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Cuando dedicados en los últimos tiempos a escribir una biografia del Gobernador Francisco Pizarro, tuvimos que encarar su famosa marcha de Cajamarca al Cusco, tropezamos con el gran inconveniente de ignorar muchos pueblos del itinerario y, sobre todo, la duración de este viaje.

En primer lugar, sabíamos por el cronista Pero Sancho que “el Gobernador se partió asimismo después un lunes por la mañana...", pero por silenciar el día y el mes, la ubicación del misterioso lunes resultaba imposible de lograr. Por otro lado, ese viernes 15 de noviembre de 1533 que, a decir del mismo Sancho, ingresaron al Cusco los cristianos, no parecía viernes sino sábado. Coincidian, en cambio, otras referencias de la citada crónica, como aquellas de que Pizarro entró a Huaylas en domingo y que posteriormente cayó en sábado la fiesta de Todos los Santos. Dispuestos a dilucidar la duda nos echamos a buscar en todas las crónicas que trataban del derrotero, en los protocolos del escribano de la hueste Jerónimo de Aliaga, en las Cartas del Perú salvadas por Porras Barrenechea... Trabajo vano, porque el lunes de la partida y el viernes de la llegada no aparecían por ningún lugar.

Deseosos de precisar tales fechas nos vimos obligados a elaborar un calendario de ese año 33. Nos sirvió de base una carta de Francisco Pizarro y sus Oficiales Reales dirigida al Emperador, la cual se fechó en Jauja el 25 de mayo de 1534, día que siguió a un domingo Pascua del Espíritu Santo. Concordando crónicas y consultando los protocolos del escribano Aliaga, llegamos a la conclusión de que Francisco Pizarro partió de Calamarca el lunes 11 de agosto, cuatro días

antes de la festividad de la Asunción; que de Cajamarca a Jauja empleć dos meses exactos de camino, y que desde Jauja al Cuzco tardó escasamente veinte días. También que todo el recorrido se hizo siguiendo el Real Camino de los Incas, que se avanzó del Nor-Oeste al Sur-Este. y que en ningún momento se salió del Chinchaisuyo. Por último, que los cristianos entraron a la capital incaica no un viernes, como afirma Sancho, sino un sábado, festividad de San Eugenio, vale decir, el sábado 15 de noviembre de 1533.

Con esta hipótesis de trabajo buscamos la confirmación científica Primeramente escribimos a la Srta. Carolyn T. Lee, del Reference Dept de la Catholic University of America, cuyos conocimientos en materia de reformas calendáricas le han ganado fama de autoridad en Cronología. Nos contestó que, efectivamente, nuestras sospechas eran fundadas, pues el 11 de agosto de 1533 había sido lunes y el 15 de noviembre del mismo año, sábado. Verificado el tiempo, pasamos a calcular el espacio. Nos sirvió para ello la Mapoteca de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Lima, cedida gentilmente por su Decano, Dr. Antonio San Cristóbal. Ajustándose también a nuestros cálculos, la distancia recorrida acusaba comulgar con el tiempo gastado. En efecto, según los más detallados mapas, Pizarro avanzó por el Real Camino de los Incas a un promedio de 4 km. por hora, andando cada día no menos de 6 horas, lo que traducido a espacio equivalía a 24 km. diarios. Sin embargo, lo hemos dicho hablamos de distancia promediada y no de distancia regular. Hubo días en que se avanzó muy poco y otros en que se ob'igó a marchas forzadas de 35 a 40 km. Por otro lado, el sistema vial incaico era mucho más corto que nuestra actual red caminera. El Real Camino de los Incas, lejos de contemplar la posibilidad de la rueda, sólo atendía a la agilidad del indio y sus auquénidos de carga. El camino imperial utilizaba preferentemente la línea recta pero también la curva. Sin embargo, lo que se ganaba en distancia se perdía en velocidad.

