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ban, que aquellos tablones fueron de un gran cacique, y que uno de los señores del Cuzco los ganó y se los llevó así en tablas, con las que e cacique vencido había hecho una casa" (Sancho, cap. IX). Pedro Pizarro dice que este lugar estaba "bajando de Curumba" y lo sitúa en un llano donde estaba un acllahuasi. Sancho habla de Curamba y explica que estaba en la falda de un monte, 5 leguas al sur de Vilcas, en el camino del Cusco (cap. VIII). La "villa" en cuestión es Curahuasi y la historia de la casa del curaca explica su etimología.

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"El día siguiente partió el Gobernador para pasar el puente del último río que era casi tres leguas de allí. Antes que llegara a aquel río, vino un mensagero con una carta del capitán, en la que avisaba como era llegado a aquel último río con mucha diligencia para que los enemigos nc tubieran lugar de quemar el puente; pero al tiempo que llegó lo habían acabado de quemar..." (Sancho, cap. IX). "Estas nuevas alcanzaron al Gobernador cerca del último río como queda dicho... pero mostrando todos poner la esperanza en Dios llegaron al río el que pasaron en balsas de la tierra llevando los caballos a nado por estar quemado el puente; y estando entonces el rio muy crecido se tardó en pasarlo el resto de aquel día y el otro hasta la hora de siesta" (Sancho, cap. X). El río que empieza a cruzar Pizarro en este día es el Apurimac. Por eso lo llama Sancho "último rio" y Diego de Trujillo, Apocima. Pedro Pizarro, Murúa y otros lo nembran Apurima. También Cieza nos dirȧ: "Adelante está el río de Apurima, que es el mayor de los que se han pasado desde Caxamalca hacia la parte de! sur, ocho leguas del de Abancay" (Crónica del Perú, cap. XCI). Herrera es e! unico cronista que llama a este rio Apurimá (Década V, lib. V. cap. III).

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"Pues pasado el río ya tarde pasó adelante el Gobernador con esta gente y llegó por la noche a un pueblo llamado Rímac, una legua de aquel rio" (Sancho, cap. X). El pueblo a donde van a dormir es Limatambo. Cieza habla de "los aposentos de Liniatambo" (Crónica. del Perú, cap. XCI) y Diego de Trujillo escribe Lima Tambo y Limatambo, indistintamente.

Jueves 13 - XI - 1533:

"Y aqui llegó el Mariscal con cuatro caballos a esperarlo y des pués de hablarse se partieron a otro día para el campo de los caballos.

españoles, adonde llegó (el Gobernador) en la tarde, habiendo salido a su encuentro el capitán y muchos otros, y se holgaron todo mucho de verse juntos. El Gobernador dió a cada uno las gracias, según sus méritos, por el valor que habían mostrado, y todos juntos partieron y en la tarde llegaron dos leguas más adelante a un pueblo llamado Sachisagagna" (Sancho, cap. X). "El campo de los caballos españoles" es Vilcacunca, la cuesta de Limatambo llamada por los conquistadores Bilcaconga (Cieza, Crónica del Perú, cap. XCI), Vericacunca (Ruiz de Arce), Vilcacanga (Diego de Trujillo) y Bilcahinca (Estete). A su vez, la Sachisagagna de Pero Sancho es Jaquijahuana, llamada Xaguixaguana o Xaquixaguana por Pedro Pizarro; Xaqui-Xaguana por Estete; y Sacsahuana por Murúa. La noche que los cristianos pasaron en Jaquijahuana se ajustició a Calcuchimac.

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"Aquí reposaron los españoles aquella noche habiendo puesto buenas guardias en el campo por haberse entendido que Quizquiz estaba cerca con toda la gente: y a la mañana siguiente vino a visitar al Gobernador un hijo de Guainacaba hermano del cacique muerto... El Gobernador hizo luego poner toda la gente a punto, y aunque era ya hora de mediodía, conocida la necesidad no quiso detenerse a comer, sino que caminó con todos los Españoles en derechura la vuelta del Cuzco, que estaba a cuatro leguas de aquel lugar con intención de asentar su campo cerca de la ciudad para entrar en ella a otro día temprano; y andadas dos leguas vió a lo lejos levantarse una gran humareda" (Sancho, cap. XI). Cieza anota que entre Jaquijahuana y el Cusco había 5 leguas de camino (Crónica del Perú, cap. XCI) y Estete escribe que en el primer lugar "descansaron tres o cuatro días, que es cuatro leguas de la ciudad del Cuzco". Lo del descanso prolongado es un error, pero en la distancia coincide con Sancho. Lo cierto es que aproximados al Cusco tuvieron una recia guazabara con los indios "y por ser ya tarde asentaron el campo en un llano, y los Indios se mantuvieron sobre el monte hasta la media noche a un tiro de arcabuz, dando gritos, y los Españoles estuvieron toda la noche con los caballos ensillados y enfrenados" (Sancho, cap. XI).

