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historia nada sabe de un primer matrimonio de las hijas del Cid con estos infantes o jóvenes nobles de Carrión; sólo puede decirse que tal matrimonio no es imposible, a pesar del matrimonio histórico de aquéllas con el infante de Navarra y con el conde de Barcelona, pues en la Edad Media abundan los casos de segundas nupcias viviendo aún el cónyuge de las primeras (1), y aun cabe añadir que, dada la historicidad general del Poema, es muy arriesgado el declarar totalmente fabulosa la acción central del mismo. Más razonable es admitir que debió existir algún trato matrimonial fracasado entre los sobrinos de Pedro Ansúrez y las hijas del Cid, pues hubo un tiempo en que el noble leonés era amigo del héroe castellano: en 1074 Pedro Ansúrez fué fiador de las arras que el Cid dió a doña Jimena.

La parte histórica referente a personajes musulmanes es en el Poema mucho menor. Sólo

muerto antes que el Cid ganase a Valencia, y por lo tanto no podía haberse casado con la hija del Cid, como dice el Poema. Además, negaban que los Beni-Gómez fuesen condes de Carrión cuando el Cantar supone, pues ya entonces poseía a Carrión el famoso Per Ansúrez. Pues bien éste era hijo de Asur Díaz, hermano del citado Gómez Díaz, condes ambos conjuntamente en Saldaña, hacia 1056, y, por lo tanto, Pedro Ansúrez y sus sobrinos eran tan Beni-Gómez como Gómez Díaz y sus hijos. (1) Véase BERGANZA, Antigüedades de España, I, 1719. ps. 518 y sigs., y COESTER, Rev. Hispanique, XV, 194

Yúçef, de Marruecos, es un personaje real; Yúsuf ben Texufin, primer emperador de los almorávides (1059-1116). Para identificar a Búcar con alguno de los Abu Béker coetáneos del Cid hay dificultades. Tamin, rey de Valencia (verso 636), es fabuloso, y no hay la menor noticia histórica de sus dos vasallos Fáriz (Háriz) y Galve (Gálib); probablemente Fáriz, herido por el Cid (v. 760), es recuerdo del moro Háriz, vencido en combate singular por el Cid en Medinaceli. De Abengalbón tampoco se sabe nada.

En suma a pesar de algunos pocos personajes ignorados o fabulosos, el Cantar tiene un carácter eminentemente histórico. Es mucho más histórico, sin comparación, que las chansons francesas.

La geografía del Poema tiene todavía mayor carácter de exactitud. No hay en ella ningún lugar fabuloso, como los que abundan en las chansons francesas, y su estudio atento sugiere una observación importante.

CARÁCTER LOCAL DEL POEMA.

TRADICIONES LOCALES QUE ACOGE

Aunque el juglar menciona ciudades de toda la Península y describe itinerarios, que en par

te coinciden con grandes vías romanas, únicamente da pormenores reiterados en el camino muy de segundo orden que une a Valencia con Burgos. Y en este camino, varias veces recorrido por los héroes del Poema, sólo da pormenores topográficos, de esos que revelan un conocimiento especial del terreno, entre Medinaceli y Luzón, y también, aunque ya menos, en dos regiones vecinas a ésa: la del robledo de Corpes al Noroeste, y la de Calatayud, al Nordeste. Considérese además que en esa tierra entre Medinaceli y Luzón, tan repetidas veces presentada al lector por el poeta, no ocurre ningún incidente esencial de la acción épica, salvo que los personajes del Cantar, en sus idas y venidas, pasan por allí, como pasan por otras muchas regiones de España que el juglar no conoce ni describe. Evidentemente el juglar idea la obra en Medinaceli o en sus inmediaciones.

Entre las varias tentativas de localización del Cantar, una de las últimamente formuladas es la de Rodolfo Beer, quien lo supone escrito en el monasterio benedictino de Cardeña, junto a Burgos. Pero si el examen atento de los itinerarios descritos por el poeta nos sugiere la conclusión que dejo apuntada, ella se nos impone con fuerza al examinar el fondo mismo de la obra.

No muestra ésta un especial carácter monás

tico (1), pero sí lo tiene muy marcado de poesía fronteriza.

Lo mismo que la geografía, también la acción del Poema converge bastante artificiosamente en torno de Medinaceli, ciudad a la sazón situada en la frontera de Castilla. Toda la verdadera historia del Cid como reconquistador, esto es, el largo y penoso asedio de Valencia, con la toma de Jérica, Onda, Almenar, Burriana, Murviedro y Peña Cadiella, la despacha el juglar en 130 versos; en cambio gasta 450 en referirnos la toma y abandono de dos lugarejos fronterizos como Castejón y Alcocer, suceso ni siquiera mencionado en la Historia latina del Cid y que,

(1) El poeta no conoce a Cardeña más que como un monasterio famoso de Castilla. Hasta equivoca el nombre del abad coetáneo del destierro del Cid, poniendo un fabuloso don Sancho (verso 237), en vez del histórico san Sisebuto que rigió el convento durante veinticinco años y dejó en la casa, como es natural, memoria imborrable. Además, un poeta afecto a Cardeña no hubiera dejado de decir, al hablar de la muerte del Cid, que el héroe estaba enterrado en el monasterio. V. Cantar, págs. 39 y sigte. BERTONI, Il Cantare del Cid, 1912, p. 160, si bien acepta mi localización del Cantar (p. 17), cree, a propósito del v. 1286, que nuestro poema tiene un carácter clerical más acentuado que las Chansons de geste. "L'autore del Cantare fu, parmi, un chierico, com'è del resto naturale, il quale mirò ad instillare negli ascoltatori e nei lettori, oltre che il rispetto per la religione, l'ossequio per il sacerdozio in generale." No creo que esta observación tenga bastante apoyo en los tipos del obispo y del abad que figuran en el Poema. Este, en cambio, por su factura y por su metro, revélase como obra de un juglar lego.

aunque lo supongamos cierto, es enteramente insignificante. La importancia que el juglar concede a este doble episodio de frontera, sólo se explica teniendo en cuenta que Castejón y Alcocer están situados en dos regiones próximas a Medinaceli, donde se contaría por tradición oral la hazaña del Cid en ambos lugarejos. De igual modo puede notarse que mientras el Cantar no menciona una sola vez a Almutamín, Almostaín, Aben Jahaf, los Beni Uegib, ni otros notables musulmanes íntimamente relacionados con el Cid histórico, tiene como uno de sus principales personajes al alcaide Abengalbón, desconocido de la historia, pero familiar al poeta porque vivía a una jornada de Medinaceli, en Molina, ciudad musulmana frontera con Castilla. La afrenta de Corpes, episodio central de toda la acción del poema, es también desconocida de la historia y pertenece a la tradición local de San Esteban de Gormaz, pueblo situado a jornada y media de Medinaceli. En fin: el localismo se muestra aún en forma más aguda; el poeta alude otra vez de pasada y un poco impertinentemente a una tradición de hacia San Esteban, extraña al Cid y de nadie conocida si no de los de aquella región (v. 2694):

a siniestro dexan a Griza que Alamos pobló
allí son caños do a Elpha encerró.

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