Aclarado el panorama, quisimos conocer todos los secretos de la histórica marcha de Pizarro y ello nos llevó también a ciertas conclusicnes. Según ellas, los factores que posibilitaron el relativamente rápido marchar de los conquistadores desde Cajamarca a! Cusco, podian enumerarse de este modo:

1) La adaptación de los españoles al clima andino, pues los soldados de Pizarro contaron con cerca de ocho meses en Cajamarca y los de Almagro un total de 118 días. La aclimatación de la hueste fue el primer factor positivo, pues sin él no hubiera sido posible el que se dieran los demás.

2) La ausencia de enfermedades en los casos individua'es y de pestes en los colectivos. Los únicos que murieron a causa de fatiga

fueron ciertos caballos, aunque, a decir verdad, todos los equinos padecieron de resfrío.

3) La organización, disciplina y experiencia de la tropa española, lo que descartó deserciones y amotinamientos.

4) La amistad y colaboración de Túpac Hualpa, el nuevo Inca, quien en todo momento representó un papel definitivo en favor de los cristianos. Su amistad fue la amistad quechua.

5) La amistad y colaboración de todos los curacas del camino, quienes proporcionaron a los expedicionarios no sólo noticias exactas del itinerario sino también víveres y cargueros.

6) La amistad y colaboración de todos los pueblos de naturales, por lo menos hasta Cajatambo, y la ausencia de luchas hasta Jauja. 7) El espionaje de los indios amigos de los españoles y sus enlaces con la hueste del Gobernador.

8) El Real Camino de los Incas, obra magnifica de ingeniería, superior al mejor camino de la Cristiandad. Los depósitos y tambos de su orilla sirvieron frecuentemente de hospedaje a los castellanos. El único obstáculo lo constituyeron sus muchas escalinatas, pues en ellas dejaron sus herrajes la mayoría de los caballos. 9) El conocimiento de todo este Real Camino de los Incas por el Gobernador Pizarro, pues hasta Jauja había sido recorrido por la hueste que llevó a Pachacamac Hernando Pizarro; y desde Jauja hasta el Cusco por Pero Martín Bueno, Pedro de Zárate y Pero Martín de Moguer, los tres cristianos que fueron desde Cajamarca a tomar posesión de la capital incaica.

10) El reconocimiento del camino por vencer mediante avanzadas de caballería comandadas por Almagro y Soto.

11) El abandono de la artillería y de todo vehículo rodado.

12) El abandono de la retaguardia en Bombóm y Jauja, "cola del campo" en la que quedaron también los cargueros indios portadores de los viveres y el oro.

13) La certidumbre de no esperar refuerzos.

14) La neutralización, mediante la prisión, del general quiteño Calcuchimac, y su muerte en el pueblo de Jaquijahuana.

15) El sojuzgamiento de los jaujas y los yauyos.

16) La opinión general entre los soldados de que contaban con la ayuda del Apóstol Santiago.

17) La evidencia de contar con el apoyo de todas las Panacas del Cusco, cuyos orejones eran secretos enemigos de los ejércitos de Quito. 18) La deserción de los cañaris, chachapoyas y, posiblemente, los

tarmas.

19) La débil resistencia quiteña -reducida por los muchos quiteños desertores que imposibilitó una gran batalla que frenara los impetus de los españoles.

20) La desmoralización de los ejércitos de Quito ante unos guerreros a quienes el común del pueblo atribuía fama de dioses, semidioses o embajadores de los dioses, razón por la que los nombraban "Huiracochas" o "Viracochas".

21) El plegamiento de Manco Inca Yupanqui a las fuerzas españolas con la intención de arrojar del país a los de Quito.

22) El favor y fervor de todos los quechuas, quienes siempre vieron a los españoles como a sus libertadores frente al enemigo común -los guerreros de Quito—, vengadores del Inca Huáscar y salvadores del Tahuantinsuyo, así como restauradores de la teocracia de los Hijos del Sol.

