldaneses a los nacidos en su seno. Maldonado, el Rico, pues, nació en la villa

de Dueñas alrededor del año 1500s, en el hogar hidalgo de Francisco Maldonado y de su mujer doña Catalina Nieto, señora cuya sangre procedía de las montañas de León.

Pero a pesar de su hidalguía y sangre goda, cuando Maldonado el Rico nació no pasaba de ser uno de los tantos Maldonados pobres. Por ello su infancia no corrió en su lugar natal sino a orillas del Tormes, mostrando a lo largo de su vida un cariño especial por Salamanca y confesando en más de una ocasión haber nacido allí. Sentimentalismo añejo o vanidad reprimida, porque en Salamanca estaban también los mejores parientes de su padre, aquellos que por cuna y por hacienda podían llamarse "bien-donados", en oposición a esos deudos aldaneses que venían a ser los "mal-donados" de verdad. Pero pasado un tiempo, por no cambiar su estrella en la ciudad del Tormes o harto de servir a parientes nada pródigos, decidió pasar á Indias con miras de hacer alli vida de soldado. Pobre, fuerte y con veintinueve años encima, la milicia indiana era una solución impostergable.

Nuestro hombre pasó a Sevilla y alli conoció a Francisco Piza. Fro, ofreciéndose para un cargo escuderil. Pizarro lo tomó a su servicio y por eso, pasados muchos años, seguirán refiriéndose a él como "a un Maldonado criado del Marqués". Lo cierto es que en Panamá, la soleada capital de Tierra Firme, decidió fijar su primera residencia en el Nuevo Mundo. Allí frecuentó corrillos de soldados y se codeó con Ruy Hernández Briceño, hombre muy entusiasmado con la tercera Armada de Levante. Con algún dinerillo adquirió entonces un mal caballo y formado al lado de su amigo Ruy Hernández, se embarcaron juntos camino del Perú 10. Cieza de León apunta que con Pizarro partieron más de ciento ochenta soldados españoles y al mencionar a los notables, el segundo viene a serlo un Diego Maldonado 11. En realidad, se trataba de un homónimo, hombre viejo y vecino de Natá, que alguna vez había sido lugarteniente de Pedrarias. De ahí el puesto importante que le asignan en la crónica 12. Maldonado, el de Natá, murió poco después en San Miguel de Piura; Maldonado el Rico, en cambio, siguió cabalgando en su enjuto corcel por los arenales de la costa. Más tarde viviría orgulloso de los trabajos sufridos en el desierto y alardearía de ello en las probanzas: "porque este testigo vido ser y pasar así lo contenido En la pregunta E este testigo vino en la compañía del dicho señor governador" 18.

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¡Santiago y ä ellos!

Efectivamente, después de pasar por Pavur y Motupe. Jayanca, Cinto y Saña curacazgos de abolengo tallán y chimú- los cristianos dejaron atrás el arenal y empezaron a subir la cordillera. Entonces se trocó el calor en frío y los cielos azules por otros encapotados. Los españoles compararon el árido paisaje con la tierra de Campos, por darse en ella los peores fríos de Castilla, pero Maldonado se cuidaba poco dei clima y pasaba el tiempo haciendo bromas con su nuevo amigo, el abulense Melchor Verdugo. Se sabe esto último por algún testimonio aislado, donde se asegura de los dos que "en todo el dicho descubrimiento e conquista fueron compañeros e andubieron juntos" 14

Pero pasados los fríos avistaron Cajamarca y posesionándose de la ciudad de piedra, Francisco Pizarro envió a Hernando Pizarro con una embajada ante Atahualpa. Con este capitán partió Diego Maidonado en su rocín. Debió entonces de admirarse con el campamento incaico, los guerreros quiteños uniformados con iibreas de colores y el boato que rodeaba a ese rey que se titulaba dichoso vencedor. Pero lo que verdaderamente lo dejaría boquiabierto sería la majestad de Atahualpa, Hijo del Sol y Señor de las Cuatro Partes del Mundo... 15,

Al día siguiente, que se contó 16 de noviembre de 1532, Maldorado estuvo con Soto y Pedro Cataño en el interior de un galpón. Afuera, en la plaza de Cajamarca, Fray Vicente hablaba con el monarca indio. Pero el fraile debió de fracasar en su propósito, porque en breve sonó el disparo de arcabuz y alguien agitó una bandera en el aire. Soto, que como el resto de sus hombres estaba encabalgado, picó espuelas al bruto y lo obligó a salir del galpón. Lo siguieron Cataño, Lope Vélez y Diego Maldonado. Todos gritaban: ¡Santiago! causando un ruido ensordecedor. Con las lanzas en las manos, el pulgar hacia el regatón, embistieron a la indiada una, dos, diez veces... finalmente Pizarro apresó al rey quiteño y trocó su reinar en vasallaje 1o.

Al repartirse el botín, el Gobernador premió a Diego Maldonado y a su caballo de poca alzada, con 362,2 marcos de plata y 7,770 pesos de oro". Alguna fuente añade que por derecho de guerra, tomó para si a una de las hermanas del Inca is.

Antes de abandonar Cajamarca, el 7 de junio de 1533, fue testigo de la venta de una cabalgadura entre el vizcaíno Pedro de Anades y Alonso Pérez de Vivero". Esa tarde ofició de lo mismo en una obligación de Diego de Molina, pero después de cumplir con estos compromisos volvió a tomar sus armas y caballo, prosiguiendo con el grueso de la tropa a Jaula, siempre en compañía del buen viejo del Gobernador 20.

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