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naciones reales. Pero en 1089, con motivo de la excursión de Alfonso al castillo de Aledo, en Murcia, a la cual no llegó a tiempo el Cid, fué éste de nuevo acusado por los envidiosos. El rey ahora le confiscó heredades y riquezas, sin querer oir el juramento que en disculpa el Cid quería hacerle, y consintiendo sólo en dejar libres a la mujer e hijos del héroe que había aprisionado cruelmente. El Cid entonces volvió a pelear contra el rey de Lérida, corriendo las montañas de Morella, en las cuales aprisionó segunda vez al conde de Barcelona. De nuevo éste probó la generosidad de su vencedor, y trabó con él íntima amistad. Berenguer renunció al protectorado de las tierras de moros, cuya defensa tan cara le costaba, y lo confió al Cid (1090-1091). Aún más: el sobrino de Berenguer, Ramón Berenguer III, llamado el Grande, conde también de Barcelona, se casó con María, hija del Cid.

Seguro ya por esta parte, el Cid se dedicó a conquistar el litoral valenciano. Otra vez, a instancias de la reina de Castilla, intentó congraciarse con Alfonso, auxiliando a éste en una excursión que hacía contra los almorávides en 'Andalucía, y otra vez el rey se mostró receloso y airado (1092). El Cid tuvo que volverse a alejar de su rey, y para vengarse saqueó la Rioja,

desafiando al Conde de Nájera García Ordóñez, su antiguo enemigo, que no osó acudir a defender su condado. Vuelto a sus conquistas, puso sitio a la ciudad de Valencia, la cual tomó en 1094. El Emperador de los almorávides, Yúsuf, que a partir de 1090 venía apoderándose de la mayor parte de la España musulmana, intentó repetidas veces despojar al Cid de sus conquistas; pero sus ejércitos fueron dispersados o vencidos. El Cid afirmó aún más su dominio en las playas levantinas con la conquista de Almenara y de Murviedro, en 1098, tanto, que restauró allí la antigua diócesis, haciendo que el metropolitano de Toledo ordenase obispo de Valencia al clérigo francés D. Jerónimo de Perigord.

Después de la muerte del Cid (1099), doña Jimena mantuvo a Valencia contra los ataques de los almorávides, casi por espacio de tres años; pero tuvo, al fin, que pedir auxilio a su primo el rey Alfonso, el cual acudió a socorrerla, llevándosela consigo a Castilla, juntamente con el cadáver de Rodrigo, e incendiando a Valencia antes de abandonarla (1102). Ya hemos dicho que una hija del Cid, María, estuvo casada con el conde de Barcelona; la otra, Cristina, casó con el infante de Navarra Ramiro (v. nota a 3420).

Como vemos, el Cantar concuerda en hechos fundamentales con la historia averiguada del Cid; la enemistad del Cid con el conde García Ordóñez y la prisión de éste en Cabra; el destierro del Cid; la prisión del conde de Barcelona; las campañas en tierras de Zaragoza, en las montañas de Morella y en las playas de Valencia; la conquista de esta ciudad y el ataque rechazado de Yúsuf de Marruecos; el episcopado de don Jerónimo en Valencia; el casamiento de una de las hijas del Cid con un infante de Navarra (v. nota a 3420). Hasta en menudos pormenores coincide el Poema con los datos históricos la estancia del Cid en Barcelona, a que alude en los versos 962-963, consta por la Historia latina (1); y si el Cid en el Cantar consulta frecuentemente los agüeros (11-13, 859, 2615) sabemos que el Cid histórico era muy dado a esta superstición, tan arraigada entonces entre gentes de guerra, pues el conde barcelonés se lo echa en cara en la carta de desafío que le dirigió, diciéndole que más confiaba en los agüeros que en Dios (2).

(1) "Ille autem de regno Castellae exiens Barcino nam venit, amicis suis in tristicia relictis. Deinde vero ad Caesaraugustam venit." (Risco, La Castilla, p. xIx.)

(2) "Montes et corvi, et cornellae, et nisi, et aquilae, et fere omne genus avium sunt dii tui, quia plus confidis in auguriis eorum quam in Deo." (Risco, La Castilla, p. xxxvI.) Véase Cantar, p. 48610.

Pero no sólo el héroe, sino casi todos los personajes nombrados en el Cantar, son riguromente históricos y fueron coetáneos del Cid.

Comencemos por la familia real. Los dos condes don Anrrich (v. 3002, etc.) y don Remond (v. 3109, etc.) son los yernos del rey; los primos Enrique y Ramón de Borgoña, conde aquél de Portugal (1094 a 1114), y éste de Galicia (1090 a 1107) (1).

Después también son históricos los amigos y vasallos del héroe.

El conde don Fruela (v. 3004), es Fruela Díaz, hermano de doña Jimena; conde de León y Astorga; mayordomo del citado conde Ramón de Galicia.

Alvar Fáñez que Çorita mandó (v. 735) figura realmente como señor de Zorita en documentos de 1097 y 1107. Fué uno de los más notables caballeros de la corte de Alfonso VI, debelador de los almorávides y reconquistador de la Alcarria. En el reinado de doña Urraca, la hija de Alfonso VI, fué gobernador de Toledo de 1109 a 1114, fecha en que fué muerto por los de Segovia, defendiendo los derechos de su reina contra los partidarios del rey aragonés Alfonso el Batallador. El Cantar llama a Álvar Fáñez sobrino del Cid (v. 2858, 3438), paren

(1) Véanse sus retratos, págs. 110 y III.

tesco confirmado por la carta de arras de doña Jimena, del año 1074, y supone que el Cid le tiene siempre a su lado, nos le parte de so braço (1244). No obstante, las vidas del tío y del sobrino corrieron más apartadas de lo que el Cantar supone, tanto, que la Historia latina del héroe pudo escribirse sin nombrar una sola vez a Álvar Fáñez. Este pudo salir con su tío al destierro, según dice el poeta, pues su firma falta por esos años en los documentos de Castilla, y sólo reaparece entre 1085 y 1087, poco más o menos cuando se repatría el Cid; en este tiempo es cuando Alfonso VI encargó a Álvar Fáñez de entronizar en Valencia a Alcadir, el rey moro desposeído de Toledo (1085-1086). Después, de 1090 a 1095, vuelve a figurar en los documentos reales, cuando el Cid andaba ocupado en la conquista del reino de Valencia. Luego, pudo estar Álvar Fáñez con su tío en Valencia; pero en 1099, poco antes de morir el Cid, Álvaro peleaba separadamente contra los almorávides y era derrotado en Cuenca.

Martín Muñoz, el que mandó a Mont Mayor (v. 738) fué un caballero que gobernó efectivamente esa ciudad portuguesa con el título de alguacil, y luego fué nombrado por Alfonso VI conde de Coimbra. Ejerció este alto cargo de 1091 a 1094, año en que le sustituye el conde

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