23 La intención manifiesta del Gobernador y sus capitanes de caer sobre los quiteños antes de que se pudieran organizar en torno a la figura de Quisquis.

24) La obsesión de tomar el Cusco a los quiteños, captura que representaba aparentemente el final de aquella guerra. Ignoraban los españoles que Manco Inca se encargaría de proseguirla a partir de 1536, haciendo con ello ver que la Conquista no estaba terminada,

25) La esperanza del riquísimo botín.

Todos estos factores, en nuestro concepto, colaboraron al relativamente rápido marchar del Gobernador desde Cajamarca al Cusco. El resto puede achacarse a su buena suerte o a la ausencia de una Noche Triste que lo obligara a retroceder. Lo importante, por ahora, es que salido de Cajamarca el lunes 11 de agosto de 1533, cuatro días antes de la Asunción, entró al Cusco la mañana del sábado 15 de noviembre del mismo año, festividad de San Eugenio. Y esto, precisamente, es lo que a continuación pasamos a probar.

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"El Gobernador se partió asimismo después un lunes por la mañana y en aquel día caminó tres leguas y fue a dormir a orillas de un río" (Sancho, cap. III). El lunes de la partida tuvo que ser el 11 de agosto, porque de haber salido el anterior sobrarian dias en el itinerario, y de partir el siguiente, faltarían. Se descarta la posibilidad de que Sancho haya confundido la festividad de la Asunción con un domingo (día de misa, en ambos casos, como entonces se decía) porque de haber sido así la partida se habría realizado el sábado 16 de agosto

y también el margen de tiempo resultaría estrecho. No queda, pues, sino admitir que Francisco Pizarro salió de Cajamarca el lunes 11 de agosto de 1533, tesis que estaría además reforzada por las siguientes pruebas:

a) La carta del licenciado Gaspar de Espinosa al Emperador (Panamá, 10-X-533), donde confiesa su autor haber sido informado por Pizarro y por Almagro que pensaban partir de Cajamarca "en principio del mes de agosto". Se trataría, pues, de la fecha ideal de la partida, mas no de la fecha real, que por causa de los imprevistos se retrasó una semana. De todos modos, por ser antes de la Asunción, la partida se efectuó "en principio del mes de agosto".

b) Los protocolos del escribano de la hueste Jerónimo de Aliaga, los cuales se interrumpen en Cajamarca el domingo 10 de agosto de 1533. La carta de obligación entre los soldados Hernando de la Rocha y Pedro de Mendoza fechada el día 20 es hija del error, como lo demostrarían los diez días de silencio escribanil que la preceden. Además se conoce otra escritura el 17 de ese mes firmada por Aliaga de Huamachuco.

e) Las afirmaciones de Pedro Cieza de León (Tercera Parte, cap. LIV) y de su seguidor Antonio de Hererra (Década V, lib. IV, cap. X), sobre que estuvo Pizarro en Cajamarca "más tiempo de siete meses", lo que equivale para nosotros a ocho meses menos cuatro días.

d) Las Advertencias del soldado Juan Ruiz de Arce, el de Alburquerque, donde dice refiriéndose a su permanencia en Cajamarca: "Aquí estuvimos en este pueblo ocho meses". La afirmación no puede ser más exacta, porque los ocho meses se cumplieron cuatro días después del lunes 11 de agosto.

e)

La afirmación de Pero Sancho de que el Gobernador entró a Huaylas un dia "que fue domingo", razón por la que "llegados oyeron luego misa'. Esto, además, refutaría la posibilidad de haber partido el sábado 16 de agosto, día siguiente de la Asunción.

f) La carta de Francisco Pizarro y los Oficiales Reales del Perú al Emperador (Jauja, 25-V-534), donde se dice de la marcha de Cajamarca a Jauja, "tardamos dos meses", cantidad de tiempo exactamente cumplida la mañana del sábado 11 de octubre de 1533, fecha en la que el Gobernador y su vanguardia capturaron Jauja.

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