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en usar preferentemente adáragas (727) o escudos pequeños sólo de cuero, y en que sus ejércitos tocaban

atamores, cuyo

ruido formidable

maravillaba a los

soldados caste

llanos nuevos y

espantaba a doña Jimena (696, 1660-1667, 2346). Sin duda se distinguían también por montar en sillas jinetas de altos borrenes y estribos cortos, a diferencia de las

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Por último, la espuela o espolón era del tipo que se llamó después acicate. Se desconocían las espuelas de rodajuela; por esto el poeta les da el calificativo de agudas

Moro con adarga, caballero a la jineta. (San Beato, de la Bib. Nac. de Madrid, año 1047.)

cuando las usaban los infantes de Carrión para herir con ellas a sus mujeres (2737).

Cuando el caballero iba de viaje, montaba un palafré o caballo de camino y de lujo; llevaba todas sus armas en una acémila, y delante de (Armería Real ésta iba, llevado del diestro por un escudero (1548), su caballo de armas, más fuerte y más grande que el palafrén.

Espuela.

de Madrid.)

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Fernando II (1157-1188) con armas de fuste, escudo al cuello y brial hendido. (Tumbo en la Catedral de Santiago.)

Cuando se tenían armas (1602, 2243, etc.), esto es, cuando se ejercitaban en juegos mili

tares, en señal de regocijo, el caballero usaba sólo las armas de fuste (1586), es decir, las de madera, el escudo y la lanza. No se ceñía espada ni se vestía loriga, sino el traje ordinario.

El traje de paz era éste (1): primero se ponían la camisa, después las calzas de paño cubriendo toda la pierna, y los zapatos que solían ir adornados con labores (3085-88). Inmediatamente sobre la camisa se ponía el brial, túnica hecha por lo común de una tela de seda entretejida con oro, llamada ciclatón, así que brial y ciclatón venían a ser voces sinónimas. Llegaba el brial hasta los pies é iba hendido delante y detrás para poder cabalgar cómodamente, dejando caer cada mitad de su falda por uno y otro lado del caballo, según se ve en el retrato de Fernando II arriba reproducido, o en el del conde don Enrique. Encima del brial se ponía la piel o pellizón, abrigo más corto que el brial, con manga ancha o perdida, hecho de armiño (3075) o de piel de conejo, cordero o abortones, y forrado al exterior con seda; el Cid llevaba siempre, según su juglar, una piel forrada de

(1) Compárese la detallada descripción del traje del Cid, en los versos 3085-3100, con la más detallada de Girart de Rousillon (trad. P. Meyer, París, 1884, p. LXXXI), que emplea cuatro series en describir cómo se vistió Pierre de Mont-Rabei.

bermejo con bandas de oro (3092). Sobre la piel se ponía el manto, anudado o prendido en el hombro derecho; iba forrado con armiño (3374), como el que se ve en el retrato del conde Ramón, o con otras pieles.

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Sería interminable mencionar todos los aspectos que ofrece el Poema interesantes para la historia de la cultura. Recordemos sólo las noticias que da sobre las precisas circunstancias en que se besaba la mano; las complicadas costumbres relativas a la barba, como símbolo del

honor viril; el contrato de préstamo con los judíos; las curiosas escenas del campamento de Tebar y de la libertad del prisionero Berenguer; la cortesía y liberalidad del moro alcaide

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El conde don Ramón de Galicia. (Tumbo de Santiago.)

de Molina; la vigilia que el Cid pasa en San Servando; la corte de Toledo, rica en pormenores jurídicos admirablemente comentados

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