bermejo con bandas de oro (3092). Sobre la piel se ponía el manto, anudado o prendido en el hombro derecho; iba forrado con armiño (3374), como el que se ve en el retrato del conde Ramón, o con otras pieles. Sería interminable mencionar todos los aspectos que ofrece el Poema interesantes para la historia de la cultura. Recordemos sólo las noticias que da sobre las precisas circunstancias en que se besaba la mano; las complicadas costumbres relativas a la barba, como símbolo del honor viril; el contrato de préstamo con los judíos; las curiosas escenas del campamento de Tebar y de la libertad del prisionero Berenguer; la cortesía y liberalidad del moro alcaide de Molina; la vigilia que el Cid pasa en San Servando; la corte de Toledo, rica en pormenores jurídicos admirablemente comentados por Hinojosa (1); el juicio de Dios en donde resplandece la verdad después de velar las armas los combatientes y de santiguar las sillas de los caballos antes de arremeter; las curiosas relaciones de la vida secular y la religiosa, el matrimonio civil como acto principal y anterior a la bendición eclesiástica (v. 2233), el divorcio sin intervención de la Iglesia (v. 2867), el obispo de Valencia elegido por el Cid y sus vasallos sin mediación del papa, etc. VALOR NACIONAL DEL POEMA No hay en el Poema del Cid una idea patriótica tan precisamente concebida como en la Chanson de Roland. El autor de ésta supo asociar el deber de vasallaje a Carlomagno y el amor a la nación entera, elevándose, en una época de división feudal, a un sentimiento claro de la unidad de esa Francia cuyo cielo se entristece por la muerte del héroe y cuyos soldados se conmueven de cariño intenso hacia la patria por la cual combaten. En la chanson alienta un patriotismo exaltado, aunque puramente militar, que se apoya en el irrazonado en (1) Citado arriba, p. 89, n. tusiasmo para afirmar el propio valer y despreciar al enemigo: Hoi n'en perdrat France dulce sun los. Ferrez i, Franc; nostre est li premiers colps; nus avum dreit, mais cist glutum unt tort (1210, 1015). Cierto que en el Mio Cid la añoranza que sienten los desterrados de Castiella la gentil y la veneración del héroe hacia el rey, que personifica la patria, tienen ternura y magnanimidad, aunque no ileguen a la grandeza trágica del Roland. Pero de todos modos el Poema del Cid no es nacional por el patriotismo que en él se manifieste, sino más bien como retrato del pueblo donde se escribió (1). En el Cid se reflejan las más nobles cualidades del pueblo que le hizo su héroe: el amor a la familia, que anima la ejecución hasta de las más altas y absorbentes em (1) Así FERNANDO WOLF veía en el Poema la primera y fundamental obra de la literatura española en cuanto es expresión del carácter nacional (Studien zur Geschichte der span. und port. Nationalliter, 1851, p. 30). Arriba dijimos cómo Menéndez y Pelayo considera unidas en el Poema las cualidades artísticas con las representativas de la raza.-G. H. PRESCOTT observa que, así como alguien cree que los poemas de Homero fueron el principal lazo de unión entre los estados griegos, no cabe dudar que un poema como el del Cid, que apareció muy a principios del siglo XII, y que presentaba a la imaginación los más interesantes recuerdos nacionales en relación con su héroe favorito, debió obrar de una manera poderosa sobre la sensibilidad moral del pueblo (History of the Reign of Ferdinand and Isabelle, trad. esp. 1855, p. 10 a). presas; la fidelidad inquebrantable; la generosidad magnánima y altanera aun para con el rey; la intensidad del sentimiento y la leal so briedad de la expresión. Es hondamente nacional el espíritu democrático encarnado en ese "buen vasallo que no tiene buen señor", en ese simple hidalgo, que, despreciado por la alta nobleza y abandonado de su rey, lleva a cabo los más grandes hechos, somete todo el poder de Marruecos y ve a sus hijas llegar a ser reinas. Además, el poeta del Cid, apartándose de la hostilidad regional que respiran otros poemas castellanos, extiende su respeto y su amor a quant grant es España: mira a ésta unida en su mayor parte por el imperio de Alfonso sobre portogaleses, gallizianos, leoneses y castellanos; la considera también toda bajo el nombre de la limpia cristiandad, empeñada en la común guerra contra los moros y honrada en sus diversas familias reales por la sangre del Cid: oy los reyes de España sos parientes son. Este género de nacionalismo, menos enérgico, pero más amplio que el patriotismo militar de Roland, puede ser sentido más general y permanentemente y podrán repetirse siempre las palabras de Federico Schlegel. "España con el histórico poema de su Cid tiene una ventaja peculiar sobre otras muchas naciones; es éste |