„Avisome desto el obispo de Alguer y otros servidores de V. M., "y yo me puse en que se esperase á la venida del papa, y así >>se ha hecho con asaz trabajo." Bastantes luces dá esta carta para ver porque no queria la corte española del emperador que se reformára el modo de procesar de la Inquisicion, pues como se sujetase á la publicidad de los juicios ordinarios seria infinito menor el número de las confiscaciones. Por eso llegó á parecer gravoso aun el cumplimiento de la promesa jurada hecha en las córtes de Zaragoza y Barcelona; pues de una carta del duque de Sesa escrita al emperador desde Roma en 7 de Junio de 1524, consta que habia pedido éste al papa Clemente Séptimo relaxacion del juramento en que prometió no pedir dispensacion ni usar de ella si se le concediese, á lo qual respondió su santidad que le parecia escandalosa la solicitud; pero es mas admirable que despues de decirlo así, la concediese como anuncia el mismo duque al emperador en la citada carta. CONCLUSION Y EPILOGO. Venció por fin la Inquisicion con el favor de los reyes en España y de los curiales en Roma, de manera que desde 1520 faltó quien tuviese valor para hacerle guerra abierta. Pero no por eso le fué favorable la opinion nacional. Se necesito celebrar en los puntos de jurisdiccion inumerables concordias. Las chancillerías de Valladolid y Granada, las reales audiencias de Aragon, Cataluña, Valencia, Mallorca y Canarias; los vireyes y tribunales superiores de Navarra, Sicilia y Cerdeña: los gobernadores y capitanes generales de América; los arzobispos y obispos de todos estos dominios, y todas las autoridades constituidas en ellos sin excluir la militar, han tenido que ocupar continuamente á los consejos supremos de Castilla, de Indias, de Aragon y de Italia para decidir controversias de jurisdiccion. Ni las decisiones de estos cuerpos, ni las de una junta de i 1 competencias creada para dirimir todas; ni la multitud de transaciones, ni aun los decretos reales, bastaron jamas para impedir que los inquisidores se entrometiesen á conocer de causas que no les pertenecian: y se podria escribir una historia larga de sus continuas usurpaciones de jurisdiccion contra lo prevenido en las bulas pontificias, leyes del reyno, concordias y decisiones supremas, si no fuese materia tan fastidiosa. Esto no podia menos de aumentar el número de los desafectos en la clase que casi contribuye mas que todas á formar la opinion nacional, como es la de jueces y gobernadores; pero debe añadirse la de literatos, porque ninguno gusta de que pongan grillos á su entendimiento, ni esclavicen su opinion con el imperio durísimo de la prohibicion de libros que no conoció la cristiandad primitiva en medio de los errores seductivos de la filosofia, ni de los sofísticos de la heregía, que hubo desde los tiempos apostólicos, y habrá mientras haya entendimientos humanos sujetos á errar. Por mas cautela que tuviesen en el modo de hablar y escribir los jurisconsultos, los literatos, y los amantes del buen gusto de la literatura, es imposible no solo que aprobasen la exîstencia y el modo de proceder de la Inquisicion, sino tambien que dexasen de hablar en este sentido con las personas de su confianza mas o menos claramente: por lo qual componiendo estas tres clases las principales que forman la opinion nacional, y añadiendo á ellas el crecido número de interesados en evitar su propio sonrojo quando se castigaba un pariente suyo, no puede menos de resultar que de las personas capaces de contribuir á la opinion comun, solo quedaban los clérigos y frayles, los teólogos escolásticos , y los ignorantes de todo ramo literario. Aun de estos últimos es necesario separar aquellos hombres de buena fe que veían procesar á los sabios de vida y costumbres arregladas, pues verosimilmente sospecharian algo contra los que sin tanta ciencia ni tantos testimonios de virtud les atribuían errores en la fe, y les perseguian por ellos. Me atreveria á decir que Carlos Quinto mismo, quando renunció el imperio de Alemania, y la corona real española, se hizo en su retiro de Yuste verdadero enemigo de la Inquisicion, pues lo hace creible la eleccion de personas que reservó para su confianza, las quales manifestaron con el tiempo quanto debian aborrecer un tribunal que habia de producirles un dia su muerte y su deshonor. Acaso acaso se arrepintió antes; pues consta que quitó á los inquisidores el uso de la jurisdiccion real en 1535, y los tuvo sin ella diez años hasta 1545. Pero en fin sea lo que fuere de la opinion nacional, despues que la Inquisicion cantó triunfo consolidando su poder á los quarenta años de su exîstencia, me parece haber demostrado que comenzó contra el voto de los españoles, y que éstos lucharon para su extincion ó reforma con el mayor teson y constancia mientras creyeron tener alguna probabilidad de la victoria. Porque en efecto manifestaron su voluntad contraria el clero, la nobleza, y el pueblo de Castilla con silencio misterioso en el concilio de Sevilla de 1478, y en las cortes de Toledo de 1480; con el amparo que los señores de vasallos dieron á los fugitivos en Andalucía; con la necesidad que hubo