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"y a otro día al rayar el alba el Gobernador ordenada la gente de a pie y de a caballo, tomó su camino para entrar en el Cuzco con buen concierto y sobre aviso creyendo que los enemigos vendrían a acometerle en el camino, pero no compareció ninguno. De este modo

entró el Gobernador con su gente en aquella gran ciudad del Cuzco sin otra resistencia ni batalla, el viernes a la hora de misa mayor, a quince días del mes de Noviembre del año del nacimiento de nuestro Salvador y Redentor Jesucristo MDXXXIII" (Sancho, cap. XI). Este dato de la fecha lo volvemos a encontrar en la carta del Ayuntamiento de Jauja al Emperador (Jauja, 20-VII-1534), donde se reafirma -acaso por ser su autor Sancho o haberla escrito alguien que tuvo a la mano su Relación-: "e asi entró el Gobernador e españoles en aquella Gran Cibdad viernes de mañana, quince de Noviembre de mil e quynientos e treinta e tres años". El cronista Estete sólo dice: "otro día de mañana entramos en ella" (la ciudad del Cusco). A su vez Herrera, posiblemente por seguir a Cieza, comete el error de afirmar que Pizarro entró al Cusco "por el Mes de Octubre, de este Año" (Década V. lib. VI, cap. III). La verdad es que todos, en especial Sancho, se equivocaron. La entrada al Cusco no fue en día viernes sino en Sábado. El mismo Sancho, por los días de su cuenta, lo pudo comprobar. Sin embargo, no lo hizo. Creemos que el origen de su confusión radique en Manco Inca. En efecto, malamente informado de las prácticas cuaresmales de los cristianos, Manco llega a decir el viernes 14 de noviembre en Jaquijahuana: "iba yo a pescar porque sé que mañana no comen carne los cristianos, y me encontré con este mensagero que me dice que Quizquiz con su gente de guerra va a quemar el Cuzco y que está cerca, y he querido avisártelo para que pongas remedio" (Sancho, cap. XI). El cronista, pues, se llega a convencer de que el día que habló Manco fue jueves (por las razones que expuso frente a la abstinencia de los españoles) y por eso cree sinceramente que el día 15, festividad de san Eugenio, fue un viernes en que se tomó el Cusco a hora de misa

mayor.

NOTA. Habiéndosenos sugerido que podría ser útil a los lectores una reconstrucción del viaje de Francisco Pizarro de San Miguel a Cajamarca por haber hecho ya George Petersen la del itinerario seguido entre Túmbes y San Miguel consideramos prudente sintetizarla asi. Partió el Gobernador de San Miguel el martes 24 de setiembre de 1532 y entró al valle de Piura el viernes 27, descansando allí hasta el lunes 7 de octubre. Partidos la mañana del 8, lcs conquistadores entraron al mediodía a Pabor; el 9 a la fortaleza de Zaran y el 10 al pueblo de este nombre, donde descansaron hasta el sábado 19. El domingo. 20 se reinició la marcha, llegando a Copiz el 23 y a Motux el 24. Aqui descansaron hasta el día 29. fecha en que partieron a Cinto, lugar que avistaron el jueves 31. El 4 de noviembre se reemprendió el viaje, legando "a un pueblo que está al pie de la sierra" (Zaña) al atardecer del miércoles 6. Después de un día de descanso, el 8 empezaron a ganar la cordillera, topando una fortaleza que a todos recordó los castillos de España. El sábado 9 sintieron un frio helado sólo comparable al palen

tino de la tierra de Campos; el 10 llegó el embajador de Atahualpa; el 11 se continuó la marcha y el 12 se descansó. El miércoles 13 Pizarro entrevistó al tallán espía; el jueves 14 se durmió en "un llano de Zavana"; y el viernes 15 de noviembre de ese año 32, alrededor de la hora de vísperas, entró la hueste en Cajamarca. Hemos respetado la toponimia del cronista Francisco López de Jerez, sin identificar los pueblos, para que el lector siempre se guie por la "Verdadera Relación de la Conquista del Perú y Provincia del Cuzco llamada la Nueva Castilla", del autor citado, y se evite confusiones.

Una descripción inédita de Lima en el Siglo XVIII

por Aurelio Miró Quesada S.

En 1945, en una de mis gratas y repetidas visitas a la República Argentina, Don Alejo González Garaño, entonces director del Museo Histórico Nacional de Buenos Aires, tuvo la gentileza de obsequiarme un pequeño libro manuscrito y encuadernado en pergamino, que contenía una desconocida Descripción de la ciudad de Lima. Gran investigador y gran señor, perteneciente a una ilustre familia de artistas, historiadores y coleccionistas de obras de arte, Don Alejo vivía en la calle de Rodriguez Peña, en una casa familiar que era todo un Museo. En un piso, su hermana, con una admirable colección de los inmensos peinetones, los muebles de caoba y las beligerantes divisas punzó de la época de Rosas. En otro piso, su hermano Eduardo, cariñosamente llamado "el petizo", que lucía sus cuadros de Gutiérrez Solana y de Zuloaga y sus recuerdos gauchos y pamperos de Ricardo Güiraldes. En otro piso, por fin, los inagotables grabados y acuarelas de tema argentino, y en general americano, que había ido reuniendo el propio Don Alejo con ojos de experto y emoción de criollo, y que constituían la más nutrida e importante colección particular de su género, fatalmente dispersa en varios rumbos después de su muerte.

La Descripción de Lima la había adquirido en uno de sus viajes a Bolivia, en un almacén de antiguedades que seguramente por alusión a Tiahuanaco- se llamaba "El Monolito". Era un librito en 16o, con 144 páginas escritas y otras 90 sin llenar, que no tenía fecha ni firma de autor, y cuyo texto se hallaba dividido en 85 párrafos numerados. Sólo al final, tres letras entrelazadas: J.A.O. servían no para dar una respuesta, sino para abrir una interrogación.

La Influencia de Amat

Desde las primeras lineas, y casi sin profundizar en la lectura, se percib la época: la del Virrey Don Manuel de Amat y Junient, que go

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