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don Ramón de Galicia, yerno del rey: acaso tal sustitución fué violenta, pues el nombre de Martín Muñoz no figura más en los documentos reales, y sólo volvemos a saber de él en IIII, en que pasa de Aragón a Castilla para guerrear a la reina Urraca, la viuda del citado conde don Ramón. Podemos suponer, en vista de esto, que, enojado con el rey por su destitución, se fué en 1094 con el Cid a Valencia, aunque no es fácil que se hallase con el héroe castellano al comienzo de su destierro.

Álvar Álvarez y Álvar Salvadórez, vasallos del héroe, aparecen citados en la carta de arras de doña Jimena; aquél como sobrino del Cid.

Muño Gustioz, criado del Cid y su vasallo de pró, consta por documentos históricos que acompañaba en Cardeña a doña Jimena, durante su viudedad, el año 1113.

Pero Vermúdez, sobrino del Cid y su portaestandarte, según el Cantar, también fué personaje real que ejercía cargos en la corte de Sancho II y figuraba en la de Alfonso VI por los años 1069 y 1085.

Sólo quedan Félez Muñoz, otro sobrino del Cid; Martín Antolínez, el burgalés, y Galindo García, el de Aragón, cuya existencia no consta en historias ni documentos.

La misma historicidad tienen los enemigos,

del Cid en la corte. El conde García Ordóñez, llamado el Crespo de Grañón (v. 3112), fué realmente gobernador de Grañón, en la Rioja, por lo menos desde 1094, así como de Nájera lo era desde 1077. Los documentos y crónicas le llaman "don García de Grañón", o "don García el Crespo de Grañón”, y los historiadores árabes nos transmiten otro apodo de don García, "Bocatorcida". Comenzó siendo amigo del Cid, ya que éste le escogió por fiador de sus arras a doña Jimena, en 1074. La enemistad entre ambos debió surgir con ocasión de la referida prisión del conde en el castillo de Cabra, castillo que debía poseer el conde, pues llevó también otro sobrenombre: "don García de Cabra". No consta que después el conde trabajase en la corte contra el Cid, como dice el Cantar; pero nada más natural que así fuese, dada la situación preponderante del conde en la corte (donde el rey le honraba sobremanera hasta confiarle la crianza del príncipe heredero) y dado también que el Cid mostró claramente estar agraviado del conde cuando le desafió, devastándole su condado de Rioja en 1092. El poeta, empero, es de creer falsease la realidad cuando hace al rey pronunciar una frase despectiva respecto del conde (v. 1349), pues nos consta que el rey no escaseaba las mayores

muestras de afecto hacia García Ordóñez, a quien llama en sus diplomas "gloriae nostri regni gerens".

Álvar Díaz (v. 2042, 3007 b) figura también en la corte entre 1068 y IIII, frecuentemente con el título de gobernador de Oca, vieja ciudad próxima a Burgos.

Per Ansúrez, cuyo nombre se conserva en el verso 3008 b (olvidado por el copista Per Abat, pero impuesto por la Crónica de Veinte Reyes) como uno de los personajes del bando de los infantes de Carrión, es el famoso conde leonés que engrandeció a Valladolid hacia 1095; su gobierno se extendía sobre un vasto condado entre los ríos Esla y Pisuerga, en el cual se incluían, además de aquella ciudad, las de Zamora, Carrión, Saldaña y toda la Liébana. Este conde, como principal vasallo de Alfonso VI de León, debió ser rival del Cid, principal vasallo de Sancho II de Castilla, cuando estos dos reyes hermanos sostuvieron entre sí encarnizada guerra. Sabido es que esta lucha terminó con la derrota de los leoneses. A principios del año 1072 Alfonso VI era derrotado en las inmediaciones de Carrión, la capital del condado de Per Ansúrez, y aunque se refugió dentro de la iglesia de la ciudad, allí fué hecho prisionero por Sancho II y el Cid. El vencedor se apropió el

reino de León, y Alfonso fué obligado a expatriarse entre musulmanes, marchándose a vivir con el rey moro de Toledo. En este destierro le acompañaron los dos nobles y fidelísimos hermanos Pedro y Gonzalo Ansúrez.

Este hermano de Per Ansúrez es el que el Cantar llama Gonçalvo Ansuórez (v. 3008 y 3690) o Conde don Gonçalo (v. 2268, 2441), padre de los infantes de Carrión (1).

Se comprende bien que la epopeya castellana, cuyo espíritu es frecuentemente hostil á León, mirase con antipatía a estos nobles leoneses que habían militado en el partido opuesto al del Cid. Después, cuando la rivalidad entre Castilla y León fué olvidándose con la unión de ambos reinos, el nombre de Per Ansúrez, generalmente respetado, desapareció de entre los enemigos del héroe castellano en las refundiciones posteriores del Cantar, y hasta se borró del original que copió Per Abat. En cambio, el nombre de Gonzalo Ansúrez, como de personaje desconocido de todos, pudo quedar sin dificultad.

Los hijos de este conde don Gonzalo, Diego y Fernando González, los infantes de Carrión del Cantar, que son mucho urgullosos e an part en

(1) Para toda esta cuestión véase Cantar de Mio Cid, ps. 544-552.

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la cort (v. 1938), y cuyo matrimonio con las hijas del Cid el rey mismo gestiona, también son personajes históricos, pues aparecen al lado de los otros enemigos del Cid, Pedro Ansúrez conde de Carrión, Alvar Díaz y García Ordóñez, como confirmantes en diplomas reales, entre los años 1090 y 1109, titulándose ambos "hijos de conde" y del séquito del rey" (filius comitis; de scola regis). El Cantar dice que eran de natura de condes de Carrión (v. 2549, 3296), y, efectivamente, si estos Diego y Fernando González de los diplomas eran, como el patronímico indica, hijos del Gonzalo Ansúrez histórico, resultan sobrinos de Per Ansúrez, Carrionensium come s. Dice también el Cantar que son de natura de los de Vanigómez (v. 3443), y, en efecto, hallamos que los historiadores árabes, desde el siglo x, llaman Beni-Gómez, o sea “hijos de Gómez”, a la familia del conde de Carrión, Saldaña, Liébana y Zamora, dándole este nombre a causa de un antepasado, Gómez Díaz, que había sido alférez y yerno del famoso conde de Castilla Fernán González, y conde a su vez de Saldaña y Liébana (1). Cierto es que la

(1) Los que combaten la historicidad del Poema, desde Yepes (1616) hasta Milá (1874, véase Cantar, p. 555) y Menéndez y Pelayo (1903, Antología, XI, 313), lo hacen porque, desconociendo el Gonzalo Ansúrez histórico, creían que los infantes de Carrión no podían ser sino los hijos de un Gómez Díaz, conde de Carrión, uno de los cuales había

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