de real cédula para que la ciudad de Sevilla permitiese á los primeros inquisidores exercer su oficio en 1481; con la opinion de los literatos que seguian la de Hernando del Pulgar segun el testimonio de Mariana; y con la energía de los aragoneses, catalanes, valencianos y mallorquines que resistieron la introduccion abiertamente aun á costa de tumultos que necesitó el rey católico apagar con toda su fuerza desde 1485 á 87. Los castellanos volvieron a la empresa en 1506 con ocasion de la venida del rey Felipe Primero; y perdiendo las esperanzas con el segundo gobierno del fundador de la Inquisicion, hicieron tantos recursos á Roma, que con estos y con tumultos en Córdoba, pusieron al rey católico en términos de ceder algun tanto, y sujetar los juicios de la Inquisicion á una congregacion particular del año 1508. Los aragoneses no pudiendo sufrir los muchos abusos del tribunal, reclamaron en cuerpo de nacion año 1510 en las córtes de Monzon: repitieron sus clamores en las otras del mismo pueblo en 1512, y á fuerza de teson y de zelo acortaron las Tom. V. N. 2. Y 1 A líneas del poder arbitrario inquisicional, cuyas ideas imitaron los catalanes en las córtes de Lérida de 1515. Muere á 23 de Enero de 1516 el fundador de la Inquisicion moderna, y parece que el sonido de las campanas de sus funerales fué señal de alarma contra ella. Se creyó que la nueva dinastía austriaca que debia venir de Flandes y Alemania recibiría gustosa la solicitud de extincion, ó por lo menos la de limitacion de poderes de un tribunal, cuyo nombre ya era conocido á los flamencos como odioso desde la venida de Felipe primero. Los castellanos, los aragoneses, y los catalanes, todos los españoles, en fin, manifestaron entonces su verdadera opinion en Flandes y Roma, creyendo que habian llegado los dias de la libertad. Se equivocaron: un cardenal Cisneros estaba al frente del gobierno de la España y de la Inquisicion, y su caracter firme, unido con su talento sagáz, bastó á impedir la victoria que parecia segura por el aspecto exterior de los negocios. Sin embargo, la venida de Cárlos Primero alienta de nuevo á los castellanos que se atreven á pedir en cuerpo de nacion la reforma del santo Oficio en las córtes de Valladolid de 1518, y consiguen que despues de bien exâminado el punto se forme una pragmática sancion, reduciéndolo á términos del derecho comun como los otros tribunales eclesiásticos. Se hubieran contentado con esto los castellanos; pero no llegó á promulgarse la pragmática por el fallecimiento intempestivo de Juan Selvagio, canciller del rey y jurisconsulto profundo flamenco, que habia influido mucho en el ánimo de su magestad para decretarla; y por la desgraciada casualidad de ser ya inquisidor general el cardenal Adriano, maestro de Cárlos, en cuya voluntad tuvo siempre grande ascendiente, y mayor despues de la muerte de Selvagio. No se acobardan por eso los aragoneses y se atreven tambien en cuerpo de nacion á proponer otro tanto en las córtes de Zaragoza de fines del citado año de 1518, y sostienen su empeño en Roma con tal teson, que aprovechando la casualidad de hallarse disgustado el papa con los inquisidores españoles, logran en Julio de 1519 una bula de reforma que destruía todos los privilegios de la misteriosa y cruel arbitrariedad. y El haber sido elegido Carlos para rey de romanos, el deferir este señor absolutamente á los consejos del cardenal Adriano fueron otras dos casualidades infaustas que influyeron sobremanera para que la corte de Roma temerosa de disgustar al nuevo emperador por causa de los intereses de la soberanía de los dominios pontificios, dexára sin efecto breve de 12 de Octubre la bula del mes de Julio. en Los catalanes, manifestando en las córtes de Barcelona de dicho año 1519 las mismas ideas que castellanos y aragoneses, prosiguieron su empeño en Roma, con tal vigor que hicieron balancear su influxo con el del emperador mismo, y si no consiguieron la execucion de la bula del mes de Julio, lograron al menos que no librase la revocacion expresa que pretendió Cárlos mientras duró la vida del papa Leon Décimo, fenecida en Diciembre de 1521. Ascendió al solio pontificio el citado cardenal Adriano en Enero de 1522; conservó el empleo de inquisidor general de España hasta Septiembre de 1523 en que libró las bulas á favor de Don Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla; y esto consolido la victoria del tribunal de la Inquisicion; cerró los labios y las plumas de los españoles con el terror, hasta el extremo de producir un proverbio vulgar que decía: con el rey y la Inquisicion, chiton. Pero a pesar de que el silencio general sepultó en olvido profundísimo los hechos, conatos, y esfuerzos de la nacion española en los quarenta primeros años de la existencia de la Inquisicion, ha sido tan vigorosa como acostumbra la fuerza de la verdad. El curso de tres siglos no ha bastado á borrar todas sus huellas: yo he procurado descubrirlas, y creo haber demostrado la equivocacion con que los escritores estrangeros atribuían á los españoles la estupidéz de poner sus delicias en los autos de fe de la Inquisicion, y la necedad Y 2 |